Capitulo I
—Vamos, ahora —les murmuré a los pequeños que tenía abrazándome al lado de mis piernas. —Vayan con mamá y papá —Sus inocentes ojos pronto se abrieron con entusiasmo mientras giraban sus cabecitas hacia la puerta principal, corriendo hacia sus padres con alegría, ya que dejaron escapar risitas silenciosas. Sonreí para mis adentros mientras los gemelos finalmente vieron a sus padres que entraron por la puerta. Quiero decir, me encanta ser niñera de los hijos del Sr. Mendes y su mujer, pero aveces sus hijos eran un dolor en el culo. Ellos eran grandes chicos, pero tiraban de mi cabello demasiadas veces.
—¡Hey! Los extrañé demasiado —El Sr. Mendes gritó de emoción sarcástico, se arrodilló delante de sus impacientes hijos y comenzó una pequeña lucha para poder abrazarlos a ambos.
—Hicimos dibujos con Hailee! —La pequeña sonrió ampliamente. Su esposa, la Sra. Mendes simplemente le mostró una sonrisa falsa a su hija antes de decir lo cansada que estaba. Ella se corrió aun lado de su familia, arrastrando su abrigo de piel que se había quitado para colgarlo y proceder a entrar a su habitación, para descansar un poco supongo. Ella nunca fue una mujer de pasar tiempo con sus hijos. Pero el Sr. Mendes era encantador, y siempre tenía tiempo para hablar con ellos. Desvió la mirada que se concentraba en sus hijos y me miró por un momento. Yo secretamente me sonreí a mí misma con el contacto con sus ojos. Si tenía que ser honesta, estaba bastante enamorada de él. A pesar de que él tenga unos treinta años, era tan atractivo y... varonil.
—¿Que dibujaste? — Preguntó con una amplia sonrisa, mirándome con una mirada intensa. El parecía tan genuinamente interesado en todo lo que sus hijos tenían para contar y decir, y eso es lo que me hizo gustar de él. No era como su esposa, que era más independiente y.se preocupaba más por sus zapatos de diseño que de sus hijos.
—Solo... uh... sólo algunas flores y barcos y... esas cosas —Le respondí con nerviosismo, y él me miró confuso antes de asentir luego de lo que dije. — Bueno, me parece que son muy buenos —Les dijo a sus hijos con sinceridad, inclinándose más cerca— Apuesto a que son mejores que los de Hailee — Él les susurró en broma, y yo traté de luchar con una risa que intentaba escapar de mis labios.
—¡Papi! —exclamó el niño— ¿Tú crees?
—¡Por supuesto! — Él respondió con sinceridad, asintiendo con la cabeza a ellos, antes de dejar escapar una sonrisa. - Vamos, ahora-gruñó antes de levantarse de su posición de rodillas, a ponerse de pie derecho. — Ve a tu habitación a ponerte la pijama. Yo podría hacer un poco de chocolate caliente para ir a llevárselos a la cama
Sus pequeños ojos azules se abrieron en estado de shock y trataron de esconderse detrás de sus sonrisas
—¿Podemos ir a darle las buenas noches a mamá por primera vez? — La pequeña preguntó en voz baja, y Shawn se mordió el labio inferior mientras fruncía el ceño. —Uh, ella no tiene ganas de hablar ahora —les murmuró —es una mami mal humorada ¿verdad?
—Ella siempre está de mal humor— la pequeña suspiró, frunciendo el ceño mientras que en los labios del Sr. Shawn se formaba un pucherito. —Los amo a ambos —susurró inclinándose para depositar un beso en cada una de sus mejillas —¿Y ustedes aman a papi, no? Ellos rieron en voz baja
—¡Sí! —Ambos dijeron al unísono.
— Entonces háganme un favor y vayan a la cama —El comenzó a reír y los pequeños corrieron hacia las escaleras compitiéndose entre sí. El Sr. Mendes me dio una sonrisa perezosa antes de dejar escapar un suspiro de alivio. Camina hacia mí con su mano metida en su bolsillo trasero. Se veía tan bien con su ajustada y blanca camisa, combinado con sus pantalones negros. Sacó su billetera y retiró unos billetes de la misma para luego entregármelos a mí.
—¿Crees que puedes venir el próximo viernes? —Me murmuró con voz cansada, tratando de mantener los ojos abiertos.
Dudé por un momento, recordando si tenía planes. Creo que habría sido capaz de recordar más rápido si él no me estuviera viendo fijamente con sus increíbles ojos Miele.
—Sí, claro. ¿A qué hora?
—Bueno, mi esposa y yo nos iremos a las ocho, así que, ¿alrededor de las 7.30pm? —dijo, alzando las cejas hacia mí, esperando mi aprobación. Supongo que podría llegar a esa hora.
—Me parece bien. — Le respondí con una leve sonrisa, asintiendo con la cabeza.
—Genial. —suspiró con alivio —¿Necesitas que te lleve a tu casa?
—Uh, no, mi m-madre me recogerá. —balbuceé, mirándolo fijamente mientras él corría su mano por sus tiernos rizos castaños.
—¡Me olvidé de eso! Vi esperando un coche afuera cuando entramos. —dijo, inseguro, no sabiendo exactamente qué decir a continuación. —¿No haces nada esta noche?
Estaba un poco confundida en cuando a por qué estaba tratando de iniciar una conversación conmigo. Quiero decir, él era buena persona y todo. Pero, ¿por qué estaba perdiendo su tiempo en mí cuando sus hijos le estaban esperando en la cama?
—No, me voy a ir a la cama, así podré levantarme para ir a trabajar mañana temprano. —Le contesté. Dios, apuesto a que lo estaba aburriendo en estos momentos. Pero la expresión de su cara me hizo pensar realmente si le interesaba o no.
—¿Trabajas y cuidas niños? —Él abrió sus ojos con sorpresa ante mis palabras, como si no se lo esperara.
—Tengo que conseguir el dinero que más pueda para la universidad el próximo año. — Le contesté en voz baja, y entonces me sonrió sinceramente, su mano suavemente acaricio al lado de mi brazo. Casi chillo ante su toque, y él pareció darse cuenta.
—Eres una buena chica, ¿lo sabías? —Me preguntó con una amable sonrisa, luego de eso me dirige hacia la puerta. —Hasta el viernes, Hailee .
Salí de la casa frunciendo el ceño fuertemente, sintiéndome muy estúpida al recordar sus palabras. Soy una buena chica, sólo una chica, eso es todo lo que siempre seré para él. Solo soy una estúpida niñera babeando por un hombre que ya está casado, pero no feliz exactamente.
¿Por qué no podía simplemente no reconocerme como una chica de diecisiete años tratando de ganar dinero? Tal vez porque su esposa es perfecta. ¿Pero a quién le importa? Ella es horrible de todos modos.
—¡Hailee! —Alguien gritó, y vi a mi madre estacionada en la calle —¡He estado esperándote aquí por veinte minutos!
Me metí en el vehículo en silencio, murmurando una breve disculpa ante su rostro enojado. Ella suspiró decepcionada por mí antes de comenzar a andar.
—Son una familia de mirada alta, ¿no es así? —Dijo ella en voz baja, obteniendo mi atención rápidamente. La miré confundida.
—Sí. —Suspiré. No a ella en particular, suspirando en general. Estaba cansada del Sr. Mendes, de su forma de hablar y hacer todo. Porque sabía que yo no le gustaba de la forma en la que él me gustaba a mí.
—El padre es impresionante. —ella sonrió, yo quería hundir el rostro en mis manos y pedirle que se detuviera —Le enseñaría un truco o dos...
⚡⚡⚡
—Bien, Hailee. Te recogeré luego de trabajo. — Mi madre me murmuró antes de dejarme a un lado de la casa familiar. — Te veré más tarde.
—Gracias, mamá. — Dije y salí del vehículo, dejando escapar un gran suspiro al ver la puerta principal.
Esperaba que mi cabello luciera bien, había decidido rizarlo, pero luego el estúpido viento hizo que se desacomode. Llevaba una camisa blanca, y unos jeans color azul ajustados.
Sólo esperaba con esperanza a que el Sr. Mendes abra la puerta, me ofrezca una copa y luego conversemos durante unos minutos antes de que él se marche. Siempre me gustó hablar con él cuando tuvimos la oportunidad, que a decir verdad, no era muy a menudo.
Di tres golpes con confianza en la puerta, sintiendo el estómago revolverse al oír pasos profundos acercándose. Nerviosamente di un pequeño salto cuando la puerta se abrió rápidamente, y allí estaba el Sr. Mendes; una torpe sonrisa apareció en su rostro cuando me vio. Me miró de arriba a abajo con cautela antes de fruncir el ceño, provocando que me sienta un poco avergonzada de mi misma. ¿Tan mal me veo?
—¿Hailee? ¿Qué estás haciendo aquí? —preguntó desconcertado, mirándome como si estuviera en su territorio, haciéndome entender que no debería haber venido aquí. Estoy segura de que me dijo que debía venir el viernes, lo sabía.
—¿Es viernes? —Hablé con inocencia, ampliando mis ojos curiosamente cuando comencé a dar un paso torpe hacia atrás. Esto era todo ¿O no? Él iba a decirme que me fuera, y entonces tendría que caminar a casa por mi cuenta, sin poder decirle a mi madre que me recogiera, ya que ella ya estaba camino al trabajo.
—Mierda. —suspiró al darse cuenta, moviendo la cabeza— Me olvidé por completo de eso. Uh... mi mujer se llevó a los niños a visitar a sus abuelos por el fin de semana. Fue un poco repentino, pero, ya sabes..."
—Oh. —dije torpemente, sin saber que decir después de esto. Me sentí estúpida por haber venido aquí, porque ahora no tenía ni la menor idea de que hacer.
—¿Tienes un auto? —preguntó con una sonrisa sincera, yo negué con la cabeza tímidamente. — Ven, vamos adentro. —dijo, y sentí mi corazón latir fuertemente. —Vamos a encontrar alguna manera para que vuelvas a casa.
Quería llorar y reír al mismo tiempo. El Sr. Mendes lo hizo por su propia cuenta, me invitó a entrar. Pero, fue solo para sacarme del frío que hacía y para poder conseguir que pueda volver a mi casa. Y eso es lo que me hizo sentir estúpida y patética, ya que estaba emocionada por eso.
Entré a su casa en silencio, deseando secretamente de que esté solo. De todas formas ¿Quién más podría estar con él?
—¿Tu madre está trabajando otra vez? —preguntó mientras nos acercábamos a su sala de estar, dejándome ahí sola.
—Sí, se supone que me recogerá en unas pocas horas. —Le susurré con timidez, cruzando mis frágiles brazos en silencio mientras él caminaba a la cocina. Me quedé en silencio, esperando pacientemente a que volviera a la sala de estar en la cual me encontraba. Me gustaría que él me ofreciera que me quede aquí, para poder hablar y llegar a conocernos mejor. Y tal vez, solo tal vez, besarnos o algo así. Sí, eso estaría bien. Espera... él tiene una esposa e hijos. Tengo que recordar eso también.
Pronto volvió a entrar en la sala, por lo que mi mente se revolvió por completo, mientras él sostenía una botella de vino, con dos copas en sus manos. Las puso sobre la mesa de café, antes de regresar a mí con una sonrisa amistosa.
—Me gustaría llevarte a tu casa, pero he estado bebiendo algo de vino. —Dijo arrastrando sus palabras un poco, y fue entonces cuando me di cuenta que estaba algo borracho.
—U-uh, supongo que podría pedir un taxi—.Balbuceé. Mierda, estúpida balbuceadora. Las cejas del Sr. Mendes se fruncieron en preocupación, luego negó con la cabeza sin cesar.
—No confío en esos conductores. No voy a dejar a una chica inocente viajar en un coche con ellos. —murmuró lamiéndose sus labios rosas carnosos. Puedo ser su inocente, solo para usted, Sr. Mendes. Sentí un dolor abajo, entonces detuve la mirada en sus labios.
—Entonces, no sé cómo voy a llegar a casa. —traté de no chillar mientras hablaba, sosteniendo mi labio hacia abajo para intentar calmar mi respiración.
—Creo que vas a tener que esperar aquí hasta que tu madre regrese. —Él simplemente me sonrió, pero me di cuenta de que no quería decir eso. Apuesto a que estaba tan molesto que yo esté aquí, ya que arruiné su "tiempo a solas"
Me quedé mirando sus labios fijamente, preguntándome en cómo demonios hacía para que fueran tan rosados. Exhalé profundamente, recordándome a mí misma lo de no dejarse llevar por sus encantadoras miradas. El simplemente se acercó a su perfectamente suave sofá de cuero, veo tomarlo asiento frente a mis ojos. -¿No te vas a sentar?
Entré en pánico, y en respuesta dejé escapar un gemido un tanto extraño. Él me miró de una manera desconcertante. Mirándolo tímidamente tomé un asiento lo más lejos que pude de él. Créeme, no es que no quiera sentarme cerca, porque si quería hacerlo. Solo era yo, me sentía tan fría y débil, estaba demasiado asustada como para hacerlo.
—¿Quieres un poco de vino? —Me preguntó sin rodeos, sosteniendo una copa bastante grande de vino vacía.
Mierda, maldición. ¿Cómo iba a decirle que no era legal que yo bebiera alcohol? Seguramente, tendría la impresión de que yo solo era una chica inocente. Entonces, el no querría pasar tiempo conmigo.
—No, gracias. —Le respondí, casi en un susurro. Él levantó una ceja juguetonamente, haciéndome querer llorar por la diversión en sus acciones, obviamente por el hecho de lo tímida y "buena" que estaba siendo.
—Vamos, no se lo diré a nadie. —Hizo un puchero, hablando con inocencia y entonces me entregó el vaso. Dios, ¿que se supone que debo hacer? ¿Tomarlo?
Mis frágiles manos son ahuecadas débilmente al cristal, y al ver su sonrisa evidente en su rostro intimidante sin ningún extremo. Yo no quería hacer eso, pero tuve que hacerme la "madura" delante del Sr. Mendes. Tomó la botella de vino y poco después, y ligeramente, la vertió sobre mi vaso llenándola hasta la cima.
Él sirvió en su copa también, tomando sorbos largos aun manteniendo sus intensos ojos sobre mí, mentalmente incitándome a beber de la copa. Tragué saliva con miedo, poco a poco llevo el vaso hacia mis labios mientras exhalo. Eso fue todo. Probé el líquido amargo, entrecerrando mis ojos cuando empecé a tomar pequeños sorbos a la bebida embriagante. Cuando estaba a punto de bajar la copa de cristal, sentí una presión sobre la copa de una piel más caliente. Lancé un fino grito ahogado cuando vi los dedos del Sr. Mendes empujándome la base de mi propia copa, persuadiendo (prácticamente obligándome) a que el líquido pasé por mi garganta.
—Tómalo todo. —él susurró —No queremos echarlo a perder, ¿verdad?
Tosí un poco, lo que provocó que él retire sus dedos de la copa cuando empecé a dejar el vino se babee por la comisura de mi boca. Genial, jodidamente genial. Apuesto a que le parecía tan poco atractiva mientras tosía hacia afuera, haciendo que mí boca y pecho se manchasen de vino por todas partes.
Él se río entre dientes un momento, y puso una mano firme sobre mi espalda. Me quedé inmóvil ante su delicado toque electrizante. Dejé de toser al instante, y lo miré con asombro mientras seguía acariciando mi espalda suavemente.
—Está todo por debajo de tu boca. —murmuró con una sonrisa, y yo podría haber agradecido cuando metió los dedos por debajo de los extremos de su camisa, llevándolo a mis labios para limpiar el desorden.
—L-o siento, Sr. Mendes. —Susurré, avergonzada, mirando su manga ahora roja mientras se echaba hacia atrás.
—Está bien. —murmuró, mordiéndose el labio inferior —Y es Shawn, por cierto.
—Shawn —Repetí, probando su nombre en mis labios. Él se veía como un Shawn. Imaginé su nombre siendo alguien más, como el maldito Christian Grey. Querido Dios, por favor hazme un poco menos nerviosa de lo que ya soy. Todavía podía sentir en como seguía temblando por su toque, solo necesitaba más y más de ello.
—¿Quieres otra copa? —Habló humildemente, y fingí una sonrisa como respuesta. Tal vez ya bebí lo suficiente, entonces creo que eso acabaría con mis nervios. Quizá debería darle una oportunidad. Asentí con la cabeza al Sr. Mendes (Shawn, en realidad) y con entusiasmo él sirvió en otro vaso.
—Seguro la casa se siente sola aquí cuando mi esposa y mis hijos no están. —Habló en voz alta, pero no directamente dirigiéndose a mí. Tarareé en respuesta, inhalando el aroma del vino antes de tomar grandes sorbos. No quería emborracharme, pero quería recordar este momento.
—Me alegro de que estés aquí para hacerme compañía. —se susurró a sí mismo, y fue en ese momento, en el que quería saltar sobre la mesa y confesar mi eterno amor hacia él. ¿Él estaba feliz de que yo esté aquí? Esto era malditamente fantástico.
—¿Usted está con frecuencia aquí? —Pregunté por curiosidad. Tal vez podría entonces aparecerme "accidentalmente" en su casa otra vez más.
Suspiró para sus adentros, vacilando, sus hermosos ojos Mieles volvieron hacia mí
—En realidad no, yo siempre estoy con mi esposa.
Fruncí el ceño, oír cualquier palabra sobre su esposa me da ganas de vomitar.
—Tú te vas a casar algún día... ya sabes... —Me recordó y me pregunté a mi misma si pensó que por eso fruncí el ceño. No, fue porque su esposa era una perra malhumorada que no te merece.
—Si mi futuro matrimonio es algo así como el tuyo, entonces creo que no me gustaría. —hablé demasiado rápido y demasiado arriesgada. Mierda, no debería haber dicho eso. Y la mirada con asombro que se apareció en su rostro me dio a entender que esto es peor de lo que pensaba. No debería haber bebido tanto en tan poco tiempo.
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