La familia que sirve a los alfas

—¿Y bien? ¿Qué quieres saber? —preguntó Hilmar

—Lo que se dice de mí —contestó mientras avanzaban hacia la salida.

—Los lobos tenemos mejores cosas que hacer que hablar sobre un zorro. Lo único que dicen de ti es que eres la pareja de Nalbrek.

—Entonces dicen algo —replicó mientras salían al exterior comenzando a dirigirse hacia el muro que rodeaba la ciudad—. ¿Y sobre Nalbrek?

—¿Sobre Nalbrek? —le preguntó Hilmar a su vez.

—Necesito saberlo —lo azuzó serio mientras comenzaban a subir por las escaleras y, por un momento, Hilmar se quedó en silencio.

—La familia de Nalbrek ha sido una pieza muy importante en la ciudad durante generaciones —empezó por fin—. Los alfas dominantes tenían a alguien de la familia Uiba sirviéndolos, es lo que hizo a nuestra ciudad destacar sobre la demás y la fortaleció. Por el contrario, si no tenías uno, no eras considerado un líder de verdad. Por eso se puso mucho cuidado en que su número aumentase, pero no fue posible y el último miembro de la familia fue robado por Andros.

—¿Entonces por qué nunca fueron a buscarlo?

—Porque, al principio, no sabíamos de su existencia. Todos vieron el cuerpo de Gerna y de Nalbrek, incluso su tío tuvo que ser recluido varios días en su habitación al ver que su hermana y su sobrino, su última familia, fallecieron por la enfermedad.

—¿El tío de Nalbrek no tenía familia?

—Acababa de hacer el juramento con el alfa al que servía y necesitaba pasar algo de tiempo para que pudiese prestar atención a alguien más.

—¿Y entonces por qué no le dejaron tener descendencia antes de hacer ese juramento?

—Hubiese formado un lazo con cualquier mujer con la que estuviese, impidiendo que el juramento funcionase, tal y como ocurre con Nalbrek y contigo.

—¿Y no hubiese sido preferible a cambio de que la familia no desapareciese?

—Desde luego que no, los alfas los necesitan —rechazó escandalizado. Al parecer, Hilmar era incapaz de salir de la lógica de que "los alfas necesitaban un esclavo del que presumir", aunque eso llevase a una familia a la extinción.

—¿Entonces nunca supieron que Nalbrek estaba vivo? —retomó la conversación anterior.

—Nuestro pueblo está muy lejos y Andros ocultó muy bien su engaño, por lo que tardaron años en llegar los rumores aquí. Cuando comenzaron, desde luego fue interrogada, pero esta negó haber sacado de aquí a ningún niño. Al no obtener nada, el consejo decidió seguirla en secreto, pero eso también fue infructuoso, así que se mandó grupos para buscarlo y aunque cada cosa que encontrábamos parecía confirmar que era él, no podíamos acercarnos.

—La prohibición —asintió.

Los lobos solían vivir en Narg o alguna zona cercana, pero era habitual que viajasen por las diferentes regiones en grupos como parte de su formación. Tan solo existía un lugar donde no encontrarías a lobos: el bosque de las hermanas. Cerca del pueblo de las águilas no se permitían lobos ya que las águilas hacía años declararon que, si encontraban lobos en su territorio, lo considerarían un ataque, así que los lobos habían preferido no enfrentarse a las águilas, sobre todo cuando no obtendrían ningún beneficio y estaba tan lejos.

Para estar en el bosque, debías hablar con el pueblo de las águilas y estas darte su aprobación. Por lo que sabía, Baem tuvo que ir a hablar con el líder el pueblo de las águilas cuando Hilmar llegó pidiéndole permiso antes de traerlo, en cuanto a Nalbrek, fue Andros quien pidió permiso. Según Baem ambos fueron aceptados porque eran solo dos niños que no suponían ninguna amenaza y que intentaban ocultarse allí del resto de los lobos. En cuanto a por qué la presencia de Andros fue permitida, según le explicó Nal, su tía conocía a un águila desde antes de que los problemas entre ambas especies comenzasen debido a sus viajes y, gracias a la intercesión de su amigo y a que se trataba de un lobo solitario, el pueblo de las águilas accedió a hacer la vista gorda cuando Andros visitaba a su sobrino con la condición de que su estancia fuese corta.

—¿Aquí qué se dice del enfrentamiento entre águilas y lobos? —le preguntó mientras llegaban a una de las pasarelas que recorría la muralla, comenzando a avanzar.

—Al parecer, hace algún tiempo, las piezas de caza de nuestro bosque comenzaron a desaparecer. Según me han dicho, seguían el rostro de algún animal y este desaparecía sin más, así que la conclusión era obvia.

—Águilas —Hilmar asintió.

—Eran las únicas capaces de levantar animales tan grandes y llevárselos sin dejar rastro. No es que pensásemos que habían convertido este lugar en su nueva zona de caza, ya que está demasiado lejos de su pueblo, pero sí que algunos jóvenes de viaje decidieron descansar aquí. El problema era que, por más que pasaban las semanas, las desapariciones continuaban convirtiéndose en un problema, así que la ciudad mandó una delegación para quejarse. Pero las águilas negaron que hubiese alguien de viaje y la situación se tensó escalando hasta que casi se convirtió en un enfrentamiento, por lo que la delegación regresó con la advertencia de no volver más. Sin embargo...

—¿Sin embargo? —lo azuzó al ver que se detenía mientras le hacía una seña a los lobos que estaban haciendo guardia para que no se acercasen.

—Hay una cosa que debes entender y es que la familia Uiba tiene muy mala fama aquí. Durante generaciones, la gente la ha considerado una familia maldita, responsable de cualquier cosa mala que pasase, y esa vez no fue una excepción. Aunque todos conocen la razón del problema con las águilas, escucharás a gente culpar a la familia de Nalbrek ya que Gerna fue acogida durante algunas semanas en el pueblo de las águilas poco antes de que comenzase a desaparecer la caza. Muchos aseguran que fue ella la que hizo algo que molestó a las águilas, a pesar de ser imposible. A Gerna no se le permitió tener contacto con ningún miembro del pueblo de las águilas por motivos de seguridad, solo con otros lobos, por lo que es imposible que los ofendiese de alguna manera. Además, la delegación que acompañó a Gerna regresó sin novedades cuando acabó el tiempo de visita previsto y fuimos nosotros los que enviamos una delegación allí cuando, semanas después, comenzó a desaparecer la caza, no a la inversa. Es imposible que la madre de Nalbrek causase un incidente.

—Comprendo —asintió mirando la escarpada ladera de la montaña, la ciudad a sus pies—. ¿Y eso es habitual?

—¿Culpar a la familia Uiba de las cosas que ocurren? Bastante, sobre todo entre la gente de la base, pero no solo ellos. Muchos lobos nunca entendieron cuál era la capacidad de la familia Uiba y corrían toda clase de rumores sobre ellos y lo que podían hacerles a las relaciones, a la gente, la mayoría demasiado increíbles para tomárselos en serio. Y aunque hemos tomado medidas, escucharás comentarios. Es un odio difícil de eliminar.

—¿Y ese odio de dónde viene? ¿Ocurrió algo para que todos los odien?

—No, nada. Solo que incluso entre los lobos existen individuos que no entienden la importancia de la manada y que, a veces, son necesarios los sacrificios. Pero no debes preocuparte, son cosas que pasaron hace mucho tiempo. Solo te lo he dicho para que estés preparado porque no debes responder —le advirtió.

—No te preocupes, no soy tan tonto como para meterme en una pelea con un lobo en una ciudad repleta de ellos. ¿Algo más que deba saber?

—Nada. Aparte de la posibilidad de que te digan algunas coas incoherentes y te hagan preguntas... —se encogió de hombros.

—¿Y tú qué piensas de la familia de Nalbrek? ¿De su función en la ciudad?

—¿Su función? Sé que puede ser difícil de entender para alguien de fuera, pero aquí todos formamos parte de la manada. Ella nos protege y lo hace porque cada uno cumple con su parte, y por lo tanto nosotros también debemos hacerlo ya que, si todos pensásemos solo en nosotros mismos, si fuésemos egoístas, la manada desaparecería. Es cierto que la familia de Nalbrek tuvo que sacrificar algunas cosas, pero, a cambio, recibió muchas compensaciones. Una casa en el lugar más seguro de la montaña, sus hijas podían tener hijos de los alfas más importantes, sus hijos tenían el honor de servir a los alfas más destacados... algo con lo que los demás solo podían soñar, ellos lo conseguían solo por su nacimiento. Y, aun así, muchos de ellos, en lugar de estar agradecidos por su suerte, se rebelaban contra los deseos de la manada.

—Sí, me pregunto por qué.

—¿Qué quieres decir con eso? —exigió Hilmar a la defensiva al oír su tono.

—Pues ni más ni menos que lo que he dicho. Una familia viviendo recluida en lo más profundo de Narg, nacidos con la obligación de servir a alguien que otros elegían sin poder negarse, de tener hijos con parejas sobre las que nunca se les preguntó porque eran la mejor opción para la manada. Me pregunto por qué alguien se negaría a vivir una vida así.

—Tú no lo entenderías.

—En eso tienes razón —admitió. Ni lo entendía, ni quería entenderlo—. La ciudad, ¿qué planes tiene para Nal?

—¿Planes? Ninguno. A los hombres Uiba no se les permitía tener pareja antes del juramento para asegurar su lealtad al alfa, pero Nalbrek lleva un año contigo, así que no puede seguir con la tradición familiar. El alto consejo tan solo quería conocerlo, hablar con él como alguien nacido en esta ciudad, averiguar quién es su padre.

—Yo no lo sé, ya te lo dije —repitió—. ¿Aquí tenéis alguna teoría?

—La mayoría pensaba que era hijo de alguien de la escolta que la acompañó al pueblo de las águilas, pero la vigilancia era extrema para evitarlo. Según los informes, ni siquiera tuvo su primer celo. Solo, un día, se negó a tomar su medicina diciendo que estaba embarazada. Algunos dicen que tuvo que ser justo cuando regresó, pero eso es aún más improbable ya que la única persona con la que Gerna estuvo a solas fue con su hermano.

—No pensaréis que el padre es su tío, ¿verdad?

—Desde luego que no —negó escandalizado—. Aunque, de niños, ambos hermanos eran muy cercanos, el hermano acababa de hacer el juramento con su alfa, así que no creo que fuese posible.

—Entonces vosotros tampoco lo sabéis —murmuró mirando perdiéndose en sus pensamientos.

Nalbrek le dijo antes de partir que aún quedaba un secreto, algo relacionado con su padre, algo que haría que lo odiase, y aunque no quería pensar que los padres de Nalbrek eran hermanos, tampoco podía descartarlo del todo. Lo único que no coincidía era que Nalbrek le dijo que su padre estaba vivo mientras que su tío murió en un ataque humano. ¿Era posible que también hubiese fingido su muerte?

—Las tumbas de la familia de Nalbrek, ¿dónde están?

—No vas a poder ir a verlas —le advirtió Hilmar y, al oírlo, chasqueó la lengua, disgustado.

—No eres nada simpático.

—Tienes que entender que el cementerio de la ciudad es sagrado, solo se permite a miembros de las cinco familias entrar allí. Además, los hombres de la familia Uiba no tienen zona propia, se le entierra con su alfa para que continúe cuidándolo en su otra vida. Es su recompensa —le explicó con orgullo.

—Ser condenado a seguir sirviendo a un alfa incluso después de la muerte, no sé si le puede decir recompensa.

—Servir a un alfa es un honor.

—Pues dado que eran los alfas los que se peleaban por los Uiba, más que ser un honor servir a un alfa, el honor era conseguir que un Uiba se uniese a ti —lo corrigió.

—Los alfas son lo más importante.

—No Hilmar. Los niños son lo más importante —lo corrigió mirándolo. ¿Acaso había olvidado algo tan básico?

—Sí, desde luego —asintió incómodo—. Pero en la sociedad de los lobos, los alfas son muy importantes.

—Lo sé, no haces más que repetirlo. Por suerte, yo no soy un lobo —añadió más bajo.





La familia de Nal ha sido odiada en Narg desde hace generaciones , pero Hilmar no tiene intención de explicar la razón. Lo cierto es que, si Dawi pensase un poco, lo sabría. ¿Alguien tiene alguna teoría con la que iluminar a Dawi?  👀

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