Charla frente al fuego
Varios días después del desafortunado suceso que lo obligó a declararse, estaba con el humano frente a la chimenea bebiendo sopa de carne. No es que tuviese un interés particular en pasar el tiempo con un humano, pero era invierno, estaba nevando y en casa lo estaba esperando un lobo con mucho tiempo y energía por la reclusión invernal. Y no es que le molestase fortalecer su vínculo, no cuando sus instintos también le empujaban a hacerlo. El problema eran sus pobres caderas, ya que, en cuanto fue posible, él se dio la vuelta ya que era lo mejor para sus nervios y entre sus nervios y sus caderas, los primeros tenían preferencia por más que sus caderas hubiesen dejado claro todos los días su disconformidad. Por eso, cada vez que podía, se escapaba a la cabaña del humano con la excusa de ver cómo estaba y no regresaba hasta que sus caderas se recuperaban un poco. Un acuerdo que los beneficiaba a todos, excepto a Nalbrek.
Se volvió hacia el humano mirándolo con atención. Nada. ¿Sería mentira?
—¿Por qué no dejas de mirarme? —le preguntó Rishi algo irritado.
—Porque me preguntaba si ibas a llorar.
—Yo no lloro.
—Pero eres un humano —le dijo y Rishi asintió—. Y Hilmar mandó un mensaje confirmando que no regresaría hasta el final de la primavera —prosiguió y Rishi volvió a asentir apartando la cara—. Y es lo bastante importante para ti como para permitirle que te meta la po...
—¿Y qué tiene eso que ver con llorar? —lo interrumpió Rishi colorado.
—Bueno, todo el mundo dice que los humanos lloran cuando algo los pone tristes, así que pensé que llorarías porque Hilmar no va a regresar en varios meses.
—Los hombres no lloran.
—Pero cuando Hilmar se fue, no lo despediste porque estabas llorando.
—Solo fue esa vez. Y no estaba llorando.
—Hilmar también dijo que la primera vez que te metió la....
—Claro que podemos llorar, pero no se supone que lo hagamos por cualquier cosa.
—¿Tan poco te importa que Hilmar no regrese hasta la primavera, eso con suerte?
—Desde luego que no. Es tan solo que no debemos llorar solo por eso. Además, ¿cómo sabes tú que lloré cuando estuve con Hilmar? —exigió.
—Bueno, Hilmar estaba muy preocupado al verte llorar, ya que no es normal, así que fue a hablar con Sarnat, pero este no sabía nada de humanos, así que les preguntó a varias de las personas más ancianas de este pueblo, pero tampoco pudieron ayudar. Luego preguntaron a los de los pueblos de alrededor, pero nadie parecía saber si era algo malo y hasta qué punto, cuando alguien sugirió preguntar a las aves. Y las aves lo cuentan todo, así que...
—No creo que fuesen las aves.
—Ellas contribuyeron —le aseguró—. Si no, no hubiese sido posible que lo supieran los pueblos que están a un día de aquí en tan poco tiempo. ¿Por qué te ríes?
—No lo sé —contestó mirándolo cuando suspiró—. Todos lo saben.
—Si no querías que nadie lo supiese, deberías haberle dicho a Hilmar que no se lo dijese a nadie.
—Es que no imaginaba que se lo iba a contar a todo el mundo.
—Aquí nunca pasa nada interesante. Si no te aseguras de que cierren la boca, todos se enterarán.
—¿Entonces vosotros no lloráis? —le preguntó iniciando una conversación.
—No es que no lloremos, pero es muy raro.
—¿Cómo de raro?
—A las únicas a las que he visto llorar ha sido a las madres cuando pierden a un hijo muy pequeño —le explicó.
—¿Eso significa que nunca veré llorar a Hilmar?
—¿Ver llorar a un alfa? —negó con la cabeza—. Antes se arrancan los ojos.
—¿Nalbrek tampoco?
—Lo cierto es que sí que me puedo imaginar a ese idiota llorando —murmuró pensativo.
—Hilmar me dijo que habías decidido separarte de él, pero que, al final, cambiaste de opinión.
—Decidí seguir con la relación.
—¿Puedes cambiar de opinión cuando tienes una relación? —le preguntó Rishi con precaución.
—Hilmar no te ha explicado nada sobre eso, ¿verdad? —adivinó mirándolo.
—Nunca me explica nada —asintió, así que suspiró antes de volverse a la chimenea dando un largo trago a la sopa.
—Para nosotros, las relaciones son diferentes a como las concebís vosotros.
—¿Por qué empiezas todas las explicaciones así?
—Porque es verdad. Y ahora atiende, porque solo te lo explicaré una vez. Cuando nosotros elegimos una pareja, tanto nuestra parte animal como nuestra parte humana deben estar de acuerdo. Al menos una debe querer y la otra mostrarse neutral.
—Pero tú odiabas a Nalbrek —señaló Rishi, lo que le valió una mirada asesina de su parte. No quería que le recordasen ciertas cosas—. Perdón —se disculpó acobardado.
—Una vez que comenzamos la relación, se empieza a forjar un vínculo —comenzó de nuevo y al ver que, aquella vez, Rishi mantenía la boca cerrada, continuó—. Crear un vínculo requiere tiempo y energía, es cierto que no todos los vínculos son igual de fuertes, por ejemplo, los conejos son muy promiscuos y crean y rompen lazos con facilidad, por eso se les obliga a estar con la misma pareja.
—Eso no lo entiendo.
—Los humanos no sabéis nada —chasqueó la lengua, disgustado—. Los conejos, al principio de la relación son muy activos sexualmente, pero después, el interés en su pareja empieza a decaer con rapidez. Si se les dejase, romperían la pareja y formarían una nueva cada pocos años, volviendo a estar activos y tener más gazapos, repitiendo eso una y otra vez. Así que se les obliga a permanecer con la misma pareja como una manera de controlar su población.
—¿Y funciona?
—No tanto como nos gustaría, pero no hacerlo es peor. La cuestión —retomó el tema—. Es que, de igual manera que para los conejos es fácil, para otros animales es mucho más difícil y por lo tanto requiere más tiempo y energía.
—Por ejemplo, los lobos —adivinó el humano.
—Y los zorros. Somos reacios a crear una relación, pero somos aún más reacios a romperla. Por eso, aunque estaba tan molesto con Nalbrek por dejarme atrás como para que el separarme de él fuese una opción, mis instintos me obligaban a buscar una manera de arreglar las cosas para no echar a perder todo el trabajo que he hecho hasta ahora. Todos saben esto, por eso en todos los pueblos se obliga a las parejas a convivir juntas conscientes de que, en la mayoría de los casos, lo solucionarán al hablar.
—Como vosotros —Él asintió.
—Nalbrek es un poco complicado, pero no puedo quejarme ya que era algo que sabía cuándo lo acepté, así que decidí que le daría otra oportunidad.
—También escuché que le dijiste que te gustaba.
—Eso fue chantaje —le explicó molesto.
—¿Entonces no te gusta?
—Eso no es asunto tuyo —le advirtió belicoso.
—Es tan solo... —comenzó Rishi cuando se detuvo.
—¿Es tan solo? —lo azuzó.
—¿Vosotros decís cosas cariñosas?
—Depende del tipo.
—Los lobos.
—No. Ellos demuestran sus sentimientos llevándote a un lugar remoto para ponerte a salvo si sienten que estás en peligro, mordiéndote la nuca para que quede claro que eres propiedad suya y metiéndote la polla tan profundo como pueden —enumeró—. Si fueses hembra, te traerían montañas de comida, sobre todo cuando estuvieses embarazada, pero como eres macho, te tendrás que conformar con un poco menos. Pero decirte algo... —negó con la cabeza—. Hay más probabilidades de que se pongan a aullar como descerebrados a que te digan algo.
—Pero Nalbrek siempre dice que tú eres su pareja.
—Porque para él es un hecho, así que quiere asegurarse de que todos entienden que soy su pareja. Es como morder la nuca, solo que más irritante —le explicó.
—¿Entonces eso significa que vosotros no os enamoráis?
—¿Enamorarse? Desde luego que no, eso es peor que un celo estacional. Nosotros no nos enamoramos, nos unimos a nuestras parejas.
—¿Y cuál es la diferencia?
—Pues la misma que hay entre un desconocido a quien saludas por el bosque y alguien con quien te has criado desde niño como si fuese tu hermano. Nosotros construimos las relaciones para que duren para siempre, los humanos sois mucho más volubles.
—Pero a veces las parejas se rompen.
—Sí, hay tipos demasiado parecidos a los humanos.
—¿Como cuáles?
—Lobos y zorros, desde luego no. La mayoría de las aves, los osos, los mapaches suelen ser bastante leales también —enumeró pensativo—. Los más parecidos a vosotros son los conejos y las ardillas, los gorriones también tienen tendencia a cambiar de pareja —murmuró—. Aunque hay excepciones.
—¿Y todas las relaciones se basan en el celo?
—Claro.
—Ya veo —murmuró Rishi dejando caer los hombros, derrotado.
—¿Qué te ocurre?
—Yo soy un humano, y los humanos no basamos nuestras relaciones en el celo, sino en nuestros sentimientos —le recordó.
—¿Y?
—Eso significa que nunca podré tener un vínculo con Hilmar.
—Sabía que eras estúpido, pero he de admitir que me sorprende que lo seas hasta este punto —admitió admirado negando con la cabeza.
—¿Qué has dicho?
—Es.Tú.Pi.Do —repitió—. Un lobo decidió formar un vínculo contigo, eso significa que ese lobo no va a dejar de metértela bien profundo hasta que el vínculo esté consolidado, incluso cuando lo esté, seguirá varios días solo para asegurarse. Y en estos momentos Hilmar no solo es capaz de alejarse de ti para ir a cazar, te ha mandado un mensaje para decirte que no regresará hasta la primavera. Si eso no es vínculo fuerte, no sé qué es.
—Pero yo soy humano.
—¿Puedes andar?
—Sí.
—Entonces el vínculo está formado —repitió—. Es posible que tú no seas capaz de sentirlo, pero Hilmar sí. Por eso puede alejarse de ti. Y con que él lo sienta, es suficiente, Tú puedes seguir con esas tonterías humanas del amor, enamorarse y los sentimientos.
—Me molesta el tono en que hablas de las cosas humanas.
—A mí me molestas tú, y no me quejo.
—Hilmar quiere ir al pueblo de los lobos —comenzó en lugar de replicar. Al parecer no quería un enfrentamiento.
—Ciudad lo corrigió— Nunca te equivoques cerca de un lobo si quieres vivir.
—Ese lugar, ¿cómo es?
—No lo sé, nunca he estado allí —negó—. Lo único que sé es se trata del mayor orgullo de los lobos, que todos van allí al menos una vez en la vida para poder verla y que vivir allí dentro es un honor con el que sueñan todos los lobos dispersos. De hecho, cuanto más cerca estás de la ciudad más lobos encontrarás porque ese lugar es un imán para ellos.
—¿Tan importante es para ellos?
—Los únicos lobos que conozco que nunca han ido son Hilmar y Nalbrek y Hilmar se acercó mucho más de lo que debería a pesar de saber que era peligroso por esa atracción que sienten.
—¿Y Nalbrek?
—Estoy seguro de que lo siente también, aunque, como es tan raro, al parecer es capaz de evitarlo —improvisó. No iba a hablar de los asuntos familiares de Nal con nadie, mucho menos con el humano.
—¿Y dónde está esa ciudad?
—En unas montañas al este de aquí. Al parecer la ciudad está construida en cuevas, por lo que solo las familias que de forma tradicional tienen una casa pueden vivir allí, mientras los demás lobos viven en la base. Ah, y los habitantes de la ciudad suelen ser bastante orgullosos, incluso con otros lobos, como si el vivir allí dentro le otorgase un estatus superior. Cosas de lobos —le explicó haciendo un gesto despectivo.
—No parece un lugar fácil para vivir.
—Y no lo es. Tan solo en los pueblos más alejados de la ciudad se admiten a familias de otros tipos de animales, pero en la ciudad y sus alrededores, solo puedes entrar como invitado o como pareja de un lobo, pero esto último es muy raro. Vas a atraer mucha atención allí dentro, humano —le advirtió divertido.
—¿Debo preocuparme?
—Bueno, eres un humano en una ciudad de lobos, cualquiera en su sano juicio estaría preocupado. Pero si lo haces bien, no deberían matarte.
—¿Me podrías dar algún consejo?
—¿Hilmar no te ha explicado nada?
—Yo le preguntaba, pero al final siempre ocurría algo y acabó marchándose sin decirme demasiado.
—Solo quería metértela —adivinó.
—¿Podrías dejar de decir "meter"?
—No —se negó. ¿Cómo lo iba a llamar si no? ¿Conectarse mediante la polla de tu pareja?
—Dame algún consejo —le pidió.
—Yo no sé nada de los lobos.
—Pero sabes más que yo —replicó Rishi y él tuvo que darle la razón.
—Tan solo puedo decirte lo que haría yo si estuviese en tu lugar —le advirtió.
—Es suficiente.
—Veamos... Sería mejor que no hablases en las reuniones salvo para los saludos de rigor, pero si se trata de dar tu opinión hazlo mediante Hilmar. La opinión de alguien que no es un lobo, no será bienvenida. Sobre todo, de alguien tan débil como tú.
—¿No puedo hablar yo?
—Los lobos tienen una jerarquía muy fuerte y los que están abajo obedecen sin replicar a los que están arriba, es su naturaleza. La manera en que se organizan es muy compleja, ya que depende de cosas como su sangre alfa, su edad, quién sea su familia, su carácter... Para ellos es fácil, ya que lo saben de forma instintiva, pero para los demás es demasiado complejo, así que no intentes entenderlo, solo mantente en segundo plano e intenta no irritar a nadie.
—¿Y cómo sabré quién está por encima?
—No eres ni siquiera un lobo, así que todos están por encima de ti. Sobre la posición de Hilmar, hay muchas cosas, pero la más fácil son los ojos. Si se sostienen la mirada, es que están al mismo nivel, si no pueden mirar al otro, están por debajo, si alguien aparta la mirada, está admitiendo que el otro es su superior y, a partir de ese momento, no la volverá a levantar. Y si alguien que apartaba la mirada, de repente mira a la persona que tiene delante, aléjate tan rápido como te lo permitan tus piernas humanas, porque los lobos son muy territoriales y si alguien amenaza su estatus, una pelea está en ciernes y no es buena idea verse involucrado.
—Comprendo. ¿Entonces no debo mirar a nadie?
—Bueno, no eres un alfa, ni siquiera eres un lobo. Eres un humano al que se verán obligados a aceptar porque su pareja es un lobo que abandonó la ciudad hace mucho tiempo por una traición. Retar a otro lobo, sea quien sea, no me parece una buena idea, sobre todo porque, si te metes en cualquier problema, aunque sea de forma involuntaria, quien tendrá que hacerse cargo será Hilmar.
—Comprendo. No parece un lugar fácil para vivir —se lamentó.
—Sobre todo si no eres lobo, pero tú eres humano, así que vayas donde vayas, no serás bien recibido. El único lugar donde te aceptarían sería entre los humanos, pero Hilmar no podría vivir allí y dado que Hilmar tiene más posibilidades de protegerte en su ciudad que tú de protegerlo a él en una ciudad humana, no te queda más remedio que buscar una manera de adaptarte.
—¿Vosotros iréis también a la ciudad de los lobos?
—¿La verdad? Espero que no. Yo no soy capaz de quedarme callado y metería a Nalbrek en demasiados problemas y este no parece tener ningún interés. Pero no puedo descartar que vayamos alguna vez. Los lobos parecen sentirse atraídos por ese lugar y existe la posibilidad de que, algún día, quiera ir —le explicó—. No es que me apetezca, pero...
—¿Y dejar que vaya solo?
—No —se negó. ¿Cómo iba a dejar que su pareja se marchase solo?
—Realmente te gusta Nalbrek.
—Es mi pareja, no tiene nada que ver con gustar —le advirtió.
—¿Sabes? Al principio pensaba que te gustaba Hilmar.
—Porque así era. A mi parte humana le gustaba Hilmar, pero este te eligió a ti y mi parte animal eligió a Nalbrek.
—¿Y eso a Nalbrek no le molesta?
—¿Molestarlo por qué?
—Porque primero elegiste a otro.
—¿Y? —le preguntó sin entender deteniéndose para mirarlo.
—¿A vosotros no os molesta ser el sustituto de alguien?
—Sí.
—¿Sí? —repitió Rishi cogido por sorpresa.
—Claro. ¿A quién le gustaría ser usado como sustituto de otra persona?
—Pero tú has dicho...
—Creo que no lo entiendes. A mi parte humana le gustaba Hilmar, pero nunca di el paso. Por el contrario, cuando llegó el momento de elegir a mi pareja, mi opción fue a Nalbrek. Es cierto que estaba irritado al principio porque a mi parte humana no le gustaba ese lobo raro, pero ahora entiendo la razón por la que mi parte animal prefirió a Nalbrek sobre Hilmar: es mucho mejor compañero para mí. Después de todo los gustos humanos son muy volubles.
—¿Por eso Nalbrek no está molesto?
—No tiene por qué. Yo lo elegí e hice un vínculo con él, no con otro. Ese idiota dice que desde el principio lo llamé a él, así que...
—¿Lo llamaste? —le preguntó Rishi sorprendido.
—Sí, bueno —murmuró—. Como sea. Con quien tengo un vínculo es con Nalbrek, Hilmar solo es un amigo ruidoso que no hace más que pedirme favores. De hecho, no termino de entender por qué me gustaba. Lo único destacable es lo rápido que es.
—Según me dijo Hilmar, os conocéis desde niños.
—Desde que llegó aquí.
—¿Y no lo echarás de menos cuando se vaya? —inquirió haciendo que se detuviese por un momento.
—Mentiría si dijese que no, pero el destino de las personas que no son pareja, es separarse tarde o temprano. Tal vez por eso quería formar un vínculo con él, porque no quería perder a mi mejor amigo —añadió más para sí mismo que para el humano—. Pero mi vínculo es con Nalbrek, así que no puedo hacer nada. Además, no es como si no fuésemos a volver a vernos, sé dónde va a vivir y él sabe dónde vivo, por lo que podemos ir a vernos cuando queramos, incluso tengo entrada libre en la ciudad gracias a que mi pareja es un lobo —añadió más animado—. Las decisiones tienen consecuencias, eso es todo.
—Eso es cierto —murmuró Rishi perdiéndose en sus sentimientos.
—¿Tú no echas de menos a ningún humano?
—Para ser sincero, no. La única persona a la que estuve unido desde niño fue a Hilmar, todas las personas a mi alrededor eran peligrosas o se volvían peligrosas después de un tiempo en aquella casa. Creo que por culpa de mi padre, y mis hermanastros no fueron diferentes. Allí nadie trataba a los demás como si fuesen personas, solo como medios o juguetes, así que era difícil sentir algo por alguien. Y la gente que nos conocía nos evitaba por eso. Hilmar fue la excepción y cuando mi padre me vendió a un hombre igual que él, fue aún más evidente que no le importaba a nadie. Por eso escapé y por eso no quiero regresar. Es cierto que aquí no me aceptan, pero donde me crie era aún peor.
—Los humanos estáis locos.
—No todos, pero mi padre sí. Cuando era pequeño me preguntaba si él era así o si se volvió así por culpa de mis abuelos, que le daban todos los caprichos, pero después decidí que no me importaba la razón y que solo quería alejarme de él. Por desgracia, mi padre nunca nos proporcionó una educación ni una formación para ganarnos la vida, yo aprendí a leer y a escribir gracias primero a mi madre y después espiando a varias personas y robando libros de mi padre. Creo que nos prohibía aprender cualquier cosa para que así no pudiésemos oponernos a sus deseos al ser dependientes de él.
—Pero tú escapaste.
—Por la situación y porque pensé que Hilmar me estaba esperando. Si no, no creo que hubiese podido huir.
—Tu historia es muy complicada, humano —murmuró.
—Yo también lo creo. Pero ahora estoy aquí, con Hilmar, y haré todo lo posible por seguir con él.
—Eso es bueno —asintió mientras seguía con la comida.
—Gracias por venir a cuidarme —comenzó después de un momento de silencio—. ¿Sabes? Pensé que lo rechazarías.
—¿Rechazarlo?
—Por estar molesto conmigo.
—Desde luego que estoy molesto. Tengo que venir aquí a pesar del frío que hace, pero eso fue idea de ese lobo y yo acepté, así que no puedo culparte.
—No hablo de eso.
—No hablas de eso —repitió las palabras pensativo.
—Los problemas en el pueblo fueron culpa mía y que te secuestrasen también —añadió a media voz.
—Eres asombroso —admitió admirado.
—¿Asombroso?
—Cada vez que pienso que no poder ser más idiota, tú logras sorprenderme.
—Estoy intentando disculparme —le advirtió Rishi molesto.
—¿Disculparte por qué?
—Por lo que pasó.
—¿Y por qué deberías disculparte por lo ocurrido? Es cierto que no deberías haber hablado de algo que no entendías, pero eso es responsabilidad de Hilmar también. Si ese lobo irresponsable hubiese pasado menos tiempo metiéndote la polla y más tiempo explicándote cosas, nada de eso hubiese pasado. Pero no. Ese lobo decidió volcar su líbido de años en unas pocas semanas y ahí tenemos el resultado. Además, lo que dijiste estuvo fuera de lugar, eso es cierto, pero los problemas entre los herbívoros y nosotros no son culpa tuya, no cuando los tenemos desde mucho antes de que tú nacieses y seguirán mucho después de que hayas sido olvidado. Los herbívoros solo buscaban una excusa y si no hubieses sido tú, habría sido otra cosa la que habría provocado una pelea. Las relaciones en los pueblos como estos son complicadas y siempre hay un problema por generación que sirve para eliminar a los elementos más molestos.
—Pero todos dicen que es culpa mía.
—¿Y? No es una votación. Tú fuiste la excusa que ellos buscaban, no la causa, así que, aunque estaba molesto contigo por hablar cuando no entendías nada, hace ya varios meses de eso. ¿Cuánto tiempo se supone que tengo que estar molesto con alguien por hablar sobre lo que no debía? Estar enfadado es aún más irritante.
—Pero los humanos que te secuestraron...
—¿Los humanos que me secuestraron? ¿Acaso tienes algo que ver con ellos?
—No. Pero te capturaron porque te peleaste con la gente del pueblo por mi culpa.
—Yo pensaba que era por culpa de los conejos, que no saben cuándo cerrar sus bocas de igual manera que no saben cuándo meter la polla en los pantalones. Y un poco mía por ser impulsivo —añadió más bajo—. Pero solo un poco.
—Pero yo soy un humano, como ellos.
—¿Y? Hay un zorro ladrón cerca de la frontera y nadie viene a echarme la culpa de lo que hace ese inútil. ¿Por qué debería enfadarme contigo cuando llevas ya aquí un año y los humanos sois mucho más que nosotros, por lo que es difícil que lo conozcas?
—¿Entonces no estás molesto conmigo?
—Ya te he dicho que sí, que no me gusta tener que salir con frío de mi casa. Aunque, a veces lo agradezco —admitió a regañadientes.
—¿Sabes? Yo estaba muy preocupado por si estabas enfadado por lo ocurrido, pero Hilmar me dijo que no tenía motivos ya que no estabas molesto. Me alegra saber que tenía razón.
—Yo solo me enfado cuando alguien me hace algo. Y tú no me hiciste nada. Solo demostraste ser un inútil humano descerebrado con la boca demasiado grande que habla sin pensar sobre cosas que no entiende. Nada más.
—Gracias. Creo.
—De nada.
Creo que es la primera vez que se habla de la ciudad de los lobos 😊
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