Mencion de autolesiones, depresión, intentos de suicidio.

Las caminatas a medianoche siempre eran las mejores.

La madrugada en sí era un momento bastante bonito. Para ser sincero, cualquier momento después de las doce o durante el atardecer era un momento bonito. Pero era más fácil idealizar la medianoche.

Después de que Taeyong se fuera, Doyoung tenía el impulso constante de salir, de estar lejos de casa.

Todavía no lo había visitado, todas sus llamadas iban directamente al buzón de voz cada vez que marcaba.

En el momento en que la casa estaba tranquila, se fue.

Taeyong solía hacer lo mismo, escaparse por la puerta trasera para ver a sus amigos. Fue él quien le mostró a Doyoung todas las tablas del suelo de la casa que no hacían ruido. Fue él quien le enseñó cómo salirse por la ventana del cuarto de servicio.

–Se supone que eres el responsable–dijo Doyoung en ese momento. Ni siquiera era como si tuviera un lugar al que escaparse, o algún amigo que visitar. –¿No se supone que los hermanos mayores normalmente deben...?

–Tal vez quiera que te escapes. Que te consigas una vida, ¿sabes?

–Estoy bien sin una.

Y lo estaba. Mamá esperaba que todos fueran perfectos. Una vida social no estaba en las prioridades de su agenda, después de todo, eso sería solo una distracción de sus estudios. Sin embargo, Taeyong y los gemelos se las arreglaron perfectamente. Doyoung no sintió la necesidad de interactuar con nadie, solo seguir los planes de mamá sin ninguna queja.

Había tres reglas indiscutibles en la familia Lee, la número uno, los estudios son la prioridad, por encima de los amigos y, sin duda, por encima de la propia estabilidad mental.

Número dos, mamá siempre tiene la razón.

Y número tres, todo está bien, incluso aunque todo esté mal.

La puerta de Donghyuck todavía estaba abierta cuando se escapó, la luz estaba encendida y él estaba repasando sus apuntes de nuevo. La puerta de Mark estaba cerrada, Doyoung sabía a ciencia cierta que la ventana estaba abierta, y que él estaba lejos de casa. A Mark no le gustaba quedarse en casa como a Doyoung. La única diferencia era que a Mark nunca le gustó de puertas para dentro.

La única diferencia era que Mark era feliz afuera.

No sabía a dónde ir, nunca lo sabía. Porque, ¿cuándo fue la última vez que salió con amigos? No conocía ningun lugar en el que la gente de su escuela normalmente pasara el rato.

Así que solo caminaba. Caminaba hasta que el cielo empezaba a encenderse y luego tomaba un taxi a casa. Ninguno de los gemelos mencionaba nada al respecto. Él dudaba de que se dieran cuenta.

Hoy, sin embargo, tenía un destino. Tenía un lugar donde estar. Tomó un autobús hasta el metro más cercano y se quedó ahí hasta que sus canciones empezaron a repetirse. El vagón tenía una mezcla de gente, todo el mundo parecía muy cansado. Un hombre en traje hablando por teléfono, que casi pierde su parada, salió corriendo antes de que se cerrara la puerta. Dos adolescentes con demasiado maquillaje. Una mujer con la capucha puesta que miraba a su alrededor cada dos segundos.

Fue gracioso, el pensar en el tren en la madrugada como algo vacío, tan desprovisto de gente, y sin embargo estaba ahí, sentado entre otros diez extraños. Las doce ya no se sentían tan tarde.

Si fuera un niño, habría estado mirando por la ventana con asombro infantil todo el trayecto. Pero ya no lo era, y se resignó a observar su teléfono, contando las paradas en su cabeza.

La ruleta del metro siempre fue un juego divertido, pero hoy tenía una idea de a dónde ir. Doyoung revisó su teléfono en busca de cualquier mensaje antes de bajar en su estación, el más reciente fue de Taeyong, hace cinco meses, preguntando dónde estaba. No respondió a eso. Debió haberlo hecho.

El río Han estaba tranquilo. La vista desde el puente Mapo era la misma de siempre. No era un artista, pero si lo fuera, dibujaría el paisaje una y otra vez. Hasta que los colores fueran parte de su cuerpo. Había llovido antes, y mientras caminaba, miró hacia los faroles de luz en el puente.

Casi ignoró al chico sentado en el borde del puente.

Una pequeña voz en su cabeza, una que sonaba extrañamente como su hermano, le gritó que hiciera algo. El chico parecía que estaba a punto de saltar. Doyoung no sabía por qué, pero habló.

–No lo hagas.

El chico se dio la vuelta, con la sorpresa grabada en su rostro, y parecía que solo estaba llorando.

¿Por qué dijo eso? Taeyong ya no estaba aquí para castigarlo, así que ¿por qué importaría si dejaba morir a alguien?

–Es una caída de sesenta pies–dijo Doyoung, empezando a divagar. –No morirás enseguida. Te romperás un montón de huesos y seguirás vivo. Morirás con mucho dolor, ¿sabes? es poco probable que sobrevivas, pero...

–Eres Doyoung. El hermano menor de Mark y Donghyuck.

–¿Me conoces?

El chico frunció el ceño.

–La mayoría te conoce. ¿Tú no me conoces?

–Está oscuro–Doyoung entrecerró los ojos por un momento. nunca fue bueno con los rostros. Recordaba las reuniones a las que tenían que asistir, solía aferrarse a Taeyong cuando era niño. Taeyong hablaba con cualquiera como si le conociera desde siempre. Era el favorito de su madre por esa razón.

–Jung Jaehyun. Estoy en tu clase. He estado en tu clase desde tercer grado.

Ese era un nombre que asoció con el chico estrella de su clase. Brillante, ruidoso y ocasionalmente parte del grupo de amigos de Mark y Hyuck. Era bonito. Eso era lo que siempre pensó. Bonito e increíblemente bueno para hacer reír a la gente.

Ruco y simpático. Hizo dos años en uno. Eso era más de conocimiento general. Sin embargo, no importaba, gente como él no se relacionaba con gente como Jaehyun, pero esta noche, estaba demostrando que estaba mal.

Los labios de Doyoung se entreabrieron reconociéndolo.

–Es un gusto conocerte, supongo–no sabía qué hacer, no sabía lo que se suponía que debía hacer. Todo lo que pudo hacer fue quitarse los auriculares y meter el celular en su mochila.

–El gusto es mío–rió Jaehyun en voz baja.

¿Qué haría Taeyong? Ya no lo sabía. Ha pasado mucho tiempo desde que habló con su hermano.

Se sentó en el puente.

–Es genial, ¿no? es muy bonito aquí. Mi hermano tiene un amigo que pinta muy bien, él me trajo aquí una vez, porque mi hermano pensaba que yo estaba demasiado solo.

Ten habló en voz baja durante un rato, mientras Doyoung observaba con asombro.

–Tae está preocupado por ti.

Ten era hijo de un CEO, y producto de un matrimonio arreglado. La fachada de una familia perfecta. Sin embargo, la cantidad de veces que lo vio llorando en silencio en la habitación de Taeyong, decía lo contrario.

–Siempre lo está–Doyoung metió las manos en sus bolsillos. –Disfruta de la puesta de sol. Yo me iré a casa–recordó cómo Taeyong se fue una semana después de ver a Ten pintar. Al menos los amigos de su hermano no intentarán volver a incluirlo por lástima.

Los primeros días después de que Taeyong se fuera fueron los más difíciles. Johnny pasó a visitarlo muchas veces, preocupado tanto por sus acciones como por sus palabras. Doyoung se quedaba en su habitación mientras Mark hablaba un poco con él. Él siempre fue el chico estrella. Nadie odiaría a Mark, ni siquiera tenía que intentar ser perfecto. Simplemente lo era.

El capitán del equipo de baloncesto, saliendo con el amor de su vida desde el séptimo grado, Kang Mina, y presidente del consejo estudiantil. El mejor de su clase, mientras que Donghyuck quedó en segundo lugar a pesar de lo duro que estudió. Hyuck fue el más decidido de todos ellos, el que trabajó más duro. el favorito de papá.

Sin embargo, Taeyong era el favorito de mamá. No importaba lo perfecto que fuera Maek, ella siempre lo despreciaba. Lo odiaba lo suficiente como para enviarlo a algún internado en Canadá durante toda la escuela primaria.

Aparte de eso, Taeyong lo era todo, él era todo lo que sus padres querían que fuera.

Jaehyun miró hacia el río.

–¿Y lo estás?

–¿Qué?

–Solo–aclaró Jaehyun. –¿Tu hermano tenía razón? ¿Estás solo?

Doyoung miró fijamente a lo lejos durante un momento. Para ser honesto, no sabía cómo responder a eso. Cambia de tema, gritó su mente, así que eso fue lo que hizo.

–Deberías bajar de ahí. Hoy no es el mejor día para saltar... Bueno, la mayoría de los días no lo son, pero, no lo sé. Hay un bonito lugar que abre después de las doce y que sirve un buen café.

Jaehyun parpadeó, y sonrió apáticamente.

–¿Quién dijo que saltaría? Tal vez solo vine aquí a llorar.

–No es un muy buen lugar para llorar. La gente llamará a la policía, ya sabes, estarás en un psiquiátrico en cuestión de segundos. No es un buen lugar para estar, y por lo que puedo ver, es un poco solitario.

–La mayoría de los lugares son bastante solos–Jaehyun seguía ahí arriba. Doyoung no sabía lo que se suponía que debía decir si saltaba. ¿Qué se suponía que debía hacer?

Se inquietó nerviosamente y jugó con las mangas de su abrigo.

–A veces, yo también me siento así. Especialmente cuando estoy en casa. Era más fácil cuando Taeyong estaba ahí. Solía tocar el piano durante al menos una hora. No conozco ninguna pieza ni nada, pero me gustaba. Digo, solía odiarlo, para ser honesto, pero ahora lo echo mucho de menos.

–Hablas mucho más de lo que pensaba.

–Hablas mucho menos de lo que pensaba–replicó Doyoung sin malicia en su voz. –Además, algunos estudios en el mundo muestran que las personas hablan mucho más cuando están cansadas–y además, nunca encontró ninguna razón para unirse a las conversaciones de los demás. Estaba bien sin rodearse de gente vacía.

–Entonces, ¿por qué estás aquí si estás cansado?

–¿Por qué estás aquí llorando?–preguntó Doyoung en respuesta. –Contrapregunta.

–Porque la vida apesta. ¿Por qué más alguien estaría llorando a medianoche?

–Hay muchos otros lugares para llorar, lugares que no son la valla de un puente con una de las tasas de suicidio más altas de Corea.

Jaehyun se encogió de hombros.

–¿Pero qué es lo divertido de esos otros lugares, Doyoung? Tal vez me resbale hoy, tal vez no. La caída no será la peor parte de todo, será el pequeño lapso de tiempo en el que todavía esté vivo, pero terminará pronto.

–O tal vez no resbales, y vivirás otro día. Te darás cuenta en unas semanas de que tal vez la vida no sea tan mala. Podrías pasar por episodios de tristeza una y otra vez después, porque a pesar de lo que la vida te dice, la recuperación no es lineal. Y tal vez con el tiempo, estés en otro lugar, lejos, y estés bien.

Jaehyun rió falsamente.

–Promesas vacías de un chico vacío.

Eso dolió. Él no estaba vacío, el dolor que aún permanecía en su pecho lo demostraba. No estaba vacío, el dolor de cabeza con el que despertó esa mañana fue un recordatorio repetido de que no estaba bien. Que no había estado bien desde el inicio, y que los acontecimientos recientes solo revelaron que no había estado bien durante mucho tiempo.

–Te pido que no desquites tu dolor conmigo–dijo en voz baja, jugando con la manga de su suéter una vez más.

–¿Pero me equivoco?–la voz de Jaehyun no tenía vida. No parecía aquel chico que Doyoung conocía. Aunqje apenas conocía a Jaehyun. O a cualquiera.

–No lo sé.

Doyoung se puso de pie y subió con cautela para unirse a él. Ignoró la punzada de dolor que le subió por los brazos mientras se impulsaba. Había estado lloviendo, y la valla estaba resbaladiza, un movimiento equivocado y él estaría volando hacia abajo.

–La vista es linda aquí arriba.

Él estaba aterrorizado. No quería estar ahí en lo más mínimo. Daba miedo, y no quería nada más que estar de vuelta en el puente. El otro chico probablemente podría darse cuenta, cualquiera podría.

–Yo también estuve aquí hace unas semanas–admitió Jaehyun en voz baja. –Creo que estaba demasiado asustado. Se suponía que hoy era mi día. ¿Por qué tuviste que venir tú, de todas las personas? ¿Por qué intentarías ayudar a alguien? ¡¿Qué tan estúpido eres?!

–Académicamente no lo soy, aunque Taeyong solía decirme que era emocionalmente consciente, y al mismo tiempo increíblemente estúpido. Nunca entendí a lo que se refería. Pero...–pero ahora lo entendía. Ahora lo sabía. No tenía ni idea de qué hacer.

Jaehyun lo miró preocupado.

–¿No te sientes solo a veces?

–Tengo todo lo que necesito.

–¿No te sientes solo? Cuando todos hablan tan felices unos con otros a tu alrededor, ¿nunca te sientes vacío mientras todos los demás están llenos de vida? ¿o simplemente no drenas la necesidad de llenar cualquier espacio en tu corazón?

–No necesito hablar con la gente para estar lleno de vida.

–Pero, ¿te sientes así?

–No lo sé–no sabía mucho de las cosas. Era más fácil atenerse a sus estudios, porque todo tenía una respuesta concreta. Con los humanos, era completamente diferente. Era difícil decir cualquier cosa.

–No eres como ninguno de tus hermanos, ¿sabes?

–No lo soy–pero, ¿por qué importaría eso? sus notas eran buenas, y participó en muchas estúpidas obras de caridad. Entrará en la facultad de derecho sin ningún obstáculo, y apoyará la estúpida compañía de su padre sin quejarse. No era ninguno de los favoritos de sus padres, era el más joven que apenas se las arreglaba, para siempre en las sombras de su hermano. Su madre lo había llamado una vez él más débil de la familia, y no se equivocó.

Pero todas las cosas que está haciendo, eso fue lo que alejó a Taeyong, pensó. Eso fue lo que llevó a Taeyong a dejarlo. Entonces, ¿por qué seguía haciendo todo lo que sus padres le pedían?

Taeyong le preguntó en voz baja una vez.

–¿Hay algo que quieras hacer? Mamá y papá son fanáticos del control, quieren lo mejor para nosotros. Pero...

–La verdad no quiero hacer nada.

–Doie...

–Simplemente... No quiero ir a ninguna facultad de derecho en estados unidos. Quiero ir a la Universidad Nacional de Seul, no me importa si su programa de derecho no es el mejor, solo...–solo quiero ser como tú. Vaciló y suspiró. –Pero, no pasa nada. Mamá lo entenderá, ¿verdad?

Taeyong parecía estar a punto de llorar. No podía entender por qué en ese momento, tal vez entendió lo que Doyoung no dijo. Esa fue la última vez que abrazó a alguien. Deseaba haberse aferrado más fuerte, tal vez así Taeyong se hubiera quedado.

A quién estaba engañando, Taeyong no se habría quedado por él.

–Hace frío–dijo Jaehyun. Pasó las piernas encima la barandilla y saltó, aterrizando en el puente resbaladizo. –Hoy no es mi día, ¿no?

Doyoung simplemente se encogió de hombros.

–Espero no volver a verte aquí nunca más–hizo lo mismo que Jaehyun, intentando todo lo posible por no resbalar.

Jaehyun rió.

–Tal vez... no.

Caminó a casa, entrando por la ventana del cuarto de lavandería y yendo en su habitación. La ventana de Maek estaba cerrada, Doyoung asumió entonces que había llegado antes que él. Mark probablemente estaba en su celular, enviando mensajes de buenas noches al amor de su vida. Mark lo tenía todo. A veces eso era tan injusto.

Donghyucj todavía estaba despierto, miró a Doyoubg un momento antes de redirigir sus ojos de vuelta a sus libros. Si Taeyong todavía estuviera aquí, habría cubierto a Donghyucj con una manta y le habría dicho suavemente que no se quedara despierto hasta demasiado tarde, porque siempre se quedaba despierto, trabajaba muy duro, solo para ser constantemente la sombra de su gemelo.

Pero últimamente ha sido diferente. No fue el único afectado por la partida de Taeyong. Hyuck y Mark estaban igual de mal, a pesar de que ninguno de ellos era tan cercano a Taeyong como Doyoung.

–Buenas noches, hyung–murmuró en silencio. no te quedes despierto hasta tarde.

Hyuck levantó la vista y le dio una media sonrisa cansada.

–Estás empapado. No mojaste la alfombra, ¿verdad?

Negó con la cabeza y cerró torpemente la puerta de Hyuck. El dormitorio de Taeyong había sido abandonado en su mayoría desde que se fue a la universidad, pero en las ocasiones en que se quedaba, todavía estaría despierto, trabajando en su música. Mamá nunca quiso que ninguno de ellos siguiera una carrera artística, ni siquiera una especialización en arte. Simplemente no estaba permitido.

Hacía frío y, por un momento, no echó de menos a su hermano. Todo en lo que podía pensar era en el chico del puente.

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La escuela no fue nada interesante como de costumbre.

El consejero lo llamó para hablar sobre los objetivos de la vida y para hablar sobre cómo le preocupaba, o lo que sea. Miró torpemente al reloj de la pared hasta que sonó la campana, y se fue con un "gracias por tu tiempo".

Ha oído a los profesores susurrar entre ellos cuando pensaban que no estaba escuchando. Tampoco sabían qué hacer con él. A sus padres ya no les importaba, pero de vuelta en la escuela primaria, volvían de las reuniones de padres y maestros con ceños fruncidos, discutiendo de un lado a otro sobre quién tenía la culpa.

A juzgar por el folleto en la mano de Hyuck y la mirada enojada en su cara, había sido llamado por la misma razón. El chico de pelo rubio a su lado parecía mareado, hablando con su hermano en voz baja. No tenía ninguna duda de que Donghyuck ni siquiera toleró la lástima durante más de cinco minutos. Él no tenía una tolerancia muy alta para otras personas.

No vio a Jaehyun ese día. Él mismo tampoco se hubiera aparecido si alguien lo hubiera pillado tratando de saltar de un puente.

Se preguntaba si estaba bien, pero al final no había nada que pudiera hacer, ¿verdad? La gente así tiene que aprender a aceptar la ayuda primero.

Mark pasó a su lado por el pasillo, rodeado de la compañía de sus admiradores, y lo saludó como de costumbre.

–¿El consejero...?

–Sí.

Mark tarareó.

–¿Has...?

–No–bajó las mangas de su suéter, con ganas de irse. No podía soportar hablar con Mark en la escuela, su grupo de amigos era aterrador y todos lo miraban con escrutinio. Sabía muy bien lo que los estudiantes pensaba de él, el solitario antisocial de la familia Lee.

–Bien–Marj no lo presionó. –¿Te gustaría sentarte con...?

–Nos vemos en casa–se giró sobre sus talones, sin dejar que nadie viera que exhalaba un gigantesco suspiro de alivio. Sentía como si algo le obstruyera el estómago y quería simplemente desaparecer. A veces era más fácil no hablar.

–No puedo creer que ustedes dos sean familia–dijo una voz sarcástica detrás de él. Su hermano rió torpemente. Mark no era malo, solo no era conflictivo y a Doyoung no le importaba menos. Él tampoco se habría defendido.

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Estaba de vuelta en el puente esa noche.

Su espalda estaba recostada a la barandilla, y de sus auriculares sonaba alguna canción inútil sobre el amor. Cualquier que creyera en el amor era un tonto o era Mark Lee.

La luz de Donghyuck estaba encendida cuando se fue. Si no hubiera oído los bajos sollozos, habría pensado que estaba haciendo los deberes. Si fuera Taeyong, habría intentado consolarlo, pero no lo era. Apenas sabía cómo lidiar consigo mismo.

Cada vez que metía la mano en el estante de su baño, se le recordaba cómo es que arreglaba todo.

–¿Así que estás aquí hoy?

Levantó la vista.

–No estabas en la escuela.

Jaehyun se encogió de hombros, su cabello era castaño otra vez (esta observación vino con la idea de que realmente le gustaba el verde, le había recordado el momento en que Taeyong y Ten se pararon en su baño y tiñeron el cabello de Taeyong de un verde brillante). Jaehyun se quedó sosteniendo una bolsa de papas de alguna tienda, y tenía la otra mano metida en su bolsillo. Se veía mucho mejor que ayer.

–Tal vez me salté para teñirme el pelo.

Miró hacia otro lado, bajando su manga.

–Tal vez lo hiciste.

No esperaba que Jaehyun se sentara a su lado y le entregara una caja de pepero. Fresa.

–Gracias, por lo de anoche–dijo el chico en voz baja.

–Yo no hice nada.

–Subestimaste cuántas personas solo quieren tener a alguien con quien hablar. A veces eso marca la diferencia–Jaehyun abrió su bolsa de papas, frunciendo el ceño al ver que era más aire que contenido. –Aparte, quería al menos hablar contigo una vez más.

Doyoung parpadeó en su dirección.

–¿Antes de morir? Eso es algo extraño a lo que aferrarse.

–Lo que más funcione, ¿no? Ayer fue un mal día. Al menos eso es lo que me he estado diciendo a mí mismo. Que hoy ha sido un mal día, y que todo terminará pronto.

–No ha terminado, ¿verdad?

Jaehyun asintió, ni siquiera ha comido ni una sola papa. Su mano se quedó ociosamente por encima de la bolsa.

–Ya no lo sé. Ni siquiera sé si la mitad de los pensamientos en mi cabeza son míos.

–¿Por qué me lo cuentas a mí?–preguntó. –Hay mejores personas con las que podrías hablar. ¿Por qué confiarías en mí?

–Porque no tengo a nadie más con quien hablar–admitió Jaehyun en voz baja. –Todo el mundo espera que sea un chico muy optimista. Es como si estuviera atrapado en la categoría del niñato que ocasionalmente anima a la gente con comentarios estúpidos y fuera de lugar.

–¿Y qué te hace pensar que yo soy diferente?

–Estupidez e ingenuidad. Eso y la necesidad desesperada de un amigo. Y, además, ya me viste en mi punto más bajo–Jaehyun le sonrió. –¿Qué dices?

Doyoung parpadeó, incrédulo por la franqueza de esa declaración.

–No soy un buen amigo...

–¿Cómo lo sabrías?

–Yo...–No lo sabía. La última vez que tuvo un amigo fue de vuelta en la primaria. Pasó su infancia estudiando con sus hermanos en la isla de la cocina. No tuvo tiempo para salir con otros niños. La única vez que interactuó con alguien fue en la clase de pintura, y hace mucho tiempo que la había dejado. Fue a la secundaria un año antes, y simplemente no sabía cómo hablar con nadie de su clase.

Suspiró.

–Supongo que no lo sé.

–Entonces, ¿cuál es tu comida para merendar favorita?–Jaehyun había recurrido a hacer migaja todas las papas y tirarlas en su Lo lo miró con la boca llena de estas, antes de comer más. Una forma bastante encantadora de comer papas, supuso.

–¿Qué?

–Bueno, si vamos a ser amigos...

–Cualquier cosa con chocolate blanco, supongo–murmuró. –¿Cómo sabías que estaría aquí hoy?

–No lo sabía–hizo una bolita con la bolsa vacía y la metió en su bolsillo.

Doyoung se bajó la manga y jugó inquieto con ella en silencio.

–¿Quieres ir a tomar un café? Yo invito.

Jaehyun hizo pausa y preguntó en voz baja.

–¿De verdad vas a pagar?

–¿Sí?–se puso de pie y sacudió su pantalón. Le ofreció una mano a Jaehyun, y el chico la tomó con una sonrisa. –Venden unas tortas muy buenas, pero son demasiado dulces para mí. A Taeyong le gusta mucho la torta de fresa, solía llevarle una a casa cada vez que iba.

No quería ver la expresión en el rostro de Jaehyun. mantuvo la cabeza baja y caminó derecho. Jaehyun corrió rápidamente para alcanzarlo.

–A Nana le gusta mucho el mochi, ¿crees que debería comprarle un poco? ¿Venden ahí?

–No a medianoche.

–¿Ya has hecho los deberes? ¿lo de química? Sinceramente, quería tomar biología porque es más fácil, pero todas las clases estaban llenas, así que ahora estoy atascado memorizando la tabla periódica.

Asintió, girando en una esquina.

–Los hice.

Su madre había insistido en que tomara las tres ciencias. Ella fue la que llenó su formulario de selección de cursos para él. Y el de Hyuck. Sin embargo, no llenó el de Mark, él mismo ya lo había llenado "accidentalmente" y lo había entregado en clase.

Era domingo por la mañana, y su madre acaba de irse de la mesa del desayuno para ir a trabajar. Su padre todavía estaba en su viaje de negocios en China. Taeyong se inclinó hacia adelante conspirativamente.

–Escuchen chicos, sé que mamá y papá van a seleccionar sus clases para ustedes de nuevo. Así que puede que haya asegurado o no algunas copias en blanco que pueden rellenar con antelación–Taeyong les sonrió. –¿Quieren una?

Donghyuck negó con la cabeza, Mark, por otro lado, se emocionó.

–¿De verdad? Claro que quiero una. ¿Cuándo las hiciste?

–En mis últimos años de secundaria. Pensé que querrían algunas asignaturas optativas para sus últimos años–miró a Doyoung. –¿Doyoung?

A Doyoung no le importaba de ninguna manera. Tenía la sensación de que su madre se enfadaría si no lo consultaba con ella primero. Prefería hacer todas las cosas que su madre dictaba en lugar de que le gritasen durante una o dos horas.

–No, estoy bien.

–Podrías pintar de nuevo...

–Estoy bien así–miró a Taeyong. –¿Ya puedo irme?

–Dios, ya estoy muy cansado de química–se quejó Jaehyun. Lo seguía como un cachorro, notó Doyoung. Era demasiado confiado. –Estoy cansado de la escuela. Estoy...

–No tienes que llenar el silencio, ¿sabes?–Doyoung murmuró. Se metió las manos en los bolsillos, mirando hacia adelante. –Mark tiene el mismo hábito. Necesita mantener una pequeña charla constantemente, sin importar si lo conocen o no.

Jaehyun suspiró.

–No puedo lidiar con el silencio. Mis padres nunca están en casa, entonces siempre está muy tranquila.

–¿Eres hijo único?

–Ajá, desafortunadamente. Sabes, la gente solía hacer bromas sobre que era el niño solitario o lo que sea. Yo me reía, porque realmente no me daba cuenta de que sí estaba un poco solo. De lo cual, por cierto, me di cuenta mientras comía cereales en séptimo grado. Recuerdos extrañamente específicos, ¿no?

Doyoung rió en voz baja.

–Yo solía hacer poner a todo volumen Into My World de EXO mientras mis padres peleaban, y ahora cada vez que escucho esa canción, solo recuerdo esos gritos. La primera vez que usé una cuchilla, estaba sonando 26 de fondo, una de las canciones más optimistas de Paramore, y ahora está arruinada.

Jaehyun rió, tosiendo a la vez.

–¿Tu primera afeitada fue así de mala?

–Uhm, bueno... No me estaba afeitando.

Jaehyun se congeló.

–Perdón, no quería...

–Es estúpido. Ni siquiera lo había admitido hasta ahora. Al día siguiente, recuerdo que estaba comiendo con Taeyong, y no podía subir las mangas de mi suéter, porque no quería que se preocupara.

–Ayer... No fue la primera vez que lo intenté–admitió Jaehyun, desviando la mirada. –La primera vez fue con pastillas, y cuando en el hospital mi madre me dijo que al menos lo hiciera mejor la próxima vez, yo...–se limpió las lágrimas de su rostro rápidamente. –Perdón, yo...

Doyoung se detuvo y le dio un abrazo.

–Lo siento. Siento tanto que hayas tenido que pasar por eso tú solo–una voz en su cabeza le dijo que no era solo con Jaehyun con quien estaba hablando. Lo ignoró y lo abrazó más fuerte. –Apenas me conoces, pero estaré aquí para ti.

Jaehyun se rompió por completo.

–No sé qué hacer. Ya no sé qué hacer, para ser honesto.

–Está bien. Estarás bien.

Su hermano le dijo una vez que cuando alguien lloraba, no quería una solución, solo quería que les dijeran que iban a estar bien. Y después de semanas de sofocarse en sollozos mientras lloraba entre sus sábanas, había entendido lo que Taeyong quería decir.

El dolor no era más que un niño asustado anhelando un abrazo.

Por un momento, ahí estaban. En medio de la acera, lo abrazó más fuerte, susurrando en voz baja cómo todo estaría bien. Que estaba bien. Y todo lo que Jaehyun podía hacer era llorar.

No lo conocía, y hace unas semanas ni siquiera habría tenido una conversación completa con él. Y ahora estaba aquí, abrazándolo como si nunca lo fuera a dejar ir. Todavía siendo completos extraños, pero se dio cuenta de algo, nunca más iba a querer oírlo llorar.

–Perdón...

–Por favor, no te disculpes.

–Pero...

–Hey, está bien. ¿Quieres un pañuelo o algo? No, espera, No tengo un pañuelo, eso sería...

Jaehyun se alejó, riendo en silencio mientras se limpiaba las lágrimas. –Eres un idiota.

–Soy... Incómodo.

Él nunca supo cómo socializar. Memorizó poemas enteros de Walt Whitman cuando era niño, porque su madre dijo que estimulaba la mente. Tomó todos los cursos estúpidos en los que su madre lo inscribió cuando era niño. Su horario estaba tan lleno que nunca tuvo tiempo de pasar el rato con otros niños. Pasó el recreo en un salón porque a su madre le gustaba cargarlo con trabajos que estaban por encima del nivel de su clase. Los niños pensaban que era raro y mudo, así que nunca se molestaron. Él tampoco se molestó.

Entonces, ¿por qué fue cuando su madre hizo que el profesor reevaluara su nivel, que falló en casi todo a propósito? Solo avanzó un grado, porque lo habían engañado y le habían dado preguntas de octavo grado, e incluso fallar la mitad de ellas significaba que estaba mucho más avanzado que sus compañeros de clase.

–Eres encantadoramente incómodo. Y muy interesante.

Negó agitando la cabeza.

–Vamos a tomar un café, ¿bien?

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Todo estaba bien. Todo estaba bien, se susurró en voz baja una y otra vez. Las voces en su cabeza se sobreponían a sus propios susurros, siempre lo hacían.

Se miró al espejo por última vez antes de salir del baño, ignorando el rojo que florecía alrededor de sus párpados. Se lavó las manos y los brazos, limpiándolos con una toalla negra antes de volver a bajar las mangas.

Tenía que estudiar.

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–Buen día, Doyoung.

Doyoung levantó la vista y sonrió.

–No creo que fuera tu intención decir buen día a la una de la madrugada, Jae.

–Sigue siendo técnicamente la mañana–Jaehyun sonrió. –Ven, quiero ir al parque hoy. Vi unas estúpidas fotos aesthetics en Pinterest y quiero recrearlas

Ya no se reunían en el puente. Hoy era en un parque cerca de la casa de Doyoung. Solía ir allí con Taeyong, y su hermano lo sostenía sobre sus hombros. Solía vagar por aquí las primeras noches después de que Taeyong se fuera. Robó el viejo teléfono de Taeyong e hizo sonar a todo volumen la fea playlist de su hermano.

No era tan mala como pensaba.

–Una carrera a los columpios–y Doyoung corrió lento cuando Jaehyun estuvo cerca, observó cómo el chico de cabellos chocolate corría por delante de él.

–¡Gané!–exclamó Jaehyun en voz alta. Parecía ser tan feliz con las cosas más simples. Ahora no podía ver a ese chico en el puente, pero algunas noches sí podía. Algunas noches no fueron tan brillantes. Jaehyun lloró por una calificación de mierda, y al día siguiente, Doyoung lo arrastró a la biblioteca, y estudiaron hasta que esta cerró.

Algunas noches, simplemente se sentaban en silencio, compartiendo un auricular y tarareando de vez en cuando. Esos eran uno de sus tipos favoritos de noche. Jaehyun toleraría su triste playlist de canciones, y a cambio él no se quejaría de los estúpidos bubblegum girlgroups de kpop que tanto le gustaban a Jaehyun.

Sonrió.

–¿Aún tenemos que recrear tus bobas fotos del parque?

–No son bobas, tú eres bobo–le replicó Jaehyun inmediatamente mientras reía.

No mencionó que la mayoría de las fotos estaban destinadas a que las parejas las recrearan. Y él tampoco se quejó, cuando Jaehyun insistió en empujarlo en los columpios después.

Solo eran dos chicos solitarios que juntos se sentían menos solos. La escuela también parecía menos fría. Cada mañana, Jaehyun arrastraba su silla y empezaba a charlar sobre Dios sabe qué, mientras Doyoung asentía somnoliento.

–Taeyong solía traerme aquí.

Jaehyun dejó de empujarlo, y se hizo de pie a un lado, se inclinó hacia el poste de metal de los columpios.

–¿Oh, de verdad?

–Mark y Donghyuck eran inseparables cuando estaban pequeños. Siempre hacían sus tontas cosas de gemelos, entonces Taeyong se aseguraba de que yo no me sintiera tan solo.

–Parece que era...

–Es–corrigió obstinadamente Doyoung. –Es una gran persona. Ojalá los dos pudieran conocerse. Creo que él estará feliz de saber que finalmente encontré un amigo.

–Doyoung, tienes que...

–No.

Jaehyun suspiró.

–Quítate del columpio, tonto.

–No quiero.

–Doie, sabes que estoy aquí para ti, ¿verdad? No te juzgaré por nada.

Él se veía bonito, notó Doyoung. Quería besarlo. Y tan pronto como pensó en eso, se congeló. No se sentía atraído por los chicos, no se sentía realmente atraído por nadie. La última vez que pensó que se sentía atraído por alguien fue cuando encontraba a alguien solo físicamente lindo.

–Estoy bien, ya lo sabes.

–Me cuesta creerlo–Jaehyun cruzó los brazos. –Esa noche que nos conocimos, no solo estabas caminando por el puente, ¿verdad? Ibas a saltar.

–Yo...

–No es exactamente común que alguien sepa lo alto que es un salto. Probablemente investigaste eso del puente por la misma razón que yo–acusó Jaehyun. –Ibas a saltar.

–No...

–Tu hábito de tus mangas...

Doyoung metió sus manos en los bolsillos de su abrigo.

–No me corto.

–Primero que todo, iba a decir que ese era un hábito nervioso. Tiendes a hacerlo cuando te sientes incómodo–Jaehyun lo miró de forma extraña. –Doyoung, ¿tú todavía...?

–No lo hago–espetó Doyoung, se levantó del columpio, agarrando su mochila tirada en el suelo. –Dije que no quiero hablar de ello. No quiero hablar de nada de esto.

–Doie, espera...

–Nk necesito que te preocupes, estoy bien.

–¡Seguiré preocupado de todos modos, porque me importas, idiota!–Jaehyun agarró su mano tan suavemente como pudo. claro que evitaría sus brazos. –Tienes que dejar de actuar como si nada hubiera pasado. No puedes sobrellevarlo como...

–Jae, si realmente te importa, déjalo así–podría haber tirado de su brazo, pero no lo hizo. –Por favor.

Jaehyun lo miró con tristeza.

–Nunca lo superarás si...

–Estoy bien, ¡maldición! Mark y Donghyuck irán al extranjero a la universidad, ninguno de mis padres se está centrando en mí en este momento, es genial. Y por una vez en mi vida tengo a alguien, ¿qué se supone que anda mal?

–¿Quieres un abrazo?

Sus hombros cayeron rendidos y tiró de Jaehyun para un abrazo. –Eso estaría bien.

–Aún así vamos a hablar de esto más tarde–dijo Jaehyun, con su voz amortiguada por Doyoung.

Y unos segundos más tarde, Jaehyun murmuró.

–No eres tan alto, ¿sabes?

Doyoung le dio una patada. Ambos riendo. Le gustaba mucho ese sonido. Ignoró cómo, a pesar de su risa, Jaehyun tenía preocupación en sus ojos.

–Es tarde. ¿Quieres ir a mi casa?–él nunca había preguntado eso antes. Se quedó en casa de Jaehyun un par de veces y le enviaba un mensaje a Mark diciendo que "se fue temprano". Esto no era técnicamente inusual, pero a la vez sí lo era.

–Puedo cuidar de mí mismo, ¿sabes?

–Puedes, pero tal vez yo quiera compañía–la casa se sentía más vacía de lo habitual. No quería experimentar algo tan brillante, y luego volver al aburrido y solitario lugar que llamaba hogar.

–¿Estás bien?

Sostuvo la mano de Jaehyun de nuevo y empezó a caminar.

–No lo sé. Nunca tuve una buena relación con Mark y Donghyuck. Pero no quiero que se vayan. Estaré solo, y mis padres solo tendrán cosas que criticar. Digo, están ocupados con el trabajo la mayor parte del tiempo, y apenas están en casa, especialmente porque ahora todos estamos más grandes, pero...

–Yo estaré aquí, lo sabes. No me voy a ir–Jaehyun frunció el ceño. –Si tus padres nunca están, ¿por qué tienes que escaparte de la casa?

–A veces vuelven más temprano. Es mejor evitar los posibles inconvenientes.

No es que hayan regresado mucho a casa de todos modos.

–Tienes una tendencia a evitar y a hacer cosas solo para no tener conflictos. ¿Lo sabías? Estudias casi todo el tiempo porque es más fácil para ti hacer eso, en lugar de discutir.

–No tiene sentido. De cualquier forma, tendré que hacer lo que mamá me pida, es menos complicado y no se enfada. Dios, soy el más joven, puedo ver todo lo que pasa si voy en contra de mis padres.

–¿Cuándo dejaste de preocuparte?

Doyoung se encogió de hombros, antes de admitir.

–Eran menos duros con Tae si yo cooperaba. Así que no discutía, porque él solía parecer tan cansado todo el tiempo. Todo el mundo piensa que era perfecto sin esfuerzo, pero trabajó más duro que nadie.

–Tienes una mentalidad estúpida.

–Gracias, imbécil–Doyoung abrió la puerta trasera y abrió la ventana del cuarto de servicio en silencio. –Solo sube. Ten cuidado, hay una cesta de ropa justo debajo de la máquina. Y cállate, sólo cállate.

–Creo que eso no se dice–Jaehyun pasó una pierna sobre el borde de la ventana. –Nos vemos al otro lado, Joven Doyoung.

Exhaló.

–Eres tan dramático.

–Si fuera dramático, te estaría pidiendo un beso de buena suerte.

Empujó a jaehyun, ignorando el indignado insulto que salió de sus labios. Jaehyun se deslizó inelegantemente por la lavadora y tropezó. Rápidamente entró en la habitación, cayendo al suelo sin hacer ruido. Jaehyun murmuró: –Pensé que habías dicho que estuviera callado.

–Reacciona más tranquilo. Eso no es culpa mía.

Jaehyun lo empujó ligeramente. Se enderezó burlonamente. Trotaron por los pasillos, riéndose bajito. Doyoung notó que la casa no parecía tan vacía. Se llevó un dedo a la boca mientras subían las escaleras.

Pero eso hizo que los dos estallaran en otro ataque de risa. Se rió mientras arrastraba a Jaehyun hacia su habitación, solo para congelarse tan pronto como se daba vuelta. Jaehyun se estrelló contra él.

–Mierda.

Mark lo observó con los ojos bien abiertos desde el pasillo. Tenía un vaso de agua en las manos, y Doyoung agradeció que este no fuera uno de esos días en los que dormía sin camiseta.

–¿Qué...?

Jaehyun se asomaba por detrás de él.

–Mierda–saludó a Mark. –Qué hay, capitán.

Doyoung se congeló.

–No es lo que parece.

Mark sonrió. No se lo esperaba.

–Entonces por esto has estado más feliz últimamente. Está bien, Doyoung, sigues siendo mi hermano pequeño.

–No estamos...

–No tienes que explicar nada.

Jaehyun rió, apretando el agarre de sus manos.

–Vamos, Doie.

Maek miró fijamente a Jaehyun por un momento.

–Debes gustarle mucho si deja que le llames así... Buenas noches, niños.

Doyoung frunció el ceño, arrastrando a Jaehyun a su habitación.

–Hay camisetas en el tercer cajón de la izquierda. Siéntete como en casa–y con eso, agarró su pijama y se dirigió a su baño para cambiarse rápidamente.

Cuando regresó, Jaehyun estaba sentado en su cama y abrazando a su conejito de peluche.

–¿A qué se refería mark cuando dijo que realmente te debo gustar? ¿Acaso es Doie como solo tus novias te llaman o...?–preguntó.

–No–negó en voz baja. –Muévete, tonto.

Ya tuvieron la discusión sobre quién dormía en la cama y quién dormía en el suelo. Hasta que ambos se comprometieron y decidieron dormir juntos en la cama. Fue un arreglo justo, en su opinión. Dejó de ser incómodo después de las dos primeras noches, donde ambos se despertaron aferrándose el uno al otro.

–¿Novios, entonces?

–No.

–¿Algún sugar daddy?

Hizo una mueca al golpear su cabeza contra la pared sin querer.

–¿Qué mierda? No...

–Wntonces, ¿qué significa?–preguntó Jaehyun, dándose vuelta hacia Doyoung. –Dímelo.

–Ese era el apodo de Taeyong–murmuró rápidamente. –Taeyong era el único lo suficientemente cercano como para llamarme así.

Jaehyun se tensó.

–Dios, yo...

–Somos amigos, Jae, puedes llamarme así.

Incluso en la oscuridad, podía ver la sonrisa de Jaehyun.

–Amigos–se detuvo antes de decir con entusiasmo–¡Ah, Doyoung, hagamos esa tonta promesa con el meñique que hacen en las películas!

Alzó su meñique.

–No más intentos de saltar del puente.

Jaehyun rió bajito, entrelazando sus meñiques. –No más intentos de saltar del puente–acercó sus manos unidas y las besó. –Sellado con un beso.

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No hablaba con Donghyuck frecuentemente. Él estaba lo suficientemente estresado, y nunca fue bueno reconfortándolo. Sin embargo, hoy no, hoy Donghyuck echó un vistazo a su habitación.

–Hey, Doyoung ¿te importa si entro?

Levantó la vista y frunció el ceño.

–Está bien.

–Vi a Jaehyun yéndose esta mañana.

–Eso...

Donghyuck sonrió suavemente.

–Me alegro por ti. Te ves muy feliz últimamente.

–No estamos saliendo.

–Estaba usando tu camiseta favorita. Ni siquiera dejabas que Taeyong la tocara.

–Aún así no salimos.

–Está bien si están juntos, sabes. Nunca te juzgaré, y siento no haberme acercado a ti como para que te sientas lo suficientemente cómodo para decírmelo. yo solo...

–Es platónico, ¡por dios! si no fuera así, lo habría admitido.

La mirada de Donghyuck se suavizó.

–Taeyong habría estado orgulloso de cualquier manera. Él estaba...

–Cállate.

–Estaba muy preocupado por ti.

–Vete–dijo Doyoung sin rodeos. Señaló a la puerta, devolviendo la mirada a sus libros. En el momento en que la puerta se cerró detrás de Donghyuck, él se quebró. Tampoco necesitaba oír a nadie hablar de ello. Tenían buenas intenciones y, sin embargo, se sentía como una puñalada en su corazón.

¿Qué hacía normalmente cuando se sentía así? La pequeña voz en su cabeza se rió, iba con Taeyong. No podía hacer eso ahora, ¿verdad? así que todo lo que podía hacer era limpiar las lágrimas de su cara y enterrar sus sentimientos en su tarea de biología.

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–Tu cumpleaños es en una semana.

Levantó la vista desde su pupitre, hacia Jaehyun.

–¿Cómo sabes?

–Mark me dijo.

Por supuesto que fue Mark. Él ya se le había acercado por la mañana y le preguntó si quería hacer algo. Se excusó con un rápido: "Jaehyun me está esperando". Y los ojos de Mark se suavizaron inmediatamente, y no presionó más. Algo estaba pasando con él.

No sabía cómo preguntar. Mark había estado inusualmente atento, preguntándole si quería ir a comer, preguntándole si quería ir a visitar a Taeyong con él. Incluso Donghyuck lo estaba intentando. Mamá estaba en casa mucho más a menudo, por consejo de su terapeuta. Papá, por el contrario, brillaba por su ausencia.

–No quiero hacer nada–nada, a menos que fuera su hermano quien lo planeara. –Y tampoco quiero recibir nada.

–¿No quieres nada, o solo estás diciendo eso porque...

–¿Podemos simplemente dejarlo así?

Jaehyun suspiró.

–Cumplirás dieciséis años.

–Lo sé.

Jaehyun apoyó la cabeza en el pupitre de Doyoung.

–Los dulces dieciséis están sobrevalorados de todos modos. ¿Quieres una torta?

–Está igualmente sobrevalorada. Toda la parafernalia de los cumpleaños está ridículamente sobrevalorada.

–¡Hey, Jaehyun!–gritó un compañero de clase, Doyoung no recordaba su nombre. –¡Ven aquí!

Jaehyun ni siquiera levantó la cabeza.

–No, gracias.

Doyoung miró al chico con pena.

–Está bien, puedes...

–No quiero–Jaehyun hizo pucheros. –Doyoung, ¿tienes comida? Tengo hambre.

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–¿Cómo se llama esta canción?

–Dream attic, monograma.

Jaehyun tarareó.

–Es bonita. Toda tu playlist tiene esta sensación súper melancólica. Me pone menos triste.

Se sentaron debajo del tobogán del parque, un auricular entre los dos. Jaehyun le había enviado un mensaje para reunirse con él allí. Era evidente que había vuelto a llorar. Antes de que Doyoung pudiera preguntarle si estaba bien, exigió escuchar música.

–¿Quieres hablar?–preguntó Doyoung unos segundos después. –No tenemos que...

Jaehyun suspiró.

–¿Alguna vez sientes que no mereces ser feliz? ¿como si al final lo arruinaras todo? Ni siquiera sé lo que intento decir.

Doyoung dejó torpemente de lado la pequeña piedra con la que estaba jugando, abrazando sus rodillas contra su pecho.

–Uhm, sí, trato de no pensar en eso muy a menudo. Es más fácil no pensar en las cosas.

–No todo el mundo hace frente a la negación, Doie.

–Y no todo el mundo se las arregla tratando de saltar de un puente, pero aquí estamos–replicó Doyoung sin absolutamente ninguna malicia en su voz. –No solo tienes que pasar el rato conmigo, sabes. Seguramente tus amigos te echen de menos.

–Yo no los echo de menos–admitió Jaehyun en voz baja. –Me hicieron sentir más solo que cuando estaba solo. La mitad de ellos ni siquiera se preocupa. Creo que todos somos solo amigos porque estamos solos, para ser honestos.

–La mayoría de las amistades se basan en la soledad mutua.

–Pero con el tiempo, te quedas por diferentes razones. Estoy aquí porque me haces reír, y porque eres tonto y gastas demasiado dinero en máquinas de peluches. Podrías comprarlos en otro lugar.

–Con el tiempo conseguiré agarrar uno–dijo Doyoung en voz baja, haciendo un puchero.

Jaehyun sonrió.

–Eres adorable–la sonrisa se deslizó por sus labios un segundo, para volver a esa expresión triste. –Pero Doie, ¿de verdad sólo eres mi amigo por lo solo que estabas?

–Estaba bien con la soledad. Soy tu amigo porque quiero serlo.

Se sonrieron el uno al otro.

–Deberíamos hacer pulseras de amistad–dijo Jaehyun de repente, devolviendo el auricular a Doyoung. –Ven, Doie–se arrastró cuidadosamente desde debajo tobogán. –Vamos a buscar algún local de manualidades que todavía esté abierto.

Doyoung metió el teléfono y los auriculares en su bolsillo, saliendo con cuidado.

–Dudo que encontremos uno.

–Bien, bien, vamos a pedir un estúpido kit por amazon...

–Jeff Bezos es un pedazo de mierda capitalista, no lo apoyemos.

Jaehyun le dio una mirada extraña.

–Esta es la primera vez que te has enfrentado a algo.

–Jaehyun.

–Doie...

–No empieces.

Jaehyun frunció el ceño.

–Tendrás que enfrentarlo-

–Que se joda eso, ¿bien? Primero Mark intenta que lo visite, y ahora están todos...

–Doyoung, han pasado diez meses.

Doyoung caminó más rápido, ni siquiera sabía a dónde iba, todo lo que quería hacer era ir muy, muy lejos. No quería tener esta conversación.

–No quiero hablar de esto, ¿bien?

–No es saludable.

–¿Quién eres tú para decidir qué es saludable y qué no?

–No me retes con eso–dijo Jaehyun. –Estás herido, has estado herido por quién sabe cuánto tiempo...

–No me conoces.

–No, diablos, no es difícil saberlo. Ahogas cualquier reflejo de sentimientos en tus estudios. Has estado haciendo eso toda tu vida, y ahora ya ni siquiera puedes hacerlo, porque...

Estaba llorando. ¿Cuándo empezó a llorar? Se sentó junto a la acera.

–Por favor, cállate Jaehyun.

Jaehyun se sentó a su lado, dándole suaves palmaditas en la espalda.

–Hey...

Se sacudió, alejándose.

–Vete.

–No.

–¡Maldita sea, Jaehyun, déjame en paz!

Jaehyun sacudió la cabeza.

–No. Somos amigos, ¿verdad? No...

–Si fuéramos amigos, no habrías...

–¡Nunca vas a lidiar con tus problemas si ni siquiera te enfrentas a ellos! Esta es la primera vez que tienes que lidiar realmente con algo, algo que no puedes evitar y...

–¡Deja de analizarme!–se rompió.

–Doie-

–¡No me digas así!–Doyoung se puso de pie, limpiando furiosamente sus lágrimas. –Lo sé, ¿bien? mierda, sé que se ha ido, ¡está muerto! ¡nunca más lo volveré a ver en mi maldita vida! ¡lo sé! ¡por favor no me hagas pensar en eso más de lo que ya lo hago!

Su hermano, la única constante en su vida, estaba muerto. Y todo fue culpa suya. Era como un valde de agua fría cayendo sobre él de nuevo. Excepto que esta vez, todo lo que sintió fue ira.

Jaehyun lo siguió preocupado.

–Doyoung-

–¡Ya sé! está muerto...

Está muerto. Se suicidó y pasó los últimos malditos momentos de su vida agonizando en una maldita bañera. Fue culpa suya.

–¡Doyoung! No tienes que...

–Ah, Dios, ¿por fin estás feliz de escuchar eso?

–Yo...

Interrumpió a jaehyun.

–Me iré a casa.

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Mark fue quien contestó el teléfono. En la cena, Donghyuck se había estado llenando con fideos. cuando mamá y papá estaban fuera, ninguno de ellos comía remotamente nada sano. Antes de que Taeyong se fuera a la universidad, al menos los habría regañado a todos por ello.

–¿Hola?–pausó. –Sí, soy Mark Lee. No, nuestros padres están fuera. Puedo darte su información comercial si quieres. Sí–miró a Doyoung y Donghyuck, todavía comiendo tranquilamente. –Yo-

Mark dejó caer el teléfono.

Doyoung normalmente solo habría mirado hacia él y luego habría vuelto a su plato, pero la expresión en el rostro de Mark lo detuvo.

–¿Estás bien?

Donghyuck ni siquiera levantó la vista.

Mark estaba temblando. Esta fue la primera vez que vio a Mark tan inquieto.

–Encontraron... el cuerpo de Taeyong. Se suicidó. Él está...

–Muerto–finalizó Donghyuck. Se acercó a su gemelo y lo abrazó. –Hey, está bien. Estaremos bien–esa parecía ser la primera vez en mucho tiempo que los gemelos se abrazaban. –Yo avisaré a todos.

Mark se dio la vuelta.

–¿Doyoung?

Doyoung miró fijamente la comida frente a él. Le llevó tres horas procesar lo que Mark y Donghyuck dijeron.

Se quedó congelado en la mesa del comedor mientras Mark llamaba a sus padres, e inmediatamente comenzaba a organizar vuelos, y detalles funerarios. Donghyuck había empezado a llamar a los amigos de Taeyong, a hacer arreglos para que sus pertenencias se enviaran de vuelta y a consultar a Mark ocasionalmente sobre el funeral. Los dos estaban en perfecta sincronización y, por una vez, Donghyuck ni siquiera se molestó en discutir.

–Ten dijo que pasaría a traer las llaves.

Donghyuck asintió.

–Llamé un camión de mudanzas para que traigan sus cosas.

–Mamá y papá se encargarán de su dinero, ¿Taeyong dejó algún...?

–Quería dejarle todo a Doyoung–interrumpió Donghyuck, levantando la vista. –Johnny me envió una foto de su carta para todos. Hay notas separadas dentro del sobre, también su testamento, y él las enviará con Ten.

Mark miró a Doyoung, bajando la voz en un susurro.

–Él... no se ve bien. Nunca ha lidiado con nada. ¿Cuándo fue la última vez que tuvo a alguien con quien hablar que no fuera Tae?

–Está en shock–susurró Donghyuck.

–Mierda, ¿qué hacemos?–preguntó Mark. Ambos compartieron una mirada. Donghyuck diciendo algo que Doyoung no podía escuchar. No es que no lo hubiera procesado. Podía oír a ambos chicos alto y claro, pero no entendía.

Donghyuck se fue, haciendo algo en su teléfono. regresó con una manta y cubrió suavemente a Doyoung.

–Pedí un poco de boba. Llegará en un rato. Mark, ¿puedes...?

–Mamá dice que el futuro del hospital deberá discutirse mañana, está considerando a Doyoung...

Cierto. Se suponía que Taeyong se haría cargo del puesto de mamá en la junta directiva. Estaba estudiando Medicina en la Universidad de Seúl. De eso se trataba todo esto. Mamá lo había estado preparando toda su vida.

–No hay que pensar en eso ahora mismo, Mark. Lo último que quiero es otra enferma discusión sobre quién sabe qué. Taeyong está-

–Muerto...–dijo Doyoung en voz baja. –Estaré en mi habitación.

No sabía cómo Donghyuck y Mark lograron funcionar tan bien. Mirando el pasado ahora, eso fue probablemente lo único que impidió que los dos se desmoronaran por completo. Mark fue a su habitación después, con un vaso de bubble tea. Teñé verde con pitahaya y las dichosas bolitas de tapioca.

Doyoung miró fijamente al techo mientras tomaba unos sorbos de vez en cuando. No quería nada más que un abrazo de...

No. Eso ya no era posible, ¿verdad?

Escuchó conversaciones que venían de la cocina, hasta la mañana. También escuchó gritos de Donghyuck. Y luego sollozos. Ninguno de los dos dejó el comedor, excepto las pocas veces que Donghyuck o Mark iban a ver como estaba.

Ninguno de ellos debería haber lidiado con esto. Ellos no deberían haberse mantenido unidos para lidiar con todos los demás aspectos de la muerte de su hermano.

–Debes dormir, Doie-

–No me digas así.

–Duerme, Doyoung–sonrió Mark, parecía cansado y como si fuera a llorar. Probablemente ya lo había hecho. –Nosotros nos encargaremos de todo.

Mamá voló desde Francia al día siguiente, muy molesta por cómo tuvo que viajar de prisa. Papá llegó unas horas después, y Donghyuck comenzó a informarle todo casi de inmediato. Doyoung se sentó en la esquina del sofa en la sala de estar, no quería estar ahí. Mamá los había arrastrado a todos hasta el estudio.

–Ha estado así desde anoche–dijo Mark en voz baja. Doyoung lo miró en blanco. ¿Alguno de los gemelos durmió? A juzgar por las ojeras y la ropa, ninguno de los dos lo hizo.

Mamá se burló: –Está bien. No seas dramático, Doyoung, hay asuntos muy urgentes ahora. Me he presionado constantemente sobre el futuro del hospital. Y no solo eso, todos mis compañeros de trabajo me han estado mirando y criticándome, toda la maldita mañana. Por dios, en su departamento también, traté de discutir en contra de la idea de vivir solo, pero no, alguien pensó que sería buena idea dejarle tomar sus propias decisiones. ¡Y mira cómo terminó todo!

–¿De verdad estás intentando empezar una pelea? ¡Porque, en todo caso, tú eres la razón por la que está muerto!

–¿Y cómo es que soy yo la razón? Yo fui la razón por la que no resultó ser un fracaso. ¡Fue tu genética la que lo hizo tan jodidamente débil!

–Fueron tus constantes regaños y tu estricta crianza para ellos lo que provocó esto. ¡Ni siquiera te atrevas a echarme la culpa!

–¡Al menos yo era una madre! Tú ni siquiera estabas aquí-

–¡Estaba trabajando para el futuro de la familia!

–Yo también, y ahora él está muerto. Todo ese trabajo desperdiciado...

–¡Cállense!–gritó Doyoung, y se agarró la cabeza, clavando las uñas en su cuero cabelludo. Estaba llorando, las lágrimas ardientes no dejaban de salir. –¡Mi hermano está muerto! ¡Sus jodidas discusiones no cambian nada! Ninguno de los dos ha sido buen padre...

Tal vez era el shock al ver al hijo más tranquilo gritando, o tal vez ese grito era la única llamada de atención que necesitaban. Doyoung se rompió, abrazándose las rodillas hasta el pecho.

Donghyuck rió, casi como un maniático.

Mark parpadeó.

–Él tiene razón. Han sido unos padres de mierda. ¿Les digo algo? No debería haber sido yo quien haya respondido esa llamada. Tuve la dicha de que un extraño me dijera que mi hermano estaba muerto. ¡Tengo dieciséis años! Y saben... ¿Saben quién se encargó de todo? ¡Donghyuck y yo!

–Te dije que Doyoung era el débil de la familia–dijo su madre. –Y eso es porque Taeyong lo trató siempre como un bebé.

–¿Esa es tu respuesta? ¡No pude contactarme con ninguno de ustedes! Tengo dieciséis años, no sé cómo decirte esto, pero normalmente, los chicos de dieciséis no deberíamos estar planeando el funeral de nuestro hermano. Váyanse a la mierda, ambos, honestamente.

Doyoung levantó la vista y murmuró.

–Ustedes son unos verdaderos padres de mierda.

–Ustedes son unos ingratos–mamá se burló y se puso de pie. –Hemos perdido tantos años...

–Olvídalo. Ten pasará para dejar las llaves de Taeyong. Necesito ocuparme la mudanza. Donghyuck-

–Me encargaré del funeral–Hyuck se puso en pie. –Vamos, Doyoung. Te pediré algo para comer, ¿bien? Probablemente ni siquiera has desayunado todavía–ayudó suavemente a Doyoung a levantarse. –Jodanse ustedes dos.

Fue una de las únicas veces que ellos habían estado completamente unidos. Una de las últimas veces también. Después del funeral volvieron a desmoronarse. Donghyuck volvió a sus hábitos autodestructivos en un intento de ser mejor que Mark. Mark volvió a su vida perfecta, con más lástima por alimentar su popularidad.

Y Doyoung volvió a estar en su caparazón. Solo, como siempre.

Volvió a caminar solo.

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Jaehyun se le acercó con cautela, estaban de vuelta en el puente. Doyoung le envió un mensaje pidiéndole que se reuniera allí. Ha pasado una semana desde la última vez que hablaron. Se sentía bastante nostálgico, gracias a Dios ninguno de ellos estaba sentado en la barandilla.

–Hola...

Doyoung hizo un gesto para que se sentara a su lado.

–Hey.

–Perdón por-

–Tenías razón... Nunca tuve que lidiar con mis propios problemas. Porque todo lo que hacía era estudiar y fingir que el mundo no se movía a mi alrededor. Nunca tuve que lidiar con amistades o relaciones. Y al final del día, siempre estaba mi hermano...–Doyoung inclinó la cabeza para que el viento corriera a través de su cabello mientras miraba el cielo nocturno. –Estaba Taeyong, con sus abrazos cálidos y sus palabras reconfortantes, siempre sabía qué decir para hacerme sentir mejor. Y yo no sabía lo solo que estaba hasta que miré hacia atrás. Simplemente no pensé en las cosas, y creí que si lo hacía a un lado, dejaría de preocuparme. Solo hice lo que mi madre siempre quiso que hiciera–jugueteó con la manga, tirando de ella hacia abajo cubriendo sus manos. –Pensé que si actuaba como si nada me afectara, sería más fácil dejar de preocuparme. Tenía toda la razón. Resulta que sentir nada es un signo grave de depresión. Quién hubiera sabido...

Jaehyun le dio una mirada con los ojos entrecerrados.

–La mayoría de las personas.

–Taeyong solía preocuparse mucho por mí. Ahora... Supongo que entiendo por qué.

–Independientemente, yo no tenía derecho a decir nada sobre eso, a presionarte. No tenía derecho a decir la mitad de la mierda que dije. Lo siento–Jaehyun suspiró. –No debí haberte empujado tan lejos. Es difícil recordar a veces que estás en duelo. No he lidiado con la muerte antes, especialmente nadie tan cercano a mí. No tienes que perdonarme...

–No pasa nada, te perdono. Alguien tenía que decírmelo con el tiempo–le dio una palmadita a Jaehyun en la espalda suavemente. –A veces realmente parece que todo está mejorando. Hey, Jae, ¿quieres que te diga algo estúpido?

Jaehyun apoyó la cabeza sobre su hombro.

–Adelante.

–Eres mi primer amigo. Me llevó dieciséis malditos años darme cuenta de que estaba solo.

–Eso no es estúpido.

–Lo es para mí. Mi madre nunca consideró realmente las amistades tan importantes como los asuntos como estudiar y eso. Creo, que si no fuera por Taeyong, estaría increíblemente atrofiado social y emocionalmente ahora–hizo una pausa. –Digo, más de lo que ya lo estoy.

–No estás tan mal, Doie.

–Mhm.

–¿Quieres que te diga algo estúpido?

Doyoung miró al chico, que tenía la cabeza todavía sobre su hombro.

–Nada que digas será estúpido. Yo no pensaré que sea estúpido.

–Eres el primer amigo real que tengo. Desde la primaria. Pero dudo que eso realmente cuente. A los niños les agrada todo el mundo–Jaehyun sonrió. –Me alegro de que seamos amigos.

Después de unos momentos de silencio, Doyoung sacó su celular, ofreciendo un auricular a Jaehyun. Él lo aceptó con una pequeña sonrisa.

–¿Cuál es esta canción?

–Rooftop. n.flying.

Jaehyun tarareó.

–Es bonita.

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–Feliz cumpleaños, Doie–Jaehyun le sonrío, dejando una pequeña caja que contenía una rebanada de pastel en su pupitre. –Tengo velas en mi mochila, pero estoy seguro que incendiaríamos todo.

–¿Como en heathers? Suena como una gran idea para pasar mi cumpleaños–dijo Doyoung bromeando. –Al menos sería un universo alternativo en el que Jason Dean explota con éxito la escuela.

–Qué tal si te comes tu pastel y fantaseas con volar en pedazos la escuela en otro momento, tonto.

Doyoung rió, para sorpresa de varios compañeros de clase cercanos.

–Gracias, Jae.

–Ni siquiera pensé que podía hablar–susurró uno de ellos a los demás. Jaehyun y Doyoung compartieron una mirada cómplice. Mitad molestia, mitad diversión. –¿Alguien se dio cuenta de que es bastante lindo?

Doyoung se ahogó con su pastel, tosió fuerte.

–Bueno, uh-

–¿Quieres ir a jugar en las maquinitas después de la escuela?–preguntó rápidamente Jaehyun. –Mpuesto que puedo vencerte en la mansión de luigi.

–Uno, ese juego es técnicamente más como trabajo en equipo que-

–Pero aún así puedo tener más puntos que tú–insistió Jaehyun obstinadamente.

–Y dos, ya iba a salir antes.

–¿Oh, enserio?

–Voy a... Visitar a mi hermano.

–¿Quieres que te acompañe?

Doyoung suspiró.

–Creo que esto es algo que tengo que hacer yo mismo. Te llamaré después, puedo ganarte en la mansión de luigi después de eso.

Jaehyun sonrió.

–Estoy feliz por ti.

–Cállate, Jae.

–¡Hemos mejorado! ¡Míranos! Nadie lo hace como noso-

Doyoung lanzó su tenedor a Jaehyun.

–A nadie le importa esa superación personal. Cierra la boca y mírame comer mi pastel en paz.

–Siempre eres tan encantador, ¿no?

Le sacó la lengua infantilmente. Jaehyun entrelazó sus manos divertido, con una pequeña sonrisa en su rostro.

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Se sentó en la hierba y respiró hondo.

–Ha pasado un tiempo, hyung. Siento no haberte visitado antes, no me sentía listo–suspiró. –Hoy es mi cumpleaños. Ya lo sabes, pero no sé qué decir. Ojalá hubieras visto esto cuando estabas vivo. Pero ya no estoy tan solo, no tienes que seguir mirándome preocupado cuando crees que no me doy cuenta... Te extraño mucho.

Doyoung sacó una caja de dulces que contenía la torta de la cafetería favorita de Taeyong. La dejó en la tumba y se puso de pie, sacudiendo su ropa.

–De todos modos, estoy bien. Hay algunos días en los que me es difícil levantarme de la cama, y todo lo que quiero hacer es abrazarte de nuevo. Pero todo es mucho más brillante. Ya no tienes que preocuparte por mí.

Metió las manos en sus bolsillos y se fue.

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–¡Eres repugnante, Doyoung!–gritó Jaehyun, apuntando con su arma a un fantasma al azar –¡¿Quién mierda pasa su tiempo libre descubriendo toda la mansión de luigi?!

Doyoung se encogió de hombros.

–Taeyong no dejaba de ganarme en este juego y eso no me agradaba mucho.

–Normalmente la gente sigue jugando una y otra vez, no memorizan la apariencia y la ubicación exacta de cada fantasma y cada- ¡Mierda!–Jaehyun se dejó caer al suelo. –Estoy muerto.

–Te dije que podía ganarte.

–Pero no puedes superar mis increíbles habilidades con la garra.

–Esas máquinas están completamente basadas en la suerte. Solo hay una ligera probabilidad de que la garra soporte el peso de cualquier peluche que hayas tomado. La fuerza es básicamente aleatoria para que no puedas adivinar cuándo la garra será más fuerte. A diferencia de los estúpidos juegos de-

Jaehyun lo miró con la boca abierta.

–Sabía que eras el mejor de nuestra clase, pero...

Doyoung se encogió de hombros.

–Mamá me hizo escribir un ensayo sobre la dinámica de estás cosas cada vez que quería venir a jugar–dijo mientras mataba un fantasma.

–Hay cosas realmente tontas sobre las que tenemos una cantidad extraña de conocimientos. Donghyuck probablemente podría nombrarte cada pieza de un cassette de los gameboys por su mini pasatiempo de desarmarlos por diversión.

Jaehyun observó la pantalla del arcade con ávido interés.

–No lo sé. No soy tan interesante. O inteligente. Siento que eso es algo peculiar para un protagonista. Cosas de los personajes principales. Personajes principales tipo John Green.

–Donghyuck como Hazel Grace–rió un poco ante la imagen mental.

–Pero sin romantizar el cáncer.

–Perfecto–aceptó Doyoung. –¿Sabías que Taeyong lloró cuando leyó ese libro? Me topé con él llorando mientras leía una vez en cuarto grado. Siempre fue un romántico empedernido.

–La mayoría de la gente es así, especialmente cuando creces con todos esos estúpidos cuentos de hadas e historias felices. Es un poco estúpido. Nadie te va a arreglar por completo, y la presencia de nadie te va a hacer sentir bien por arte de magia. Sabes, me cuesta creer que alguien viva feliz para siempre.

–Mierda–maldijo Doyoung en voz baja al perder un corazón. –Estoy de acuerdo. El amor es una mierda absoluta.

–Yo no dije que el amor fuera una mierda. Dije que los cuentos que leímos cuando éramos niños lo son.

Doyoung perdió otro corazón.

–Suena como alguien que no pasó su infancia escuchando a sus padres gritarse mutuamente.

–No, sí lo hice. La única diferencia es que sé que voy a ser mucho más que mis padres.

Doyoung suspiró mientras perdía otro corazón. Normalmente era mucho mejor en este juego, pero, de nuevo, normalmente no tenía a Jaehyun a su lado, pegados el uno al otro.

–Eso es lo más optimista que te he escuchado decir.

–Una vez un chico me dijo que si no saltaba, la vida finalmente empezaría a mejorar. Y creo que, por primera vez en mi vida, yo también pienso así–admitió Jaehyun en voz baja. –Tengo que darle las gracias también por llegar a ese punto de la vida.

El juego en pantalla brilló mientras Doyoung perdía. Estaba demasiado sorprendido como para maldecir en silencio sobre su inesperada pérdida. Miró fijamente a Jaehyun sobre el sonido y las luces parpadeantes.

–No he solucionado ninguno de tus problemas. Yo solo...

–Me escuchaste. Te importé–sonrió Jaehyun, con sus ojos vidriosos, pero todo lo que podía ver era sinceridad. –Gracias Doie. Feliz cumpleaños.

–No hice nada...

–Cállate, idiota–Jaehyun se limpió las lágrimas de los ojos rápidamente. –Me alegro de que nos conociéramos, y perdón por esa noche.

–Ya te perdoné, imbécil–él también estaba llorando. estaba realmente feliz. –Gracias, Jae–Doyoung soltó pistola del juego. –Ven, gastemos dinero en el juego de los patos.

Jaehyun se rió mientras tomaba su mano y lo llevaba más allá de todas las máquinas. Ninguno de los dos deshizo el agarre. No tenían que decirlo. Ninguno de los dos tenía que decirlo.

Gracias por salvarme la vida.

⋆ ࣪ ᖭི༏ᖫྀ ⋆ ࣪

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