Capítulo 43
Y sí... Frank no volvió a ver a Gerard.
La mañana siguiente al altercado que ocurrió en la oficina, se encontró recogiendo sus cosas en cajas y llevando todo al camión de la mudanza. Se sentía muy sentimental y pasó parte de la mañana llorando, Ray intentaba consolar su corazón roto, pero entendía que Frank necesitaba desahogarse.
Estuvo más calmado cuando llegó a New Jersey. Ni siquiera fue a saludar a su familia, de hecho no era muy buena idea, por lo que solo llegó a su departamento y además no sabían que se devolvería tan repentinamente... bueno, él tampoco pensó que su regreso fuera así de rápido porque planeaba otras cosas... con ese idiota a su lado. Desgraciadamente nada de eso se dio y bueno, le tocaba avanzar solo.
Las semanas pasaron y pronto tuvo que contarles a todos que había regresado. Sus tías fueron las más interesadas en saber cómo iba su historia de amor con su jefe. él sintió la necesidad de ser honesto con ellas y contar cómo habían sido las cosas. Quizás pecó de ser muy abierto e incluso contar la infidelidad de Gerard, pero a esas alturas ya no le importaba. estaba muy seguro que sus caminos no se cruzarían nuevamente.
No se necesitaba ser adivino para saber la reacción de las tías y de la abuela de Frank. el fuego que salía de sus ojos podía verse a millones de kilómetros. las mujeres incluso intentaron planear una venganza, pero Frank les dijo que no era necesario, después de todo los golpes de Ray todavía no habían sanado... o eso pensaba.
La cosa con su madre fue bastante distinta. claro que estaba enojada, furiosa a decir verdad, pero prefirió no seguir avivando la llama de la venganza que sus tías y abuela traían. prefirió sentarse con su hijo una tarde en el patio de la casa cuando no había nadie y hablar con él. Las lágrimas no faltaron y ver a su bebé tan herido le causó tanto rechazo hacia ese idiota que jugó con él, pero aún así no quiso seguir alimentando ese resentimiento y odio que sabía que Frank tenía en su corazón. Prefirió aconsejarle que se de un tiempo para sanar, que se enfoque en su carrera y en hacer cosas que le permitan hacer el duelo más llevadero. Sabía que su hijo no necesitaba que nadie lo achaque por sus decisiones pasadas. Él tampoco veía el futuro como para haber sabido lo que iba a vivir.
Y pasaron esos meses donde el apoyo de su familia y amigos fue lo más importante. Su corazón estaba en paz y sentía que podía continuar su camino sin mirar atrás.
Sin embargo Gerard...
Gerard no estaba viviendo su mejor vida.
Ser ascendido a su nuevo puesto de trabajo era un logro más para su carrera. Su CV seguía alimentándose y se volvía un hombre mucho más importante. Desgraciadamente ese nuevo cargo lo tenía totalmente destruido. La cantidad de trabajo era mayor, el estrés era ridículamente excesivo y durante ese tiempo no tuvo muchos días libres a la semana por lo que inclusive su salud se vio afectada.
Aunque era muy injusto echarle la culpa solo al trabajo, la verdad es que Adam nunca dejó de ser un grano en el culo. Además de ese trabajo horrible, tener a ese infeliz haciéndole la vida imposible todos los días solo lo destruía más y más. Lo tenía totalmente tomado por los huevos y hacía de él lo que quería. Era su marioneta y su total juguete. Un día podían estar bien y a la mañana siguiente, Gerard estaba en una esquina de la habitación sentado en el suelo, llorando desesperado porque Adam empezaba con sus berrinches y escándalos innecesarios.
Genuinamente intentó dejarlo, pero su poco amor propio y el maltrato al que lo tenía sometido no dejaba que diera el siguiente paso. Gerard continuaba pensando en que Adam era el único hombre que iba a amarlo, pero no era capaz de ver qué ese ser narcisista solo se quería a sí mismo y que necesitaba destruirlo para sentirse bien.
Mientras tanto, Way solo encontraba un poco de tranquilidad mirando ese cuadro que empezó a pintar y que no terminó nunca.
No se había atrevido a preguntarle a nadie sobre él. Tampoco tenía a quien. Ray cortó todo contacto con él después de aquel día que le dio esa paliza. Dallon se limitó a responderle el saludo las mañanas en la oficina por mera educación y Bob... bueno, quizás Bob ya lo odiaba desde antes, pero después de lo que pasó parecía que lo encerraría en alguna oficina cuando tuviera la oportunidad para darle otra paliza. Entonces prefería mantenerse al margen, el morado del ojo no se le fue hasta después de unas cuantas semanas, las cuales tuvo que usar lentes oscuros en la oficina ante la mirada de todos sus colaboradores.
No mentiría, no diría que no lo extrañaba o que no le hacía falta. No diría que no pensaba en él en cada instante. Le costó admitir que fue un maldito cabrón, lloró muchas noches sentado en su estudio mirando ese cuadro sin terminar.
Mentiría si dijera que no lo necesitaba... pero tenía que joderse porque no lo tendría de vuelta. Adam siempre fue lo que el destino le preparó y Frank solo una probada de esa libertad que no merecía.
El transcurso de su vida se estancó y parecía más un retroceso. Un trabajo de mierda, un novio narcisista y nadie a quien contarle sus penas. Su familia volvió a alejarse de él, papá y Mikey decidieron dejarlo solo esta vez porque tampoco querían desgastarse mentalmente. Ellos hicieron lo que pudieron y bueno, Gerard tenía treinta y cuatro años. Era un adulto que debía hacerse responsable de sus decisiones.
Pero el día en que se hartó de seguir viviendo en ansiedad y depresión llegó.
Esa tarde luego de pelear por millonésima vez con Adam y de tener un colapso nervioso, su cuerpo actuó por sí mismo y caminó a su estudio. No entró en razón hasta que tuvo la paleta de colores y un pincel en la mano. Estaba frente al cuadro de Frank, con la necesidad de terminarlo en ese instante.
Cerró los ojos un momento, un par de lágrimas rodaron por sus mejillas al recordar la textura de su piel tintada, la suavidad de sus caricias y esos enormes ojos avellanas mirándolo fijamente con tanto amor... con todo ese amor que no supo valorar.
Tomó el pincel y se dejó ser. El color manchó el lienzo temblorosamente, extrañaba cada parte de él. Extrañaba sentirse vivo a su lado. Tres meses más tarde y seguía llorando arrepentido de sus acciones, fustigándose por ser ese idiota que hizo sufrir al amor de su vida. Bien dicen que nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde... Gerard perdió a un gran tipo y no lo tendría de regreso nunca más.
—¿Ya dejaste de chillar como una niña? —Adam entró a la habitación sorprendiendo al pintor.
Después de la pelea que tuvieron, Adam se fue y dejó a Gerard teniendo una crisis en medio salón. Según él, Way hacía esos berrinches porque era un niño malcriado que pedía atención a gritos, pero no se daba cuenta que el niño berrinchudo era otro... Así que al regresar al departamento, pensó encontrarlo aún en esa esquina y no pintando un cuadro de su ex. La sangre le hirvió y no esperó ni dos segundos para correr hasta él y quitarle las pinturas de la mano.
—Adam-
—Cállate. Eres un cabrón. ¿Desde cuándo llevas engañándome? Nunca dejaste de querer a ese don nadie, ¿cierto?
—Yo no-
—No me importa lo que tengas que decir, hijo de puta. A mi me debes respeto por todo lo que he hecho por ti, por cuidarte y amarte como nadie jamás lo hará. Eres un malagradecido y no mereces que me desviva por ti. Y este —señaló al cuadro— nunca volverá a ti, porque nunca te amó. Jugó contigo y te quiso por mero interés. Gerard, eres un maldito idiota y siempre lo has sido. No merezco esto. No merezco esta falta de respeto.
El corazón de Gerard dio un brinco cuando Adam estampó los colores en el lienzo sin terminar. Con odio lo tomó del caballete para romperlo mientras Way intentaba detenerlo. Terminó en el suelo, de rodillas pidiéndole que parara, rogándole que dejara de hacerle daño, pero fue peor porque Adam estaba tan furioso que se desquitó con las demás obras del pintor.
Cuando se sintió más tranquilo y vio a Gerard hecho un ovillo en el suelo dejando su llanto correr libremente, se paró a su lado y luego se colocó cerca de su rostro.
—Nunca vuelvas a hacerme enojar así. Espero que esto sea una lección de la que no se te olvide.
Entonces dejó a Gerard hecho un desastre tirado en el suelo. Ni siquiera le tembló la voz para lanzar su último dardo. Tampoco sentía una pizca de arrepentimiento o algo por el estilo, el tipo no tenía sentimientos ni siquiera por el hombre que según amaba y poco le importaba dejarlo destruido.
Pero eso fue lo que hizo que Gerard abriera los ojos al fin y se doblegara ante su propio ego. Juró no pedir ayuda cuando Ray lo golpeó y Mikey se puso de su lado, pero ahora su hermano era el único que podía darle una mano para salir de ese infierno aunque no lo mereciera por todo el daño que hizo.
Tomó el celular y marcó a su hermano, este no contestó. No quiso preocupar a su padre quien tampoco quería saber mucho de él, así que volvió a marcar. La voz de Mikey en la línea fue ese aire fresco que necesitaba. Inmediatamente el llanto le ganó y no podía responderle a Mikey quien preocupado supo que su hermano no estaba bien.
El cansancio y el dolor de cabeza que se hizo presente rato después, le hizo quedarse dormido en esa posición. Solo los gritos de Adam y Mikey le despertaron, su hermano llegó a rescatarlo.
—¿Gee? —una voz por el pasillo dijo su nombre y él se levantó del suelo. Al salir, encontró a su hermano y novio pelear cerca de la puerta de su estudio.
—Regresa al estudio —ordenó Adam señalando, Mikey le bajó la mano del tirón y volvió a gritarle.
—¡Maldito enfermo! No voy a dejar que sigas matando a mi hermano. Recoge tus cosas, te vienes conmigo —le dijo a Gerard. Adam caminó hasta quedar frente al pintor.
—Das un solo paso y juro que vas a arrepentirte —amenazó Lazzara—. Ni que se te ocurra moverte.
—Vete a la mierda, Adam. Deja a mi hermano en paz.
Mikey tomó de la muñeca a Gerard y lo jaló consigo hasta la salida. Adam caminaba tras ellos gritando improperios, pero esta vez el pintor se dejó guiar por su hermano.
—¡Cruzas esa puerta y no me vas a volver a ver jamás, Gerard!
—¡Eso es lo que quiero! ¡Necesito dejarte porque me estás matando, Adam! ¡Te aprovechas de mi! Siempre lo hiciste y supiste como manipularme para que esté a tus pies. No puedo más, no quiero seguir aquí y sé que no vas a dejarme en paz hasta que regrese a ti, pero ya no te quiero... dejé de quererte hace tiempo. No voy a regresar y espero que pronto desalojes mi departamento. Ya no quiero verte nunca más.
Adam sonrió engreído. estaba convencido de que Gerard regresaría...
Pero una vez cruzó la puerta del departamento de Mikey y se encontró con Bucket y Kutsy, Gerard supo que estaba a salvo y que no regresaría nunca más con él. Finalmente se dio cuenta que Frank era un tipo muy sabio y siempre supo amarse a sí mismo y debía hacer lo mismo aunque no estuviera seguro cómo hacer aquello.
A la semana de haber salido de esa prisión, se sintió con la capacidad suficiente como para sentarse frente a su padre y hermano para pedir perdón. Sus decisiones erróneas le pasaron factura, pero estaba dispuesto a remediar todo el dolor que provocó por dejarse manipular por Adam. El daño que le hizo a Donald y Mikey aun calaba profundo, pero ellos ya no pudieron ser tan crueles como para continuar con aquella distancia que marcaron después de ver que cayó nuevamente en las garras de Adam. Gerard se arrepentía de herir a quien lo quería, aprendió la lección de la peor manera y solo buscaba redención.
Una tarde cuando Mikey regresaba del trabajo junto a Ray, encontraron a Gerard en el salón hecho un mar de lágrimas nuevamente. Bucket estaba en el sofá con él y Kutsy dormía sobre sus piernas. No pudo disimular el llanto, la depresión también lo asfixiaba y aun la terapia a la que se obligó a asistir no lo ayudaba como debía. se disculpó con su hermano y caminó a la habitación que llevaba ocupando casi un mes. Dejó entrar a las perras y cuando estaba dispuesto a cerrar la puerta, Ray le detuvo y preguntó si podía entrar.
Gerard asintió avergonzado, Ray le sonrió levemente y pasó. No cruzaron una sola palabra desde aquel trágico día en el que el del afro no toleró más los comportamientos de Way y le dio una paliza. Era un poco extraño tenerlo de frente y a solas, le daba mucha pena que lo viera tan destruido, pero él mismo se lo buscó, ¿no?
—¿Cómo sigues? —preguntó sentándose en la cama, Gerard tímidamente caminó hacia él y se sentó un poco lejos.
—Todos los días lloro y me siento como la mierda, pero mejor que hace unas semanas.
—Me alegra escucharlo.
—Sé que no debo preguntar ni recordarlo, pero ¿Adam ya se fue de mi casa? Quiero regresar ya.
—No se me permite darte esa información. De eso se trata el contacto cero.
—Ya, pero es mi casa, Ray. ¿Hasta cuándo va a estar ahí metido? Voy a tener que llamar a la policía o algo.
—Tú no te preocupes por eso, tu padre y hermano se están encargando de ese asunto. Lo importante es que no vuelvas a mantener contacto con él.
—Voy a tener que regresar a trabajar en algún momento, no vas a poder reemplazarme durante mucho tiempo más.
—Gerard... Está todo bien. Los jefes entendieron que necesitas un tiempo para recuperarte. Además en poco ese idiota se va a ir. Lo voy a enviar lo más lejos posible sin opción a retorno.
—Gracias, Ray.
—Descuida.
—¿Sabes? Ya tuve la oportunidad de pedirle perdón a Mikes y a papá. Voy a aprovechar ahora para decir que siento haber sido un idiota contigo. He reflexionado sobre todo y realmente me merecía la golpiza que me diste. Me dejé llevar por el resentimiento y el dolor. Me cegué e hice cosas que no debí. Lo siento tanto.
—No voy a negar que sentí demasiada satisfacción al partirte la cara —respondió burlón, Gerard esbozó una sonrisa—. Fuiste un maldito hijo de puta y no pensé que podrías ser así. Me da mucha pena que nuestra amistad de años haya acabado de esa manera.
—Y a mí —se retiró una lágrima que corría por su mejilla—. Te extraño mucho, la verdad, pero entiendo que no quieras volver a ser mi amigo. No lo merezco.
—No digas eso. También ese cabrón te jodió más. Ese es el verdadero monstruo de esta historia. Nada más que decir.
—Supongo que sí.
—Solo me hubiese gustado ver su cara cuando encontró su auto todo destrozado —soltó una risita, Gerard abrió los ojos sorprendido.
—¡No recordaba eso! Diablos, fue horrible. Primero me encontró apaleado en la oficina y se cabreó porque no quise acusarte y luego cuando bajamos al estacionamiento hizo un escándalo al ver el auto golpeado. Joder, fue una mierda.
—En mi defensa, tengo que decir que no fui yo. Yo solo di la idea.
—Oh, ya veo...
Hubo un silencio incómodo. Podía deducir por aquello que había sido Frank el autor de dicho delito y no sabía cómo sentirse con ello porque era incómodo reconocer lo lastimado que el de ojos pardos estuvo como para llegar a ese punto.
—¿Has sabido de él? ¿Cómo está?
—¿Frank? —Gerard asintió—. Lo vi hace unos días, salimos a cenar. Está bien. En unas cuantas semanas se gradúa. Se notaba estresado por su sustentación, pero lo hará bien.
—Me alegra mucho saberlo.
—Sí... él... él ha sabido llevarlo. Creo que el apoyo de su familia le facilitó el proceso de sanar. Ha estado ocupado con muchas cosas, ha dedicado su tiempo en salir y conocer gente, creo que eso le ha servido para olvidarse de ti.
—¿Está s-saliendo con alguien más? —preguntó preocupado, Ray negó.
—No que yo sepa. No creo que quiera una relación ahora mismo. No han pasado más de seis meses desde que ocurrió todo este desastre, dudo que tenga las intenciones de conocer a otra persona.
—Seis meses son suficientes como para que se quiera dar otra oportunidad con alguien más —respondió ansioso. Ray negó.
—Lo conozco más que tú, sé de lo que hablo. Ahora... que tenga un follamigo es otra cosa.
—No estás ayudando, Ray —el castaño rio.
—Jódete, es lo que mereces.
—Ya lo sé. —suspiró—. Necesito hablar con él. Quiero disculparme. Todos los días pienso en él y en todo el jodido daño que le hice, Ray. Lo extraño tanto, lo necesito un montón. Ayúdame a verlo, por favor.
—No, amigo. No puedo hacer eso.
—¿Por qué?
—Gerard, estás en la mierda. Lloras en cada esquina y te lamentas por haber cometido tantos errores. Está bien que reconozcas que fallaste, pero hombre, no es tan fácil como llegar con unas flores baratas, chocolates y unas disculpas sosas a ese tipo al que le rompiste el corazón perversamente. Frank estaba desecho, se tiró dos semanas llorando en su cama. Era un jodido zombi y te juro que nunca lo vi así anteriormente. Lo mataste, Gerard. Frank es un tipo que brillaba en cualquier lado que estuviera y esa luz se apagó cuando hiciste de su vida una tortura. A penas está volviendo a ser él y no voy a dejar que lo lastimes de nuevo.
—No sabes cuánto me arrepiento de eso. Me di cuenta muy tarde que él me amaba de verdad y que yo no valoré aquello. No fui honesto, no quise contarle tanta mierda que había en mi vida. Tenía miedo que se fuera y me dejara. Ray, yo amo a Frank como nunca he amado a nadie. Lo amé desde el primer día y no quise aceptar que era yo el del problema. Él solo me pedía amor, él quería que lo nuestro no muriera y yo hice todo lo contrario. Lo amo tanto, lo extraño una barbaridad.
—Entiendo, Gerard. Pero mi respuesta seguirá siendo no hasta que vea que has mejorado. Sé que él no quisiera verte así, así que voy a ayudarte cuando esté seguro de que estás mejor.
—¿Lo juras?
—Lo juro, Gee...
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top