Capítulo 37

Después de dejar pasar unos días y preparar su siguiente movimiento, Adam se encontraba sentado frente al computador de su habitación. En la pantalla se mostraba su e-mail abierto con un correo anónimo recién redactado adjuntando las evidencias que tenía sobre la relación para nada profesional que su ex novio mantenía con el pasante. La mano no le tembló cuando le dio a enviar. En menos de un minuto el correo estaba en el buzón del departamento de recursos humanos de la empresa donde laboraba.

¿Por qué estaba haciendo esa sucia jugarreta?

Porque Gerard era de él, solo de él. Podía pasar el tiempo que fuera, pero Gerard iba a ser siempre de su propiedad. No le importaba la situación que fuera ni el tiempo que pudiera haber pasado o si él intentaba continuar con su vida... porque su vida entera ya se la había entregado y no había vuelta atrás, aunque quisiera.

Gerard era quien era por Adam, le debía absolutamente cada triunfo que tuvo en su miserable existencia y no podía creer que se atreviera a traicionarlo con alguien tan malditamente inferior como un simple pasante bueno para nada. No sabía qué veía en ese muchachito cuando él era mucho mejor en todos aspectos y algo que tenía muy claro era que ese insignificante personaje no iba a salirse con la suya... Gerard volvería a sus brazos sin importar nada.

Envió el correo sin dubitar y apagó el computador... estaba listo para ver el mundo arder a su alrededor.

***

Los días estuvieron mejores desde la discusión con Gerard porque decidió simplemente ignorar esos pensamientos intrusivos y enfocarse en salir adelante con su amado. Quizás sí fue un mal entendido, fue una mala jugada de su cerebro, por lo que decidía confiar nuevamente en Gerard y se daba otra oportunidad de creer que solo era una mala racha sin más... confiaba en que sí.

Así que llegó a la oficina esa mañana, con todas las ganas de darle un enorme beso a su novio antes de comenzar su jornada laboral... en el ascensor volvió a leer el último mensaje que Gerard le envió esa mañana diciéndole lo mucho que lo amaba y que esperaba que tuviera un excelente día. Sonrió como un tonto, como un romántico empedernido, pero cuando se detuvo en su piso tuvo que guardar su celular nuevamente y salió.

De inmediato notó muchas miradas sobre él y escuchó algunas risas burlonas. Intentó no prestarle mucha atención a lo que ocurría a su alrededor, pero el mal rollo que le entró cuando vio a Dallon y a Bob parados en su cubículo no lo dejó.

—Buenos días —saludó y dejó su mochila en su silla, Dallon se aclaró la garganta antes de hablar.

—Hey... eh, necesito que nos acompañes abajo.

—¿Abajo?

—A la sala de reuniones, recursos humanos quiere hablar contigo —siguió Bob, Frank tragó en seco.

—¿Pasó algo? —tomó su mochila nuevamente y caminó con sus jefes hasta la sala.

Ninguno de los dos dijo algo, se notaban serios y bastante consternados y eso le estaba poniendo de los nervios. ¿Iban a echarlo? ¿Sus pasantías terminaban de esa manera tan inesperada? Joder, no era algo que esperaba que sucediera de esa manera, las caras largas de Bob y Dallon no le decían lo contrario, pero Gerard se lo hubiera avisado, ¿cierto?

No estaba entendiendo nada y esa sensación de mal cuerpo que se le había quedado no lo iba a dejar tranquilo hasta que supiera lo que estaba sucediendo con él. No dijo nada de camino a la sala de reuniones, pero podía sentir la mirada del rubio sobre él... lo miraba sorprendido y algo confuso, lo que era mucho peor para ese hueco que se le seguía formando en el estómago mientras avanzaban.

—Buenos días —saludó cuando entró a la sala. Estaban dos personas de recursos humanos, dos hombres mayores que nunca había visto, Ray... y Gerard en una esquina de la habitación. Ahora sí que estaba totalmente asustado.

—Siéntese, señor Iero —pidió la jefa de recursos humanos, él tomó asiento al lado de Bob—. se preguntará qué está haciendo aquí, ¿verdad?

—La verdad es que sí, no se lo voy a negar —contestó nervioso. Intentó hacer contacto visual con Gerard, pero este miraba al suelo. Un escalofrío pasó por su espalda.

—Al inicio, cuando usted entró a realizar sus pasantías en esta empresa, estuvo enterado de todos los parámetros y el reglamento interno de la compañía, ¿estoy en lo correcto?

—Eh... sí, por supuesto que sí.

—¿Usted revisó cada una de las reglas de convivencia y de comportamiento organizacional, cierto?

—S-sí, se lo acabo de mencionar.

—Entonces no tendrá inconveniente en explicar el contexto de estas fotos —y el corazón del pasante se paró en ese instante. Sus ojos se quedaron fijos en las imágenes de él y Gerard discutiendo en el portal del jefe, para después seguir pasando con manos temblorosas y ver el beso que su novio le dio para calmarlo después de su pelea. Quiso desaparecer de inmediato—. ¿Señor Iero?

—Y-yo... yo n-no...

—¿No puede explicarlo? Curiosamente el señor Way tampoco puede hacerlo.

—Señor Iero, estoy completamente seguro que usted no se tomó ni un segundo para revisar nuestra política interna y me apena profundamente saber que en nuestra compañía se le ha brindado la oportunidad de desarrollarse profesionalmente para que usted busque escalar de maneras inapropiadas buscando su beneficio propio —inició uno de los hombres que estaba sentado al lado de Ray—. También es una pena saber que los casi diez años que lleva trabajando aquí el señor Way no han servido para dejarle en claro que involucrarse sentimentalmente con un compañero de trabajo no trae nada bueno para su crecimiento profesional teniendo en cuenta los antecedentes. No entiendo por qué ha decidido arriesgar su carrera por un amorío con un compañero de trabajo.

—Necesitamos saber cual es el tipo de relación que mantiene con el señor Way, y esperamos que su respuesta sea honesta de principio a fin, señor Iero.

—Está arriesgando sus pasantías, la carrera laboral del señor Way e inclusive bloqueando la entrada a cualquier otro estudiante que quiera realizar sus pasantías en nuestra empresa, señor Iero. ¿Entiende lo grave de la situación?

—Vamos, por Dios... Lo dicen como si fuera la primera vez que ocurre algo así en una empresa —siguió Dallon—. Por lo menos permítanle ordenar sus ideas y defenderse como se debe.

—Nadie está negando la oportunidad de su defensa, señor Weekes.

—Prácticamente lo están presionando para que responda, ¿no crees que eso impide que pueda defenderse adecuadamente? Dale un espacio al menos.

—Lo único que queremos saber es si tiene una relación sentimental con Way o esto simplemente es una tontería pasajera. Dependiendo de esto, decidiremos cómo proceder con ambos. Recordemos que Gerard fue seleccionado para obtener la vacante que dejó el antiguo economista, así que... ya es plena decisión de ustedes decir la verdad o atenerse a las consecuencias.

—Mientras tanto, señor Iero, usted ocupará un nuevo cubículo en esta planta y dejará de trabajar con el señor Way. Se mantendrá únicamente a las ordenes de Weekes, ¿correcto? Los volveremos a citar en unos días para ponerle fin a este asunto.

Y sin más, los jefes y las encargadas de recursos humanos se levantaron de sus asientos y se fueron. Ray le dedicó una mirada decepcionada al pasante y también se fue. Frank se aguantó las lágrimas en ese instante porque Gerard se acercó despacio a él y le apretó la mano para brindarle la seguridad que le faltaba en ese momento.

Todo pasó muy rápido desde ese momento, el día se le fue en un abrir y cerrar de ojos que cuando se dio cuenta eran las seis de la tarde y estaba caminando al punto de encuentro donde siempre esperaba a Gerard cuando salían de la oficina. Claramente no había podido hablar de lo que había pasado como hubiesen querido, pero tampoco estaba muy dispuesto a iniciar esa conversación porque sentía el estómago revuelto. Solo llegaron al departamento de Gerard y el pasante se tiró en el sofá cansado, harto y enfermo de su vida en ese instante. Le daba un poco de rabia la calma que su novio proyectaba y le desconcertaba, pero prefería que sea así porque sabía que Way se podría mucho peor de lo que él estaba en ese instante.

—Vamos —le dijo el mayor, tomándolo de la mano y llevándolo consigo a la habitación.

—Me duele el estómago.

—Ahora te hago un té de manzanilla, pero primero vamos a darte una ducha.

—Gee... no hace falta.

—Por supuesto que sí —dijo desabotonando su camisa y retirándola de su pecho.

Así poco a poco fue quitando su ropa y cuando estuvo totalmente desnudo, lo llevó a la ducha y se desnudó también para no mojar su traje. Frank se colocó bajo el chorro del agua y se empapó completamente. Soltó un suspiro enorme cuando las manos de Gerard empezaron a masajear su cuero cabelludo con shampoo. Luego bajó por su cuerpo para enjabonar cada parte de su piel tintada. El pasante sólo volvió a sentir náuseas y ganas de llorar por lo que se abrazó al cuerpo de su novio. Gerard le devolvió el abrazo y se quedó pegado a su cuerpo brindándole la seguridad que necesitaba en ese instante.

—No entiendo cómo estás tan tranquilo —dijo separándose del cuerpo de Gerard—. descubrieron nuestra relación, van a echarme y a ti van a quitarte el ascenso.

—Mmm... no sé la verdad. Debería estar subiéndome por las paredes... pero me siento tan malditamente calmado.

—¿Qué se supone que deberíamos hacer?

—Frank, si te soy sincero, me vale una mierda lo que pase con mi ascenso. Quiero decir, no soy feliz en ese trabajo de mierda, estoy cansado y estresado todos los días, me jode estar a cargo de tantas cosas que no me interesan en lo absoluto. No soy feliz ahí, no me gusta fingir que lo soy tampoco... tú me haces feliz y mi arte también. Y eso es lo que quiero, Estar contigo y pintar todo el día. Es lo único que quiero.

—Gerard...

—Digamos que sí estamos juntos, aceptémoslo. Seamos honestos y afrontemos lo que pasará después.

—Pero-

—Te amo, quiero estar contigo para siempre y estoy harto de estar en un lugar que solo me destruye, Frank. Para mí no hay peros, y supongo que para ti tampoco existen.

Bueno... Hubiera sido excelente que la realidad fuera la que Gerard pintaba, pero la verdad era otra. Para Frank sí existían peros, muchos además... solo que la sonrisa de Way y el brillo en sus ojos mientras hablaba de una vida fuera de esa empresa del infierno, le convencía que debía olvidar sus propias convicciones y ceder para que el amor de su vida pudiera ser feliz a su lado. Por eso accedió y acordó con Gerard en aceptar la relación que ellos mantenían sin importar el destino de ambos porque mientras estuvieran juntos nada más importaba.

Entonces dos días después parecía que nada había pasado, exceptuando que ya no trabajaba directamente con Gerard y que ahora Bob y Dallon lo molestaban con haber dominado al tirano Way en la empresa. Él solo se reía y no le hacía mucho caso a los chistes que se desencadenaron entre ellos... además que de vez en cuando se escapaba para darle unos buenos besos a su novio para recargar energías y vivir su amor clandestinamente dentro de la compañía sin saber que Adam Lazzara lo tenía bastante bien vigilado y que su siguiente movimiento estaba por ser ejecutado.

—Buenos días —dijo Adam cuando entró al baño y se encontró a Iero lavándose las manos. Le sonrió con falsa inocencia, pero Frank se mantuvo serio.

—Buen día —contestó frío y tomó una toalla de papel de la pared. Se secó las manos y tiró la bolita a la basura, pero en eso Adam tocó su hombro llamando su atención—. ¿Si?

—No quiero ser chismoso ni nada por el estilo, pero escuché del problema qué pasó contigo y Gerard. Uh, sé que no es de mi incumbencia también, pero quisiera disculparme contigo de una manera adecuada así que cuando tengas un tiempo libre, me encantaría que me aceptaras un café, Frank.

—¿Disculparse conmigo? —dijo fingiendo que no sabía sobre que hablaba Adam—. No entiendo.

—Okay, quizás no lo recuerdes, pero prefiero que lo hablemos en otro sitio, ¿sí? Avísame si estás libre en el almuerzo —sacó un bolígrafo de su bolsillo y tomó la mano tintada de Frank para anotar su número.

Adam le regaló otra sonrisa hipócrita y se metió a uno de los baños mientras Frank miraba su mano y pensaba si era buena idea aceptar su invitación porque sinceramente ese hijo de puta no terminaba de agra-darle para nada, le parecía un idiota y algo presumido, además porque no olvidaba lo que pasó entre Gerard y él. Entonces le dio un par de vueltas al asunto mientras se ocupaba de sus pendientes, vio a Bob salir con Dallon a la hora del almuerzo y Gerard le envió un mensaje diciendo que almorzaría con otros tipos con los que tenía negocios que finiquitar.

Suspiró y tomó el celular para mandarle un mensaje a Adam... no sabía qué estaba haciendo, pero la curiosidad lo hizo caer en la trampa de ese hijo de puta.

Lo esperó en la cafetería donde iba con Gerard en las tardes, este llegó con esa maldita sonrisa inocente que estaba comenzando a odiar y ordenó un par de cafés antes de sentarse frente al pasante. Le extendió uno y Frank lo tomó con algo de desconfianza, pero intentó ignorarlo porque la verdad es que pasaba de seguir creando drama absurdo.

—Bien... voy a comenzar pidiendo disculpas por lo que presenciaste en la oficina de Gerard hace unos días. Gee y yo hemos sido amigos desde no sé... diez años o algo así —rio, pero Frank se mantuvo serio—, y siempre hemos tenido ese tipo de bromas donde nos pasamos el uno con el otro y bueno, teníamos tiempo sin vernos por lo que pensé que era buena idea molestarlo. No pensé que entrarías a la oficina y nos encontrarías así, por eso me disculpo. Solo fue una broma tonta de amigos, lo juro... no hay ninguna intención detrás.

Frank no sabía qué decir. Adam se mostraba realmente arrepentido y aunque no le cayera bien, tampoco quería generar más discordia sobre ese tema, suficiente tenía con el problema que los involucraba en ese instante. Ya había quedado claro con Gerard y decidía creerle, a él y a Adam... aunque no terminaba de agradarle ese tipejo.

—Bien... supongo que está bien.

—Quiero saber si realmente no sigues enfadado por aquello.

—Adam, ya pasó. No negaré que me molesté en ese momento y que Gee y yo peleamos, pero ya estamos bien y es lo que importa.

—Ay, Dios... me alegro que todo siga bien entre ustedes. Ahora, sé que lo que está pasando es un tema bastante complicado teniendo en cuenta que las relaciones interpersonales no están bien vistas dentro de la empresa. Llevo trabajando casi diez años en la compañía y he visto un sinfín de casos como el suyo donde los descubren y terminan echándolos a la calle como perros y quitándole toda referencia que pueda ayudarles a conseguir otro empleo. Gerard debería saber eso, ¿no te ha dicho nada?

—Uh... no, no hemos hablado mucho del tema.

—¿Pero ya saben que van a hacer?

—Algo así.

—¿Y?

—Quedamos en que aceptaremos nuestra relación... —Adam alzó las cejas con sorpresa. A Gerard le estaba valiendo una mierda su estancia en la compañía por ese hijo de puta y no le gustaba mucho escuchar que posiblemente estaba completamente enamorado de Frank.

—Wow... Sinceramente me sorprende, pero me alegra que estén dispuestos a sacrificarse por estar juntos.

—Pues... es que es lo que queremos —sonrió levemente, pero Adam notó que algo andaba mal en la respuesta de Frank.

—No te veo tan animado a tomar esa decisión, o me equivoco...

—No... quiero decir, no lo hemos hablado mucho, pero sé que es lo que él quiere y confío que es lo mejor para los dos.

—Pero es algo que sí deberían haberlo conversado bien porque si tú no estás convencido del todo en dejar todo atrás... es un problema.

—No es que no esté convencido...

—¿Entonces?

—Me preocupa que Gerard pierda todo lo que ha ganado por su esfuerzo. Están a punto de ascenderlo y no es malditamente justo que pase esto justamente ahora cuando va a lograr algo tan bueno como eso.

—¿Y Gerard que te ha dicho sobre su ascenso?

—Que no le importa.

—Y no le crees, ¿verdad? —el silencio después de esa pregunta, le hizo saber a Adam por donde podía comenzar a joderlo—. Entiendo... y no quiero ser un entrometido, pero Gerard es bastante impredecible. Quizás habló en caliente y ni siquiera se paró a pensar si eso es lo que quiere. Y no digo que no quiera estar contigo, me refiero a que él actúa impulsivamente y tener ese trabajo es lo que siempre quiso.

—No sé qué hacer... una parte de mi quiere decir la verdad, pero pienso inmediatamente en todo lo que pasará después, además mis malditas pasantías están en juego también y... —suspiró y vio a Adam torcer la boca preocupado—. Tengo miedo.

—Piénsalo bien, Frank. Muchas veces nos dejamos llevar por lo que dice el corazón, pero no siempre es lo correcto. Además, lo que tú quieres también importa y no está bien ser autoritario con decisiones tan difíciles como esta. Gerard está cerrado en esa decisión y es tu deber actuar lo más correctamente posible. Por tú bien y por el de Gerard.

Y esas palabras quedaron dando vueltas por la mente de Frank durante los siguientes dos días. Adam supo de donde agarrarse y provocar que esa maldita duda creciera más y más en su mente. Estaba en automático y solo podía pensar en decir que sí, que estaba siendo feliz con su maldito jefe o no, que simplemente fue un desliz del que se arrepentía un montón porque no quería que Gerard perdiera su trabajo y él sus pasantías. Odiaba estar en esa encrucijada y odiaba ser el único que pensara en las consecuencias de sus actos porque el jefe se mostraba tan despreocupado que parecía no interesarle nada de lo que ocurría mientras él se moría de la ansiedad.

Así que esa mañana, cuando entró a la sala de reuniones y vio a las personas de recursos humanos, los ancianos de la vez anterior y a Gerard sentados esperando a por él. Entonces se quedó en blanco, la gente frente a él hablaba, pero él no escuchaba... no estaba ahí, no quería estar ahí. Quería tirarse por la ventana y morir inmediatamente porque la presión era demasiada y ya no aguantaba un segundo más sin saber qué mierda era lo mejor.

—Señor Iero, ¿está con nosotros? ¿Señor Iero? —y volvió en sí con el corazón a mil por hora.

—Necesitamos su respuesta, ¿el señor Way y usted mantienen una relación sentimental?

Joder... Gerard iba a odiarlo.

—No, él y yo no mantenemos ningún tipo de relación sentimental.

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