#Impala!humano, #Ianpala, #Ozuna
Los Winchester llegaron esa noche devuelta al motel en su auto clásico. Habían acabado con una cacería de brujas exitosa y ahora venían de regreso en el impala hablando sobre la Oscuridad y cómo detenerla. Al llegar Dean fue el primero en bajarse seguido de Sam, quienes solo querían curar las heridas que tuvieran y descansar.
Aparcaron el impala en el estacionamiento frente a la habitación de motel y posteriormente entraron a este.
Era aproximadamente media noche cuando apagaron las luces de su habitación y se quedaron dormidos. Aquella noche era especial, pues era noche de luna llena.
Los Winchester cayeron en un sueño profundo que no les permitió sentir como el ambiente cambiaba gradualmente según las nubes se apartaban del cielo y dejaban ver el brillo de la luna. Aquel brillo era extraño, pues alumbró aquel frío motel y sus alrededores como si se tratara de un reflector.
De repente el cuarto de los Winchester se volvió frío, tan frío que las ventanas se congelaron. Sam no sintió nada, pero Dean, quién dormía desarropado, se obligó a medio despertar para tantear la cama a su lado buscando la manta más próxima y apenas la encontró se la echó encima para volverse a dormir.
Afuera los vidrios de los autos se empezaron a congelar, los de todos menos los del impala. Algo sumamente extraño sucedió cuando los cauchos del auto se comenzaron a desinflar, pero Dean estaba otra vez profundamente dormido como para notar eso.
Seguidamente, Baby comenzó a abollarse en todas partes: en su capó, en sus puertas, a los lados, en su maletero, en el techo, se volvía cada vez más y más pequeño al mismo tiempo que se alargaba más y más, hasta que todo su metal se derritió formando una masa negra y viscosa que se retorció y fue tomando forma... una forma extraña... una forma... ¿humana?
En cuánto aquella masa acabó de tomar la forma que deseaba, se aclaró dejando ver el cuero negro de una chaqueta, junto con la tela de unos jeans negros también, un par de botas hechas del mismo material y color, y a la cabeza de dicha figura sobresalían unas manos humanas junto a una cabeza de liso cabello negro.
No se sabe cómo, quién o por qué, pero esa noche el impala de los Winchester fue transformado de una máquina de metal a un ser humano de carne y hueso.
Al día siguiente los Winchester se levantaron temprano para volver a la carretera y buscar más casos. Los dos se encontraban en la habitación de motel recogiendo sus cosas cuando Sam le dijo a Dean que saldría para guardar las armas en el maletero del impala.
Sam salió al estacionamiento y se dirigió al lugar dónde habían aparcado el vehículo la noche anterior, pero se sorprendió enormemente por lo que halló y regresó de inmediato con su hermano.
– ¡Dean! –exclamó Sam al apenas abrir la puerta. Su hermano volteó a verlo de inmediato con expresión asustada y fue en ese momento que Sam no supo que hacer o decir, pues lo que debía notificarle a Dean... era algo sumamente delicado.
No sabía cómo decirle a Dean que su preciado auto no se encontraba en el lugar dónde lo dejaron y aun así la mirada insistente de su hermano mayor lo motivaba a darle una respuesta por su sobresalto.
– Yo... –Sam se irguió en su lugar buscando las palabras correctas– no sé cómo decirte esto, Dean.
– Demonios, Sam. Solo dime qué sucede –insistió Dean ahora más preocupado.
– Es que... –decía el más alto tratando de articular palabra mientras el mayor solo podía seguir presionándolo para que hablara, hasta que Sam resolvió simplemente lanzar la bomba directo a la cara de su hermano– el auto no está.
– ¿Qué? –preguntó Dean parpadeando un poco y poniendo su mejor cara de desconcierto, ¿qué había dicho su hermano?
Sam, por su parte, supo en cuanto Dean levantó sus cejas y abrió bien los ojos, que lo siguiente que vendría sería histeria.
– El impala... –dijo el más alto e hizo una pequeña pausa– no está.
– Sam, ¿qué quieres decir con "el impala no está"? –preguntó Dean acercándose cuidadosamente a su hermano y pronunciando aquella pregunta como si fuera la noticia de un crimen.
– Que no está. Fui a guardar las armas pero cuando me acerqué... no estaba –dijo Sam dándole su mayor mirada triste a Dean. El mayor de los Winchester no aguardó ni un minuto más y salió de prisa de la habitación del motel para ir al estacionamiento, solo para darse cuenta de que lo que dijo Sam era verdad. El auto no estaba en ninguna parte.
– No puede ser –dijo Dean llevándose ambas manos a la cabeza– el impala, Sam. Se llevaron el... –dijo y enseguida tuvo que llevarse ambas manos a las rodillas, pues estaba teniendo un ataque de pánico.
– ¡Dean!, ¡oye, oye, oye! –gritó Sam y enseguida corrió hacia su hermano para tratar de ayudarlo– todo va a estar bien, ¿oíste? Vamos a recuperar el impala.
– ¿Cómo rayos, Sam? –preguntó Dean mirando a su alrededor– ¿cómo rayos se lo llevaron frente a nosotros?
– Eso no lo sé, lo que sí sé es que lo vamos a recuperar –dijo el más joven mientras veía como su hermano se hiperventilaba.
– No me siento bien, Sammy –dijo Dean encorvándose.
– No, no, no, Dean... –dijo el de pelo castaño tomando a su hermano del brazo.
– ¡Cuando encuentre al hijo de perra que se robó mi auto...! –pero el mayor no pudo terminar su amenaza, pues una tercera voz masculina se hizo presente.
– ¡Tranquilo, vaquero! –exclamó aquella voz extraña. Ambos hermanos detuvieron cualquiera de sus movimientos bruscamente y se giraron hacia el dueño de aquella voz al mismo tiempo– no queremos que te vaya a dar un infarto en medio de la nada.
Tanto Sam como Dean se quedaron estupefactos, no tenían idea de porqué aquel hombre se les acercó a hablarles o que asunto tenía con ellos, pero por lo que podían ver era un tipo entrado en sus 30, de buena complexión muscular llegando a medir 1.70 y algo, con el cabello negro azabache, la piel blanca lechosa, rostro afilado, labios gruesos y unos preciosos ojos azul celeste.
– Por tu propio bien, idiota, espero que no hayas sido tú quién se llevara mi auto –le dijo Dean con una ruda mirada y tono amenazador.
– De hecho eso es algo muy gracioso –respondió el desconocido.
– ¡¿Por qué?! –preguntó Dean alzando el tono de voz.
– Por qué no puedo "auto-secuestrarme", ¿oh, sí? –devolvió el extraño la pregunta con cierto tono jocoso, lo que dejó a los Winchester con miradas poéticas de "¿qué mierda?"
– ¿Qué? –fue todo lo que preguntó Dean con el ceño fruncido y un claro rostro de confusión.
– Un momento, Dean. ¿Quién eres tú? –dijo Sam con una mirada seria apuntando al individuo.
– Bueno, no tengo un nombre específico, a menos que "KAZ 2Y5" cuente –dijo riéndose al final, como si fuera una broma para él, pero para los Winchester estaba muy alejado de eso, ya que esa es la matrícula de su auto. El individuo, seguidamente, solo se encogió de hombros para luego mirar a Dean– aunque, siendo honestos, Dean suele llamarme "Bebé".
Con aquella afirmación, los dos hermanos solo pudieron hacer las cabezas y los cuerpos hacia atrás, como si les hubiesen dicho algo totalmente imposible, lo cual en cierto modo así es. Es imposible que Dean llame a un tipo "bebé" y que Sam no se haya enterado para dar su concerniente burla.
– Escucha, amigo –dijo Dean sacando una sonrisa de nerviosismo. Estaban poniendo su sexualidad en duda y la mirada acusadora pero divertida de Sam no le ayudaba a nadie, ¿quién rayos se creía ese tipo para poner su sexualidad en duda? – yo no te conozco, ni te he visto en mi vida.
– Wow, esa es una mentira muy grande, incluso para ti –dijo el desconocido. Sam solo pudo mirar a su hermano aún más inquisitivo y mucho más divertido.
– ¡Hijo de perra! –y sobra decir que Dean se hartó– ¡¿quién demonios eres?! y ¡¿quién demonios te crees para decir eso?!
– Ya se los dije –dijo el individuo alzando las manos pero con cierta diversión en su rostro– yo soy "Bebé" –dijo apuntándose a sí mismo– "KAZ 2Y5", "CNK 80Q3", ¡mierda, el impala!, ¡su impala! –exclamó casi rodando los ojos. Es verdad que "Baby" ama a sus chicos, pero a veces se pasan de mensos.
Sam miró a Dean y Dean miró a Sam, los dos compartiendo una mirada que dejaba muy bien en claro lo que estaban pensando: "¿qué mierda acababan de escuchar?"
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