Declaración forzada
😊
🚨ATENCIÓN🚨
En este capítulo encontrarás escenas +18. Si no quieres/puedes leer este tipo de contenido, te invito a que pases a la parte tras el último banner +18. Para los demás, adelante 💖
El último capítulo Nal y Dawi se habían reconciliado, aquí sigue la conversación después de que Dawi se diese cuenta de algo 😌
—¿Qué haces? —le preguntó cuando sintió que empezaba a emitir feromonas.
—Son más de dos semanas después de hacerlo dos veces al día y aunque quiero parar, mi parte de lobo no admite excusas después de que hayas dicho que volvemos a ser pareja. Y no soy el único —añadió y él chasqueó la lengua, disgustado ya que tenía razón.
Ahora que su parte humana había llegado a la conclusión de que lo seguía considerando pareja, su parte animal quería reconstruir el vínculo lo antes posible y si bien no fue capaz de emitir sus propias feromonas, estaba reaccionando con mucha rapidez. Incluso podía sentir como se le empezaba a dilatar.
—Estúpido culo —murmuró irritado. Aquello era desagradable.
—¿Entonces podemos hacerlo?
—¿Me lo preguntas cuando estás llenando la habitación de feromonas hasta este punto? —le preguntó irritado—. ¿Qué harías si te dijese que no?
—Generar más feromonas —contestó Nalbrek haciendo que lo mirase.
—Me molesta que estés tan seguro, pero me molesta aún más que tengas razón. Estas feromonas me afectan demasiado rápido —se lamentó cuando Nalbrek lo cogió poniéndose encima—. No me digas que lo vamos a hacer aquí.
—Ir a la cama es una pérdida de tiempo.
—Mi espalda no opina eso.
—¿Prefieres darte la vuelta?
—Déjame que pruebe —le pidió girándose y en cuanto lo hizo, sintió como las feromonas de Nalbrek comenzaban a disminuir y su respuesta con ellas—. Sigue sin ser posible —negó girándose de nuevo quitándose los pantalones cuando al ver que Nalbrek estaba haciendo lo mismo se dejó caer hacia atrás cerrando los ojos mientras suspiraba. Aquello ya había entrado en él, varias veces, además, así que sabía que no debería existir problema. Aun así, no le gustaba verlo. Debería haber elegido una pareja con un tamaño más manejable, no un lobo. Una ardilla, una rata, una...— ¿Qué diablos haces? —le preguntó sorprendido sentándose cuando Nalbrek le metió un dedo.
—Necesito saber la situación después de dos semanas. Si estás lubricando de nuevo o no y hasta donde te podías dilatar.
—¿Y no podías preguntar?
—¿Preguntar hubiese servido de algo?
—¿Y avisar? —Y es que tenía razón, aquello no era algo que él controlaba, por lo que preguntar hubiese sido inútil.
—Tengo prisa y pensé que sería lo más rápido y efectivo.
—Hazlo de una vez —le pidió.
Cerró los ojos de nuevo tapándose la cara con los brazos sintiendo como Nalbrek le separaba las piernas y casi de inmediato sintió como comenzaba a empujar así que respiró hondo intentando relajarse. Por suerte, estaba junto a la chimenea y el eola, junto con las feromonas, hicieron que se relajase lo suficiente como para que pudiese entrar. Para haber pasado tanto tiempo, no se podía quejar, pensó, pero casi de inmediato se arrepintió cuando Nalbrek comenzó a crecer dentro de él.
—¿Podrías dejar de hacer eso?
—No –se negó Nalbrek—. En primer lugar, no es algo que pueda controlar, ya deberías saberlo.
—Lo sé, pero no me ayuda —murmuró apretando los dientes.
—Te mordería si pudiese, pero así no es posible.
—Por suerte, ahora morderme no serviría de nada, solo para añadir una herida más.
—Intentemos esto —le dijo quitándole los brazos de la cara.
—¿Qué te crees que haces? —exigió intentando soltarse sin conseguirlo.
—Esto —contestó Nalbrek bajando hasta que se encontró aplastado contra él.
—Respiraría muchas más feromonas si no fuese por el detalle de que no puedo respirar —protestó.
—Exageraciones.
—No son exageraciones y suéltame.
—¿Ahora que tengo la espalda curada?
—Como empiece a gemir, te morderé —le advirtió.
—Dime que es una broma —le pidió Nalbrek congelándose.
—Desde luego que es una broma, no quiero morir —replicó. ¿Qué loco haría sangrar a su pareja cuando todo estaba lleno de feromonas?—. Empieza —le pidió y es que estar así no era fácil.
—En seguida —asintió comenzando a hacerlo
Se quedó mirando el pecho de Nalbrek respirando profundamente mientras Nalbrek se movía cada vez con más fuerza cuando notó que sus caderas estaban trabadas de nuevo. Seguro que le dolerían después, se lamentó, pero se regañó ya que aquello era una buena señal. Su celo no parecía haberse visto afectado por aquellas dos semanas y eso era algo a celebrar. Por fin comenzó a dejarse llevar hasta que sintió como Nalbrek acababa y una parte de él se sintió aliviada al notarlo. El problema era la parte que no lo hacía.
—¿Podrías soltarme? —le preguntó Nalbrek.
—Esa frase, es mía —contestó y es que Nalbrek aún lo estaba sujetando de las muñecas.
—Me refiero a las piernas —le explicó Nalbrek y entonces fue consciente de que estaba rodeándolo con ellas, con fuerza, además—. Creo que es la primera vez que te quedas sin palabras —le dijo Nalbrek mientras él lo miraba demasiado sorprendido—. Me alegra saber que no era el único que quería estar dentro de ti de nuevo —le dijo abrazándolo.
—Tengo que cavar un agujero muy profundo para meterme. O, mejor, cruzaré el mar e iré a una isla desierta —murmuró y es que ¿qué se suponía que había hecho?
—No bromees.
—No bromeo. Mis instintos no dejan de tomar decisiones sin consultarme, ¿cómo se supone que voy a poder vivir así?
—Será nuestro secreto, tan solo...
¿Tan solo?
—¿Podrías soltarme? Porque es mejor que salga, pero tú no me dejas —respondió señalando el hecho de que aún lo estaba rodeando con sus piernas.
—Definitivamente, me mudaré a una isla desierta —decidió tapándose la cara con los brazos al sentir como le ardía.
A partir de aquí, ya se puede volver a leer 💖
Se golpeó la cintura con el brazo. Tal y como imaginaba, hacerlo en el suelo no fue una buena idea, por suerte, aquella mañana lo hicieron en la cama, lo que disminuyó el daño.
—Dau —lo llamó Mere.
—¿Qué? —contestó distraído. Había regresado a enseñar a los niños como trabajar el cuero.
—¿Por qué madre estaba enfadada contigo esta mañana?
—¿Y cómo quieres que lo sepa? —le preguntó él molesto sintiendo como la cara le ardía.
—Cuando le pregunté, madre dijo que anoche hiciste algo, algo malo.
—Yo no hice nada malo —negó.
—¿Entonces por qué está enfadada?
—Mis padres también lo están —intervino Liska—. Decían "ese estúpido zorro que no sabe controlarse".
—¿Y por qué es culpa solo mía? —exigió molesto y es que, para copular, hacían falta dos hasta donde él sabía. Era cierto que, según los rumores, los humanos lo hacían entre más, pero él no entendía de esas cosas.
—¿Qué hiciste? —insistió Mere.
—Nada.
—¿Y por qué estás colorado? —cambió la pregunta de repente.
—Mi hermana dice que, si estás colorado, es porque alguien te gusta —intervino uno de los niños más pequeños.
—¿Entonces te gusta alguien? —le preguntó Liska expectante.
—No. A mí no me gusta nadie —aclaró molesto.
—Pero madre dice que uno elige como pareja a la persona que le gusta y tú tienes pareja —murmuró Mere pensativo intentando hacer encajar aquellas tres informaciones.
—Padre también me lo dijo, que él escogió a madre como pareja porque era quien más le gustaba —asintió Liska y varios niños se unieron, comentando.
—Es... complicado —comenzó a explicar.
—¿Complicado? —preguntó Mere y, por su cara, supo que no se iba a conformar con una excusa, sino que seguiría hasta que estuviese satisfecho.
—Nalbrek me eligió a mí y yo no vi motivos para rechazarlo —intentó explicarles.
—¿Entonces, si alguien dice que le gusto, debo aceptarlo? —preguntó alguien preocupado.
—Desde luego que no, si no te gusta, puedes rechazarlo —respondió.
—Pero a ti no te gusta Nalbrek —le recordó Liska.
—No es que no me guste, mi parte animal lo aceptó y luego la humana.
—¿La parte animal puede obligar a la humana a aceptar a alguien? —preguntaron los niños con curiosidad.
—No, bueno sí. No es que la obligue, pero durante el celo, cuando... —comenzó, cuando se detuvo restregándose la cabeza, frustrado ya que ¿qué iba decirles a esos niños? ¿Qué se tomó una medicina que lo hizo sentir tan necesitado de una polla que aceptó la de Nalbrek como mejor opción? Imposible— Muy bien, me gusta Nalbrek, por eso lo acepté.
—Nunca pensé que te oiría decirlo en voz alta —intervino Nalbrek detrás de él haciendo que se levantase de un salto sintiendo como la cara le ardía.
—¿Qué haces ahí?
—Solo venía a buscarte y me alegro de haberlo hecho. Así he podido oírte.
—¿Dau nunca te había dicho que le gustas? —le preguntó uno de los niños curioso y Nalbrek negó.
—Nunca hasta ahora —confirmó—. Me gustaría que me lo dijese a mí, pero no creo que eso sea posible.
—¿Y si se lo dices? —le propuso una de las niñas casual.
—Desde luego que no —se negó. Si no fuese porque estaba allí desde el principio, se sentiría como en una trampa.
—¿Por qué?
—Porque soy un zorro —contestó.
—¿Los zorros no dicen te quiero a sus familias? —preguntó otro de los niños.
—Yo creo que le da vergüenza —dijo una de las niñas más mayores divertida.
—Pero son pareja, ¿por qué le iba a dar vergüenza? —preguntó su amiga.
—La abuela dice que hay que decir a la familia que los quieres —sentenció uno niño de unos tres años con la sabiduría que da escucharlo de alguien mucho mayor que él.
—¿Y por qué no se lo decís a él? —preguntó a la defensiva.
—A mí no me importa decirlo —replicó Nalbrek—. Tú me gustas. Todo el mundo lo sabe desde niños, que sabía que íbamos a ser pareja porque estábamos destinados
—Por favor, para —le pidió. ¿Qué era aquello?
—Y ahora que yo lo he dicho, es tu turno —añadió haciendo que él lo mirase molesto. Se estaba aprovechando de la situación. Estaba a punto de marcharse cuando al ver a todos los niños atentos supo que no tendría escapatoria. Aquellos niños no lo dejarían salir sin que respondiese.
—Yo también te quiero... como familia —le dijo por fin—. Después de todo eres mi pareja así que significas mucho para mí. Aunque hayas estado a punto de echarlo todo a perder —añadió.
—La declaración de Nalbrek fue mejor —se lamentó Liska.
—¿Acaso crees que es fácil? —le preguntó él molesto.
—Decirle a tu familia que los quieres, es fácil —asintió el mismo niño de tres años con el mismo tono. Estaba empezando a caerle mal.
—Madre dijo que no hay que burlarse de la gente cuando no pueden hacer algo, que todos somos diferentes —intervino alguien.
—Basta —exigió—. No me comparéis con un lobo como él. No es normal.
—Y si no es normal, ¿por qué te uniste a él? —le preguntó otro de los niños.
—Nalbrek, me gustas —le dijo rindiéndose. Sería más rápido.
Y así es como Dawi admitió que Nal le gusta. Como pareja. Y solo porque en esos momentos estaba desesperado y luego resultó no ser tan mala pareja. Sobre sujetarlo con las piernas, corramos un tupido velo por el bien de la paz mental de Dawi 😆
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top