Capítulo 6: Desayuno candente.
Frente al espejo, me observaba detenidamente, analizando el conjunto que había elegido para hoy. Un elegante vestido negro, que caía hasta los tobillos, se ajustaba a mi figura de manera sutil, con su diseño sencillo pero sofisticado y que iría muy bien con mi bata de doctora. No necesitaba adornos ni patrones complicados, la verdad es que los odio; su simplicidad era su mayor atractivo. Para completar el look, opté por unos tacones de tiras en el mismo tono, que aunque no eran muy altos, aportaban un toque de distinción a mi figura, haciéndome sentir mejor en medio de este lugar infernal.
En mi día a día, no pueden faltar mis tacones. Su efecto es mágico: unos simples zapatos pueden transformar cualquier atuendo, elevando su esencia, por más básico que sea. Y, siendo sincera, mi estatura de 1.55 metros los necesita a gritos. Aunque no me considero una súper modelo, la delgadez me confiere una ventaja que suelo aprovechar; casi cualquier prenda luce bien en mí.
Mi cabello, dorado y brillante, decidí dejarlo suelto como lo habitual. Lo dejé caer libremente hasta mi cintura, con suaves ondas que le conferían movimiento y vida. Papá siempre me dice que le recuerdo a mamá, pues mi cabello rubio lo heredé de ella.
Con todo en su lugar, finalmente estaba lista para ir a la clínica y presentarme frente a Rick. Pero antes, Rod me esperaba para desayunar. Una pequeña curiosidad me invadía al pensar en lo que podía significar que había hecho desayuno “para todos”, pero en el fondo, y aunque quisiera no imaginarlo, sabía a qué se refería.
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Al abrir la puerta de la cocina, el primer golpe de calor y aroma me envolvió como un recuerdo memorable; uno que me recordó a mi madre preparándonos el desayuno a mi hermano y a mí cada mañana.
El aire estaba impregnado de una mezcla de olores deliciosos, una sinfonía de sabores que me hacía la boca agua. Rod, con su energía contagiosa, se movía con destreza frente a los fogones. Nunca imaginé que alguien con el dinero que tiene él, fuera el encargado de la cocina, pero ahí estaba, con un delantal amarillo sobre su ropa de deporte, que tenía figuras de huevos fritos, disfrutando de cada instante.
Las tostadas doradas crujían suavemente al ser volteadas por él, mientras el guacamole fresco brillaba en un tazón cerámico. A un lado, el bacon chisporroteaba en la sartén, liberando ese aroma salado, mientras el jamón, perfectamente dispuesto, aguardaba su turno para unirse a la fiesta de sabores.
Sobre la mesa grande de seis sillas, un festín colorido esperaba ser degustado. Habían huevos revueltos, con esa textura esponjosa y su exquisito color dorado en el centro. Luego vi una jarra con jugo de naranja, fresco y vibrante, complementado con un café humeante que llenaba la habitación con su aroma intenso y reconfortante. Había panes de distintas formas y tamaños, frutas cortadas en cuadrados, incluso había dulces.
—¿Cuántas personas desayunan aquí? —pregunté curiosa. Era imposible que toda esa comida fuera preparada para nosotros dos. Aquí parece que se reúnen más de diez comensales.
Rod se volteó a verme sonriente. Traía una camiseta holgada que dejaba ver sus pectorales y sus brazos bien trabajados en el gym, y ese enorme tatuaje que le cubre el pecho se veía aún más sexy que a través de la pantalla de la televisión. Recuerdo la de suspiros que me sacaba cada vez que veía sus partidos. Traía unos shorts deportivos y pude ver otro tatuaje que traía en su pierna derecha ¿Ese es nuevo? Le quedaban tan bien sobre esa piel morena. Él es todo un modelo de revista, creo que si no le hubiera ido tan bien en el deporte, y ahora como alcalde, podría modelar sin problemas.
—¡Vaya, al fin llegas! Aunque, ya veo por qué tardaste tanto —sonrió — Estás hermosa.
—Gracias —me senté a la mesa y me serví una taza de café.
—No tuve tiempo de preguntarte antes, ¿cómo pasaste tu primera noche? —preguntó mientras volteaba los trozos de bacon.
—Lamento decirte que el calentador de la ducha no funciona.
—No sabía, hoy mismo lo soluciono, ¿y la cabaña, qué te pareció?
—Bueno, el lugar necesita un poco de mi… toque personal, pero…
—¿Pero? ¿Sucedió algo fuera de lo normal?
—Sí, algo así. Conocí a Jason, el “difícil”. —hice comillas con mis dedos en la palabra difícil.
—Ah, él es buena persona. Te acostumbrarás. —sonrió como si hablara de un cachorro abandonado.
Sinceramente, recordar lo de anoche me hierve la sangre. Literal, no dormí casi nada por culpa de ese cavernícolas.
—¿Acostumbrarme? —lo miré con los ojos entrecerrados —El idiota me despertó en medio de la noche con un maldito concierto de rock. Cuando fui a reclamarle que le bajara el volumen, ¡me encontré con dos chicas semi desnudas! ¡Ah, sí, claro, casi lo olvido! ¡Me invitó a ser parte de su orgía! ¿En serio? Sinceramente, es un cavernícolas, un mal educado, un idiota, un…
«Mientras insultaba a mi vecino, Rod me miraba con los ojos como platos y negaba con la cabeza, como si intentara callarme con la mirada ¿Por qué hace eso?
—¡Qué bueno saber lo que piensas de mí, princesa! Así puedo ponerme un chaleco antibalas antes de dormir.
Esa voz, no puede ser…
Me quedé petrificada durante unos segundos. ¡Pero no! ¡Él no era más fuerte que yo! Decidida a contraatacar, me giré con determinación, pero lo que vi a continuación me dejó aún más atónita, aún más sorprendida... me dejó sin palabras.
—Si...—su sonrisa divertida se ensanchó —Suelo dar esa primera impresión.
Desgraciadamente, no podía negar que sus ojos eran un espectáculo que capturaban mi atención. Su ojo izquierdo, era de un azul cielo brillante, similar al color del océano en un día despejado. Mientras que el derecho, era de un marrón que oscilaba entre lo ámbar y un tono más suave. Juntos, creaban una combinación hipnotizante que no pasaba desapercibida.
Esta rara condición no afecta en nada la salud ni la visión. Solo infla el ego de la mayoría de los hombres que la padecen.
¿Por qué?
Pues porque, aunque me retuerza el estómago admitirlo, los hace extremadamente atractivos, sexys e interesantes… Y este idiota ya tiene su ego bastante elevado.
—Se llama heterocromía… —dijo ante mi silencio.
—Sé lo que es, cavernícolas. Soy doctora.
—Y aún así logré dejarte sin palabras. —volvió a sonreír.
—Rod, —lo miré sobre mi hombro —¿Él siempre estará por aquí? Su presencia no me da buena espina, puede que robe nuestras cosas cuando nos descuidemos —me crucé de brazos, mientras miraba con desdén a ese... personaje.
—Así que te doy mala espina —replicó Jason, levantando una ceja con una sonrisa divertida —Más bien parece que te pongo nerviosa.
—Isi, Jason. Basta los dos —intentó mediar Rod, pero esta guerra acababa de comenzar.
—¿Eso crees? —reí —Me divierte ver a los hombres que creen que pueden llegar a intimidarme. —si en este instante me viera en un espejo, podría admirar el brillo desafiante en mis ojos.
—Solo basta con una noche a solas conmigo, princesa —respondió él, con esa chispa burlona que tanto hervía mi sangre.
—¿Y qué harás? ¿Emborracharme y ponerme a tocar una batería mientras estoy semi desnuda? —reí —Estás muy lejos de mi nivel de intimidación, cavernícolas.
—Basta los dos —intentó Rod, en vano.
Jason, caminó hacia mí. Avanzaba con esa confianza desbordante, con su figura imponente casi dominando el espacio a su alrededor. Desgraciadamente, era imposible no admirar su porte; había algo en su presencia que capturaba mi atención, como si el aire a su alrededor se volviera más denso.
Llevaba un pantalón ceñido, rasgado en las rodillas, que acentuaba su figura atlética. Su pulóver blanco abrazaba su torso fuerte, mientras la camisa beige de mangas cortas que lo cubría estaba desabotonada, revelando los brazos tatuados que parecían estar tallados en piedra.
Gracias a la claridad, pude distinguir el color de su cabello; de un castaño claro que casi llegaba a ser miel. Esta vez no traía sombrero que lo cubriera, mostrando lo desordenado que le caía sobre su frente, añadiendo un aire de despreocupación a su mirada desigual.
Y una vez que redujo nuestra distancia, al punto que tuve que alzar la vista para verlo, dijo:
—¿Y a quién quieres engañar, princesa? —acercó su mano lentamente, sus ojos fijos en los míos, cada movimiento enviando una corriente eléctrica a través de mi piel. Rozó mi cadera con delicadeza, un toque que sin poder evitarlo me dejó sin aliento. La anticipación me envolvía, y justo cuando creí que me tocaría, sus dedos se deslizaron hacia atrás, agarrando una manzana que se encontraba en la cesta detrás de mí. —Te noto nerviosa, y eso es algo que no se puede ocultar.
¡Por el Creador! ¡Respira profundo y reacciona Isi!
—¿Nerviosa? —sonreí de forma ladina —Solo estoy asqueada de tu presencia ¿no notas que estoy a punto de vomitar?
Rod suspiró y nos miró a ambos. —Chicos, en serio, esto no es un concurso para ver quién tiene la mayor actitud.
—¿Actitud? —interrumpió Jason, claramente divertido —. Esto es solo un intercambio amistoso, ¿cierto, Isi?
—¿Amistoso? Definitivamente no veo la amistad en insultos disfrazados de halagos.
—¿Cómo sabes que no estoy simplemente halagándote?
—Dices "princesa" con un tono que suena a burla, por lo que sí, definitivamente no lo tomas en serio.
—Digo princesa en ese tono, porque no dejo de pensar en ese vestido que traías anoche.
Será maldito...
—Eres un asqueroso cavernícolas. —él sonrió.
—Rod, ¿de donde sacaste a la princesa? No creo que sobreviva una semana en Flowerton.
—Jason... —intentó Rod, pero yo lo interrumpí.
—Eso no es de tu incumbencia... aunque me estoy replanteando lo de vivir bajo el mismo techo que tú. Esto es una tortura para mis ojos y oídos.
—¿Tortura? —sonrió —Te apuesto a que te niegas a admitir que esta "tortura" es emocionante, aunque solo sea un poco —él dio medio paso atrás mientras le daba una mordida a la manzana.
Rod se mesó el cabello. —Chicos, ¿podríamos simplemente hacer un esfuerzo por llevarnos bien?
Jason encogió los hombros, sonriente. —Claro, siempre y cuando “Bella” se rinda ante mi encanto.
¿Bella? ¿Me dijo Bella? No me gusta que me llamen así, solo había una persona que podía hacerlo: mi hermano, él era el único que me llamaba Bella.
—Olvídalo, cavernícolas, eso no ocurrirá ni en tus sueños más húmedos. Y te lo repito: para ti, soy Isabella.
Rod nos miró a ambos, y alzando la voz dijo:
—El desayuno está servido. Intentemos no matarnos antes de eso, ¿vale?
—No puedo quedarme, —dijo Jason —Yun me está esperando afuera —se volteó hacia mí —Nos vemos luego, Isabella.
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Hola, hola.
Estos dos se ven y explotan :)
Isi casi comienza en su nuevo trabajo, ¿creen que le va a ir bien en su primer día?
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