La regla de Dau
En este capítulo no encontrarás contenido +18, pero sí una conversación de alcoba. Lo aviso para las almas prístinas que aún deben quedar.
Agitó el frasco con fuerza antes de mirarlo. Esperaba que aquello fuese suficiente ya que le empezaba a doler el brazo.
Después de regresar, en lugar de tumbarse en la cama a descansar comenzó a hacer pequeñas cosas necesarias en la casa y el huerto, guardando la carne que ya se había secado en lugar seguro, recogiendo las verduras que ya estaban listas y haciendo más medicinas con las hierbas que tenían antes de que se estropeasen ya que no podía dejar todo en manos de Nalbrek. Así que estaba haciendo cosas en la medida de sus posibilidades y aunque se sentía cansado, también se sentía mejor que el día anterior, seguramente porque, tal y como había dicho Sarnat, ahora que su celo estaba empezando a normalizarse, su cuerpo se estaba recuperando más rápido.
—Bienvenido —saludó a Nalbrek cuando este entró.
—¿Otra vez estás despierto? Deberías descansar —le advirtió mientras colgaba el conejo cerca del fuego. Tantas horas cazando para aquello.
—Estaba haciendo esto —le explicó mostrándole el frasco.
—¿Recogiste la verdura? —le preguntó al ver la cesta.
—No me gusta estar en la cama cuando hay tantas cosas que hacer.
—A mí no me importa.
—A mí sí. Estoy en baja forma, no soy un inútil.
—¿Qué te dijo Sarnat? —Se rindió.
—Lo que me dijo fue... —comenzó, pero se detuvo—. Lo que me dijo fue que, al hacerlo anoche, conseguimos activar mi celo pero que este quedó ligado a ti.
—¿Tu celo está ligado a mí?
—Te has convertido en mi activador.
—¿Es eso posible?
—Y tan posible. Al parecer en la antigüedad, cuando a alguien le ocurría lo mismo que a mí y perdía su celo, usaban este sistema para recuperarlo, aunque luego se dejó de hacer. Y no preguntes más, yo tampoco lo entiendo muy bien, así que, si hay algo más que quieras saber, pregúntale a Sarnat mañana.
—Entendido, ¿te dijo algo más?
—Que, gracias a eso, mi cuerpo dejaría de preocuparse por restaurar el celo, así que debería recuperarme más rápido a partir de ahora. Y que podía empezar a comer carne con cuidado.
—Menos mal que todo fue bien.
—Nada de menos mal —lo contradijo molesto.
—¿Y por qué no? ¿Acaso hay algún problema?
—No es exactamente un problema, pero hay algo más.
—¿Qué? —exigió Nalbrek preocupado y él suspiró.
—Mi celo —comenzó.
—¿Tu celo? ¿Pero no acabas de decir que está activado?
—Y lo está, pero solo eso —Nalbrek lo miró sin entender—. He comenzado a recuperar el celo, pero ha sido solo el primer paso y debido a la forma en que lo hice, te necesito a ti para continuar y recuperarlo por completo—le explicó.
—¿Qué debo hacer?
—Según Sarnat debes metérmela dos veces al día, una antes de dormir y otra al despertar.
—Metértela.
—¿Follar? ¿Copular? ¿Acostarnos? ¿Hacerlo?
—Ya lo entendí —lo detuvo Nalbrek.
—Tenemos que elegir una palabra —se lamentó.
—No hace falta, meterla está bien.
—¿Estás seguro? —le preguntó suspicaz.
—Sí, así que continua.
—Está bien. También me dijo que mi cuerpo, ahora mismo, es más parecido a un humano que a un cambiante, por lo que debemos copular de frente para que tus feromonas me afecten tanto como sea posible.
—¿De verdad te dijo eso Sarnat?
—Sí, me dijo que tenías que metérmela dos veces al día durante una semana mirándonos y que, cuando acabase, fuese a verlo para decidir el siguiente paso. Y deja de poner esa cara de idiota feliz —le advirtió molesto. Aquello no era ningún juego.
—Imposible —negó Nalbrek sonriente.
—Oye, devuélveme eso —le advirtió molesto esa noche cuando Nalbrek cogió el frasco con el lubricante recuperándolo.
—¿Qué es?
—Lubricante como el que usa el humano, según Sarnat mi cuerpo ahora mismo no me ayuda durante la copulación y el que lo hagamos al revés, tampoco ayuda.
—¿Y sabes cómo utilizarlo? —le preguntó Nalbrek.
—No —admitió después de un momento.
Ahora que lo pensaba, se lo llevó al humano, pero no era capaz de recordar la explicación de Sarnat y cuando habló con el búho estaba tan molesto pensando que iba a tener que soportar la polla de aquel lobo dentro de él dos veces al día que se le olvidó aquel detalle.
—Yo sí —contestó Nalbrek casual haciendo que lo mirase.
—Explícate —le advirtió.
—Es tan solo que escuché cosas del humano por accidente —prosiguió inocente.
—Dos pieles no estarían mal —murmuró—. Una en la entrada, para limpiarme los pies los días de lluvia, otra delante de la chimenea.
—Deja de decir tonterías.
—¿Quién está diciendo tonterías? Está bien, sigue —le pidió al ver como lo miraba.
—Por lo que sé, se debe echar dentro para facilitar la entrada.
—Eso lo sé, lo que no sé es cómo.
—Según Hilmar, se suele echar con los dedos.
—No —se negó en redondo—. Aparte de tu polla no va a entrar nada más ahí —le advirtió.
—Pero es para ayudarte.
—No —repitió—. Nada más.
—Eso es infantil de tu parte, incluso el humano es capaz de hacerlo.
—No me compares con un humano. ¿Has escuchado lo que son capaces de meterse?
—Pero esto no es nada extraño, es solo algo que te ayudará y hará que te duela menos.
—Es mi culo y he dicho que no. Si tanto quieres usarlo, hazlo tú.
—¿Y eso de qué te serviría?
—Para poder reírme de ti.
—Dawi —le pidió.
—No —repitió con lentitud.
—Está bien, hay otra manera, pero no es tan efectiva.
—¿Y por qué no lo has dicho antes? —exigió molesto.
—Porque no es tan efectiva.
—¿Y en qué consiste?
—Me la echo yo.
—Creía que estábamos de acuerdo en que eso no me ayudaría.
—Me la echo en la polla.
—Ahhh —asintió al comprenderlo—. Me sirve —aceptó y es que aquello respetaba la regla de "solo la polla de Nalbrek dentro de él".
—Bien, ¿algo más?
—Que otra vez voy a tener que ver tu fea cara cuando lo hagamos —asintió.
Y aquí está la explicación de por qué Nalbrek nunca ayuda a Dawi: porque su vida corre peligro si intenta ayudarlo 😆
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