Nos fuimos, nos desaparecimos.


Sam fue a un lugar apartado del estacionamiento para así poder llamar a Bobby, él era el único que podría tener respuestas al respecto, ¿no? Aunque honestamente dudaba si Bobby alguna vez haya escuchado sobre un auto que se vuelva humano de la noche a la mañana.

Marcó el número, puso el teléfono en su oreja y escuchó un pitido, dos pitidos, tres pitidos, cuatro, cinco... ¿el hombre se fue de compras o qué?

"Hola" –se escuchó al otro lado de la línea.

– ¡Hola!, sí, Bobby, qué bueno que estés en casa –dijo Sam aliviado.

"Eso no suena bien" –contestó el viejo cazador– "¿en qué lio se metieron ustedes dos ahora?"

– Uno que... pues... –decía Sam mientras buscaba como explicarle a Bobby que el impala se había transformado en un ser humano, literalmente, de la noche al día– tal vez- tal vez debas sentarte para oír esto.

Mientras Sam conversaba con Bobby sobre el nuevo "caso" que tenían, Dean no le quitaba los ojos de encima a... a... ¡a ese sujeto que decía ser su hermoso impala!, Hijo de perra. Es un juego verdaderamente sucio y cruel el que estaba jugando, ¿"robar" su auto y luego "decir" que él es el impala?, ¿con que clase de psicópata estarían lidiando ahora?

– Cuando era un auto me mirabas con amor, ¿sabes? –dijo el impala humano como respuesta a la mirada gélida de Dean, la cual había permanecido por un minuto sobre él– y ahora que soy humano, me miras como si quisieras matarme.

– ¿Dónde está? –preguntó Dean con tono demandante.

– Si preguntas por mí, estoy frente a ti –dijo el impala rodando los ojos, estaba cansado de la testarudez de Dean.

– ¡¿Dónde está el auto?! –volvió a preguntar Dean sin cambiar su semblante o su tono.

– ¡Frente a ti, Dean! –insistió el chico apuntando a todo su cuerpo– cambié el metal y los rines por carne y huesos, pero sigo siendo tu auto, en versión humana. Una versión muy linda, debo decir –dijo acomodando su cabello de un lado mientras se miraba en el reflejo de la ventana del motel para luego sonreír de lado, justo como Dean suele hacer, aun así este último solo rodó los ojos.

– Muy bien –dijo el mayor de los Winchester levantándose de dónde estaba para caminar hacia el individuo– si en verdad eres el impala, ¿Cómo pasaste de ser metal y cuero a "carne" y cuero? –preguntó Dean bajando su vista hasta la chaqueta de cuero negra que combinaba con los pantalones de mezclilla que traía el chico. A pesar de todo debía admitir que le quedaba bien... espera, ¿qué?

– Técnicamente eso es decir "carne" dos veces –opinó el chico mirando hacia la nada y luego regresó su vista a Dean, quién solo hizo una mueca creyendo que el tipo tenía razón– mira, la verdad, no lo sé. Solo sé que ustedes me aparcaron ahí... –dijo apuntando al lugar– en cuanto mi motor se apagó me quedé dormido y en cuanto desperté ya estaba así –dijo apuntándose a sí mismo.

Dean iba a seguir con su interrogatorio cuando fue brutalmente interrumpido por el grito de Bobby, el cual se escuchó casi perfectamente a metros de distancia de dónde estaba Sam al teléfono.

– "¡Qué el impala se volvió humano!" –exclamó Bobby al otro lado del auricular.

– Sí –respondió Sam con simpleza.

– "¿Y cómo demonios el impala, un objeto de metal, gasolina y tuercas, se hizo humano?"

– Nosotros también queremos saberlo, Bobby, por eso... –dijo y su mirada y gestos se tornaron involuntariamente en los de un cachorrito gigante– por eso te llamamos. Creímos que tú sabrías algo.

– Sam, yo he visto cosas extrañas en mi vida y como cazador muchas más –dijo empleando ese tono fraternal que solo usaba con sus muchachos– pero, ¿un auto que se hace humano? Si empiezo a hacer preguntas al respecto, ¡hasta los demás cazadores dirán que estoy loco!

– Lo sé, Bobby, es una completa locura pero... –dijo alzando y bajando sus brazos con derrota– simplemente pasó y no sabemos cómo o por qué... –sin embargo, justo al decir que no sabía "por qué" había pasado, recordó la cacería de la noche anterior– o quizás sí sé.

– ¿Lo sabes? –preguntó Bobby.

– Bobby, te veremos en tu casa en una hora –dijo Sam y se apresuró a colgar el teléfono.

El enorme chico se apresuró en llegar nuevamente con su hermano y... ¿el impala humano? Si, estaba claro que tendrían que escogerle un nombre después, ya que "Bebé" no es exactamente una opción. ¡Rayos, ni siquiera tienen opciones!, ¿oh, sí? a menos, claro, que él y Dean lo llamen "KAZ" o "CINEKA" para todo.

Lo de "KAZ" era redundante, ya tenían a un "CAS" en el equipo y Dean lo mataría si pensara en "reemplazarlo" por otro, así que "KAZ" no era opción. "CINEKA" le recordaba al nombre de un antagonista de la saga de "Los Juegos del Hambre" así que no, tampoco era opción. Y por alguna razón que no lograba hallar cada vez que veía al "impala humano" pensaba en el nombre "Ian", ni idea de por qué.

Probablemente escojan la opción "D", "ninguna de las anteriores", por lo que terminarían dejando que el propio impala escogiera su nombre.

– ¿Y? –preguntó Dean una vez que Sam estuvo frente a él– ¿qué dijo Bobby?

– Le dije que lo veríamos en su casa en una hora –respondió Sam asintiendo.

– Bien, entonces vamos al... ¡rayos! –exclamó Dean haciendo su cabeza hacia atrás con frustración recordando que su auto ya no es un auto.

– Sí, estaría encantado de llevarlos muchachos, de verdad –habló el impala humano– pero esté cuerpo me limita mucho –dijo mirando su cuerpo desde arriba– aun así, aún podría llevar a uno de ustedes en mi espalda –dijo e hizo una mueca.

– A mí no me mires –respondió Dean tajante.

– Sí, eh, gracias, pero lo que necesitamos ahora es "velocidad" no "fuerza" –dijo Sam siendo amable mientras pensaba una solución.

– ¿Estás pensando lo mismo que yo? –preguntó Dean con una seria mirada de desagrado en su semblante.

– Dean, no quiero pensar en eso –dijo Sam girando a ver a su hermano. Él, a diferencia de Dean, tenía un rostro de preocupación.

– ¿En qué pensamos? –preguntó el impala con curiosidad.

– Tendremos que hacerlo, Sam. No hay otra salida –dijo Dean ignorando la pregunta de su "auto", sin quitar la seriedad y desagrado que tenía– a menos que quieras caminar desde aquí hasta Siux Falls.

Sam suspiró con pesadez y total resignación para luego poner una mueca de asco en su cara. Dean miraba lo que estaba frente a sí como si fuera el peor de los retos. Y mientras tanto el impala solo se dedicaba a verlos a ambos con una fuerte mirada de extrañeza, pues él no tenía idea de que finalmente los hermanos Winchester se enfrentarían al peor mal que existe en este mundo: el transporte público.

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