parte única
──Escribiría un Creepypasta con tu cara ahora mismo ──comentó Jihyo con una mueca de preocupación en su rostro, a su lado, Sana yacía con la cabeza echada sobre la mesa mientras sus ojos se desviaban a la pared en blanco de la cafetería, con pocos ánimos se limitó a suspirar sin decir una sola palabra. ──, te ves peor que la mierda. ¿No volviste a dormir?
Sana negó casi de inmediato y cerró sus ojos con dificultad, ardían y se sentían pesados, estaba en una ardua batalla entre si debía o no bajar sus párpados para disfrutar de un par de minutos de sueño, pero temía por caer en una profunda siesta y revivir las pesadillas que la atormentaban desde hace varias semanas.
──No, y nunca más volveré a hacerlo.
──Eso es prácticamente imposible, te vas a morir si no descansas como es debido. ──la reprochó Jihyo ya un poco angustiada sin perder esa preocupación en su voz. ──¿me puedes contar de qué van tus pesadillas? quizá y encontramos una solución a ello.
Y luego de unos cuantos segundos dudando, Sana asintió y levantó su cabeza, haciéndole frente a la coreana. Pese a que llevaban un buen rato en ese establecimiento y Park vio la cara de su amiga, visualizarla una segunda vez solo la aterrorizó más de lo que esperaba; su rostro estaba pálido, ni una expresión se dibujaba y sus ojos se veían prácticamente grises, las largas jornadas de insomnio habían hecho su trabajo al dejarle unas muy notables ojeras bajó sus párpados inferiores, mientras que los superiores solo se caían esperanzados en el momento oportuno para cerrarse y por fin descansar.
"Perturbador" era la única palabra con la que Jihyo se asociaba.
──Oh Sana, te ves terrible. ──acunó la mejilla contraria, sus cejas se contrajeron frunciéndose. ──vamos, cuéntame sobre esos sueños tuyos.
Sana parpadeó un par de veces y bajó la mirada, centrándose en la madera estampada de la mesa. ──me encuentro encerrada en un lugar extraño, todo es oscuro y lo único que logran escuchar mis oídos son susurros inentendibles... Luego, veo a lo lejos a una mujer desconocida, tiene una silueta muy linda pero su rostro no se distingue, siempre se pasea a mi alrededor de una manera particular, como si estuviera tratando de lograr algo. Me siento muy incomoda de no saber qué pasa, siempre es la misma pesadilla todas las noches.
──¿Y la mujer que dices, jamás ha interactuado en otras maneras contigo?
Sana lo piensa un poco, tratando de recordar, pero simplemente le es imposible, en su cerebro solo vagaban las misma imágenes que había descrito con anterioridad. Así que solo niega.
Jihyo suspira. ──deberíamos investigar tus sueños y conocer su significado, o bien hablar con un psicólogo sobre ello.
Sana vuelve a negar al escuchar la última sugerencia, no quería que su amiga cargara en una responsabilidad con ella. ──no, el psicólogo no. Te prometo que voy a tratar de recobrar el sueño, tal vez con estos cuatro días que no he dormido, la pesadilla se haya esfumado. ──agarró ambas manos de la menor entre las suyas y las acarició, su rostro por fin cambiaba su forma, una pequeña sonrisita fue en sus labios y una risa incómoda emitió.
La coreana arqueó sus cejas, para nada convencida. ──Sana, no creas que soy fácil de manipular, y tú intento es pésimo. Te vas a dejar ayudar, quieras o no.
──Pero Hyo...
──No, "Hyo" nada. ──inquirió la menor más firme. ──Ya es suficiente, te estás haciendo un daño al no dormir, te aseguro que las vitaminas de tu cuerpo no asoman ni por izquierda ni derecha.
──No quiero hacer perder tu tiempo. ──dijo Sana con pena y la voz débil. Un bostezo se escapó y se disculpó al notar que no cubrió su boca, Jihyo negó por esto, no creía que fuera grosero, puesto que ya estaba bastante agotada.
──No lo haces, lo hago por voluntad propia, porque eres mi amiga y te quiero mucho. Causas miedo de solo verte así, y lo digo en mal plan.
Sana rió por el comentario.
──Quiero que hoy te duermas, y si vuelves a tener los mismos sueños, me debes contar.
La japonesa, algo dudosa, aceptó. En ella solo quedaba la esperanza de que su teoría fuera cierta, y que, gracias al fuerte insomnio al que se sometió durante cuatro días, aquellos escenarios tétricos se hayan desvanecido. Solo así existía la posibilidad de volver a conciliar el sueño como antes.
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Al llegar a su casa, Sana no hizo más que echarse en el mueble y quedar estática mirando el blanquecino techo. La tarde aún era larga, todo estaba ordenado y tampoco tenía ganas de comer algo, por lo que no le quedaba nada más que holgazanear.
En seguida, escuchó su teléfono timbrar en un notificación, lo tenía frente suyo en la mesita de centro así que lo tomó y bajó la barra para ver de quién se trataba.
Era Jihyo. Suspiró sin ánimos.
Dedujo con obviedad que trataría sobre su falta de descanso y el sueño. Apreciaba mucho la preocupación de la coreana, pero no quería sentirse una carga por algo que ella misma escogió para no atormentarse durante las noches. No podía mentirse, moría por echarse bajó la felpa de su cobija y amasar su cráneo sobre las almohadas de su cama, cerrar sus párpados y hundirse en un profundo sueño, pero de solo pensar en volver a encontrarse con aquella figura misteriosa y femenina le asustaba un poco.
Desde muy pequeña fue alguien que se consideraba valiente, además de escéptica en cuanto a temas paranormales y terror psicológico, no creía en entidades tan al aire, sin embargo, desde que era protagonista en aquellos escenarios oscuros su mente se inclinó a creer en lo siniestro.
Y por otra parte, tenía mucho miedo de caer loca; quizá sean etapas ciegas de una clara esquizofrenia y ni ella lo sabía hasta ese punto.
Eran apenas las tres de la tarde, las ventas estaban abiertas dando paso al resplandeciente brillo del sol, de todas formas, sus ojos se achicaron al recibir la luz al máximo de su teléfono. Soltó un quejido.
Finalmente abrió el mensaje.
Sana soltó un largo suspiró por la terquedad de su amiga, después de todo no podía insistir en residir pues conocía lo permanente que era Jihyo cuando se trataba de ayudar a los demás.
Optó por volver a contarle sobre la mujer en cuestión.
Al final, Sana hizo caso a su amiga.
El reloj marcaba las cuatro y veinte de la tarde, se fue a dar una ducha y se cambió la escandalosa chompa por una bata más cómoda y se echó en la cama.
Por supuesto, no fue complicado cerrar sus ojos y sumergirse en el sueño, cuatro días de un agotador insomnio era exagerado pero lo suficiente para hacerte caer al primer intento de dormir.
Su cuerpo se relajó y su respiración dejó de ser pesada, pasó a ir a un ritmo más automático y con éxito y se hallaba sumida en el sueño profundo.
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No tenía idea de cuánto tiempo llevaba ahí, vagando por la oscura habitación, curiosa, no un rayo de luz era visible y el ambiente era tenso, siendo la única dentro de ese sueño pero a la vez se sentía observada, no por una sino por muchos otros ojos. No podía voltearse, había algo que se lo impedía.
Se mantuvo en la caminata sin rumbo alguno y esperando llegar a un destino si es que de verdad lo había.
De pronto, una mano ajena se posó sobre su hombro, su piel se erizó por lo fría que estaba y en un instinto por miedo su respiración se contuvo, sus pies ya no andaban y tampoco podía moverlos, como si aquella presencia fuese el causante de controlar sus movimientos.
──¿Quién... está ahí? ──con valentía quiso voltear su cabeza, pero no podía, entonces solo movió sus globos oculares de reojo para mirar con dificultad a lo que fuera estaba a su lado.
Fue lo suficiente para darse cuenta de que era aquella figura femenina y misteriosa. Por primera vez estaba interactuando físicamente con esta. Miedo podía ser un sentimiento para describir un encuentro así, pero la realidad era otra para Sana, mucha curiosidad la abordaba, ansiosa por saber de qué era capaz ahora esa entidad, puesto que la ha tocado y ni una palabra salía de sus labios, ni un sonido era emitido.
Un pesado respirar rozó por su nuca, haciéndola estremecerse.
──Eres muy linda. ──inquirió la entidad, y pegó su nariz al cuello de la japonesa, olfateando con brusquedad. ──y tienes un aroma espectacular. Hermosa.
La sangre de Sana se congeló al instante. Nervios, muchos nervios la invadieron. Aquel ser la olfateaba con lentitud y se quejaba de manera sugestiva.
Pero lo que hizo su cuerpo brincar de la impresión, fue sentir como aquella mujer la tomaba del cabello dándole un mejor acceso a su cuello, donde pasó rápidamente la lengua antes de plantarle un beso.
La japonesa reaccionó de inmediato. ──¡Espera! ──de manera imprevista, Sana se alejó, rompiendo la estática y haciéndole frente a la misteriosa figura.
Sus ojos se abrieron en grande al presenciar por primera vez la apariencia de la entidad.
Atractiva. Demasiado.
Parpadeó un par de veces y frotó sus ojos, le costaba creer si era una ilusión o producto de la fantasía lo que estaba viendo.
Una mujer alta y morena que vestía un largo vestido rojo vino, su muslo izquierdo iba al descubierto y su cabello caía en una cascada tan roja como la sangre. Esos profundos ojos negros se mantenían fijos en ella, y cayó en cuenta de que la mujer sonreía con cinismo, sin perder su seductor encanto.
──¿Q-quién eres? ──preguntó Sana desconcertada. ──te he visto muchas veces...
──¿Ya no te gustan mis besos? ──replicó con tristeza y un puchero la más alta.
Sana frunció el ceño. ──eso no fue lo que te preguntó. ──agarró más valor, ya hostigada de todo.
──Responderé cuando tú lo hagas, dulzura. ──espetó ésta retando a la japonesa.
Sana ladeó su cabeza; la mujer era atrevida y socarrona.
──Yo... no lo sé.
──Ya no te gustan. ──dijo la morena intensificando su puchero.
Sana estaba confundida. ──¿"ya no me gustan"? ¿a qué te refieres? ¡no me has dicho tu nombre!
La extraña sonrió y caminó dos pasos más hasta la más baja, impidiendo que la contraria escapase la sostuvo con firmeza de la cintura. Sana en un principio intento forcejear, pero era inútil, la morena era más fuerte que ella.
──No es la primera vez que nos vemos, Sana, nos estamos reencontrando luego de mucho tiempo, pero tú simplemente huías. Eso me dolía mucho, dulzura.
──Cuál es tu nombre. ──interrogó nuevamente Minatozaki.
──Tú lo sabes. ¿O también lo has olvidado?
──¡Deja de hablarme así! ──y empujó a la mujer bruscamente cuando tuvo la oportunidad. ──no sé quién demonios seas, no eres nada más que un producto de mi imaginación... ──exclamó la japonesa. ──pronto despertaré y te habrás ido. Y-yo debo estar entrando en locura. ──su voz pasó a quebrarse y supuso que estaba apunto de sollozar por no tener idea de lo que se refería la entidad. Todo era confuso, y escuchar a la morena la ponía más angustiada.
La pelirroja suavizó su semblante y acunó el rostro de la chica entre sus manos, obligándola a mirarla. ──cariño, soy Tzuyu, tu súcubo deseada.
Sana frunció el ceño y sintió como su cuerpo caía fuertemente al suelo.
El estruendoso sonido de la alarma encerrado en la habitación la abrumó y a regañadientes intentó alcanzar el móvil para apagarlo.
Sus quejidos se hicieron más al tocar su brazo derecho, el cual soportó el peso de la brusca caída.
──Mierda. ──miró la pantalla del móvil. Diez de la noche.
Planificó la alarma para que la despertase en media hora luego de su siesta, tal parece que el sueño pesado hizo su efecto. Y durmió más de seis horas.
Si se lo cuenta a Jihyo tal vez se sienta orgullosa de ella.
Se levantó del suelo verificando por última vez que tenía mensajes de su amiga sin leer y que fueron enviados mientras dormía.
Caminó hasta el baño y encendió el foco, recibiendo la luz. Se miró al espejo.
Su cabello estaba hecho un desastre, tan alborotado. No se dio cuenta de que había sudado, así que ojeó desde la puerta su cama; las sábanas estaban igual de desordenada y destendidas.
Abrió el grifo y se agachó para lavar su cara, así aprovecho para mojar su cabello y peinarlo impecable. Suspiró y volvió a verse al espejo, hasta que lo vio.
Allí estaba, la marca del beso que la mujer había dejado en su sueño.
Ese simple beso había pasado la barrera que separaba su mundo y el de los sueños.
Imposible. Pensó renegando.
Buscó una toallita de la estantería e intentó quitarlo. No salía.
──Qué... ──desconcertada dijo. Era solo tinta para los labios y sin embargo se rehusaba a quitarse. ──esto es imposible.
Tragó en seco y volvió a su habitación, echándose de golpe sobre la cama. Agarró su teléfono y verificó los mensajes.
Sana curiosa presionó el link dirigiéndose a la página citada.
Allí se desplazó un extenso párrafo con la supuesta información acerca de las "súcubos".
Sus ojos se ensancharon al leer una párrafo donde explicaba una de las desventajas de tener contacto con estos demonios.
«Al mantener relaciones sexuales con estas entidades, estás dando paso a que la misma pueda absorber tu energía mediante el coito como un pago al dejarte estar con ella; es muy probable que durante las primeras sesiones o las próximas, al despertar de un sueño aparezcas con moretones, rasguños y uno que otro golpe, esto se debe a la brusquedad del encuentro, sin embargo, en otros casos, la súcubo puede dejar una marca que solo ella haya decidido plantar en ti. Muchas veces, las súcubos pueden terminar obsesionándose con el humano al cual sirven y termina siendo muy difícil deshacerse de éstas, por esto no es recomendable caer en sus juegos o profundizar en su conexión.»
──El beso...
Sana cerró el navegador y volvió al chat con Jihyo.
Sana se acomodó mejor en la cama, y abrió la cámara tomándose una foto donde claramente reflejaba el beso marcado en su cuello, el rojo carmesí de este resaltaba como si de un tatuaje se tratara, muy dudosa y avergonzada presionó el botón de enviar para que Jihyo la viera.
Con frustración apagó la pantalla del móvil y lo echo a un lado suyo. Estaba confundida. Ella se aseguró de que esa marca estuviese lo suficientemente visible y aún así la menor decía no ver nada.
Vio de reojo el aparato y de un impulso lo tomó abriendo otra vez el chat.
──No puede ser... ──se dijo a sí misma al ver cómo la foto que ella misma tomó y en la que hace solo unos minutos verificó el beso de la súcubo, se había esfumado misteriosamente. ──estaba ahí, qué pasó...
Sacudió su cabeza, dejando otra vez el celular. ──estoy perdiendo la cabeza. ──rascó sus uñas en su sensible cuero cabelludo, importándole poco el dolor incómodo. Ahora estaba más que convencida de su locura y delirios. ──debo dormir, debo dormir... ──se paró a apagar las luces, caminando con cautela en la penumbra hasta su cama.
Se escondió dentro de las sábanas para conciliar el sueño nuevamente. Está dispuesta a evitar a toda costa caer nuevamente en esos escenarios y encontrarse con la presencia de esa demonio.
Pero tal parece que los planes que aquel espectro femenino y tentador, eran muy distintos a los que ella tenía.
Se sentó de golpe sobre la cama y parpadeó mínimo unas cinco veces, acostumbrando su vista s la oscuridad de la noche. Su habitación, tan vacía y fría como de costumbre, únicamente ella ahí dentro, con la ventana abierta y la escasa luz de la luna cubierta por la neblina entraban por esta. Un extraño viento helado se adentró en el cuarto y Sana se cruzó de brazos debido a la repentina tensión del momento.
Levantó un poco la vista y la dirigió hasta la esquina derecha de la habitación, donde antes había acomodado una silla mecedora por sus tiempos libres. Y entonces la vio, a esa mujer de cabellos rojos, sonrisa dulce y ojos penetrantes, tan negros como el cielo de media noche. Vestía nuevamente ese vestido escotado y muslo revelador, pero ahora era negro, jugando en conjunto a sus ojos y resaltando su cabello rojizo. Estaba de piernas cruzadas, observándola atenta.
¿Qué hacía en su habitación? ¿Logró pasar al mundo real?
──¿Qué estás haciendo aquí? ──cuestionó indiferente y algo malhumorada. Ya no tenía miedo, portaba el coraje suficiente para enfrentarla y no dejarse caer en la tentación de aquel demonio sexual.
──Se supone que debo ser un secreto, Sana. ¿Por qué me estás exponiendo ante tus amistades? ──reclamó la súcubo, nuevamente con ese semblante de víctima.
──¿Tzuyu dices llamarte? ──la otra asintió. ──pues mira, no eres nada especial como para tenerte escondida, me estás atormentando y yo jamás pedí que vinieras.
Tzuyu arqueó su ceja con ofensa, y se paró de la mecedora para caminar hasta la cama de la japonesa, sentándose en el borde. Cómo ahora Sana no temía se quedó en su lugar, sin retroceder o bajar la mirada, por más amenazante que resultará la apariencia alta de la súcubo.
──Minatozaki Sana, veintiocho años y pidiendo perder su virginidad por envidia a sus amigas quienes ya lo habían hecho. Tú me llamaste a gritos cuando tenías los veintisiete, jamás te quejaste y acorde a tu mente yo solo soy producto de un sueño más ──la morena llevó una mano hasta el hombro desnudo de la japonesa, haciendo círculos con su frío pulgar. Sana se estremeció por el toque. ──pero te obsesionante tanto conmigo que me imaginabas cada noche, cada siesta, inclusive llegaste a verme cuando te desconectabas de este mundo.
──Eso no es cierto.
──¿Sufres de Alzheimer? Deja de ser tan testaruda, yo vine porque tú así lo quisiste, sin embargo, optas por hacer que nunca me has visto... Porque yo...
Y la súcubo dejó de hablar, un silencio oscuro fue lo que dominó la habitación.
Sana intrigada la miró.
──¿Tú qué?
Tzuyu la miró fijamente, la expresión en su rostro era un dilema. Había algo que quería admitir y le daba mucha lástima decirlo.
──Háblame. ──insistió la japonesa. ──y de paso, explícame como es que pasaste al mundo real, tú eres solo un sueño, es casi imposible que estés aquí.
La súcubo suspiró. ──no estoy contigo en este momento, no físicamente, sino en tu sueño. Estamos es tu mente, Sana.
──¿Cómo? ──replicó la japonesa confundida y miró a su alrededor. Le parecía difícil de creer, todo parecía tan real y normal, cómo era posible que se tratara de un simple sueño.
──Yo también me obsesioné contigo, Sana. No pensé obsesionarme tanto con una mortal, pero tú eres muy especial... ambas tenemos una fuerte conexión.
──N-no... eso no puede ser, tú eres una entidad inexistente. ¡Debes dejarme ahora!
──Por eso finges tratarme como un simple demonio desconocido, no quieres quedarte atrapada conmigo. ──el semblante de Tzuyu se volvió más gris y decepcionante. ──por favor, déjame demostrarte por qué me anhelas tanto como yo a ti, quiero que veas y pares de hacerte la tonta conmigo. Estoy cansada de rondarte cada sueño sin obtener nada.
──¿A qué te refieres?
──Ese beso ──la morena tomó el rostro de la japonesa entre sus manos y lo acercó a escasos centímetros del suyo. ──no sifue nada más que una muestra de lo perdida que estoy contigo, no quiero que dejes de pensar en mí. Tenme en tus sueños siempre.
Finalmente, la súcubo unió sus labios sellando en un beso, que en un principio no fue correspondido por una insegura Sana, pero que a la par le siguió en su baile.
Un suspiró se escapó de los labios de la japonesa, la súcubo mordió el labio inferior de la contraria quién gimió en respuesta abriendo su boca, en esa oportunidad la morena la volvió a besar metiendo su lengua, iniciando una frenética batalla ─y algo brusca─ con la humana.
Sana recobró la conciencia, tomando en cuenta lo que estaba haciendo con Tzuyu. La estaba besando apasionadamente, y lo disfrutaba en absoluto.
──N-no, espera... ──tartamudeó cubriendo su boca después avergonzada. Tzuyu contorneo sus labios con la punta de de su lengua expectante, y con una sonrisa. ──no sé si esto está bien.
──Lo está, para esto estoy hecha. Solo déjame hacerte experimentar la divinidad del sexo y lo magnífico que es vivirlo.
──Esto no es real, solo es un sueño.
──Basta de decir eso. ──Tzuyu tapó su boca ya harta de escucharla. ──disfrútame, déjame disfrutarte, dulzura.
Quitó su mano llevándola hasta la nuca contraria, atrayéndola rápidamente en un beso apresurado. Sana incluso se sorprendió abriendo sus ojos, pero le fue inevitable no seguirle la corriente. La morena quitó la cobija que cubría a la chica y la echó a un lado. La japonesa la agarró por la cintura una vez sintió como ésta inclinaba su peso sobre ella, dejando que se acueste.
──T-Tzuyu ──pronunció con dificultad en medio del beso, la súcubo emitió un sonido negando.
La más alta dejó de besarla, repartiendo sus besos por la cara de la humana, bajando por su cuello, lamiendo con su tibia lengua cada punto sensible en la zona, ganándose leves suspiros de satisfacción de la japonesa.
Con sus manos intrusas se adentró por debajo de la blusa de esta, recorriendo su piel tibia con la punta de sus dedos, estremeciendo a la chica y sintiendo como los músculos de su vientre se tensaban por el toque. Pudo tocar un pecho desnudo bajo la tela de la prenda y suavemente masajeó el pezón.
──Oh... ──inquirió Sana bajito al sentir como su seno era masajeado por los dedos finos de la súcubo. Mientras tanto, su cuello era lamido y chupado por esa boca demoníaca.
Tzuyu sintió como estos se pusieron erectos con facilidad, así que se separó y de un solo tirón se deshizo de la blusa pijama, exponiendo el torso desnudo de la humana. Sus senos redondos caían sobre su pecho a cada lado y sus rosados pezones estaban duros de la excitación.
Se acercó sin pensarlo y los lamió, sosteniendo de la cintura a la más baja, está había arqueado un poco su espalda por la interrupción ya esperaba a sus pechos.
──Mmh, Tzuyu.
Sana no entendía por qué la súcubo estaba yendo tan deprisa con todo, sus lamidas iban con apuro y sus manoseos fríos iban al mismo ritmo. En seguida, la morena se levantó y quitó su vestido, revelando su esbelto cuerpo bronceado, era fácil distinguir aunque fuera en la noche oscura. Sana tragó fuerte al verla, al parecer la entidad no optó por llevar nada que cubra sus partes.
──¿Ya extrañabas verme así? ──preguntó burlona Tzuyu, acercándose a ella otra vez. ──te vas a arrepentir por atentar con apartarme de ti, te aseguro que luego de esto me pedirás disculpas, y yo estaré gustosa de aceptarlas, dulzura.
"Dulzura, dulzura, dulzura..." Cada que se refería a ella coqueta siempre la llamaba por este apodo.
La morena llevó su manos a la pretina del short de pijama y lo tiró, bajándolo por sus muslos muy sugestivamente junto a su pantie. En eso, Sana se sintió más extasiada y ansiosa que nunca, sentía su corazón latir a mil, su pecho cosquillea nervioso y entere sus piernas palpitaba con anticipación su centro, ella ya lo sabía. Sabía que su entrada chorreaba fluidos muy lista para ser profanada por la súcubo de una vez.
──Mira que preciosa estás, ya quiero probarte. ──halagó Tzuyu escaneándola de pies a cabeza, deleitándose con lo que la vista le proporcionaba. ──abre esas piernas para mí, amor. ──mandó con voz gruesa, inconscientemente la japonesa obedeció, abriendo sus muslos y dejando ver su ya mojada vagina. Se apoyo mejor sobre sus codos, quería observar con mejor detalle lo que iba a pasar.
La morena mordió su labio inferior, llevó su cabello detrás de las orejas y en seguida se acomodó entre las piernas de la humana, quedando cara contra la dulce entrepierna de la contraria, muy hambrienta por probarla después de mucho. Pasaron cuatro largos días encerrada en una eterna oscuridad, más allá de los pasados sueños donde la humana se hacía la vista gorda y decía temerle, que no la conocía y solo se trataba de otro demonio de pesadilla.
Por favor, ella estaba ahí para hacerla ver las estrellas y eso haría, le hará saber por qué la solicitó en un principio hace ya un año, y desde entonces no pudieron despegarse de la otra.
──Te voy a comer muy bien, y luego te voy a follar como tanto te gusta, dulzura.
Con sus manos abrió más los muslos de la japonesa, dando mayor exposición a su coño, notó como este palpitaba y goteaba excitado. Entonces, pasó la punta de su lengua en presionados círculos por el centro de esta.
Sana cerró sus ojos al sentir el invasivo músculo deslizarse en circunferencias sobre su botón sensible.
──Ah, Tzuyu~ ──pasó saliva cuando una corriente se soltó desde su centro y corrió a través de sus muslos hasta sus pies. Las uñas de la súcubo se clavan en la piel de sus piernas, ella atrapó el pequeño nervio entre sus labio y lo chupo fuertemente creando un obsceno sonido mojado, finalizando con un tirón que sacó un quejido de la japonesa. Frunciendo su ceño gemía.
Con esto podría decirse que confirmaba en un porcentaje la teoría de que las súcubos eran algo bruscas en sus encuentros.
La pelirroja quitó una mano y llevó dos de sus dedos hasta la boca, cuáles lubricó con saliva antes de introducirlos lentamente en la entrada de la humana. Sana parecía algo asombrada de que Tzuyu metiera dos dedos de golpe y no esperarse a prepararla con uno. Tal cual, sus paredes internas ahogaban los dedos largos de la morena.
──Oh, sí, así... ──jadeó Sana, sumida en la excitación de ser comida y penetrada a su vez. Mientras la súcubo aumentaba el ritmo de sus embestidas con la mano, su lengua torturaba el pequeño clítoris, y sus uñas no dejaban de arañar las piernas contrarias, Sana solo se dejaba follar, y de vez en cuando reprochándose por romper su plan inicial: No reencontrarse con la entidad y caer en su juego de tentación.
Pero, todo era tan bueno que nada más se rindió. Prefirió disfrutar el momento y quizá luego hablaría mejor con la súcubo.
Su vientre comenzaba a cosquillas y las piernas le temblaban como gelatina, iba a correrse muy pronto.
──Estoy por venirme... T-Tzuyu, ah~
──Vamos preciosa, vente en mi boca, lléname de tus jugos. ──el sensual tono de la atractiva mujer encendió más a Sana.
No aguantando más y terminando en la boca y dedos de la morena. Está sonriente y orgullosa pasó su lengua por todo su mojado coño, un sabor agridulce que disfrutó beber.
El pecho de Sana subía y bajaba con la respiración agitada. Creyó que todo terminaría ahí una vez consiguió un orgasmo oral. Pero se equivocaba.
Las manos grandes de la súcubo la tomaron una vez más por los muslos, subiéndola un tanto, vio cómo cruzó sus piernas con las de ella, soltó un jadeó al inesperado contacto de ambos coños mojados.
Tzuyu, quién ya no perdía tiempo en su encuentro, comenzó a moverse, creando fricción entre ambos centros mientras se frotaba a un ritmo más calmado.
──¡A-agh! ──fue un gemido, casi queja por parte de la japonesa, su vagina aún no se recuperaba del reciente orgasmo de la salvaje comida y la súcubo ya estaba dio el siguiente paso.
Su ceño estaba fruncido y su mandíbula apretada, la expresión en el rostro de la morena era casi igual, su boca abierta permitiéndose gruñir con éxtasis y jadear el nombre de la humana.
──Se siente tan bien, mmh~ ──dijo ma súcubo con una sonrisa, que se borró tan pronto sintió como sus piernas empezaban a temblar.
──V-voy a correrme, otra vez... Tzuyu~
──Lo sé dulzura, yo también e-estoy a punto... ¡Ah!
Sabiendo esto, ejerció más fuerza en su agarre a las piernas de la japonesa y aceleró el ritmo en sus caderas, intensificando el roce entre ambos coños. Sana gimió más alto y pronto la solitaria habitación fue un coro de jadeos, gemidos y gruñidos gracias a ellas.
──¡Mierda! ──jadeó en alto Tzuyu al sentir su coño correrse junto al de la japonesa.
──¡Mhg! ──gimió Sana, espasmos la invadieron de pies a cabeza. Ganándose el segundo orgasmo de la noche.
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──No me apartes de ti. ──suplicó la súcubo entrelazando sus dedos con los contrarios.
──Lo lamento, no fue mi intención.
──¿Eh?
──Pronto despertaré, no tengo idea de qué hora es ──dijo la japonesa, suspirando. ──yo creí que si dejaba de dormir y te trataba como un demonio extraño, podía deshacerme de ti, pero fue imposible. En un principio supe que estaba mal hacer este tipo de cosas con una entidad sexual y... que prácticamente no existe ──miró a la súcubo, creyó que se pondría triste o parecido, pero ella se mostraba atenta. ──, por eso intenté romper la conexión y que te vayas, pero veo que fue en vano. Y me doy cuenta que ninguna puede dejar de obsesionarse con la otra. ──rió.
──Ya veo.
──Te veré más seguido por aquí. Y... Perdón nuevamente, por no dormir. Tengo unas ojeras horribles por eso.
──Te perdono, humana. Te aseguro que me tendrás aquí contigo para toda la eternidad.
Aquellas palabras pusieron los pelos de punta a Sana.
En cada encuentro, la súcubo robará su energía dejándola agotada una vez despierte, era un hecho, pero a este punto estaba más que apegada a la pelirroja que simplemente le importaba poco incluso si se lleva su alma al inframundo.
La súcubo la miró unos segundos más fijamente, y le sonrió antes de hacerle un ademán con su mano, indicándole que podrían dormir y así ella despertaría.
Sana le devolvió la sonrisa y obedeció. Sabía que al levantarse en el mundo real le esperaba un sin fin de cosas, y entre ellas acompañar a su querida amiga con el psicólogo. No iba a permitirse que cualquier tipo indagara en su mente y la condene a borrar de su memoria a la preciosa súcubo.
Quedó hechizada y de ley no tenía remedio alguno, su lazo con esa demonio estaba establecido.
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Aparezco 👹
¿Qué les pareció el one shot? Es la primera vez que escribo gxg y no g!p 🧏🏻♀️
Es la primera vez que escribo un os en un solo día y con la inspiración a tope jiji espero que les guste porque le puse algo empeño, vieron hasta semi au me mandé 🧘🏻♀️
Ah, un par de datitos:
1. La página web que aparece en una de las capturas no es real, me la inventé yo jsjskka así que no intenten ingresar en ella, pero si lo hacen me cuentan que tal ñwkeke
2. Las súcubo son la contraparte femenina dm íncubo, ambos son entidades sexuales que aparecen en los sueños, tal vez esto lo debí decir al principio por si se llegan a confundir, ya que he visto muchas veces en otras plataformas que a ambos los encasillan en un solo término, cuando no es así.
Bueno, me despido, gracias por llegar hasta aquí, tkm bebos <3
Bye bye ~ ♡︎
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