Un celo unido a ti

El ruido que insistía en meterse en sus oídos y la luz en sus ojos lo obligaron a abrirlos a pesar de no tener fuerzas. No es que el viaje hubiese sido fácil, ni que acostarse con Nalbrek y producir feromonas no hubiese acabado con sus pocos recursos, pero lo que le impedía moverse de la cama era el dolor en todo el cuerpo, en especial el de la parte de atrás que subía hacia las caderas y la espalda. Ellos siempre lo hacían de rodillas, era la posición más lógica y aunque nunca pensó en la razón, si se lo hubiese preguntado alguien podrían haber dado varias: el que la metía podía sujetar con más seguridad a su pareja, al que se la metían, podía controlar mejor los impulsos de detenerlo las primeras veces, las feromonas no los afectaban tanto, sobre todo al que se la metían, no tenían que verse la cara... lo que nunca se le ocurrió es que hacerlo por detrás era más fácil para ellos por lo que, al darse la vuelta, le dolían lugares que ni siquiera sabía que tenía, eso sin contar los moratones por ser sujetado por Nalbrek, las marcas de uñas. Pero lo peor seguía siendo la parte de atrás.

Al menos estaba bocabajo.

La noche anterior cayó agotado después de acostarse con Nalbrek hasta el punto que apenas recordaba cuando salió de él, lo que sí recordaba era despertar en medio de la noche porque estaba lleno de semen de lobo descerebrado y obligar a su pesado y agotado cuerpo a bajarse de la cama, arrastrarse hasta el cubo de agua, lavarse mientras maldecía a los lobos y su innecesaria capacidad de producir semen y regresar arrastrándose de nuevo a la cama dejándose caer y, desde entonces no se había vuelto a mover en absoluto.

Tenía tanta hambre... se lamentó cerrando los ojos de nuevo.





A media tarde el hambre ganó, obligándolo a levantarse y dirigirse con toda la dignidad que pudo reunir al plato donde estaban las bolas que le dio Sarnat, comenzando a comer una mientras bebía y aquello lo hizo sentir un poco mejor. Vio que había una olla en la chimenea y, al acercarse, encontró sopa. No recordaba que Nalbrek la hubiese hecho, pero se lo agradecía.

Lo que sí se preguntaba era dónde estaba aquel lobo estúpido, porque ninguna de las veces que despertó, estaba allí.

Acabó de comerse la bola, así que cogió un poco de carne seca comenzando a masticarla. Por fin algo con sabor.

—¿Qué haces ahí? —le preguntó Nalbrek sorprendido cuando entró para encontrárselo parado en mitad de la habitación, comiendo.

—Comer, tenía hambre —le explicó enseñándole el trozo de carne mientras Nalbrek entraba.

—¿Y por qué comes de pie y desnudo?

—Porque me duele demasiado y no me puedo sentar ni vestir.

—Entiendo —asintió sonriente.

—Fue por la postura, nubecita, así que no pongas esa cara de suficiencia —le advirtió irritado.

—Aun así. Y aprovechando que te has levantado, voy a lavar las mantas —continuó antes de que él pudiese decir nada—. Después de anoche, es lo mejor.

—Gracias —le dijo y cuando Nalbrek se marchó con las mantas, cambió a zorro saltando a la cama para tumbarse y esperarlo.

Dos horas después Nalbrek regresó con las mantas limpias. Por suerte hacía buen tiempo y las mantas se habían secado con rapidez.

—Da... —comenzó, pero se detuvo al verlo en la cama con los ojos cerrados.

—No te detengas, nubecita, estoy despierto, ¿qué quieres? —le preguntó abriendo un ojo.

—¿Cómo te encuentras?

—Bien —admitió saltando de la cama para que Nalbrek pudiese colocar las mantas—. He estado mejor, pero a pesar de que lo hicimos anoche, lo cierto es que me encuentro mejor que ayer. Creo que hacerlo ayudó a mi celo a acomodarse —murmuró pensativo.

—Si te sientes capaz, Sarnat quiere hablar contigo —le explicó.

—¿Sarnat? —repitió cambiando a su forma humana cuando Nalbrek acabó y tumbándose bocabajo en la cama.

—Esta mañana, cuando desperté, fui a hablar con él y le conté lo que habíamos hecho. No parecía muy feliz, dijo que nos habíamos precipitado y que quería verte para asegurarse de tu estado y darte más medicinas.

—¿Más bolas? —inquirió lúgubre.

—Creo que eso dependerá de tu estado.

—Me siento mejor, así que iré —decidió. Más medicinas significaba recuperarse antes y poder salir y comer lo que quisiera.

—Baem también quiere hablar contigo. Hay muchas cosas que quiere preguntarte, sobre todo relacionado con Sujan.

—El juicio —adivinó y Nalbrek asintió.

—Vender a uno de los nuestros a los humanos es uno de los delitos más graves que existen.

—¿Los amigos de Sujan?

—Al parecer no lo sabían, cosa que no me extraña. Por más que puedan odiar a alguien del pueblo, venderlo...Incluso sus amigos no podían creerse que hubiese llegado a esos extremos.

—Estaba demasiado cegado por el odio y lo peor es que recuerdo que, en su mente, todo tenía sentido. Era una locura —murmuró más bajo—. ¿Lo expulsarán?

—Aquí no le permitirán quedarse, por lo que, después del castigo, lo echarán, pero no creo que lo acepten en ninguna parte una vez que se sepa que vende a los de su propia especie. ¿Has pensado ya el castigo que vas a pedir para él?

—Por supuesto —contestó—. Lo decidí en el momento en el que me entregó y lo he ido perfeccionando desde entonces. Ese oso se acordará de mí el resto de su vida —le aseguró sonriendo.

—Das miedo —le advirtió Nalbrek.

—Lo sé.






—Fue muy arriesgado copular —lo regañó Sarnat—. Podrías haber roto tu celo por completo y que tus feromonas hubiesen desaparecido o hubiesen quedado sin control.

—Lo siento, pero no pasó nada de eso.

—No, ha ocurrido la tercera opción.

—¿Tercera opción?

—Has hecho que tu celo quede unido a Nalbrek —le explicó.

—¿Qué? —le preguntó sin entender.

—Has unido tu celo a Nalbrek por ser tan impaciente y no escucharme. No lo entiendes.

—No lo hago ¿qué significa eso? ¿Cómo es de malo? No, espera. No quiero saberlo —lo detuvo.

—Déjate de tonterías y escucha con atención —le advirtió—. Nosotros tenemos el celo de manera natural, cuando llegamos a la pubertad comienza hasta que conseguimos pareja, después de eso pasa a una etapa donde es menos evidente porque solo nos mantiene unidos a esta segregando feromonas cuando nota que el vínculo se debilita y permanece en ese estado de semi letargo hasta que el vínculo se rompe, haciendo que busquemos una nueva pareja. Pero, en tu caso, los activadores humanos forzaron tu celo hasta casi romperlo y eso te dejo en una situación muy delicada. Por eso se debe ir con mucho cuidado en casos como el tuyo ya que las consecuencias pueden ser nefastas, existía la posibilidad de haberlo destruido por completo al intentar arreglarlo de la forma equivocada o de hacer que tuvieses un celo permanente o demasiado fuerte. Y tú, en lugar de esperar y planear con cuidado el siguiente paso, copulas con tu pareja.

—No pensé que fuese tan malo —se justificó.

—Pues lo que has conseguido es que sus feromonas se unan a tu sistema de celo. Dicho de una manera más fácil: a partir de ahora, las feromonas de Nalbrek son las que controlarán tu celo, no tu propio cuerpo. Y todo por no esperar.

—Sigo sin entenderlo —admitió.

—¿Recuerdas las clases? El celo no es solo la parte en que buscas pareja, esa es la parte más llamativa, pero no la única. El celo es lo que te hace buscar una pareja, te ayuda a elegirla, a formar el vínculo, pero también a mantenerlo, es la que ayuda a que la copula entre las dos partes sea posible bloqueando unos instintos y activando otros —le recordó y él asintió. Aquello fue lo que evitó que le arrancase la cabeza a Nalbrek la primera vez que intentó metérsela, lo que lo ayudaba a relajarse—. Esa parte en ti se rompió y dejó de funcionar y para arreglarse, dado que no tenía nada dentro de ti a lo que recurrir, uso el único elemento disponible durante el coito.

—Las feromonas de Nalbrek —murmuró.

—Tu cuerpo usó eso como activador. En realidad, esa era la manera en que de forma tradicional se resolvía este problema cuando ocurría, vincular el celo con una pareja. De hecho, si tenía pareja antes de que el celo se perdiese, se consideraba una suerte ya que lo facilitaba todo al ser más natural. El problema...

—¿El problema? —lo azuzó.

—Otra persona controlará tu celo.

—Puedo confiar en Nalbrek —afirmó haciendo un gesto despectivo.

—Lo sé, pero también significa que, si le ocurre algo, no tendrás el celo de nuevo.

—Pero mientras esté con Nalbrek, no habrá problemas.

—Si estás con él y segrega feromonas, tu cuerpo responderá de manera normal.

—Entonces no hay problema. Me habías asustado —le advirtió molesto.

—Dau, ¿de verdad entiendes la situación?

—Sí, la entiendo. Mi celo está en manos de mi compañero, pero eso no me preocupa. Nalbrek nunca jugaría con algo así, y yo no estoy interesado en engañarlo con otro, estoy satisfecho con lo que tengo en casa, y tampoco tengo intención de formar otro vínculo en caso de que este se rompa. Prefiero vivir libre. Lo único que me preocupaba era no tener celo, pero si lo tengo, lo demás me da igual.

—Está bien. Por ahora toma —se rindió dándole varios frascos, uno de los cuales reconoció porque se lo llevó al humano.

—¿Por qué me das esto? —le preguntó mostrándole el lubricante.

—Porque, según me dijo Nalbrek, lo hicisteis mirándoos, pero eso tuvo que ser doloroso ya que tu cuerpo está preparado para hacerlo por detrás, no como los humanos. Esto te ayudará hasta que tu cuerpo pueda acostumbrarse.

—¿Y cuánto tiempo se supone que vamos a tener que seguir haciéndolo así?

—No lo sé, depende de cuánto tarde tu celo en volver a la normalidad, pero hasta que te recuperes, necesitarás muchas más feromonas para activarlo y hacerlo mirándoos es la manera más fácil de conseguirlo.

—Prefiero que me muerda.

—El problema es que ahora tu cuerpo tiene más que ver con el de un humano que con uno de nosotros, por lo que ser mordido no te serviría de nada ya que solo hay una cosa capaz de hacer que comiences a segregar feromonas y que tu cuerpo se prepare.

—Nalbrek —asintió derrotado.

—También debes tener en cuenta que ahora tu celo se está recomponiendo y es necesario que se active con regularidad.

—¿Qué significa con regularidad? —le preguntó alerta.

—En realidad deberíais activar el celo todo lo posible, pero en tu estado hay que tener cuidado ya que no estás recuperado después de todo lo que ha pasado y podrías recaer... —murmuró pensativo mientras él asentía—. Dos veces al día.

—¿Dos...?

—Una vez antes de irte a dormir y otra cuando despiertes. Así tu celo se acomodará a tu ciclo de sueño y vigilia.

—No es una medicina que deba tomar.

—Pues esa es su función. Debes reactivar el celo y justo antes y después de dormir son los dos mejores momentos, en realidad preferiría más veces, pero tendremos que conformarnos con lo mínimo.

—¿Mínimo? Estamos hablando de un lobo.

—Eso no es culpa mía. Hacedlo dos veces al día durante una semana y después ven a verme para ver cómo ha evolucionado tu celo.

—Sí, sí —murmuró disgustado.

—No te quejes, al menos es tu pareja y es culpa tuya estar en esta situación por impaciente.

—¿Y si no hubiese sido tan impaciente?

—Hubiésemos empezado a darte cosas para reactivar tu celo de manera paulatina. No pongas esa cara, no es tan malo, después de todo no sabemos si las medicinas hubiesen funcionado o no, así que alegrémonos de que tus instintos te hicieron tomar una decisión adecuada y ayudemos a tu cuerpo a recuperarse lo antes posible. ¿Has hablado con Baem? —cambió de tema.

—No, y después de que me hayas dicho que tengo que copular con ese lobo dos veces al día, no sé cuándo podré ir —se lamentó.

—A medida que el celo se normalice, te sentirás mejor y tu cuerpo podrá dejar de ocuparse de eso y centrarse en la recuperación. ¿Quieres que hable con Nalbrek?

—No, ahora mismo está en una reunión con Baem y luego irá a cazar, así que se lo explicaré cuando regrese —rechazó recogiendo las medicinas—. Por cierto, ¿cuándo podré empezar a comer?

—Tú ya estás comiendo carne. La huelo.

—Es que han sido muchos días —se justificó.

—Pues deja de comer carne como si estuvieses bien y comienza con la carne de la sopa observando cómo afecta a tu celo. Si ves que no ocurre nada, empieza a comer carne fuera de eso poco a poco, sino, espera un par de días y vuelve a intentarlo. Si tienes problemas, ven a verme.

—Gracias —le agradeció saliendo con todos los frascos y encaminándose a su casa.

—Veo que te has vuelto a escapar —le dijo alguien y al mirar vio a Tabil que se acercaba con otros conejos.

—Veo que ya te has cambiado los pantalones —contestó mirándolo.

—Sigues teniendo la lengua demasiado rápida, Dawi el inútil.

—No te servirá de nada halagarme, Tabil orejitas cortas.

—Al menos no me paso la noche gimiendo mientras me la meten.

—Me alegra saber que algo consiguió ponértela dura, aunque solo fuesen algunas feromonas y unos gemidos en medio de la noche a varias casas de distancia.

—Soy un marcador, es normal que reaccione a un marcado.

—El reaccionar al primer marcado que se te acerque es algo que hacen los niños en su primer celo, no los marcadores, no te confundas.

—Y no lo hago, pero sonabas muy incitador anoche. Incluso pensé en hacerte un favor si me lo pedías amablemente.

—Lo siento, pero este agujero no es para conejos. No me gusta tener que preguntar si ya está dentro o no, mucho menos tener que buscar a alguien que sepa lo que hace para compensar un primer intento. Me da pereza.

—No te preocupes, acabaría mucho antes que Nalbrek.

—Eso no lo dudo —asintió burlón.

—Es que yo no necesitaría tanto para hacer que acabases.

—Te he visto desnudo Tabil, necesitaría tres como el tuyo para no preguntarte si ya estás dentro.

—Pues mi pareja no tiene quejas.

—Solo porque no conoce otra cosa. Además, yo tampoco tengo quejas de mi pareja —prosiguió antes de que pudiese replicar—. Al contrario que tú. Ahora, si me disculpas, Sarnat me ha dicho que Nalbrek debe metérmela bien profundo dos veces al día —le explicó acercándose—. Yo, en tu lugar, prepararía las cosas que necesito porque esta noche, me oirás gemir otra vez —añadió provocador antes de alejarse.

—¿Qué ocurre aquí? —preguntó la esposa de Tabil acercándose con un bebé a cuestas.

—Al parecer anoche a Tabil se le puso dura después de mucho tiempo y quería metérmela, pero le he explicado que yo estoy satisfecho con mi pareja y que no me interesan los conejos por lo que, si se siente insatisfecho de su vida marital, antes de intentar metérsela a otros, debería hablar contigo —le explicó antes de marcharse.

En condiciones normales, al oír la provocación de Tabil, habría reaccionado de manera agresiva, poniéndolo en su lugar, pero en aquella ocasión no lo hizo. En cuanto sintió la furia comenzar, le pareció escuchar las palabras de Nalbrek regañándolo por no haber sido más listo y engañar a los humanos y, una vez tranquilo, solo tuvo que responder a sus provocaciones y, ahora que todo había acabado, debía admitir que la cara de Tabil cuando se marchó compensaba no haber podido morder aquel estúpido culo suyo.





Y así es como Nal llegó a controlar el celo de Dawi 😌

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