Cena en la ciudad

—¿Aquí es dónde me río o en realidad estás hablando en serio y hay algo que no entiendo?

—Es de verdad y ya lo has oído todo —contestó Rishi acobardado.

—Bueno... Entonces, mi respuesta es no.

—Dau —le pidió.

—No —repitió.

—Pero la familia Rod me encargó que fueses presentable a la fiesta.

—No.

—Si no lo haces, se enfadarán conmigo por no ser capaz de cumplir mi papel en la manada. Es la primera que la familia de Hilmar me pide algo, no puedo fallar —prosiguió al borde de las lágrimas y él lo miró.

—Muy bien lo haré, pero bajo mis condiciones —le advirtió.

—Como sea estará bien.

—Entonces trae hilo, aguja y todo el cuero de Hilmar. Ese lobo estúpido me debe mucho más de lo que voy a llegar a usar.

—Dau... —comenzó Rishi inseguro.

—Ahora —gruñó.





Entró en la habitación con grandes zancadas a la vez que balanceaba distraído la cadena avanzando entre los lobos, que se detenían en sus conversaciones para verlo quedando la sala poco a poco en silencio sin que a él le importase lo más mínimo. Demasiado olor a lobo, por suerte, sabía dónde estaba Nalbrek por su conexión, siendo fácil situarlo.

—Nal —lo llamó al verlo por fin rodeado de lobos. Y lobas.

—Dau —contestó mirándolo cuando se detuvo—. ¿Qué es eso?

—Pues resulta que tienen una ropa que la pareja de los alfas deben usar en las reuniones y es esta. La cadena es un regalo que le hacen a los invitados que no son lobos —añadió.

—Dau, ven conmigo ahora mismo —exigió Hilmar apareciendo de la nada para cogerlo comenzando a arrástralo.

—Enseguida regreso —le aseguró a Nalbrek mientras era arrastrado.

—¿Se puede saber qué has hecho con la ropa? —le preguntó en cuanto lo llevó a un rincón apartado molesto.

—¿Hacer? —respondió fingiendo no entender mientras se colocaba bien la manga—. Ponérmela, como me dijo Rishi.

—¿Y cómo ha acabado así?

—Con tijeras, aguja, hilo y un poco de trabajo —le explicó.

—Dawi...

—¿Qué? Esta es mi ropa, ¿no es cierto? La ropa que debo usar al ser pareja de un alfa, ¿cierto? Pues es lo que estoy haciendo.

—¿Qué ocurre? —intervino Nalbrek acercándose.

—Lo que ocurre es que... —comenzó cuando se detuvo—. ¿Y Rishi?

—Venía conmigo, pero se quedó atrás.

—Dawi...

—¿Qué? Es culpa tuya por obligarle a llevar esa absurda ropa.

—Espera aquí —le advirtió Hilmar marchándose molesto.

—¿Qué pasa? —le preguntó Nalbrek sin entender.

—Que esta tarde Rishi vino a verme con esta ropa y esta cadena y me dijo que debía usarlas, la ropa por ser tu pareja, la cadena, por no ser un lobo. Así que, como quiero ser un buen invitado, lo he hecho —añadió balanceando la cadena.

Aquellos lobos cobardes mandaron a Rishi para que él usase esa cadena, seguramente porque sabían que él les arrancaría la cabeza, así que en lugar de hacer un espectáculo que no serviría de nada, hizo dos muñequeras de cuero y enganchó la cadena a una de ella, de tal manera que podía girarla con la mano para romperle la cabeza a cualquiera que se acercase demasiado.

—Dawi, se supone que tu ropa es así —le advirtió Hilmar que se acercaba con Rishi, el cual llevaba puesta una túnica celeste que le llegaba hasta el sueño tan estrecha que apenas si podía andar y con mangas tan largas que no dejaban salir las manos.

—Sí, claro. Como si yo fuese a ponerme algo así —rechazó.

Desde que vio aquella cosa, supo que estaba pensaba para limitar los movimientos así que hizo algunos cambios. En primer lugar, cortó la falda en tiras para poder mover las piernas con libertad, y cortó desde la muñeca al hombro una de las mangas, que ahora llevaba atada a la altura del hombro, la otra manga no se la había puesto y colgaba perezosa por su espalda. También se hizo un cinturón de cuero del cual colgaban piezas rectangulares hasta casi el suelo. Aquel cinturón valía una fortuna y él pensaba llevárselo como compensación por tantas tonterías, así como las muñequeras.

—Incluso llevas tu ropa debajo —se lamentó su amigo.

—Lamento desilusionarte, pero hoy no hay linda piel de zorro que ver —se disculpó guiñándole un ojo.

—Para los lobos, las tradiciones son muy importantes —le advirtió molesto.

—Entonces perfecto, porque yo no soy un lobo —le recordó deteniendo el balanceo de la cadena.

—Como se esperaba de alguien como tú, no eres capaz de entender lo que son las tradiciones —terció una voz y, al mirar, vio al mismo chico que estuvo en la reunión de aquella mañana.

—Hilmar, deberías haberme dicho que en esta cena iban a participar niños —le advirtió.

—¿Quién es un niño? —exigió el chico molesto.

—Por favor, esto es una fiesta de celebración por el regreso de Nalbrek —intervino Asdis acercándose

—Visita. Esto es solo una corta visita —la corrigió él haciendo hincapié en "corta".

—Desde luego. Por cierto, había escuchado que hiciste algo interesante con la ropa que se te proporcionó y veo que es cierto —continuó mirándolo con una falsa sonrisa.

—No me gusta que limiten mis movimientos —asintió.

—Y, desde luego, eso no lo hace. ¿Y si comenzamos la cena? —prosiguió Asdis en voz más alta para todos—. Ya es hora de celebrar la llegada de nuestro Nalbrek —anunció cogiendo el brazo de este—. Perdón, tu Nalbrek —se corrigió deteniéndose para mirarlo.

—Me alegra saber que eres capaz de recordar lo que te dijeron esta mañana —la alabó sin perder la sonrisa.

—Desde luego, ¿vamos? —le preguntó a Nalbrek dándole la espalda a él.

—Ve con Rishi y procura no meterte en problemas —le advirtió Hilmar.

—Claro, mama gallina —contestó y Hilmar lo miró molesto antes de seguir a Nalbrek y a Asdis junto con parte de los invitados de la sala—. Imagino que esto significa que no voy a cenar con Nalbrek —murmuró.

—No podrás —confirmó Rishi a su lado—. Todos estamos divididos según nuestro estatus en la manada y comemos en salas diferentes.

—Entonces guíame —le pidió.




Decir que la comida fue aburrida, sería poco. Rishi lo llevó a una sala silenciosa donde se sentaron los dos a un lado de una larga mesa y Rishi sacó unos cubiertos de su ropa comenzando a comer sin mirar a nadie mientras los lobos que estaban sentado hacían comentarios sobre los humanos comiendo con cubiertos antes de comenzar a hablar en voz baja entre ellos, pequeños grupos que se miraban con desdén, como si estuviesen compitiendo entre sí, aunque él no estaba muy seguro de compitiendo en qué. Y lo peor es que los olores que llegaban de las otras salas eran mucho mejores que el que desprendía aquella carne seca, por eso, en cuanto acabó la cena, se levantó dirigiéndose a dónde estaba Nalbrek por segunda vez aquella noche, encontrándolo rodeado de mujeres que se encontraban más o menos cerca y, aunque en condiciones normales, estaría molesto porque alguien intentase usar sus feromonas con su pareja, en aquel caso no lo estaba por una razón: Nalbrek tenía que respirar para tranquilizarse con regularidad para no hacer una tontería. Cuando le dijo que solo podía pensar en él, nunca pensó que era algo tan literal. Nalbrek sentía tal rechazo por aquellas mujeres, que la mayoría se alejaba de él y solo algunas se esforzaban en ignorar sus instintos.

—Nal, voy a conseguir algo de cenar, ¿vienes? —lo llamó ignorando a los demás.

—¿No has cenado? —contestó Nalbrek sorprendido.

—¿Te haría esa pregunta si lo hubiese hecho? —le preguntó él a su vez.

—No es posible que no te hayan dado nada de comer —terció Gulbran, líder de la familia Brun. Al parecer era el turno de su familia de estar cerca de Nalbrek.

—Sí, me han dado algo para cenar, pero soy un carnívoro y necesito carne —le explicó con paciencia.

—¿Acaso, como invitado, no sabes que uno no debe quejarse de lo que te dan? —intervino Kyell molesto.

—Sí. Y también me enseñaron que, como anfitrión, debía asegurarme de que mis invitados estuviesen cómodos y comiesen adecuadamente. ¿Acaso aquí no enseñan esa parte?

—Creo que hay una confusión, esa no es comida para los invitados, es la comida de las parejas de los alfas —lo interrumpió Asgveir molesto.

—Así que esa es la comida que los alfas cazadores de Narg consiguen para sus parejas. Interesante —asintió con la cabeza mirándolo—. ¿Y bien Nal? ¿Vienes? Estoy seguro de que podemos cazar algo decente en menos de media hora en el bosque.

—Te agradeceríamos que no te llevases al invitado por el que se celebra la cena antes de que acabe —intervino Asdis acercándose con una chica en cuyo perfume estaba mezclado eola con feromonas y, de inmediato, vio como Nalbrek arrugaba la nariz de disgusto antes de volver a una expresión neutra.

—Y yo agradecería poder tener a mí pareja de regreso después de pasar todo el día sin verla.

—¿No eres capaz de estar sin él ni siquiera un día? —se burló Aksel.

—Desde luego que no. Nosotros tenemos una cosa llamada vínculo y hay que fortalecerlo, pero no te preocupes, cuando crezcas lo suficiente, tus mayores te lo explicarán. Con detalles, además —prosiguió condescendiente mientras Aksel se ponía rojo—. Por esto no deberían dejar a los niños despiertos hasta tan tarde —se quejó suspirando teatral—. ¿Y bien? ¿Puedo llevarme a mi pareja de esta agradable cena en la que se me mostró las dotes de caza de los lobos de Narg o debo esperar a que mi estómago haga más ruido? —le preguntó a Asdis.

—Desde luego, nunca nos interpondríamos entre un lobo y su pareja —contestó Asdis.

—Muy amable. Vámonos Nalbrek, tengo hambre y cada vez que mi estómago protesta me pongo de peor humor. Además, si no damos prisa, tendremos tiempo para que me la metas al menos dos veces antes de regresar sin tener que preocuparme porque mis feromonas empalmen a toda la ciudad —le dijo cogiéndolo del brazo y arrastrándolo hacia la salida—. No solo no pueden conseguir carne jugosa para el único invitado que tienen, sino que intentan que mi pareja se excite sin mis feromonas... —murmuró negando con la cabeza mientras salía.





—Los has llamado malos anfitriones, los has llamado malos proveedores y los has llamado malos cazadores en su cara. Todos en esa ciudad te odian.

—No me preocupa. Te tengo a ti para defenderme —le recordó mientras avanzaban por el bosque.

—Creía que comprendías que no tengo nada que hacer contra una ciudad.

—Y no lo tienes, pero estaba cansado de todas esas tonterías. ¿Acaso no se supone que los lobos son buenos cazadores? ¿Que los alfas proveen al resto de la manada? ¿A sus parejas? ¿Entonces qué ha sido lo que nos han dado esta noche?

—Según me han dicho, antes cada uno se ocupaba de su propia familia, pero ahora todos colaboran en un fondo común para la manada que es distribuidos entre todos según sus necesidades.

—Claro. Por eso mientras que de la habitación de los alfas salía el olor a la carne fresca, sus parejas comían carne seca de hace un par de meses. Porque solo los lobos alfas necesitan comer buena carne —asintió—. Nal, vámonos. Están locos.

—Solo tres días más —le pidió Nal.

—Pero...

—Mañana iré a una reunión y me darán permiso para ir al cementerio —le aseguró.

—¿Y si te mienten?

—Si me mienten, nos iremos de inmediato.

—Bien —aceptó a regañadientes—. Por ahora, vayamos a cazar —le dijo deteniéndose y comenzando a quitarse la ropa.

—Si esperases aquí, te traería algo —le aseguró imitándolo.

—Lo sé, pero he pasado todo el día encerrado en ese lugar y quiero correr un poco —le explicó sin detenerse—. ¿Vamos? —le preguntó poniendo las cosas a salvo y, cuando Nalbrek asintió, ambos cambiaron a su forma animal perdiéndose por el bosque.





Dawi y su capacidad de hacer amigos   😌😏

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top