Quedarse atrás
Esta capítulo está dedicado a claudia29911, quien acertó quiénes eran nuestros "invitados" especiales 💖
Entró en la cabaña de Baem abriéndose paso entre la gente. La ventaja de que su vínculo le dijese dónde estaba.
—¿Qué ocurre? —le preguntó a Nalbrek nada más llegar.
—Una incursión humana se dirige hacia el pueblo —le explicó este.
—¿Una incursión humana? —Se detuvo sorprendido—. ¿Aquí?
—Al parecer, el que organizó el grupo que te secuestró pertenecía a una familia poderosa y su padre ha mandado una partida para conseguir nuestras cabezas.
—¿Estás diciendo que han enviado a un grupo para vengarse por defendernos cuando nos querían matar? Pero qué tontería... —comenzó demasiado sorprendido para, incluso, estar molesto cuando Nalbrek asintió.
—El humano que organizó el grupo le estuvo mandando a su familia mensajes diarios sobre dónde estaba y lo que estaba haciendo por si le ocurría algo.
—Despreciables humanos —murmuró—. ¿Y dónde están?
—Los descubrieron a cuatro horas de aquí, así que iremos antes de que se acerquen más.
—Bien —Les enseñarían a esos humanos que no podían ir a matarlos y, luego, vengarse cuando ellos se defendían de esos ataques—. ¿Cuándo saldremos?
—Tú no irás —negó Nalbrek.
—¿No quieres que te acompañe? —se detuvo creyendo que había oído mal.
—Te quedarás aquí.
—¿Por qué? Ya estoy recuperado.
—Esos humanos te están buscando, no puedo arriesgarme a que te encuentren otra vez.
—Tonterías. Sí esos humanos me están buscando, no puedo permanecer aquí. Además, no me están buscando, nos están buscando. Después de todo, quien los mató fuiste tú.
—No pienso arriesgarme. No me acompañarás.
—Muy bien, si no quieres que vaya contigo, iré con alguien más —bufó.
—No irás con nadie. Te quedarás aquí.
—No puedes negarte a que me una a otro grupo —se detuvo mirándolo al sentir que hablaba en serio. Muy en serio. Para Nalbrek aquello no estaba abierto a discusión.
Existía la regla de que, cuando había un enfrentamiento y una pareja acudía, si no iba junta, debían darse permiso para evitar problemas y rencores en caso de que alguno muriese. Y si Nalbrek decía que no, nadie dejaría que se uniese a ellos. Desde luego podía ir solo, como Nalbrek, pero un zorro solo contra un grupo de humanos cuando acababa de salir de una convalecencia era algo muy parecido a un suicidio.
—Te quedarás aquí —repitió.
—No. Soy un zorro, Nalbrek. No me quedaré atrás.
—Y yo no me arriesgaré a que te ocurra algo.
—Pues entonces déjame acompañarme.
—No.
—¿Pero por qué te niegas? —le preguntó sin entender y es que, si lo que le preocupaba era su seguridad, sus instintos lo harían querer tenerlo cerca. Por un momento Nalbrek se quedó en silencio mirando la nada.
—Me retrasarías —contestó por fin.
—¿Qué?
—Me retrasarías —repitió más alto mirándolo.
—Te escuché la primera vez, lobo estúpido, pero es que es la peor excusa que he escuchado... ¿Como que te retrasaría? ¿Acaso eres tan rápido? ¿Tú?
—No vendrás conmigo, ni te sumarás a ningún grupo —se reafirmó.
—Creo que sería mejor que fueses con los demás a las cuevas y esperases allí. Necesitamos a gente que proteja el pueblo mientras buscamos y acabamos con los humanos —intervino Baem acercándose.
—Baem —le advirtió molesto y es que no hacía falta quedarse porque no existía ningún peligro real de que llegasen hasta allí.
—Tenemos que irnos ya. Hablaré con él después, pero ahora acepta esto —le pidió.
—No hace falta que hables con él —rechazó marchándose.
Sintió como el mismo niño ardilla lo usaba para subir y bajar mientras él lo dejaba hacer sin reaccionar. Incluso la madre intentó llevárselo en varias ocasiones sin resultado, ya que era evidente que él no estaba de humor, pero aquel niño era demasiado pequeño para darse cuenta.
¿Cómo se había atrevido Nalbrek a dejarlo atrás? ¿A prohibirle ir? ¿Quién se creía que era? ¿Quién pensaba que era él?
Conocía las reglas y sabía que estas existían por una razón. Que en teoría los marcadores eran los que se encargaban del peligro y los marcados los que quedaban en retaguardia para cuidar de los niños y ancianos, que era necesario que hubiese cazadores entre los que se quedaban atrás por si algún atacante conseguía atravesar la primera línea defensiva y se las arreglaba para llegar hasta el pueblo, pero aquella no era la razón por la que fue dejado atrás en aquel caso. Aquellos humanos estaban a cuatro horas de allí, lo cual significaba que era imposible que alguno lograse llegar hasta ellos, rastrearlos a las cuevas, no con todos los pueblos de los alrededores buscándolos y cuando su olor era como fogatas en medio de una noche sin luna. Aquel grupo estaba condenado, no hacía falta que nadie se quedase atrás. Pero Nalbrek le prohibió ir.
Y la razón por la que lo hizo fue porque no confiaba en él lo suficiente como para dejar su vida en sus manos. Porque lo consideraba demasiado débil y, por lo tanto, un lastre en una pelea, pero ¿por qué? Aunque hubiese sido marcado, aquello no cambiaba lo que era: un cazador. Era cierto que, en las últimas semanas estuvo cuidando de los niños del pueblo, pero eso no tenía nada que ver con su condición, con sus instintos. Solo intentaba ser útil suavizando las cosas entre los niños. ¿Tal vez fue por lo ocurrido cuando lo secuestraron? Debía admitir que aquello fue muy impulsivo, pero, aun así, no explicaba su negativa. Se suponía que eran pareja, que se eligieron como compañeros para toda la vida, que confiaban el uno en el otro. Pero después de lo ocurrido era obvio que Nalbrek no lo hacía. A pesar de todo lo que le dijo a lo largo de los años, a la hora de la verdad, no quería poner su vida en sus manos. No confiaba en él lo suficiente para hacerlo.
De nuevo se preguntó si aquel lobo entendía lo que significaba estar unido a alguien. Siempre tuvo la sensación de que no comprendía muy bien lo que implicaba elegir una pareja, como si para él fuese algo diferente, un lazo que te unía con alguien sin importar nada más, sin que fuese necesario crearlo o esforzarse, que siempre estaría ahí y aunque ahora entendía mejor la razón, también se daba cuenta de las implicaciones de aquello. Nalbrek no lo eligió porque le gustase o confiase en él, lo hizo porque veía un estúpido hilo que los unía a pesar de que no era más que su imaginación. Por eso, cuando surgió una situación peligrosa, sus instintos se impusieron negándose a que su vida dependiese de alguien en quien no confiaba.
Y él no podía tener una pareja así.
Se levantó cuando escuchó la señal de que los marcadores habían regresado, saliendo junto con los demás con calma asegurándose de que nadie se quedaba atrás mientras regresaban al pueblo y al entrar le llegó el olor de los marcadores junto con el de la sangre humana. Al parecer cumplieron con su misión acabando con todos los humanos y aunque podía oler algunas heridas, ninguna de ellas parecía de gravedad.
—¿Ya te ha dejado Nalbrek salir? —le preguntó uno de los conejos más jóvenes burlón así que se detuvo para mirarlo.
—Cállate —le advirtió Tabil entre dientes dándole un codazo.
—¿Por qué? Tú siempre...
—Cállate —repitió—. No hagas caso de este idiota —le pidió sonriendo de manera forzada.
—Eso no me ayuda —murmuró suspirando antes de volver a retomar su camino mientras Tabil y varios más comenzaban a regañar al chico. El que ni siquiera Tabil se burlase de él a pesar de lo ocurrido, solo empeoraba las cosas.
Sorteó las familias que se estaban reencontrando siguiendo su instinto hasta que lo vio.
—Quiero que te vayas de mi casa —le advirtió en cuanto llegó a su altura antes de que pudiese decir nada.
—Ahora es nuestra casa —replicó Nalbrek,
—Ya no —negó antes de volverse hacia Hilmar—. Mientras soluciono esto, viviré contigo —le comunicó.
—¿Qué? No —se negó este cuando se recuperó de la sorpresa.
—Me debes demasiados favores como para poder negarte, Hilmar —le recordó mientras se dirigía a su cabaña para coger sus cosas—. Aparta —le advirtió cuando, al volverse, lo vio en la puerta.
—Estás molesto.
—No Nalbrek, no estoy molesto. Estoy dolido. Se supone que somos una pareja.
—Y lo somos.
—No, no lo somos. Una pareja significa confianza y si bien yo confío en ti, tú no confías en mí. Y yo no puedo estar con alguien que no me ve como un igual.
—Eso no es cierto.
—Sí que lo es. Al parecer, para ti todo esto no es más que un juego basado en lo que ves, pero no es así. Una relación no se basa en hilos imaginarios o en el destino, se basa en confianza y respeto y ¿tú puedes decir que confías en mí después de esto? —le preguntó, pero Nalbrek no contestó—. Sé que no he sido perfecto, pero al menos hice todo lo posible para que esto funcionase. Espero que tú puedas hacer lo mismo por tu próxima pareja, porque creo que mereces una relación en la que puedas creer en la otra parte lo suficiente como para poner tu vida en sus manos. Suerte —se despidió saliendo y es que, si Nalbrek no confiaba en él, no podía obligarlo a hacerlo.
—¿Cuánto tiempo más piensas seguir aquí? —le preguntó Hilmar.
—Hasta que Nalbrek me devuelva mi cabaña.
—Han pasado ya cuatro días desde que nos deshicimos de los humanos. Cuatro.
—¿Y? De todas maneras, dentro de poco te marcharás y yo tendré que quedarme con el humano para cuidarlo —le recordó.
—Por eso lo digo. Se supone que estaríamos pasando los últimos días juntos, pero Rishi se niega a hacer nada mientras estés cerca.
—¿Y acaso no te dije que solo debías avisarme y me marcharía?
—Dawi, ¿recuerdas lo que pasó la última vez que te avisé?
—Eso fue un accidente, ¿cómo iba a imaginar que todavía estabais a medias? Deberías decirle que gimiese más fuerte.
—No pienso decirle eso. ¿Y era necesaria esa reacción?
—Estabais intercambiando babas.
—Se llama besar, no intercambiar babas.
—No importa cómo lo llames, eso no cambia lo que estabais haciendo.
—¿Y no podrías dejar de poner esa cara de asco?
—No —se negó en redondo.
—Pues te recuerdo que también decías que era enfermo hacerlo mirando al otro y lo hiciste.
—Por necesidad —le recordó apretando los dientes—. No es como si hubiese querido.
—¿Por qué estás colorado?
—¿Quién está colorado, lobo miope? Es solo que hace calor aquí —le advirtió mientras se levantaba molesto al recordar aquello.
—Si vas a salir, te recuerdo que Baem lleva esperándote desde ayer —le dijo al ver que se dirigía a la puerta.
—No me importa —contestó.
—Pues luego no te quejes cuando tengas a un oso de tres metros furioso arrastrándote a su cabaña —le advirtió justo cuando él salía por lo que suspiró.
Hilmar tenía razón, Baem no era paciente y después de tenerlo esperando tantos días, no debía estar de buen humor. Mejor hablaba con él. Era cierto que, conociéndolo, este intentaría convencerlo de que no podía acabar una relación que no tenía ni un año por algo así, que debía intentar arreglarlo por más que él no le viese el sentido, pero, por otra parte, para romper una pareja debían seguirse una serie de pasos, y para llevarlos a cabo, debía hablar primero con el oso, así que no tenía escapatoria. Hablaría con él y daría el primer paso para separarse de Nalbrek, así este le devolvería su cabaña y podría marcharse de la casa de Hilmar antes de que este regresase de su viaje. Lo cierto es que preferiría no estar allí cuando eso pasase. Ya había visto suficiente de aquellos "besos".
—Ya estoy aquí —anunció entrando en la cabaña de Baem.
—Ya era hora —lo recibió este haciendo una seña y dos de sus nietos salieron—. Te llevo esperando desde ayer.
—Estuve ocupado —improvisó.
—Ocupado, ¿eh? Como sea. Tenemos que hablar de tu relación con Nalbrek.
—No hay nada de qué hablar porque no existe ninguna relación.
—Entiendo que estés molesto con Nalbrek por prohibirte ir a pesar de que tú también eres un cazador, pero estoy seguro de que todo esto tendrá una explicación.
—Seguramente, pero, para ser sinceros, no me importa —admitió—. Es un poco complejo de explicar, pero para Nalbrek yo no soy una pareja, soy algo así como... un juego. Él tan solo llevaba desde niño convencido de que yo iba a ser su pareja, pero creo que nunca ha pensado lo que significa eso. Por eso no confió en mí y me dejó atrás y yo no puedo tener una pareja así.
—Es cierto que los zorros dais mucha importancia a la confianza en la pareja, pero sé que entiendes que Nalbrek es un lobo y sus instintos lo llevan a proteger a los suyos.
—Lo sé, por eso hubiese entendido que no estuviese de acuerdo en que estuviese lejos de él, pero negarse a que lo acompañase, sobre todo con una excusa tan absurda...
—No es una excusa absurda —intervino Nalbrek y al mirar lo vio en la puerta—. Me hubieses retrasado —insistió sentándose a su lado.
—Y esta es la razón por la que es inútil hablar con él —prosiguió hablando con Baem mientras lo ignoraba—. Por eso solicito formalmente que se rompa esta pareja.
—No puedes hacerlo —rechazó Nalbrek.
—Solo hay dos personas que puedan romper una pareja: las que la conforman y, en este caso, yo soy una de ellas. Así que sí, puedo hacerlo —le explicó con paciencia.
—Pero tú eres mi pareja.
—No por mucho tiempo. Baem. —Se volvió hacia este.
—¿Estás seguro? —Él asintió—. Según las reglas, debes volver a la casa con él y convivir durante tres meses antes de regresar para decidir si quieres seguir con la ruptura o no.
—Bien —aceptó levantándose. Debía pasar tres meses con él para poder romper y lo haría.
—Me alegra que seas sensato. Y ahora... —comenzó cuando se detuvo al oír ruido de pasos que se acercaban—. Por fin llega —asintió cuando la puerta se abrió por segunda vez entrando Sarnat.
—Llevas una semana sin venir a verme —le advirtió este molesto entrando.
—Porque ya no es necesario —le explicó.
—¿No es necesario? Has dejado el tratamiento a mitad, tu celo aún no está recuperado.
—Cierto, pero eso no es ningún problema. Voy a romper con Nalbrek y no tengo interés en unirme a nadie más, así que prefiero no tener celo.
—No tener celo puede tener consecuencias negativas sobre tu cuerpo —le advirtió serio.
—Aunque fuese cierto, no me preocupa demasiado. Tener celo sería mucho más inconveniente. Y ahora me voy para trasladar las cosas de regreso a mi casa —se despidió.
Es la primera vez que Nal le prohibe algo a Dawi 🤔
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