|||III. DREI|||
Jimin era célebre por leer los pensamientos humanos. Por eso estaba convencido de que todos bajo el umbral de George Hall estaban más interesados en comprobar si le saldría otra cabeza o si se le lanzaría a la yugular al hermoso pelinegro que en esos momentos avanzaba al frente de aquella plebe.
—Saludos, mi lord. Disculpe que nos presentemos sin avisar, pero para mi señor sería una muestra de descortesía total abandonar el pueblo sin antes presentar sus respetos al nuevo inquilino de George Hall.
El joven de facciones irreales y cabello de alabastro que había ayudado a descender del carruaje a Jimin se presentaba ante Yoongi, pero poco de su discurso llegaba al meditabundo pelinegro, cuando una especie de deja vu lo mantenía anclado a la imagen de aquel ser enfundado en una pesada capa con el borde superior adornado con la piel de un armiño.
—Agradezco su gesto. Si su excelencia gusta, me honraría mucho que nos acompañaran a tomar el té.
El tono sosegado de Min intentaba apaciguar el tumulto de preocupaciones que sus siervos disfrazaban con muecas.
Jungkook parecía el más afectado mientras aferraba el crucifijo que colgaba sobre su pecho, como si de esa manera pudiera protegerse de la maligna presencia del sirviente del demonio.
Taemin estaba a punto de rechazar la invitación cuando su señor avanzó los pasos suficientes como para que la luz del mortecino sol bañara su figura.
—Estaría encantado de acompañarlo. Sea bienvenido a Greenfield, mi lord...
La mano enguantada de Jimin se extendió como una delicada rosa granate sobre el manto marfileño que llenaba el campo visual de ambos.
Yoongi percibió un extraño estremecimiento cuando sus dedos descansaron sobre el cuero de los guantes ajenos.
Como si los siglos lo hubieran enfrentado al destino en el que no creía, el graznido de un cuervo lo hizo despertar del hechizo de aquellos misteriosos ojos color ámbar. Jimin trató de ocultar la sonrisa tras una ligera mueca.
—Min Yoongi, su excelencia. Pero preferiría que me tuteara. Presiento que este es el inicio de una larga amistad.
Un respingo se escuchó detrás de la ancha espalda del nuevo amo de George Hall. Jimin se contuvo de convertir su sonrisa cínica en una pequeña carcajada.
Era tan divertido ver cómo los pueblerinos seguían creyendo en las leyendas que lo convertían en el villano del folklore en esos parajes, que solo por molestar, atrajo la mano de Yoongi hasta colocarla sobre su propio brazo.
Un gesto que solo indicaba cuándo un caballero invitaba a pasear a una doncella o doncel casadero. El de ojos azul grisáceo no tuvo tiempo de recomponerse de tal demanda cuando Park prácticamente lo guiaba hacia la escalinata de la mansión.
—Yo también, querido. Yo también estoy apostando mucho por este encuentro. Por supuesto que me complacerá que los títulos queden a un lado entre nosotros—bromeó el de mechones dorados y Yoongi se mordió los labios para no suspirar en voz alta.
Aquel hombre no podía ser real. Sus facciones hablaban de delicadeza y refinamiento, de etiqueta y abolengo por encima de los comentarios ilógicos que casi habían sometido a un estado de histeria a su servidumbre.
Mientras Yoongi caminaba al lado del conde de Caligo, el surtido de personas que anteriormente había ocupado el umbral de la residencia se había replegado a la seguridad de la cocina.
Hwasa encabezaba la especie de peregrinación que pedía a los dioses porque el alma del nuevo dueño de la mansión no fuera víctima de algún sortilegio por parte de Park.
—Estamos condenados. Si el señor Min cae en la labia de ese truhán, el mismo averno se manifestará sobre nosotros y los que protegemos bajo nuestro techo.
Comunicó Rosé con gesto solemne, a lo que Seulgi bufó.
—El conde solo disfruta gastándole bromas de mal gusto a los que intentan tomarse a pecho su condición de ser peculiar. Vamos, que solo porque le guste practicar las artes prohibidas, no quiere decir que drene la energía vital de la gente. Lo digo por el señor Seok Jin...
—Tú solo vez lo que quieres—interrumpió Jungkook con una expresión severa plasmada en el rostro—Para el señor Yoongi, que se ha criado en la ciudad, las artimañas del señor de Caligo pueden sonar divertidas, pero no creo que opine lo mismo cuando sepa que el conde además de practicar la medicina alternativa tiene cierta afición morbosa por las sangrías.
—¡Basta!
Hwasa golpeó el largo mesón de la cocina para llamar al orden. Aquella discusión se estaba saliendo de control y a pesar de que la mayoría de los argumentos podían ser de peso para los lugareños, la verdad es que era el nuevo lord de George Hall el único encargado de juzgar si recibir al señor Park era o no saludable para el futuro de sus tierras.
—Nuestra única preocupación hasta ahora ha sido servir a los herederos de George Hall. Sin importar su origen o deseos hemos sido capaces de perpetuar la tradición en los muros de esta casa y esta vez no será la excepción. Así que guárdense sus observaciones si queremos continuar con la venia de nuestro nuevo lord. Sobre todo tú—señaló a Jungkook con el mango del cucharón que sostenía en su diestra—Que tu fascinación por las costumbres citadinas del amo no te confunda, a fin de cuentas eres un siervo más ¡A trabajar todo el mundo!
La arenga de la mujer surtió efecto. Pronto las mucamas se alistaron para llevar una suntuosa bandeja de porcelana con flores de jazmín talladas en el contorno de las tazas y platillos para hacer honor al té con los típicos pastelillos que servían de guarnición en cualquier mesa británica.
Mientras tanto, la pequeña glorieta que regentaba el jardín principal de George Hall era despejada para recibir al conde y a un ensimismado Min Yoon Gi que parecía danzar al compás de la cadenciosa voz de su interlocutor.
—Debe ser hermoso en primavera. Esta mañana le comentaba a Jungkook que me gustaría recorrer las tierras que delimitan la propiedad.
Manifestó el pelinegro mientras ayudaba a Jimin a tomar asiento en uno de los mullidos sillones que la mucamas habían adecentado mientras ellos recorrían el camino de la escalinata hacia la colección de parterres de rosas nevadas que a modo de octágono adornaban el jardín.
Jimin le dedicó una mirada a Taemin para que se mantuviera a una distancia prudente. En los últimos instantes, algo más que la codiciosa sed le había estado molestando, y para su total mortificación, tenía mucho que ver con aquella mirada candente con tonos de azul lapilazuli.
—Supongo que antes de llegar al pueblo usted no conocía nada del cuidado de la tierra. De lo contrario sabría que sus propiedades colindan con las mías, precisamente del lado en que el río Silver forma un meandro que los lugareños evitan como si les fuera la vida en ello. Dime, querido... ¿Acaso no te parece curiosa la reacción de tu servidumbre cuando he manifestado mi intención de aceptar la invitación a tomar el té?
El tono de Jimin era casi el de un ronroneante felino, cuyas garras se guardaban debajo de guantes de gamuza y cuero.
Un gatito de ojos dorados que alentaba a Yoongi a imaginar cómo sería soltar la cinta color añil que mantenía sujetos los cabellos del conde en lo alto de su cabeza, para descubrir una melena de un dorado platino, más similar a los filamentos de la nieve sobre los rosales mustios del invierno o del cuento de navidad que le hubiera gustado protagonizar.
El cortesano no pudo evitarlo, y una risa ronca comenzó a emerger de su pecho mientras se atrevía a humedecer sus labios con la punta de la lengua.
—Su excelencia solo se divierte con el estereotipo que le han dado debido a su apariencia. Greenfield, como me comentara Charles antes del traspaso de la propiedad, es un pueblo pequeño, por tanto, un infierno enorme. Dígame, quién se creería que usted es una de las criaturas al servicio del caído cuando es poco probable que puedan reconocer en mí al peor de los libertinos...
El regusto sensual en aquellas palabras despertó el molesto rictus que Park asociaba con el hecho de ser humano. Por lo general le gustaba cruzar la frontera de los pensamientos ajenos y moldearlos a su conveniencia.
Bien podría haber irrumpido en la mente de Yoongi de una sola vez, arrancar la barrera protectora con que cubría su alma, en apariencia más curtida que su nívea piel.
Podría darse un festín con su sangre y los morbosos deseos que ahora tenía certeza habitaban en el otro, pero eso solo alargaría la lista de fechorías que los mortales hacían bien en colocar sobre la frente despejada del conde.
Jimin le devolvió la sonrisa a Yoongi en el justo instante que una de las chicas del servicio llegó en compañía de aquel joven de apariencia etérea que le había identificado como el enemigo, nada más emerger del carruaje.
—Gracias, Jungkook, Lisa. Decidle a Hwasa que ha estado estupenda preparando tan rápido algo que no habíamos planificado.
La voz de Yoongi ascendió más en la escala del tono de barítono que lo caracterizaba mientras se dirigía al delicado doncel.
Jimin observó la tensa línea que se formó en los labios del más joven antes de murmurar un agradecimiento y casi arrastrar a la chica menuda que respondía al nombre de Lisa, con el único fin de escapar de su presencia.
—Hay algo que quería compartir cuando pensé en esta visita. La próxima luna llena las puertas del castillo de Caligo se abrirán para usted. Quiero que me acompañe a cenar, querido. Entretenga con su prensencia a un pobre hombre solitario que arriba a su vigésimo tercer cumpleaños.
Argumentó Jimin antes de darle un sorbo a su taza de té. El aroma de la canela y toques de miel se deslizaron por su paladar.
El conde solo percibió el cosquilleo de la infusión mientras el efluvio de la sangre picante de su víctima ocupaba todo lo demás. Yoongi estaba en sus manos.
Más allá de aquel encuentro a su llegada a los bosques de Caligo, más allá de las semanas en las que su silueta se ocupó de llenar los sueños del más pálido y algunas veces la angustia de rozar sus colmillos contra la firme curva de la nuez de Adán o las elegantes clavículas ganó a lo que debía formar parte de aquellas reglas que lo protegían de la voracidad de su naturaleza.
No podía esperar, no podía contenerse cuando la esperanza brillaba sobre el firmamento despejado que eran los ojos del cortesano.
—Me honra con su invitación, conde Park. Pero por obviedad, espero que las puertas de Manor Caligo se abran al resto de la comarca, de lo contrario me sentiría intrigado por su disposición a convidar a un extraño al seno de su hogar. Pido disculpas si me equivoco. Aún cuando vengo de Londres, me es casi imposible no concebir el revuelo que ya suscita su predilección hacia mí.
Por qué las mentes brillantes eran siempre tan complicadas.
Park se recordó a sí mismo que la paciencia se basaba en el arte de degustar la amargura antes de morder el fruto anhelado.
Con un movimiento de su agraciada cabeza y que solo Taemin u otro de sus recipientes pudieran reconocer, el contenido de la taza de té que apenas había tocado, desapareció antes de ser depositada en el plato de fina porcelana del servicio de George Hall.
—Naturalmente, las puertas del castillo estarán abiertas para todo aquellos que se atrevan a desafiar a la leyenda y creer en la realidad. Si acaso me honra con su deliciosa compañía, querido, descubrirá que no será el único en mi mesa. Creo que esta visita se ha alargado de más. Gracias por su hospitalidad y buena suerte con la remodelación de George Hall.
El de ojos color ámbar hizo un pausa mientras se incorporaba a la altura de Yoongi. Los contornos de la capa dejaban ver el inicio de unas botas altas a juego con el traje azul oscuro cubierto de ornamentos escarlata que identificaba a su casa nobiliaria.
—A este lugar le hacía falta un nuevo orden. Le haré llegar la invitación oficial con un cuervo. Espere noticias, querido.
Yoongi estuvo tentado a preguntar por qué en lugar de palomas, Jimin prefería animales tan rapaces como los cuervos para intercambiar misivas.
Sin embargo, consiguió frenar su curiosidad al tiempo que Taemin se deslizaba con la habilidad de una pantera enfurruñada, justo a la diestra de su amo.
—Hasta entonces, mi lord.
Musitó Jimin antes de dedicarle una mirada lánguida al apuesto pelinegro que había insistido en acompañarlo hasta el carruaje.
La puerta engarzada con apliques de plata estaba a punto de cerrarse por el propio Taemin, cuando la idea de hacer algo que para los atentos ojos que acechaban a Yoongi del otro extremo de la escalinata del Hall sería considerada una blasfemia, plasmó una sonrisa torcida en las facciones del ex cortesano.
Jimin no tuvo tiempo de hacer resistencia cuando el de cabellos negros y ojos con la intensidad del mar se apropió del tirador de la puerta y lo acorraló contra el fondo del carruaje.
—Antes que te vayas, Mignonne, quiero que te lleves algo más que la frialdad de la cortesía de este primer encuentro...
El rubio abrió la boca para protestar, pero las palabras, argumentos o el hecho de que las gráciles manos de Yoongi enmarcaban su rostro, impidieron que la sed camuflara la naturaleza de otro tipo de ansiedad.
El encuentro de dos mundos quedó sellado en sus labios hasta que el más experimentado de ambos se animó a dibujar con la humedad de lo profano el camino hacia la dulce promesa que eran sobre el mullido asiento del carruaje.
—Estás completamente loco, pero...
Otra vez la razón se la tragó la pasión de un nuevo beso. Jimin se animó a seguir con cierta torpeza el descenso de los labios ajenos por su mejilla derecha, el balanceo de las manos en su cintura o la calidez de la respiración de su captor en la sensible oquedad que separaba el cuello del armiño en la capa.
Una chispa que nunca había permitido hacer ignición, un parpadeo lejano en la tormenta de los recuerdos y el susurro de su madre, le hicieron detener el anhelo ajeno para comprobar su peor temor.
《Strigoi... Una vez cada tres milenios... nacido del infortunio en nieve y fuego, juntando las mitades de un linaje tan obscuro como la noche... los hijos de la sangre nacerán del vientre de aquel con el poder de anticipar la decadencia de los tiempos.
Los hijos de la sangre, las criaturas de la noche, temblarán bajo la magnificencia del heredero del rey prometido. Todo tiene un inicio y un fin. Âme soeur... strigoi》
⚔CALIGO. REING OF DARKNESS⚔
🥀
Notas:
Mignonne: mi lindo o mi linda en idioma francés.
Âme soeur: alma gemela.
Strigoi: seres con la capacidad para demostrar aptitudes para la hechicería además de ser considerados privilegiados en el linaje de los vampiros. En este relato será la condición que le permitirá a Jimin engendrar.
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