La cita.
Empecé a maquillarme frente al espejo. Un poco de rímel y un pintalabios rojo ya me bastaba. Me dijo que no llevara mucha ropa, que no sabíamos como iba a acabar la noche. Bajé al portal y vi su coche aparcado. Un corvette negro deportivo. Este tío tenía pasta.
-¿Subes o esperas que te meta a la fuerza?- Dijo mientras me sonreía.
Me metí en el coche sin ni siquiera contestar. Él sonrió aún más amplia que la anterior. Cuando me senté, el corto vestido negro que llevaba se levantó un poco y tiré de él.
-¿Cuál es tu nombre?- Me preguntó frío.
No sé porque ver conducir a un hombre me ponía tan cachonda, y encima esa manera tan fría de hablar hacia que mis piernas quisieran abrirse de par en par...
-Soy Chiara. ¿Y tú?- Pregunté dudosa. Estaba apunto de tener una cita con un hombre del que no conocía ni su nombre...
Él me miró un momento arqueando una ceja.
-Ahora lo verás.- Dijo con una sonrisa vanidosa.
Llegamos a un restaurante cuyas paredes eran rojas y había un escenario en el fondo. Cuando bajamos del coche un mayordomo que sólo miraba su libreta con desgana nos preguntó.
-¿Nombre?
Mi desconocido carraspeó haciendo que el camarero nos mirara.
-¡Oh, lo siento muchísimo señor Nikiforov, acompáñeme por favor!- Dijo haciendo una leve reverencia, parecía que el "señor Nikiforov" es importante.
-¿Cuántas veces tengo que decirte que me tutees? Me siento viejo si me hablas así.
-Es que me es muy difícil, Viktor. Tú sabes que mi deber es respetarte.
Así que se llama Viktor...
-Veo que vienes acompañado. ¿Quién es la señorita?
-Una torpe que conocí en la pista.
-¿Ella también tiene algún premio?
Eso me hizo enfadar y respondí muy borde.
-No compito, la gente que compite lo hace por fama y me da asco.
Tras eso Viktor que estaba apenas un paso por delante de mí me miró por encima del hombro con una cara inexpresiva que juraría que oculta ira. En cambio el mayordomo me miró exhausto, con la boca abierta y sin poder hablar. ¿Acaso dije algo malo?
-Sigamos por favor.- Dijo Viktor mirando al mayordomo el cuál reaccionó y nos llevó a una mesa.
Viktor se sentó y empezó a mirar la carta sin cruzar una mirada conmigo. Estaba molesto. Cuando el mayordomo se fue aproveché.
-¿Hice algo que te molestara?
-Pregúntale a Otabek.
-¿El mayordomo?
-Sí.
Me sentía fatal. Ni siquiera me había mirado de reojo. Fui hasta la puerta y llamé la atención de Otabek.
-¿Otabek?
-Dígame señorita.- Dijo apartando la mirada momentáneamente de la lista.
-¿Sabes qué hice para molestar a Viktor?
-... Señorita, Viktor es el mejor patinador de esta era. Y creo que a este paso será también el de la historia.
-¿Qué?...
Me quedé atónita, los patinadores que competían siempre me han dado asco, pero Viktor era la excepción que rompe la regla...
-¿No lo sabía?
-No...¿Sabes que podría hacer para disculparme?
-Puedes bajarle un poco los humos, pero seguirá enfadado.
-¿Cómo?
-Pídale disculpas y dígale algo sucio que vaya a cumplir.
-¿Qué?...
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