Capítulo 1: El teléfono
Frente a la grisácea pared que se deterioraba lentamente y en un devastador silencio sin que nadie reparase en ella, Shoto la observaba todas las tardes de camino a casa tras el instituto.
Aquel lugar una vez fue importante para él: el viejo dojo donde él practicó artes marciales y que ahora, por falta de gente y fondos, lo habían abandonado a espera de que lo derrumbasen.
Todos los días pensaba en pintar esa pared, en arreglarla un poco, protegerla de la lluvia con esa capa de pintura pero... él ya no dibujaba desde hacía tanto tiempo que ahora, le daba miedo volver a comenzar. Aquel lugar acabaría sucumbiendo ante las tempestades de la vida, ese muro... era como su propia vida, como un tren sin frenos yendo con un único rumbo fijo a un destino inevitable: el desastre.
¡Un año! Era el tiempo que había transcurrido desde que su vida cambió radicalmente. Aquel accidente cambió todo. Sacó el teléfono de su bolsillo y tomó una fotografía de la pared antes de colgarla en su blog.
"Anónimo y solitario", así era ese blog y, en parte, le gustaba que fuera así. No tenía seguidores, ni nada semejante, nadie sabría jamás a quién pertenecía pero a él le servía para soltar sus pensamientos más profundos.
"Un profesor de pintura me dijo una vez que la diferencia entre un buen cuadro y un cuadro genial, suele estar en cinco pinceladas, y suelen ser las cinco pinceladas más atrevidas del cuadro, pero yo me pregunto... ¿Qué cinco pinceladas? Y por eso... dejé de pintar".
Aquello fue lo primero que a Shoto se le ocurrió. Aquel pensamiento sólo era una metáfora de cómo sentía su vida, para ser sincero, ni siquiera era una buena vida, mucho menos era genial, de hecho, su vida era un desastre, una que nadie conocía y que él escondía tras una "buena vida". Hacía tanto tiempo que dejó de dar "pinceladas" para no empeorarla... que fingir y esconderse era lo que mejor se le daba últimamente, había tenido un año para mejorar su técnica en el arte de fingir vivir la vida perfecta.
La vibración del teléfono en su mano le sacó de aquel oscuro sentimiento. Posiblemente sería algún cliente pero cuando fue a descolgar el teléfono, se dio cuenta de que no era una llamada, sino una respuesta a su pregunta en el blog. Eso sí era raro, porque en ese año donde él dejó de pintar y escribía o subía fotografías sobre tonterías cotidianas, nadie había escrito nada allí excepto él.
"Lo entiendo, después de conseguir pintar un cuadro bonito, ya no quieres dar una pincelada arriesgada que pueda estropearlo todo. Pero... ¿es así como quieres vivir tu vida?, puede que sea una buena vida, pero... no es genial si no te arriesgas".
¡Raro! No sólo era una persona que escribía en su blog tras tantos meses, sino que además, había entendido la metáfora casi al instante, o eso pensó Shoto aunque podría ser que hablase sólo de pintar. Era lo que menos... interesante. Shoto sonrió. Tomar de nuevo las riendas de su vida no era algo fácil. Miró el pseudónimo de la publicación, pero sólo ponía una única palabra: Dynamight y ni siquiera sabía qué significaba.
***
‒ ¿Otra vez con el teléfono? – preguntó Izuku al ver a su mejor amigo tan entretenido, aunque éste, al verle llegar, lo bloqueó enseguida apagando la pantalla como si no quisiera que viera lo que estaba haciendo.
‒ No realmente. Sólo te esperaba – suspiró Bakugo – siempre eres un tardón.
‒ Perdona, el metro me deja bastante lejos. No fui yo el que se cambió de instituto.
‒ Ya sabes cómo es mi padre... – comentó Bakugo – yo no quería venir a este instituto de pijos, lo sabes. Aunque bueno... en breve compartiremos padres... supongo que me tocará llevarte al instituto.
Izuku sonrió. Conocía bien a Bakugo, se habían criado prácticamente juntos. Vivían cerca el uno del otro, desde niños jugaron juntos y no se habían separado desde entonces, sin embargo, tras el divorcio de sus padres y sin saber ni siquiera cómo, con los años, su madre acabó enamorándose del padre de su mejor amigo y ahora... planeaban casarse, lo cual los convertiría en hermanos.
Izuku observó a su amigo subido en su moto, como si esperase a que él le invitase a subir para ir junto al resto de compañeros al karaoke o a tomar algo, como siempre hacían por las tardes, en su lugar, Bakugo resopló y desbloqueó su teléfono como si buscase algo.
‒ ¿Conoces este lugar? – preguntó enseñándole una única fotografía de un muro de lo que parecía un antiguo dojo.
‒ Eso... es un dojo de kendo – comentó Izuku mirándolo mejor y por el letrero enorme que estaba encima.
‒ Ya sé lo que es, quiero saber dónde está.
‒ ¿Y yo debería saberlo? – preguntó Izuku con una gran sonrisa –. ¿Por qué crees que yo debería saberlo?
‒ Porque eres un nerd y practicas artes marciales. ¿Lo sabes o no?
‒ Sí – dijo algo frustrado por tener que darle la razón a su amigo sobre lo de ser un "nerd" en esos temas – es el Kendo Experience, está en el barrio de Taito. Tú vives cerca ahora que te has mudado.
‒ ¿En serio?
‒ Sí, está aquí al lado y deberías pasar por ahí todas las mañanas para ir al instituto, pero supongo que no te has fijado, tampoco es que esté abierto ni nada así, creo que cerró hace años. Yo hice alguna exhibición allí de taekwondo cuando era un niño, pero han pasado muchos años de eso. ¿Por qué te interesa el kendo? Creía que jugabas a fútbol americano, aunque no entiendo qué ves en ese deporte extranjero...
‒ Cállate, no me gusta el kendo ni voy a practicarlo. Y tú... ¿Cuándo te cambias de instituto? Y sobre todo y lo más importante, ¿cuándo os mudáis a la casa nueva?
‒ Sobre la mudanza, creo que quieren hacerla este fin de semana. En cuanto al instituto, comienzo el lunes – comentó Izuku con desánimo en su rostro.
‒ No me pongas esa cara, nerd, en el fondo sé que te mueres por venir a mi instituto.
‒ ¡Claro que sí, joder! – casi saltó de alegría – es el mejor instituto de Tokio, no sé cómo a ti te da igual. ¿Sabes cuántas puertas abre el haber estudiado allí? Además...
‒ Cállate ya y sube. Llegaremos tarde y quiero ir con los colegas antes de la cena familiar. No soporto a mi padre cuando me da la charla por llegar unos minutos tarde.
***
¡De casualidad! Así fue como llegó hacía unas semanas a ese blog extraño, pero reconocía que las fotografías que subía esa persona le gustaban. Sólo eran lugares de la ciudad, árboles, parques o carteles. Desde entonces, le seguía en silencio sólo por ver las publicaciones, pero hoy había saltado su alerta con aquella frase tan filosófica que puso. Era una persona culta, de eso estaba convencido Bakugo y él no solía rodearse de ellas, así que, por ese mismo motivo y por poder ser él mismo un momento sin que nadie supiera quién era, respondió a esa frase.
Tumbado en la cama de su habitación a oscuras, la única luz provenía de la pantalla de su teléfono mientras revisaba si le habían respondido, pero no.
Al escuchar cómo alguien tocaba a la puerta, Bakugo bloqueó la pantalla de su teléfono con rapidez y dio el paso. Sabía que era su padre porque Deku y su madre aún no se habían mudado con ellos. Ese fin de semana, todo cambiaría en su familia.
‒ Pasa, papá – susurró sin moverse de la cama.
‒ ¿Ya te vas a dormir? – preguntó su padre al verle con el pijama tirado encima de la cama. Todo su cuarto estaba recogido, así que supuso que había terminado los deberes, si es que tenía.
‒ Sí.
‒ Oye, Katsuki, quería preguntarte cómo llevas todo esto del matrimonio con...
‒ No me gustaría hablar de todo eso en este momento. Además, ya está decidido, ¿no?
‒ Sí, pero aun así, sé que hace un año cuando te conté esto no lo tomaste demasiado bien, pero ahora te veo más calmado.
‒ Es mi mejor amigo, me pilló por sorpresa saber que ahora sería mi hermano. Lo superaré, pero quiero que tenga su propio cuarto, no quiero aguantarlo en el mío – se quejó, lo cual hizo sonreír a su padre. Si eso iba a ser el mayor problema de ellos, tenía solución fácil.
‒ Tendrá su cuarto. Lo están terminando de montar. Estará listo para el fin de semana. Aun así, quiero que sepas que si hay algo...
‒ Te lo diré – dijo sin más Bakugo con tal de quitarse a su padre de encima.
‒ Vale. Pues, buenas noches entonces.
Bakugo observó a su padre irse y entonces, en cuanto la puerta se cerró nuevamente, desbloqueó la pantalla del teléfono pero esta vez, tras asegurarse de que no había respondido la persona en cuestión del blog, buscó en su galería de imágenes hasta que encontró la que buscaba.
"¿Buscas sexo sin compromiso?, si quieres probar algo nuevo, llámame. Normas a debatir".
¡Directo y conciso! Es lo que fue aquel mensaje que vio escrito en medio de muchas otras frases que lo hacían casi desaparecer en aquella puerta del aseo del instituto. Sin duda alguna, Bakugo pensó que debió ser un chico porque estaba escrito en el aseo de chicos. Posiblemente algún ricachón aburrido.
Para ser sincero consigo mismo, sólo había tenido sexo dos veces, una con una ex que no duraron demasiado y otra... con un chico desconocido con un disfraz que no quiso quitarse. Fue raro y, a la vez, le dejó una sensación muy extraña. Él estaba enfadado y evidentemente, a ese chico le ocurría algo para llorar de la forma en que lo hizo en un momento así, pero nunca hablaron.
Mentiría si dijera que no le gustaría encontrar a ese chico desconocido por curiosidad, pero Tokio era muy grande y él ni siquiera sabía si le gustó esa clase de sexo con alguien de su mismo género. ¿Debía probar de nuevo? Esa era su gran duda al mirar la fotografía con ese número de teléfono. No perdía nada por tener sexo con un chico de nuevo, ¿no?, fue lo que pensó antes de grabar en la memoria ese número y abrir el WhatsApp para preguntar.
Pensó en qué escribir. ¿Y si todo era una broma? No podía arriesgarse entonces a cometer un error.
"¡Buenas! He encontrado tu número en la puerta de un aseo. ¿Podemos hablar?"
Correcto políticamente hablando para no dar pistas de que le estaba hablando de querer sexo. Bakugo esperó unos segundos y entonces, empezó a ver los puntitos como que alguien estaba escribiendo para responderle.
"1336 yenes a la hora. Con preservativo siempre. No me quitaré la camiseta nunca. Tú eliges dónde y lo que quieres que hagamos pero todo lo que hagamos se quedará en el anonimato."
¡Fácil y sencillo! Eso fue lo que le resultó a Bakugo aquello. Ese chico era directo, sin duda alguna.
"No me gusta ser el pasivo. ¿Tienes problemas con eso?".
Escribió Bakugo de nuevo por asegurarse. Tampoco estaba seguro si le gustaba o no, al fin y al cabo, sólo tuvo sexo una vez con un hombre. Aun así, necesitaba asegurarse.
"Sin problema. ¿Cuándo quieres quedar? Si quieres algo especial como juguetes o alguna temática, dímelo siempre antes y esos juguetes corren por cuenta del cliente. El cliente elige el lugar".
Esa persona era muy clara con todo, y eso mismo, le gustaba a Bakugo. Dejar todo cerrado de antemano le daba seguridad. Escribió una respuesta:
"Mañana a las tres y media. Te mandaré la dirección a tu teléfono. Yo llevaré los preservativos".
Terminó Bakugo por aclarar intuyendo que si acababan el instituto a las tres, a las tres y media podrían estar en el lugar que tenía en mente, sobre todo si era un chico de su mismo instituto.
Nota:
*1336 yenes, equivalente a 10 dólares americanos.
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