Primera noche en la ciudad
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🚨ATENCIÓN🚨
En este capítulo encontrarás contenido +18. Si no quieres/puedes leer este tipo de escenas, te invito a que leas hasta el banner +18 antes de pasar al siguiente capítulo. Para todos los demás, adelante 💖
Subió las escaleras de nuevo y, al llegar arriba, se dirigió a la izquierda avanzando hasta que llegó a una habitación cerca de las escaleras.
—Por más que seas un lobo, no debes ver nada en esta oscuridad—le advirtió dirigiéndose a la línea de luz que indicaba la existencia de una ventana y, al abrirla, vio que se trataba de un balcón interior bajo el cual se abría la ciudad que se extendía varios metros a sus pies. No recordaba haber subido tanto. Miró a los lados viendo la muralla de la ciudad muy cerca a su izquierda, tanto que un lobo adulto podría arriesgarse a saltar si no fuese por el detalle de que el balcón tenía un fuerte enrejado para asegurarse de que no se podía salir. Al parecer aquel balcón estaba pensado solo para poder mirar, como si fuese una prisión. Ni siquiera estaba la pasarela que, en teoría, había visto unir todos los niveles.
—Veía todo lo que necesitaba ver —replicó Nalbrek, que estaba de pie en medio de la habitación.
—Tu madre —adivinó mientras lo miraba preocupado y es que todo lo que podía sentir por su conexión en ese momento era un dolor sordo.
—Yo nací aquí, en esta habitación —asintió mientras él miraba a su alrededor encontrando una cama deshecha, sillas que parecían haber sido apartadas de forma apresurada y un baúl abierto lleno de ropa cubierta de polvo. Era como si aquella habitación hubiese sido abandonada de repente por todos hace años y nunca nadie hubiese vuelto a entrar.
—Al parecer, nadie ha entrado aquí desde hace años —le dijo pasando el dedo por una silla y dejando un rastro más oscuro en el blanco de la silla—. Y ahora dime, ¿dónde prefieres hacerlo? ¿Aquí o fuera de la ciudad?
—¿Hacer?
—Metérmela.
—No estoy de humor en estos momentos —rechazó el lobo.
—Y yo no te estoy preguntando si estás de humor, te estoy preguntando dónde prefieres hacerlo. Si no tienes preferencia, lo haremos aquí mismo.
—Dau, de verdad no esto de humor.
—Eso no me importa, así que responde. Dónde
—No quiero encontrarme con nadie de la ciudad en estos momentos —respondió Nalbrek.
—En tal caso, sígueme —le indicó saliendo.
Entró en la habitación que les habían preparado cerrando la puerta y apoyando una silla en ella.
—Quítate la ropa —le indicó.
—Dau...
—Ha sido un viaje largo y estoy cansado, deja de hacerme repetir lo mismo dos veces —le advirtió asomándose a la ventana descubriendo que esta daba al otro lado de la muralla. Respiró hondo frunciendo el ceño. Demasiados lobos espiando, pensó disgustado cerrándola, por lo que la habitación quedó en penumbra.
Se quitó la ropa antes de meterse en la cama palmeándola para que Nalbrek se metiese también y este lo hizo reticente y, en cuanto se tumbó a su lado, alargó la mano para cogerle la polla.
—¿Qué haces? —Le sujetó la mano.
—Ni idea —admitió—. Pero yo no puedo producir feromonas para invitarte ni tú estás de humor, así que pensé en usar un truco humano. Y no te muevas, no quiero calvarte las garras de forma accidental.
—Acabas de eliminar cualquier posibilidad de que reaccione —le advirtió cogiéndole la mano para hacer que lo soltase.
—¿Y entonces qué se supone que vamos a hacer? —le preguntó, aceptándolo.
—No lo sé, pero esto no. Además, no estoy de humor, de verdad —repitió por lo que suspiró.
—Nalbrek soy tu pareja y sé cómo te sientes, incluso sin nuestro vínculo lo sabría. Y necesito ayudarte a sentirte mejor.
—Es solo que, aunque Andros me contó todo esto, verlo... Creo que una parte quería creer que todo lo que me dijo eran exageraciones para asegurarse de que no me acercaba a este lugar —añadió perdiéndose en sus pensamientos.
—Está bien, lobo estúpido. No haces más que darme problemas —murmuró disgustado subiéndose encima.
—Dau —le advirtió empezando a molestarse.
—¿Qué? —le preguntó cambiando a su forma animal antes de apoyar la cabeza en su pecho para mirarlo—. Con mi forma humana no hay mucho que pueda hacer ahora, sobre todo si tú no estás de humor para metérmela, así que solo se me ocurre esto —añadió.
—Gracias —le dijo rascándole la cabeza.
—Esto es raro —le advirtió—. Agradable, pero raro. Estaré así todo el tiempo que necesites —le aseguró y Nalbrek asintió.
Algún tiempo después Nalbrek cambió también a su forma de lobo tumbándose a su lado antes de apoyar la cabeza en su lomo, así que se quedó mirando la pared. En condiciones normales estaría gritándole por que acabaría lleno de pelos de lobo, pero aquella no era una situación normal.
—Tal vez deberíamos irnos —murmuró el lobo.
—¿Quieres marcharte?
—No lo sé. Andros me advirtió de lo que me iba a encontrar y no me ha decepcionado, de hecho, sé que todo va a empeorar, así que quiero irme de aquí. El problema es que no sé si me lo dicen mis instintos o mi miedo.
—Seguramente ambos.
—Seguramente. Además, aún no he visto la tumba de mi madre, de mi tía.
—¿Te han dicho cuándo te van a llevar?
—No. Según me han explicado, el lugar de enterramiento de los lobos es sagrado y no puede ir cualquiera, tienes que formar parte de la ciudad para poder ir, yo les expliqué que no tengo ninguna intención de regresar a este lugar y que solo vine aquí para conocer la tumba de mi madre y despedirme de mi tía, conocer más cosas de la familia, pero eso parece ser complicado. Necesito el permiso del consejo y para obtenerlo, estos deben conocerme mejor, así que van a organizar varias reuniones con las cinco familias más o menos multitudinarias. Ellos insisten en que así es como indica la tradición que deben hacerse las cosas y aunque sé que no mienten, no puedo deshacerme de la sensación de que todo es una trampa.
—Porque parece una. ¿Ir de reunión en reunión para poder visitar un cementerio? Es absurdo.
—Pero no tiene sentido una trampa, no cuando ya tengo un vínculo firme contigo.
—A pesar de lo cual te preocupa.
—Esta ciudad dominó a mi familia durante generaciones. No creo que se vayan a rendir con facilidad.
—¿Podemos recurrir a Hilmar?
—No, está demasiado dominado por la manada.
—¿Y a ti no te afecta?
—Siento cierta tendencia a escucharlos y no reacciono a cosas que sé que, en condiciones normales, me molestarían —admitió—. Pero siempre hay una parte de mí que está alerta para sacarte de aquí en caso necesario. Eso me ayuda a mantener la cabeza fría.
—¿Entonces eso significa que te estoy protegiendo, nubecita? —le preguntó con interés.
—¿Qué quieres?
—Veo que me conoces bien.
—Siempre presumes de saber negociar. ¿Y bien? ¿Qué quieres de mí? ¿Que haga algo durante el viaje? ¿Cuando regresemos?
—Esas son dos buenas opciones, pero me debes el haberme arrastrado hasta aquí, así que ya puedo chantajearte cada vez que quiera algo de ti —negó.
—¿Entonces? —le preguntó Nalbrek.
—Feromonas —contestó—. Hace dos días que no lo hacemos y no quiero que mi agujero pierda más flexibilidad porque duele, así que quiero feromonas. Ahora —especificó.
—Pero yo no... —comenzó Nalbrek así que le gruñó cansado de tonterías—. Ese tipo de cosas no me ayudan —le advirtió.
—Y yo no estoy de humor para tonterías —le advirtió cambiando a humano—. Sé que ya estás mucho más calmado y sé que ahora puedes generar feromonas, así que hazlo. A mí tampoco me gusta este lugar y necesito sentir nuestro vínculo, así que, ¿vas a ayudarme a sentirme más seguro o vas a esperar a que le diga algo inconveniente a alguien cuando me sienta amenazado y nos meta a los dos en problemas?
—Prefiero fortalecer el vínculo.
—Bien, porque para mí no es nada fácil estar aquí rodeado de lobos —le advirtió.
—Yo te protegeré de cualquiera que quiera hacerte daño —le aseguró cambiando a humano.
—Sé que lo intentarías —asintió—, y también sé que te matarían porque no podrías hacer nada contra más de tres lobos adultos. Y ahora empieza —exigió.
Y aquí comienza el +18 😊
—Está bien —aceptó este comenzando por fin a generar feromonas, pocas, pero podía olerlas en el aire, así que se acercó comenzando a restregarse contra él antes de apretar la cara contra su pecho mientras lo abrazaba para juntarse mejor.
—No segregas suficientes feromonas —le advirtió mirando hacia arriba—. Segregabas —se corrió cuando sintió el repentino incremento mirándolo interrogante.
—He... encontrado la manera de segregar más feromonas —le explicó.
—Y no solo eso —añadió tendiendo la mano para tocar su polla palpitante—. ¿Pero por qué?
—¿Podríamos dejar la explicación para después y podrías colaborar?
—Tienes razón —asintió. Ahora que habían comenzado a ir por el buen camino, no podía echarlo a perder por empezar a divagar. Iba a darse la vuelta cuando Nalbrek lo sujetó.
—¿No podríamos hacerlo esta vez así?
—Desde luego que no —se negó en redondo—. ¿Por quién me tomas? ¿Por un humano? ¿Y por qué quieres hacerlo así?
—Solo pensé que sería más fácil.
—Me da igual que sea más fácil, no pienso hacerlo mirándote.
—Pero no sería la primera vez.
—No pienso hacerlo así —repitió con los dientes apretados dándose la vuelta—, y ahora segrega más feromonas para que pueda responder —le advirtió.
—Sería más rápido si te dieses la vuelta.
—Que no —zanjó molesto cuando se obligó a tranquilizarse respirando hondo cuando descubrió molesto que Nalbrek tenía razón, reaccionaba demasiado lento a las feromonas debido a que no se sentía seguro—. Odio que tengas razón —se lamentó dándose la vuelta.
—Solo con que puedas responder a las feromonas y crear las tuyas, ya debería estar satisfecho después de lo que pasó.
—Sí, ya sé que fue culpa mía —admitió tapándose la cara con los brazos.
—La culpa fue de esos humanos que entraron aquí, no tuya —lo contradijo—. Pero eso no cambia el hecho de que estuvieses a punto de perder tu celo. Es un milagro que volviese, y es un milagro que lo hayas recuperado hasta este punto, incluso seguirá mejorando según Sarnat. Por eso digo que deberías alegrarte de tu capacidad para curarte de algo así.
—Tienes razón —admitió quitándose los brazos de la cara y es que, tal y como había dicho Nalbrek, no se podía quejar dada su situación cuando este lo salvo de los humanos. Miró hacia arriba y al verlo sintió como algo caliente recorría su cara a la vez que el corazón se le aceleraba sin motivo por lo que se tapó la cara de nuevo a toda prisa—. Empieza —le advirtió.
—Dawi, no puedo hacerlo, no hay respuesta —señaló.
—Todo lo tengo que hacer yo —murmuró disgustado incorporándose para volver a meter la cara en su pecho cuando sintió como su pareja lo rodeaba con sus brazos—. ¿Qué haces?
—Pensé que esto ayudaría.
—Y lo hace —admitió y es que al tenerlo así sujeto no solo respiraba más feromonas, si no que tanto su parte animal como su parte humana se sentían más seguras, la primera, por la cercanía de su pareja, la otra, por estar siento abrazado—. Esto es demasiado raro, parecemos humanos —se lamentó.
—No sé si parecemos humanos o no, pero sí sé que dada tu condición tenemos que usar todo lo que te ayude.
—Siento haberte metido en todo esto —se disculpó culpable. Nalbrek no se vería obligado a hacer aquellos extraños juegos si no fuese por su culpa.
—Tú no me has metido en nada, soy tu pareja y es mi deber estar ahí para ti.
—¿Y haces esto por deber, nubecita? —le preguntó levantando la cabeza para mirarlo.
—No.
—Otra vez estás segregando más feromonas —lo acusó divertido metiendo la cara en su pecho cuando se dejó caer hacia atrás—. Me siento raro —murmuró intentando centrarse.
—Creo que las feromonas te han afectado con demasiada rapidez esta vez —le advirtió separándole las piernas.
—Ya veo —asintió mirándolo—. ¿Estoy segregando feromonas?
—Muchas.
—¿Suficiente para que toda la ciudad tenga una erección?
—Espero que no.
—Sería divertido —murmuró cuando sintió como Nalbrek le sujetaba las muñecas contra la cama—. ¿Sabes? Esta parte no me gusta —le advirtió.
—Lo sé, pero mi espalda lo agradece —replicó este comenzando a meterse.
—Avisa —le dijo molesto.
—Creía que era evidente.
—Es evidente lo que vamos a hacer, pero no cuando —replicó con los dientes apretados obligándose a respirar hondo hasta que, por fin, pudo empezar a relajarse con ayuda de su celo sintiendo como entraba mientras se movía. Apretó la boca con fuerza ya que no quería gemir, pero tampoco quería hacerse una herida—. Deja de empujar —le advirtió cuando no se detuvo al llegar al lugar de siempre.
—Necesito un poco más.
—Y yo necesito un culo con el que poder sentarme. Deja de empujar.
—Está bien —aceptó Nalbrek a regañadientes comenzando a moverse así que miró la pared. No quería verlo, ya que hacerlo siempre hacía que generase más feromonas por alguna razón, pero su estúpida parte humana, insistía en mirarlo por el rabillo del ojo. Esa parte parecía no poder resistirse a hacer aquello que le habían prohibido. Cerró los ojos, pero se dio cuenta de que aquello no era una buena idea, ya que lo hacía aún más consciente de Nalbrek moviéndose dentro de él. Pero entonces, ¿qué se suponía que iba a hacer? Porque solo podía estar con los ojos abiertos o cerrados y no sabía que era peor.
—Suéltame —le pidió a Nalbrek.
—No —se negó este con voz entrecortada.
—Suéltame, lobo estúpido —repitió.
—No —repitió.
—Cuando acabemos... —lo amenazó, pero de detuvo—. Cuando... —lo volvió a intentar, pero se tuvo que detener de nuevo luchando por no gemir sin demasiado éxito a medida que Nalbrek se movía más fuerte cuando comenzó a sentirse extraño y lo siguiente que supo era que se arqueaba de placer y casi de inmediato sintió como Nalbrek se corría—. Estúpido cuerpo, estúpido cuerpo —comenzó a repetir.
—No es estúpido, se supone que eso es bueno —replicó Nal soltándolo.
—Pero yo no soy un humano.
—Nosotros también podemos sentir placer —le recordó.
—En eso tienes razón y no me quejo de eso—añadió en el mismo tono enfadado cuando suspiró. Sabía que aquello no le debería disgustar, al contrario, debería estar contento, pero ¿no era demasiado rápido? Se suponía que aquello tardaba tiempo, sobre todo cuando tu pareja era un lobo. Y eso solo quería decir una cosa: o aquel lobo inútil era mejor de lo que pensaba en la cama o él era más sensible de lo que le gustaría. Una pequeña voz le sugirió que ambas cosas eran posibles, pero la aplastó. No le gustaba ninguna de aquellas dos posibilidades ni quería que Nal llegase a ellas. Solo con pensar en la sonrisa de satisfacción de aquel idiota, ya se ponía de mal humor. Aquello solo había sido un accidente que tardaría mucho en repetirse y mataría a cualquiera que dijese lo contrario—. ¿Qué? —exigió retador al darse cuenta de que Nalbrek parecía querer decir algo, pero no se atrevía.
—No sabemos dónde está el agua —le recordó.
"Y esas fueron las últimas palabras de Nalbrek en este mundo" 😆🤣🤣🤣 No, mentira. Pero casi lo fueron 😆
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