Reparando el celo

😇

🚨ATENCIÓN🚨

En este capítulo encontrarás contenido adulto, si no puedes/quieres leer este tipo de escenas, te invito a que pases al siguiente capítulo. Para todos los demás, adelante 😁






Existían cosas naturales y cosas contra natura. Comer cuando tienes hambre, beber cuando tienes sed, dormir cuando tienes sueño son cosas naturales. Levantarte cuando aún tienes sueño o bañarse en agua helada son cosas contra natura. Y tener relaciones con alguien mirándolo a la cara también. Aquello solo podía haber sido inventado por un enfermo. O por un humano. Seguramente ambas cosas y es que ¿quién tenía interés en ver la cara de otro mientras lo hacía? Y la respuesta era un depravado. Y aunque él no entraba en esa categoría allí estaba, obligándose a abrirse de piernas.

Odiaba aquello. De verdad lo odiaba.

—No me hacen nuestra conexión para saber hasta qué punto te disgusta todo esto —le advirtió Nalbrek.

—Porque lo hace —replicó.

—¿Mis feromonas no te ayudan?

—En absoluto.

—Eso es porque estás molesto.

—Lo sé.

—¿Y no podrías intentar estar un poco menos molesto? ¿Prefieres dejarlo? —prosiguió cuando él no contestó.

—No —contestó sentándose mientras se restregaba la cara con fuerza.

La situación en la que se encontraba era culpa suya y Nalbrek solo estaba intentando ayudarlo, así que debía dejar de ser tan infantil. Necesitaba normalizar su celo tan pronto como pudiese para que su cuerpo, su vida, se viese lo menos afectada posible y para eso debía hacer lo que le indicó el búho. Ponerse de mal humor y pagarlo con su pareja, que estaba intentando ayudarlo era, cuando menos, injusto.

—Lo siento, es solo que no me gusta esto, hacerlo así.

—Lo imagino, pero Sarnat es muy conocido, así que si dice que esta es la mejor manera de lograr que tu celo vuelva a la normalidad, debe ser cierto.

—¿A ti no te molesta hacerlo así?

—Más importante que si me gusta o no, es que se trata de la única manera que tenemos de recuperar tu celo.

—Tienes razón —murmuró apoyándose en él y ocultando la cabeza en su pecho mientras respiraba profundamente—. Eres mucho más maduro que yo —se lamentó.

—Lo sé. Creo que es porque me críe sin padres.

—Yo también —le recordó—. ¿Qué haces? —le preguntó cuando lo tapó con una manta.

—Estás intentando que mis feromonas te afecten, ¿cierto? —Él asintió—. Pues pensé que esto te ayudaría.

—Es cierto que noto más tus feromonas —admitió—. Pero hace demasiado calor —protestó.

—Solo intenta aguantar un poco más, cuanto más te afecten mis feromonas, más fácil será todo para ti después.

—Esto se parece al primer celo.

—¿Al primer celo?

—Tus feromonas empiezan a marearme —le explicó.

—¿Quieres salir?

—No —lo detuvo—. Siento como estoy empezando a responder, pero necesito un poco más de tiempo —le pidió.

—Creo que ya es suficiente –le advirtió Nalbrek quitándole la manta algún tiempo después—. ¿Estás bien? —le preguntó al ver lo colorado que estaba.

—Solo es calor. ¿Sabes? —continuó mientras lo ayudaba a tumbarse ya que no tenía fuerzas—. Estudiamos que, las primeras veces, el celo afecta demasiado hasta que el cuerpo aprende a regularlo. Lo que nunca pensé es que tendría que pasar por eso dos veces.

—Al menos esto lo hará todo más fácil.

—Cierto —murmuró viendo como se echaba el lubricante a sí mismo—. Espero que funcione —murmuró dejando de mirar mientras suspiraba.

—Lo hará —replicó Nalbrek con seguridad—. ¿Y podrías dejar de segregar feromonas?

—¿Estoy segregando feromonas?

—Y muchas, me estás invitando y estas son feromonas de marcado, no de intermedio.

—No me digas que mi celo ha recomenzado como marcado.

—Si lo piensas, tiene lógica —asintió poniéndose sobre él y cogiéndole las muñecas para sujetarlo contra la cama.

—¿Y esto lo haces por...?

—Porque ayer me dejaste toda la espalda marcada y por más que me recupere pronto, mi capacidad de curación no es lo bastante buena para curarme si me arañas la espalda dos veces cada día.

—No me di cuenta —se disculpó.

—No te preocupes, no es culpa tuya, después de todo, hay razones por las que no lo hacemos así. Además, también me sirve para no sujetarte demasiado fuerte cuando esté dentro.

—Te propondría cogernos de las manos, pero me niego a hacer algo así —rechazó.

—¿Podrías separar más las piernas y levantar las caderas?

—Diciéndome cosas como esas, consigues que hasta las feromonas deje de afectarme.

—No es culpa mía y necesito colaboración.

—Está bien, está bien —murmuró molesto haciéndolo—. ¿Así?

—Mejor —asintió entrando así que apretó los dientes mientras pensaba que, considerando que su celo aún no estaba activo del todo, la relajación de su cuerpo era algo más que aceptable y casi no le dolía, por suerte, su parte humana había aprendido lo suficiente como para poder hacerse cargo de aquello. Se obligó a respirar para que las feromonas lo afectasen y fue un alivio cuando sintió el olor que segregaban al estar juntos ya que aquello ayudaba a su parte animal a sentirse segura y, por lo tanto, era más fácil relajarse. La contrapartida era el sonido de piel con piel chocando. Odiaba aquel sonido, pero no podía hacer nada.

Miró a Nalbrek, pero de inmediato apartó la vista. No entendía por qué a los humanos le gustaba ver aquella expresión en su pareja. Bueno, quizás un poco sí que lo entendía, pero solo un poco.

De repente se dio cuenta de que tenía un pequeño problema y es que acababa de gemir, pero ni podía taparse la boca con la mano ni podía morderse los labios ya que el olor a sangre no era buena idea.

—Suéltame —le pidió.

—¿Soltarte por qué?

—Quiero taparme la boca.

—¿Por? —le preguntó deteniéndose.

—Gemidos.

—A mí no me importa.

—A mí sí, no quiero que todo el pueblo me escuche.

—Está exagerando, nadie te escuchará.

—Nalbrek el raro, o me sueltas una mano ahora mismo o te sacó de mí a patadas.

—No puedes sacar a un lobo en medio del coito —le recordó con suficiencia.

—Pero si puedo cambiar el lubricante por algo que te haga plantearte, muy seriamente, cortártela.

—Está bien, pero pongo tres condiciones —le advirtió haciendo que se detuviese.

—¿Cuáles? —le preguntó alerta. Tenía un mal presentimiento.

—La primera es que, si me arañas la espalda, te sujetaré la mano otra vez.

—Eso es justo —aceptó. Solo tenía que ver sus propias garras para entender por qué Nalbrek no quería ser arañado por ellas.

—La segunda es que solo te soltaré una mano.

—Solo necesito una —aceptó y es que solo tenía una boca.

—La tercera es que no me vuelvas a interrumpir. No es fácil detenerse.

—Si no haces nada raro, no lo haré —le aseguró.

Por un momento había temido sus condiciones, pero eran razonables.

—En tal caso, de acuerdo —asintió soltándole una mano, así que se tapó la boca mientras Nalbrek comenzaba moverse de nuevo y aquello funcionó hasta que se dio cuenta de que algo estaba pasando, así que lo miró con sospecha ya que se sentía diferente a como lo hacía antes de detenerse.

—¿Qué estás haciendo? —exigió.

—Moverme —contestó el lobo como si fuese evidente. Y lo era.

—No hablo de eso —negó tapándose la boca con fuerza al estar a punto de gemir cuando Nalbrek, que no se había detenido, se metió hasta el fondo. ¿Qué pretendía aquel idiota? ¿Romperlo?

—No te metas tanto —le advirtió.

—¿Te duele?

—Ese no es el problema —negó y es que no le dolía debido al lubricante, a que su celo estaba regresando y a todos los meses que ya había tenido para acostumbrarse a su pareja.

—Entonces no hay problema —replicó Nalbrek.

¿Cómo que no había problema?, se estaba metiendo hasta el fondo y eso hacía que, a pesar de que se estaba tapando la boca con la mano no pudiese ahogar el sonido del todo cuando se detuvo al darse cuenta. Aquel maldito lo estaba haciendo a propósito, pensó mirándolo molesto cuando apartó la cara con rapidez sintiendo como una oleada de calor lo recorría.

—¿Por qué emites feromonas ahora?

—Por nada —negó con los dientes apretados.

¿Qué acababa de pasar? ¿A su parte humana le acababa de parecer atractivo Nalbrek? ¿No era bastante con que su parte animal tuviese mal gusto que su parte humana se iba a unir? Se negaba a créelo, aquello era culpa de las feromonas, que le hacía tener ideas raras, si lo mirase de nuevo, comprobaría que aquello había sido una equivocación momentánea, pensó mirándolo cuando apartó la mirada con rapidez por segunda vez. Muy bien, no era una equivocación.

—Ya es bastante difícil esto así que deja de segregar feromonas.

—No puedo evitarlo —replicó molesto y es que, el primero que estaba disgustado por aquella reacción absurda era él.

—Entonces entiende que yo tampoco —le advirtió bajando para ponerse encima antes de comenzar a moverse con más vigor haciendo que abriese los ojos, sorprendido, mientras las feromonas llenaban la habitación quedando solo la sensación de Nalbrek dentro de él y unos lejanos gemidos hasta que Nalbrek acabó.

—¿Por qué me estás sujetando la muñeca otra vez? —le preguntó cuando consiguió centrarse.

—Por esto —respondió Nalbrek volviéndose para mostrarle la espalda.

—Oh, vaya —murmuró. Aquellas marcas parecían dolorosas—. Perdón.

—No te preocupes, te la sujeté casi desde el principio. —le explicó cuando él se detuvo al darse cuenta de lo que acababa de decir.

—¿Estás diciendo que esos gemidos eran míos?

—Dado que eras el único que estaba gimiendo de esa manera, imagino que sí.

—¿Qué significa "de esa manera"? —exigió.

—¿Y si primero salgo?

—¿Estás dentro?

—Esas cosas duelen, así que, por favor, déjalas.

—Está bien. Pero no es culpa mía que cambiéis tan drásticamente de tamaño.

—Soy un lobo.

—Sí, sí —asintió cansado sentándose—. Y de este desastre te ocupas tú —añadió al ver la cama, ¿cuánto semen podía eyacular un lobo de una sola vez? Aquello más que absurdo, era irritante.

—¿De ti también?

—Claro, sólo déjame que te la corte. La convertiré en un palo para metérmelo y limpiarme bien por dentro.

—Eso no tendría sentido cuando no podríamos hacer nada nunca más.

—Detalles.






Y así fue cómo Dawi descubrió que su parte humana también puede encontrar atractiva a su pareja😌. Vamos, Dawi, no es algo tan malo  🤣😏

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