Catorce

Canción del capítulo: Eyes Closed by Ed Sheeran 

Después de la visita de Rodrigo, pasamos a comprar pan en una pequeña panadería del pueblo, y después de que Santi terminara su tarea, hicimos un poco de chocolate caliente y café para los adultos, y cenamos conchas acompañadas de nata y una manzana. Parte de mí, la de la health coach, estaba un poco preocupada porque no estaba siguiendo mis propias reglas de alimentación, mismas que yo me había impuesto, pero también creo que la comida nos reconforta, y en estos momentos, ni a mí se me antojaban los hot cakes de plátano con linaza.

Cuando Santi se fue a dormir, me quedé en la cocina adelantando algo para el desayuno de mañana. Y no sé... cocinar me apasiona, pero también me tranquiliza, y en estos momentos, mi cabeza no dejaba de dar vueltas, y necesitaba calmarme un poco. Primero empecé por hacer una masa para roles de canela, los iba a dejar crecer en el refrigerador toda la noche, pero más que nada, literalmente quería llenarme las manos de harina, masajear la masa, sabiendo que, de una pequeña mezcla de ingredientes, con amor y paciencia, saldría algo extraordinario. Y, la verdad, es que con todo esto de Tomás, estaba pensando mucho en Sofía...

En el momento en que supo que tenía cáncer de mama, y cómo eso nos cambió la vida a las dos. Porque actualmente la tasa de supervivencia es alta, y eso te da muchas esperanzas, pero la realidad es que no es del 100%, y en el caso de Sofi, a pesar de las cirugías, quimioterapia y radioterapia, el cáncer se extendió demasiado rápido. Los doctores le dijeron que era inusual a su edad, y que, al ser jóvenes, las células se reproducen mucho más rápido, para bien, y para mal.

Mis ojos se llenan de lágrimas en el segundo amasado de la masa, y pauso un momento para lavarme las manos y sonarme la nariz.

‹‹Sofi, te extraño mucho››. Todo el mundo dice que cuando pierdes a un ser querido el tiempo lo cura todo, pero la realidad no funciona así. Tienes que aprender a seguir adelante, a pesar del dolor, a pesar de extrañarlos, y ese huequito que dejan en tu alma ahí sigue siempre, nada ni nadie lo puede llenar, y a veces, como en esta noche, el dolor y el sentimiento de vacío a veces regresan de la nada, por unos momentos, sin importar cuanto tiempo ha pasado.

—¿Estás bien? —escucho la voz de Rodrigo detrás de mí.

Volteo para verlo, y está, como siempre, recargado sobre el umbral de la puerta, con los brazos cerrados enfrente de su pecho.

—Sí —levanto un hombro antes de volver a la masa—. Lo siento, solo que hoy estoy añorando demasiado.

—No creo que sea algo por lo que te tengas que disculpar, Emma.

—Ok, gracias—me humedezco los labios antes de regresar a la masa.

La verdad sí me siento mal, ¿no debería de estar pensando en Tomás?, ¿porqué cuando pienso en la muerte, siempre, inmediatamente recuerdo a Sofi?

—No estoy pensando en Tomás.

No sé porqué lo digo, supongo que porque me siento mal por no hacerlo.

Escucho los pasos de Rodrigo al otro lado de la cocina. Siento su presencia cerca de mí, mientras saca una taza de la alacena.

—Sobró un poco de café y lo voy a calentar, ¿quieres?

—Creo que me podría tomar un té mejor.

Rodrigo asiente con la cabeza.

—¿Está bien de manzanilla? —hace una mueca—. La verdad no tenemos muchas opciones.

—Sí, está bien—sonrío.

Escucho como rellena la tetera de agua y la pone en la estufa, cerca de la encimera en la que estoy trabajando la masa.

—Perdón—suelto de tajo—. Me siento muy mal porque debería de estar triste por Tomás, y créeme, lo estoy, pero todo esto me recuerda a cuando perdí a mi mejor amiga, supongo.

Rodrigo jala una silla y toma asiento en la mesa, detrás de mí.

—No, no creo que debas disculparte, Emma. Creo que el que tiene que disculparse soy yo.

Estoy terminando de poner la masa en el bowl, pero pauso todo. No esperaba que me dijera algo así. Bueno, la verdad no sé qué esperaba, la verdad. Le pongo un trapo húmedo encima a la masa, y me volteo para verlo bien.

—¿Por qué te disculparías?

—Por poner presión en todo esto, sobre todo con lo que respecta a Tomás —mira hacia sus manos que están abrazando la taza antes de levantar los ojos y dirigirlos hacia mí—. Si me pongo en tus zapatos, no sé si hubiera dejado todo para cumplir los últimos deseos de un ex, que por lo que veo, no tenías comunicación. Y creo que no debes sentirte mal, al final, los sentimientos son, y no siempre los podemos controlar.

Tomo mi dije, el que me regaló Sofi, y lo acaricio con mi mano derecha. Se me ha hecho un nudo en la garganta, y de verdad que, al escuchar sus palabras, sentí como si se me quitara un peso de encima.

—Gracias.

Rodrigo ladea la cabeza, observándome.

—¿Quieres platicar de esa persona en la que estás pensando?

La tetera silba, y la apago inmediatamente. Sirvo el agua en la taza y tomo asiento en la mesa, al otro lado de él.

—Estaba pensando en mi mejor amiga, Sofía. Murió hace casi dos años de cáncer.

Rodrigo junta las cejas, y hace una mueca de dolor, como si algo físicamente le doliera.

—Maldito cáncer—murmura entre dientes.

—Sí.

—Supongo que eran muy cercanas.

—Sí, como hermanas —tomo un pequeño sorbo del té antes de levantar la mirada—. Éramos vecinas y nuestras madres fueron muy amigas desde siempre, así que siempre fuimos inseparables, a pesar de ser muy diferentes —sonrío—. Sofi era aventurera, extrovertida, y muy cálida, siempre iluminaba los lugares en los que estaba con solo su presencia. Y yo, soy todo lo contrario...

—Yo hubiera pensado lo contrario —dice.

—Sí, bueno, cuando Sofí falleció me prometió vivir siempre una aventura, y bueno, aquí estoy —me quedo pensativa por un momento antes de añadir: —Creo que en realidad mi única aventura antes de todo fue en realidad, salir con Tomás.

Rodrigo asiente, pensativo, pero no dice nada.

—Y es que fue imposible no salir con él. Era la persona más interesante en este mundo. O al menos, es lo que me parecía en ese momento. Y es que parecía que Tomás se comía el mundo.

Rodrigo sonríe.

—Tomás siempre fue así, un paso adelante en todo.

—Recuerdo que la primera vez que lo conocí hizo un postre de lo más complicado, era un mousse de maracuyá con coco y chocolate blanco, que tenía más capas de diferentes ingredientes, pero él lo hizo ver como lo más sencillo del mundo... en fin, Sofía no era su fan.

La carcajada de Rodrigo resuena contra el silencio de la cocina.

—¿Por lo creído?

—Sí, supongo que sí.

—Tomás siempre sabía qué quería y nada, ni nadie, lo podía detener si ya tenía algo en mente. Siempre envidié su tenacidad y la seguridad de que lo lograría, sin importar lo imposible de la meta.

—¿Cómo se llevaban ustedes? —pregunto, ladeando la cabeza.

—Bien en general. Siempre fuimos muy diferentes, y pesar de que no había una gran diferencia de edad, cada uno tenía sus amigos, sus actividades, por lo mismo, porque yo era más introvertido que él. Pero siempre nos apoyamos, y cuando Natalia falleció, Tomás estuvo aquí un tiempo, y me ayudó mucho con Santi, y cuando él me platicó de su enfermedad, le ofrecí mi ayuda de inmediato, porque a pesar de ser tan diferentes, éramos hermanos.

La voz de Rodrigo se quiebra al final, y sin pensarlo, acerco mi mano y la pongo encima de la suya, para reconfortarlo. Sus ojos azules me miran, y veo la tormenta en sus ojos, y se me parte el corazón cuando veo que una lágrima se asoma y rueda por su mejilla.

No sé qué decirle, y no le digo nada en realidad. Solo trago fuerte, y estoy ahí mientras las lágrimas siguen saliendo, porque sé que es parte del proceso y porque sé que duele, pero cuando alguien está ahí, aunque sea una extraña, puede ser un poco de consuelo. 

Me disculpo por la tardanza porque pensé que ya había publicado un capítulo, pero bueno, creo que este capítulo es algo triste y por eso mismo me resistí (?)

Espero que tengan una linda semana :) Gracias x estar por aquí. 

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top