6.- Provisiones

- Ya te digo que no voy a poder - suspiré, desvendándome las manos.

- Me da igual lo que digas, vas a hacerlo, quieras o no - masculló Shigaraki.

Miré el espejo roto que tenía delante, que Shigaraki había traído del baño, y traté de mentalizarme. Coloqué mis manos sobre el espejo y activé mi kosei, reparándolo poco a poco.

- Más rápido, niña - gruñó Shigaraki - O sabes lo que pasará.

- Déjala, está débil - trató de defenderme Mr. Compress.

Traté de forzar mi don, sintiendo rápidamente el pinchazo en la sien y un fuerte dolor en las manos, pero conseguí arreglar completamente el espejo.

- ¡Lo ha conseguido! / Menuda mierda - dijo Twice.

- Y-ya está... - mascullé, jadeando - ¿Cont-tento...?

- Por supuesto que no. Eres demasiado lenta.

- Haberl-lo pensado a-antes de hacer q-que Toga me abriera las p-putas manos... - lo recriminé - Ad-demás, mi kosei c-consume energía, y es-so es algo que n-no tengo ahora mismo.

- Ah, ¿no? ¿Y qué es lo que necesita "su alteza" para poder usar su kosei? - preguntó Shigaraki con tono de burla.

- Pues n-necesito comer comida de verdad, no un m-maldito t-tarugo de pan, gilipollas - mascullé.

- Como todos nosotros, "princesita" - rió - Pero no podemos simplemente ir a una tienda a comprar, ¿sabes?

- Si a-al men-nos me dejaras intentarlo, yo podría.

- Me fastidia admitirlo, pero Shigaraki hace bien en no dejarte - suspiró Magne - Dejar que salgas de aquí puede suponer un gran riesgo para nosotros, teniendo en cuenta todas las autoridades que nos buscan.

- ¿Ves? Tengo razón - rió Shigaraki - Y ahora, sigue usando tu maldito kosei, tengo que asegurarme de que nos serás útil.

- Ya te he dicho que no puedo. 

- Como si me importara lo más mínimo - respondió con una siniestra sonrisa.

...........................................................

Me desperté sobre el colchón, no sabiendo cómo había llegado ahí. Traté de incorporarme, pero una sensación de mareo y un dolor de cabeza me lo dificultaron.

- Por fin despiertas - se oyó entre las sombras de la habitación a oscuras.

- Joder, me has asustado, Dabi - mascullé, llevándome una mano al pecho - ¿Qué ha pasado?

- Te desmayaste después de usar tu kosei varias veces más. Llevas un par de horas dormida.

- Mira que se lo advertí a Shigaraki... - suspiré, y me llevé una mano a la cabeza - Sigo mareada...

- ¿Qué narices te ha pasado? Tus primeros días aquí estabas peor y le plantaste cara a Shigaraki - rió levemente.

- A penas tengo energía, mi kosei consume demasiada.

- ¿De verdad crees que podrías conseguir comida si salieras de aquí? - preguntó.

- Diría que sí... Estoy "muerta", por lo que nadie me está buscando. Y puedo apañármelas para robar.

- Pues prepárate, porque vamos a salir.

- ¿En serio? - pregunté, extrañada - ¿Por qué?

- Porque tengo hambre - se encogió de hombros.

- Me refería a porqué re fías de mí.

- Ah, no, te equivocas - rió - No me fío de ti. Pero, aunque no he tenido el "placer" de experimentar el kosei de nuestro "jefe", te aseguro que los gritos de tus padres cuando los queme vivos si me traicionas serán agónicos y dolorosos.

Asentí con la cabeza, asustada.

- Tienes 5 minutos, te espero en la puerta.

Salió de la habitación, y me levanté del colchón con cuidado. Me puse una sudadera grande que me habían dejado por encima de la ropa, me calcé y salí de la habitación. Dabi se encontraba al otro lado de la puerta, con una chaqueta fina abrochada, una mascarilla y unas gafas de sol para tapar sus cicatrices.

- ¿De verdad vas a llevar eso? Estamos a finales de agosto, vas a asarte viva - comentó.

- Le dijo la sartén al cazo - respondí sin pensar.

Me tapé la boca con las manos en cuanto me di cuenta de lo que había dicho, y Dabi sonrió.

- Vaya, la niña tiene agallas. Anda, vámonos ya.

Logramos salir del edificio sin que nadie nos viera, y empezamos a caminar por las calles. Nada más recibir la luz del sol tuve que taparme los ojos, pues me causó dolor de cabeza después de tanto tiempo encerrada. Dabi caminaba unos metros por detrás de mí, lo bastante como para tenerme cerca por si "se me ocurría traicionarlo", pero lo suficientemente lejos como para que la gente no pensara que íbamos juntos. 

Cuando llegamos a la primera tienda que encontramos le hice a Dabi una señal para que se quedara fuera, por lo que se metió en un callejón que había cerca, y entré en la tienda. Al entrar usé mi don levemente con uno de mis dedos para estropear los sensores de la entrada y que no pitaran cuando alguien robara. Una vez hecho esto, fui por la tienda escondiendo algunas cosas que necesitáramos en la sudadera, y cuando ya no podía esconder nada más sin que se notara, salí de la tienda.

- Aquí tienes - dije a Dabi mientras sacaba las cosas de la sudadera para meterlas en una bolsa grande que habíamos llevado.

- Esto es muy poco - se quejó.

- Lo sé, por eso vamos a buscar más tiendas - respondí - No soy tan idiota.


Nota de la autora: Las siguientes escenas contienen intento de abuso y muerte. Por favor, lee o no según tu juicio y precaución.


Repetí el proceso en varias tiendas, haciéndonos poco a poco con un "botín" considerable. Ya había anochecido para cuando salí de la última tienda, pero me choqué con alguien y caí al suelo.

- Deberías tener más cuidado de por dónde vas, señorita - .

Levanté la vista, encontrándome con un héroe, y palidecí al momento.

- Es algo tarde para que una jovencita como tú pasee sola por la calle, ¿no crees? - preguntó con una extraña sonrisa.

- E-estoy volviend-do a casa, no se preocupe...

- ¡Claro que me preocupo! ¿Quién sabe las cosas que le harían a una jovencita tan guapa como tú? Te acompañaré.

- N-no es necesario, d-de verdad - respondí, tratando de levantarme.

Por desgracia, varias de las cosas que había robado cayeron al suelo, llamando la atención del héroe.

- Vaya vaya... Así que nuestra linda señorita es una ladronzuela... - negó con la cabeza.

Agarré las cosas rápidamente y corrí hacia el callejón en el que creía que se encontraba Dabi, pero no fue así; acabé en un callejón sin salida, y todo lo robado se cayó al suelo.

- No intentes huir, jovencita - dijo, arrinconándome en el callejón.

- P-por favor, devolveré l-las cosas, pero deje que me vaya... - supliqué.

- No no no, mereces un castigo~ - canturreó.

Con una mano agarró mis muñecas y levantó mis brazos por encima de mi cabeza, pegándolos a la pared. Después colocó una de sus piernas entre las mías, y con su mano libre trató de levantar mi sudadera.

- N-no, por f-favor, déjeme e-en paz - supliqué, llorando y forcejeando sin éxito - N-no me haga est-to.

Emití un quejido de angustia cuando sentí su mano sobre mi piel, y cerré los ojos con fuerza. Pero un segundo después, mis brazos fueron liberados y dejé de notar su mano sobre mí. Abrí los ojos, y vi una estaca de cemento atravesando su cabeza. Fue entonces cuando noté que la palma de una de mis manos estaba tocando la pared, y emití un grito.

- He matado a una persona... - susurré - A-acabo de matar a alguien...

- Ugh, ¿dónde narices te habías metido, niña? - se quejó Dabi, apareciendo en la entrada del callejón - Por un momento llegué a creer que te habías es-

Una siniestra sonrisa se dibujó en su rostro al ver al héroe empalado.

- Parece que te has divertido sin mí - rió levemente.

- N-no pret-tendía hacerlo... - traté de justificar, aún en shock - Ha s-sido sin querer...

- Sin querer o queriendo, hay que deshacerse de esto - suspiró - Deshaz la estaca, yo quemaré el cadáver. 

Hice lo que me dijo, recogí las cosas del suelo y me acerqué a él.

- No es un olor agradable, eso ya te lo digo - comentó.

Incineró el cuerpo inerte del héroe en segundos, y me ayudó a guardar las cosas en la bolsa.

- Vámonos antes de que aparezca algún otro héroe, venga - suspiró.

Asentí levemente con la cabeza y volvimos a la base. En cuanto entramos por la puerta, fuimos recibidos por el resto de miembros de la Liga (menos Toga, que aún no había vuelto).

- ¿¡Se puede saber dónde estabais!? - masculló Shigaraki.

- Cálmate un poco, ¿quieres? - suspiró Dabi - Solo hemos ido a conseguir comida y algunas cosas más. Además, aquí la pequeña Aizawa ha matado a Slugger.

- ¿¡Qué!? - exclamaron todos.

Me encogí en mi lugar, sin atreverme a levantar la mirada del suelo.

- ¿Ese no era el que cometía delitos y acusaba de ellos a otros inocentes? - preguntó Mr. Magne.

- Ese mismo - contestó Spinner, con una sonrisa torcida - Un cabrón menos.

- Tengo curiosidad. ¿Por qué lo asesinaste? - preguntó Mr. Compress, mirándome.

- I-intentaba abusar de m-mí... - susurré.

Magne se acercó a mí y me abrazó.

- Eso ha debido ser horrible... - dijo - ¿Estás bien? ¿Ha llegado a hacerte algo?

Negué con la cabeza.

- F-fue todo muy rápido, yo n-no pret-tendía matarlo...

- ¿Qué? ¿Sigues pensando que los héroes son buenos por naturaleza? - me preguntó Spinner.

- No... - susurré, apartando la mirada.

- Cuando un árbol da varias manzanas podridas, tal vez el problema no sean las manzanas, sino el árbol en sí - comentó, encogiéndose de hombros.

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¡Gracias por leer!

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