Visita de un amigo
Se golpeó la espalda lo mejor que pudo.
—Se me han clavado piedras en toda la espalda —se lamentó mientras avanzaba.
—Fuiste tú quien escogió el lugar —le recordó Nalbrek.
—No había tantas opciones. Teníamos que estar cerca de la entrada.
—También te dije que podías estar tú arriba.
—No, gracias —se negó entre dientes. Ya era bastante malo tener que copular de aquella manera como para subirse encima. No era un humano para tener esas perversiones.
—Lo que sigo sin entender es por qué, de repente, comenzaste a segregar más fero...
—¿Tú cuál crees que habrá elegido Sujan? —lo interrumpió cambiando de conversación.
—No lo sé. No hay ninguna mejor, en mi opinión.
—En la mía tampoco, tan solo quería asegurarme de que entendía cómo me sentí cuando me dio a los humanos para que estos me llenasen de afrodisiacos y de que no tenía descendencia.
—Pues creo que lo has conseguido, junto con un odio irracional por su parte.
—Sé que tú me protegerás de él —replicó.
—Me sentiría halagado si no fuera porque te conozco. No me necesitas para deshacerte de un oso.
—Reconozco que, contra un oso, hasta yo tendría problemas. Aunque no sé hasta qué punto un oso que ha perdido la polla puede ser peligroso. ¿Tú qué crees?
—Que espero no tener nunca que averiguarlo.
—Pues en tal caso regresemos a casa.
—¿No vas a esperar a que lo saquen?
—Tenemos que preparar la cosas y regresar a la cabaña —rechazó—. Además, para ser sincero, me preocupa lo que pasará cuando vuelva en sí y vea lo que ha hecho. Creo que será más sensato no estar cerca, sobre todo si aún le quedan restos del afrodisiaco humano, que hacen que los instintos se impongan a la razón.
—Estoy de acuerdo con eso. Si quedan restos del afrodisiaco cuando vuelva en sí, puede tener una explosión de ira, sobre todo si te ve.
—Por eso prefiero enterarme mañana. Y ahora vamos a casa a coger comida para la cena y el desayuno, quiero estar en tu cabaña antes del anochecer y descansar un poco antes de que me la metas.
—¿Tanta prisa tienes por llegar?
—Desde luego, Quiero ir al río y verlos a todos cuando salgan del agua —asintió.
Ocuparse del huerto no era la cosa más divertida que podía hacer un atractivo y joven zorro en un día de principios de invierno como aquel, pero dado que era necesario, estaba sacrificándose.
Por fin los dejaron regresar de la cabaña de Nalbrek después de diez días, cuando los mirones decidieron que sus feromonas ya no compensaban el agua helada, al parecer la señal que necesitaba Baem para permitir su vuelta. Y en aquellas dos semanas su estado siguió mejorando teniendo una emisión de feromonas normal gracias a que Nalbrek se la metía de manera regular y eficiente, él incluso diría que entusiasta. Por suerte, ya estaba lo bastante recuperado de sus heridas como para que su cuerpo pudiese ocuparse de algo tan secundario como un dolor de caderas y en un par de horas estaba recuperado. También comenzó a comer carne de manera regular y, por fin, pudieron asar un conejo y comérselo sin preocuparse. Lo único que todavía tenía prohibido era salir a cazar, ya que era demasiado arriesgado, pero ya había salido con Nalbrek varias veces del pueblo y corrido un poco en su forma animal. Era cierto que se cansaba con mucha más facilidad y que, en un par de ocasiones no fue capaz de detenerse al empezar a correr y ser dominado por su parte animal, teniendo Nalbrek que intervenir, pero poco a poco la situación regresaba a la normalidad.
—¿Querías algo, lobo? —lo llamó al notar su olor.
—Solo venía a saludar.
—¿Ahora? —lo acusó mirándolo por primera vez.
—¿Crees que podría haber venido antes?
—No, imagino que no —admitió y es que Hilmar era un lobo, por lo que no hubiese sido buena idea que se acercase a él cuando su celo era inestable, no cuando su pareja también era un lobo. Por más que ambos estaban unidos a otras personas, dado que eran amigos, y por lo tanto se agradaban, hubiese sido jugar con fuego—. Vamos —lo invitó y una vez dentro, cogió un generoso puñado de Eola para echarlo en la chimenea.
—¿Y eso? —le preguntó Hilmar al verlo.
—Pareces necesitar hablar sobre algo y esto te ayudará.
—Me conoces demasiado bien —se lamentó.
—Soy el que consiguió que cambiases a lobo y dejases de usar ropa —le recordó—. ¿Y bien? ¿De qué se trata?
—Yo... vamos a irnos a Narg —contestó por fin.
—¿Estás seguro?
—No, pero tampoco tengo demasiadas opciones. ¿Recuerdas cómo comenzaron las tensiones entre los herbívoros y nosotros?
—Alco huyó de Liska.
—Aquel día Rishi fue el primero en encontrarlo y, cuando estábamos reunidos hablando, intervino sin permiso diciendo que no entendía por qué deberían castigar a Alco por huir.
—Lo recuerdo. Me dijiste que, después de eso, se llevaba muy bien con los herbívoros.
—A pesar de mis advertencias —asintió Hilmar suspirando—. Intenté hacerle entender que, si existen esas normas, es por una razón, pero no fue capaz de entenderlo. Incluso cuando la situación comenzó a empeorar para los cazadores y le dije que quizás tendríamos que irnos, no lo entendía. Hasta que lo llamaron asesino.
—Los humanos son omnívoros. —Por más que aquel humano no hubiese matado nunca a un animal con sus manos, eso no cambiaba lo que era y, por lo tanto, para los herbívoros, nunca sería uno de los suyos.
—Eso lo afectó y comenzó a alejarse de los herbívoros, el problema es que, después de lo ocurrido, los cazadores tampoco lo aceptaban.
—Pero no es por eso por lo que os marcháis, ¿cierto? —Y es que Rishi era humano así que Hilmar ya contaba con que no lo aceptarían en el pueblo.
—Después de la muerte de esos tres niños han tenido lugar varias reuniones no oficiales de los adultos para aumentar la seguridad de los niños. En esas reuniones se dijeron muchas cosas y se cruzaron muchas acusaciones, acabando de manera poco amistosa antes de verse obligados a reunirse de nuevo, ya que hay un problema por resolver. Y durante esas reuniones, una de las cosas sobre la que más se discutía era sobre quién era el responsable de lo que pasó.
—Eso es una tontería. La familia de Alco ya se marchó. Además, todos colaboraron —le recordó. Todos contribuyeron con su semilla a plantar aquel tupido bosque de enredaderas. Más importante que quién plantó qué, era por dónde van a empezar a cortar.
—Creo que nadie quería asumir que tenían responsabilidad en la muerte de tres niños, sobre todos los herbívoros. Por eso buscaron a alguien del pueblo a quién culpar.
—¿Tu humano? —le preguntó sorprendido.
—Al parecer culpan a las palabras de Rishi de ser las responsables de lo ocurrido.
—¿Estás diciendo que esos herbívoros consideran al humano responsable de que ellos nos tengan envidia porque no tenemos diez hijos y podemos conseguir comida en cualquier momento? —Se escandalizó.
—Algo así.
—No puedo creer que sean tan inmaduros. Y por eso te quieres marchar del pueblo —asintió al comprenderlo.
—La situación de Rishi aquí ya era bastante difícil, pero después de esto se ha vuelto insostenible. He estado pensando en las opciones y creo que la mejor es mi ciudad natal. Allí puedo pedir ayuda a mi familia, al menos comenzaríamos desde cero, sin tanta animadversión. Además, en ningún otro lugar aceptarían a un humano.
—En la ciudad de los lobos tampoco.
—Al menos allí puedo presionar, ya que es mi ciudad natal. Además, en esa ciudad solo hay lobos, no les preocupará un humano, mucho menos uno como Rishi y desarmado.
—Comprendo. Pero ese no es el único problema —le recordó.
—Hablas de lo que me pasó.
—No sé cómo acabaste siendo vendido a unos humanos ni por quién, pero si esa persona sigue viva o existen lobos que piensen igual...
—No existe ningún riesgo. —Él lo miró—. Verás, mis antepasados, aunque alfas, nunca habían sido miembros destacados de la manada.
—Hasta que naciste tú —adivinó y Hilmar asintió.
—No es que fuese tan especial, ¿sabes? Pero mi lado alfa era evidente desde pequeño, siendo muy competitivo y esforzándome al máximo siempre, por lo que empecé a destacar. Un día, durante un reconocimiento, el grupo de mi padre fue atacado y este murió, después de eso, mi lado alfa se volvió aún más marcado, ya que quería proteger a mi madre a pesar de que era un niño, comenzando a destacar aún más. Mi objetivo se volvió ser aceptado como parte de la familia lo antes posible para subir en el clan y poder ayudar a mi madre, que empezó a resentirse del esfuerzo excesivo de tener que cuidarnos a ambos. Y ese fue el problema. Había otro chico de mi clan venía de una familia más famosas de alfas, era también hijo único y sin padre, por lo que siempre nos comparaban. Su madre decidió yo estaba impidiendo que su hijo obtuviese el lugar que merecía.
—Y te vendió a los humanos.
—Estos le dijeron que tenían una fórmula que volvería a su hijo más fuerte y me cambió por ella.
—¿Creyó algo así?
—Eso demuestra hasta qué punto estaba desesperada. Yo no sabía nada de eso, solo que me vendió a los humanos, pero durante mis viajes por la zona investigué un poco. Por suerte, era una historia bastante conocida y descubrí por qué lo hizo y que aquella fórmula, en lugar de volver a su hijo más fuerte, lo enloqueció haciendo que atacase y matase a varios miembros de nuestro clan, incluida su madre, hasta que consiguieron acabar con él. Después de eso, mi clan borró su existencia para que su honor no se viese comprometido.
—Cada vez creo más que las historias sobre que los lobos son como una familia, son exageraciones.
—Somos como una familia, pero mal avenida —le explicó
—Y por eso dices que no corres riesgo —asintió al comprenderlo.
—La única que parecía tener algo contra mí era esa mujer, y no creo que me vea involucrado en las rencillas internas que pueda haber, sobre todo si me mantengo en segundo plano tal y como planeo, ya que no tengo ningún interés en conseguir un puesto importante en la ciudad. Mi única preocupación es si me aceptarán con un compañero humano.
—¿Tu madre?
—Murió un par de años después de mi desaparición —le explicó—. Estuvo buscándome, pero con la madre y el hijo muertos y sin más pistas aparte del rumor de humanos en la zona, le fue imposible localizarme.
—Siento oír eso.
—Gracias.
—¿Hermanos?
—Mi padre murió antes de tener ningún hermano y mi madre nunca aceptó otro compañero.
—Ya veo —murmuró—. Siendo así, entiendo que quieras intentarlo primero allí —asintió pensativo.
—Y por eso quería pedirte un favor —continuó casual.
—Ya sabía yo que no habías venido a contarme eso por ser amigos desde niños —chasqueó la lengua, disgustado.
—Porque somos amigos, eres el único al que puedo pedírselo.
—¿Y qué quieres de mí?
—Que te ocupes de Rishi mientras estoy fuera.
—Quiero recibir dos peces grandes al día por cada día que lo cuide. A contar desde que regreses.
—Soy un lobo, no sé pescar—protestó.
—Por eso. Si yo tengo que cuidar de un humano siendoun zorro, necesito que la compensación incluya que sufras de alguna manera.
Y así fue como Hilmar apareció después de muchos capítulos solo para decir que se va otra vez 😅
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