Capítulo 42
Entonces cuando Frank dejó de llorar, lo sacó de ahí por las escaleras de emergencia. No quería que nadie lo viera hecho un desastre. Lo llevó a su departamento donde el menor volvió a romperse. Se hizo un ovillo en la cama sin dejar de llorar. No había querido decir nada en todo el camino y viéndolo como estaba destruido tampoco quería molestarlo.
Desde que se enteró que sus amigos tenían una relación secreta, no había hablado con ninguno de ellos. Estaba tan molesto con Frank y con Gerard que no podía tenerlos frente a frente porque sabía que les gritaría improperios. Estuvo con él en las buenas y en las malas. Para consolarlo cuando su corazón estaba lastimado y para reírse cuando su amigo era quien reía último. Sabía que Frank dio lo mejor de sí en cada relación que tuvo y que no merecía sufrir.
En cambio Gerard...
Gerard no sabía qué era amar y ser amado de regreso.
A este punto entendía que su amigo sentía la necesidad de estar con alguien para sentirse bien y la dependencia que tenía a Adam porque fueron muchos años de maltratos psicológicos que a la fecha no podía superar. Y que ese infeliz regresará fue lo peor que le pudo pasar porque si había hecho algún esfuerzo de ser feliz junto con Frank, todo se fue a la mierda gracias a que Adam todavía mantenía ese control.
Le daba mucha pena que Gerard no haya aprendido a soltar para poder curarse, pero más pena le daba ver a Frank llorando sobre esa cama como un niño pequeño por un amor desafortunado.
Se acercó a él despacio para darle una taza de té, Frank negó y se envolvió en los edredones de nuevo. Le dolía el estómago y quería vomitar. Ray se sentó a su lado en silencio y acarició su espalda en son de calma.
Frank quería morirse genuinamente. En principio por haberse dejado de lado por un idiota, segundo por continuar amando a ese idiota y tercero por haberle creído a todas sus mentiras y exigirse a sí mismo para que esa relación funcionara. Desde un inicio supo cómo era Gerard, las imágenes de las galletas de su abuela rotas en el suelo todavía rondaban en su mente. Debió saberlo, debió preverlo... pero prefirió creer que todo sería distinto y que con su amor, Gerard cambiaría y sería una buena persona.
Pero se equivocó.
Y era lo que más le dolía... porque amó y no fue amado con sinceridad.
—¿Quieres hablarlo? —preguntó el del afro, Frank se levantó y lo miró.
—¿Vas a decirme que me lo advertiste y que fui un completo necio al no hacerte caso?
—No, aunque bueno...
—Entonces no quiero —se iba a meter nuevamente entre los edredones, pero Ray lo detuvo—. Jódete.
—Estoy bromeando, tonto. Claro que no voy a decirte esa mierda. Aunque sea verdad...
—Debes estar gozando.
—Frank, no soy tan hijo de puta.
—Ya no sé nada. Yo no sé quién soy y dónde estoy. No sé si estoy viviendo una versión de la realidad alterada. No sé nada, Ray. Me siento tan asqueado y burlado.
—No sé qué te haya dicho Adam, pero no creas lo que te diga. Es un puto mentiroso y embustero.
—¿Entonces es mentira eso de que llevaban siendo novios años y que Gerard le pidió matrimonio?
—Bueno... —el castaño se rascó la frente dudoso de responder—. Hay algunas cosas que pueden que sean verdad —Iero cerró los ojos con fuerza y un sollozo salió de él. Joder... dolía tanto.
—Son unos cabrones, unos malditos. ¿Por qué yo, Ray? ¿Por qué tengo que pasar por esto cuando lo único que hice fue amar a ese desgraciado con todo mi corazón?
—Demonios, Frank. No quiero ser esa persona, lo juro, pero te lo dije. Mierda, te lo advertí. Gerard está tan jodido que no sabe querer a nadie. No solo es su actitud de mierda, es lo dañado que está. Adam puede irse y regresar las veces que quiera, ¿y sabes qué? Gerard va a volver a sus pies. Está malditamente hechizado por él, lo ha hecho dependiente de su culo durante tantos años que Gee no lo puede soltar. Y es una pena, de verdad, es una pena... porque durante el tiempo que estuvo contigo y que no sabíamos qué era lo que pasaba con él, era tan distinto. Era un tipo jodidamente feliz.
—Lo siento tanto —contestó entre lágrimas—. Te juro que no quise que nuestra amistad se vea afectada por esto. Me dejé llevar por lo que sentía y me enamoré de un monstruo. No pensé que Gerard fuera así. Me dijo cosas horribles, descalificó mi trabajo y no quiso aprobar mis prácticas, Ray. He perdido seis meses de mi vida con el peor hombre que me pude topar. Me siento tan usado, me siento por los suelos. Nunca pensé vivir algo así y te juro, te juro que me arrepiento tanto de haber pensado que ese hijo de puta cambiaría. Soy un tonto.
—¿No quiso aprobar tus prácticas después de haberte explotado laboralmente? —Iero negó—. Gerard está fuera de sí mismo... pero no te preocupes, yo voy a ayudarte con ese problema.
—¿Qué harás? Él dijo que no las firmaría por nada del mundo y...
—Las firmará, eso tenlo por seguro.
Ray Toro estaba tan seguro de aquello que aquel día solo apareció por la tarde en la oficina. Subió al piso de la oficina de Gerard con los papeles de Frank y antes de salir del ascensor le escribió un mensaje a Mikey Way diciéndole lo mucho que lo amaba y que lo perdonará... porque lo que estaba a punto de hacer le traería muchos problemas, pero a esas alturas del partido y recordando la advertencia que le hizo a Gerard sobre lastimar a Frank, no le importaba mucho si perdía su puesto de trabajo.
Así que no esperó mucho y abrió la puerta de la oficina de Gerard. Este estaba poniéndose el saco para retirarse de la oficina y al ver a su ex mejor amigo, frunció el ceño con fastidio.
—¿No sabes tocar la puerta? —se cruzó de brazos. Ray cerró y puso el pestillo. No iba a escaparse tan fácil—. ¿Qué haces?
—Necesito que firmes esto —extendió los papeles para que Gerard los leyera, y una vez este los revisó los tiró sobre el escritorio y rio.
—Tu amigo tuvo que irte con el chisme para que vengas a defenderlo. Yo le dije que por mi lado, no ha aprobado sus prácticas. No voy a firmar nada, Ray.
—¿Puedes explicarme qué diablos ocurre contigo? ¿Por qué dejaste que Adam vuelva a arruinar tu vida? ¡Estabas bien! Habías cambiado y ahora volviste a ser ese Gerard amargado, energúmeno y patético de antes.
—Joder, Ray. No eres mi padre como para que vengas a reprenderme. Déjame en paz y llévate eso, no lo voy a firmar.
—Firmarlos, Gerard. No voy a irme de aquí hasta que lo hagas. Sabes perfectamente que Frank se esmeró más de la cuenta para obtener sus prácticas así que toma el maldito papel y fírmalo ya.
—Dije que no.
—No me hagas hacer algo que no quiero hacer.
—Deja de comportarte como un padre para tu amigo. No entiendo por qué lo defiendes, traicionó tu confianza y además violó el reglamento de la compañía. No voy a firmar nada.
—Es mi mejor amigo, lo conozco desde que era un niño y sé quién es. También sé que no merece que lo trates así ni que te desquites por lo que sea que haya pasado entre ustedes. Así que firma-
—¡Dije que no! ¡Lárgate de mi oficina!
—Eres un cabrón, yo no quería llegar a estas instancias, pero me has obligado.
—¿Qué vas a hacer? ¿Me vas a pegar? —rio burlándose de su amigo, pero cuando sintió el puño de Ray impactando en su rostro, se quedó estático.
El castaño asestó unos cuantos puñetazos más en el rostro de Gerard hasta que vio sangre emanar de su boca. Quizás no era necesario los siguientes golpes, pero estaba tan enojado con él que se dejó ser y se desquitó por haber lastimado a su amigo, además porque se sentía tan frustrado de verlo regresar al lugar donde más daño le hicieron durante tanto tiempo. No era su vida, lo entendía, pero le brindó su hombro cuando Adam se fue y lo dejó destrozado, que todo ese esfuerzo que hizo para volver a ser un ser humano funcional se había ido a la mierda y ahora era ese Gerard que todo el mundo odiaba. Estaba frustrado, mucho más sabiendo que su hermano sufría por ese cabrón.
—¡Basta! ¡Basta! —pidió Way, Ray se alejó de él y entonces el otro se arrastró como pudo hacia la pared— ¡Joder! —lloriqueó al ver la sangre manchando su camisa.
—Eso es por haber jugado con los sentimientos de Frank.
—Eres... un hipócrita... te metiste con... mi hermano y-
—Sí, me metí con Mikey y ahora mismo soy el tipo más feliz del mundo porque tengo un novio increíble. Pero a pesar del tiempo nunca has tenido que ver a Mikey con lágrimas en los ojos porque yo lo he lastimado. Lo he cuidado con todo el amor que le tengo y nunca podría herirlo como tú has hecho con Frank.
—Se... se supone que yo también soy tu amigo.
—Frank es mi jodido hermano. Y tú ya no eres más mi amigo. Ahora firma los papeles, hijo de puta. No me va a temblar la mano para volverte a golpear.
Gerard no supo cuando empezó a llorar, pero tembloroso se levantó del suelo y buscó su bolígrafo. Ray le indicó donde tenía que poner su firma y solo lo hizo rápido... Cuando terminó, el castaño ni siquiera lo volteó a ver, solo salió de la oficina y lo dejó desarmado, lamentándose por ahora también haber perdido a su mejor amigo.
Estuvo con él en las buenas y en las malas. Para consolarlo cuando su corazón estaba lastimado y para reírse cuando su amigo era quien reía último. Sabía que Frank dio lo mejor de sí en cada relación que tuvo y que no merecía sufrir.
***
Frank movía su pierna con ansiedad. Ray llevaba más de media hora arriba en la oficina y todavía no bajaba. Su amigo lo llevó hasta su antiguo trabajo y le dijo que esperara en el auto en lo que él se encargaba de ese asunto. Lo vio lleno de furia y le daba mucho miedo por lo que pudiese hacer, pero no podía detenerlo. Iba a ser peor conociendo a Ray.
Solo sintió calma una vez lo vio aparecer en el estacionamiento. Traía sus papeles en las manos y se miraba tranquilo. Aún así no dejó de sentir preocupación porque no sabía que había hecho y si es que obtuvo lo que quería.
—Bueno, nos podemos ir —inició el castaño, le extendió los papeles y Frank los tomó con miedo.
—¿Los firmó? —preguntó incrédulo al ver la firma de Gerard en cada uno de los espacios que estaban anteriormente en blanco—. ¿Qué hiciste?
—Nada que no hayas querido hacer tú.
—¿Ray? —Toro sonrió engreído, Frank no estaba entendiendo.
—Atrás en la cajuela hay un bate. El auto de Adam está a unos de distancia. ¿Quieres desquitarte con ese infeliz?
—No soy un jodido delincuente, Ray.
—Uh, lo sabía —encendió el auto—. Bueno, quédate con esa rabia que tienes dentro. Al menos yo pude desquitarme —entonces Frank se percató de los nudillos de Toro enrojecidos y entendió a lo que se refería.
—Toro...
—Nadie lastima a mi hermano y se va de rositas. Es lo único que puedo decir.
—Cabrón —dijo sonriendo, sabía que estaba mal y no iba a discutirlo. Le causaba cierta satisfacción saber que de alguna manera, Gerard recibió su merecido.
Ray empezó a conducir con dirección a la calle, pero Frank pidió que se detuviera. Ya sabía lo que iba a hacer, por lo que abrió la cajuela y el tatuado sacó el bate. Escuchó los cristales romperse, Frank estaba rompiendo sus espejos y parabrisas con un gozo digno de un despechado. Solo subió de regreso cuando sintió que fue suficiente, el auto había quedado destruido como el corazón de Iero. Ray lo abrazó cuando vio cómo temblaba de los nervios y le secó las lágrimas que derramó por el coraje, pero al final de cuentas, Frank se sentía más tranquilo.
Porque no iba a volver a ver a Gerard nunca más en su vida.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top