Paseando
Capítulo dedicado a pitufoscoloraos, Agapeamor y AnnonnymousReadder por acertar qué le dio Dawi a Rishi. Pero como no puedo poneros a todas, os podré por orden en tres capítulos. Perdón 👉👈
Se descolgó por la ventana saltando al patio con facilidad. Después de tantas horas vagando por el lugar, había llegado a dos conclusiones: una, aquello era un laberinto y dos, todo estaba conectado de alguna manera con todo, algo que tenía lógica si pensaba que, en su origen, aquel lugar fue escogido por su capacidad defensiva, por lo que, cuando construyeron las casas, las conectaron por dentro para poder moverse sin exponerse saliendo al exterior. Aun así, era un laberinto. Por suerte empezaba a orientarse.
—Te estoy diciendo que no —escuchó una voz familiar molesta, así que se acercó curioso viendo en un pasillo a Bryn, la chica con la que habló el día que llegó y Aksel, uno de los lobeznos impertinentes y dado que parecía interesante, se apoyó en la ventana frente a la que estaban para verlos.
—Eres una beta y yo un alfa, debes obedecerme —replicó Aksel sujetándola del brazo.
—Te he dicho que no —repitió Bryn molesta soltándose de malas maneras—. Me da igual que seas un alfa, tengo cosas que hacer y no iré contigo.
—Y yo te he dicho que vengas.
—¿Todas las conversaciones entre lobos son así de absurdas, es la edad o solo sois vosotros dos? —preguntó con interés haciendo que ambos se detuviesen.
—¿Qué haces ahí? —respondió Aksel mientras ambos se alejaban.
—Veros —contestó.
—¿Y no tienes nada mejor que hacer?
—Lo que tengo que hacer puede esperar, esto es más divertido. ¿Y bien? ¿Qué está pasando? —inquirió con genuina curiosidad.
—No es asunto tuyo —contestó Aksel.
—Este lobo idiota quiere que lo acompañe, como si no tuviese nada que hacer —le explicó Bryn en cuanto escuchó la respuesta de Aksel lo cual le valió una mirada asesina de este. No cabía duda de que lo había hecho solo para molestarlo. Y lo había logrado.
—¿Por qué respondes cuando yo he dicho que no es asunto suyo?
—Porque no me importa tu opinión.
—Pero soy un alfa.
—¿Y? —replicó Bryn con un tono helado.
—¿Sois pareja?
—No —respondieron los dos a la vez.
—Hemos encontrado algo en lo que estáis de acuerdo —aplaudió.
—Desde luego que estamos de acuerdo en esto. Nunca sería su pareja. Nunca —afirmó Bryn.
—Hablas como si pudieses negarte si el alto consejo te lo ordena. Pero no te preocupes, nunca cruzarían a un alfa como yo, con una beta como tú —añadió con suficiencia y, en respuesta, Bryn se irguió antes de marcharse con los puños apretados.
—Estás haciendo un trabajo encomiable —aplaudió a Aksel.
—¿Trabajo encomiable?
—Sí, ya sabes. Pensaba que esa chica no te podía odiar más y tú lo has conseguido con una sola frase. Eso es tener habilidad.
—No me importa tu opinión.
—Ni a mí la tuya, pero antes de irte, responde una pregunta. ¿Aquí eligen a la pareja de la gente y los obligan?
—El alto consejo de las alfas se reúne y deciden quiénes son las parejas más adecuadas para fortalecer la manada.
—Eso explica muchas cosas —murmuró pensativo mientras saltaba sentándose en la ventana.
—¿Qué quieres decir con eso? —exigió a la defensiva.
—Pues ni más ni menos que lo que he dicho. Un grupo de viejas lobas haciendo parejas como niñas juntando muñecos de tela e ignorando a los interesados. ¿Qué puede salir mal?
—Ellas lo hacen por el bien de la manada.
—Por el bien de la manada, ¿eh? —murmuró—. ¿Tú sabías, pequeño lobo, que en todos los pueblos la decisión de una hembra es irrevocable? Cuando una mujer dice no, es no. Nadie la obliga, ¿sabes por qué? —Aksel negó a la defensiva—. Porque los instintos de las mujeres las hacen saber quiénes tienen malos genes y los evitan, por lo que los pueblos que las obligaban acababan desapareciendo al estar llenos de inútiles o de familias cuyos padres huían de la responsabilidad al nacer el segundo hijo. Por eso nadie, en su sano juicio, decide quién debe ser pareja de quién, ambos deben estar de acuerdo.
—¿Y tú qué sabes?
—¿Yo? Nada. Solo tengo pareja desde hace un año, ¿y tú?
—Yo soy un alfa.
—Un alfa que no puede imponerse a una beta —asintió divertido cuando suspiró—. Al parecer aquí se han perdido las buenas costumbres y, como no creo que nadie te ayude, lo haré yo. Así que escúchame porque solo te lo diré una vez. Primero, cuando una chica te desagrade, averigua la razón de su rechazo antes de que sea demasiado tarde. Segundo, si para alguien no mereces la pena eso no es culpa suya, sino tuya. Alfa o no, cuando te interese alguien, solo puedes hacer una cosa: trabajar en ti mismo para entrar dentro de lo que sus instintos consideran aceptables y no me refiero solo a algo físico. Nadie quiere una pareja inestable, que no tenga paciencia o que se enfade por todo. Eso ya lo hacen los hijos.
—¿Y qué te hace pensar que yo quiero estar con esa beta? —le preguntó Aksel molesto.
—¿Y qué te hace pensar a ti que mi consejo es para gustarle a esa chica en particular? —replicó y Aksel abrió y cerró la boca varias veces antes de darse la vuelta y marcharse—. Y yo que quería preguntarle en qué dirección estaban las murallas de la ciudad... Tendré que seguir sin ayuda.
—Dau —lo llamó molesto Hilmar cuando lo vio.
—¿Qué? —contestó en el mismo tono.
—Baja aquí ahora mismo.
—Tengo buen oído, puedes hablar desde ahí.
—Baja —exigió a punto de perder la paciencia.
—Está bien —aceptó saltando desde el alfeizar de la ventana del segundo piso en la que estaba sentado—. ¿Qué?
—Primero, ¿dónde has estado?
—Por ahí.
—¿Por ahí, dónde?
—¿Y cómo quieres que lo sepa? No conozco esta ciudad.
—Exacto. ¿Cómo se te ocurre pasarte todo el día vagando por las casas de las cinco familias?
—Por una razón: aburrimiento. Aquí no hay nada que hacer, así que me puse a explorar. Por cierto, todos esos pasillos son iguales —le advirtió.
—Eres un invitado.
—¿Y? Porque nadie me dijo que no podía salir.
—Dawi, no puedes vagar así.
—No pienso quedarme en un sitio. Soy un zorro, no un ave empollando sus huevos.
—Solo quédate quieto.
—No —se negó en redondo—. Si os molesta mi presencia, iré al bosque, pero no pienso quedarme quieto.
—Fuera es peligroso —rechazó Hilmar.
Entonces pasearé aquí dentro, porque quieto no me voy a estar —le advirtió
—No sé cómo te soporta Nalbrek con esa actitud.
—Que causalidad, porque yo tampoco entiendo cómo te soporta el humano cuando eres tan arrogante —le advirtió y, por un momento, ambos se miraron retadores cuando, de repente, Hilmar dejó caer los hombros, derrotado.
—Al menos no te alejes mucho de la casa de la familia Uiba —le pidió.
—No me pidas imposibles. No entiendo este lugar, ni sé de qué estoy cerca. ¿Si no porque crees que estaba sentado en ese lugar?
—Te habías perdido —adivinó Hilmar y él asintió.
—Estaba esperando ver a alguien conocido para pedirle que me llevase de regreso.
—Vamos —le pidió cansado echando a andar, por lo que lo siguió—. Dawi, esto es más peligroso de que lo que parece. Tú no dejas de ser un zorro y esta, una ciudad de lobos. No es seguro para ti vagar por aquí así.
—No te preocupes, nos estaremos mucho más aquí, así que no creo que pueda molestar a nadie. ¿Hilmar? —lo llamó al notarlo extraño—. ¿Acaso Nalbrek no os ha dicho que nos iremos en pocos días? —insistió suspicaz.
—Sí, lo ha hecho —asintió casi en un murmullo.
—¿Entonces? —insistió preocupado.
—No te preocupes.
—Pero...
—He dicho que no te preocupes —zanjó mientras varios lobos con los que se cruzaban los miraban con curiosidad—. Por cierto, esta mañana, ¿le has llevado comida a Rishi?
—Sí, le he llevado varias cosas —admitió mientras avanzaban por los pasillos.
—Sabes que Rishi es mi pareja ¿verdad?
—Lo sé.
—¿Y qué pretendías dándole comida?
—Que no se muriese de hambre —contestó y lo siguiente que supo era que Hilmar lo estaba apretando contra la pared mostrándole los colmillos, amenazador.
—¿Estás insinuando que no estoy alimentando bien a mi pareja? —le preguntó con falsa calma.
—No lo insinuó, lo afirmó. Por eso le he dado comida.
—Dau —le advirtió comenzando a gruñir.
—¿Qué? —replicó comenzando a gruñir también mientras mostraba los colmillos—. Si no quieres que otro alimente a tu pareja, hazlo tú mismo, porque no voy a permitir que alguien que conozco se muera de hambre delante de mí, ni siquiera un humano.
—Tú... —comenzó Hilmar fuera de sí y se preparó para poner a aquel lobo en su lugar, cuando lo siguiente que supo era que Hilmar estaba en el suelo con algo oscuro encima que gruñía amenazador justo delante de su cara: Nalbrek.
—No te atrevas a tocarlo —le advirtió a Hilmar en su forma de lobo.
—Gracias por la ayuda, pero puedo ocuparme de este lobo estúpido yo solo. Así que déjalo —le pidió acercándose—. Déjalo— repitió más firme poniendo la mano en su cabeza tranquilizador y, por fin, Nalbrek se bajó de Hilmar recuperando su forma humana—. Sé que eres un lobo, un alfa, y que el humano es tu pareja —le dijo a Hilmar—. Pero me da igual tu orgullo de alfa. Si no quieres que otro lo alimente, hazlo tú mismo y controla tu temperamento, porque mientras yo esté aquí no consentiré que sea alimentado solo con carne seca de hace varios días. Los humanos son omnívoros, necesitan fruta, verdura, huevos y si tú no se los consigues, lo haré yo. Y también necesitan salir. No son un mueble para dejarlos en una habitación encerrados hasta que te acuerdas de que tienes un vínculo con él y quieres meterle la polla. Y no me hables de la manada —le advirtió al ver que iba a hablar—. Porque si la manada es tan importante para ti que no puedes ni ocuparte de tus deberes de forma adecuada, me llevaré al humano de aquí y tú puedes copular a esa "manada" que tanto te importa. Al menos, conmigo, haría algo más que estar encerrado hasta que necesitas un agujero y comería algo más que carne seca. Y ahora vamos —añadió volviéndose hacia Nalbrek—. Al menos sabrás dónde está tu ropa, ¿verdad? —le preguntó.
—En alguna sala —contestó este evasivo.
—Pero no sabes cuál —adivinó suspirando—. Vamos, toma —le dijo quitándose su camisa y tendiéndosela.
—Dawi, tu camisa es demasiado pequeña para mí —le recordó.
—¿Y quién ha dicho que es para que te la pongas, lobo estúpido? Átatelo a la cintura usando las mangas y tápate antes de que alguien se le salgan los ojos. Y vosotros, dejad de mirar. Todo eso que cuelga ahí es mío —les advirtió retador a los lobos que había alrededor.
—Dawi, creo que estás exagerando.
—Que te tapes —exigió exasperado. ¿Hasta cuándo pensaba estar así?
—Te recuerdo que es normal estar así —le recordó mientras se lo ataba.
—Tal vez, pero nunca se me han quedado mirando así. Y a ti tampoco —añadió al darse cuenta—. ¿Significa eso que tu polla es grande incluso para los lobos? —le preguntó perspicaz mirándolo.
—No —le aseguró con rapidez—. ¿Y si nos vamos ya? —lo azuzó cambiando de conversación.
—Pero no sabes dónde se encuentra la sala dónde estabas, así que no podemos volver allí. ¿Puedes al menos ir a la habitación en la que dormimos desde aquí?
—Creo que puedo orientarme.
—Pues guía lobito bien dotado, yo te sigo.
Dawi no puede dejar de ser Dawi y acaba cuidando de todos, incluidos los lobos. Por cierto, pitufoscoloraos, Agapeamor y AnnonnymousReadder acertasteis con la respuesta. Dawi le llevó a Rishi comida. 🥳
Y os estaréis preguntando, ¿por qué Hilmar respondió de una manera tan agresiva? Bueno, pues porque Dawi le hizo el peor insulto posible delante de otros lobos y no se retracto. A pesar de ser un zorro.
¿Y por qué Nal apareció de repente para defenderlo? Bueno, eso es evidente🤔
¿Y por qué Dawi empezó a decirle a Nal que se vistiese a pesar de que entre ellos no tiene mayor importancia y haciendo un gran alboroto? ¿Se te olvidaron tus propias reglas, CC? No, no se me olvidaron. De hecho, Dawi lo hizo a propósito. 😌
Por cierto, se acerca el final del segundo libro. Preparad las palomitas 🍿
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top