Tres.
Habíamos avisado a todos los vecinos de alrededor y todos habían confirmado su asistencia menos dos casas, que ya habían quedado.
A la mañana siguiente bajé a la cocina para desayunar y me encontré una nota en la encimera de la cocina.
''Chicos, vamos a comprar la carne y a ver un poco el barrio. Estaremos allí antes de que empiece a llegar la gente. Vestiros y portaros bien.
Besos
Mamá.''
Miré el reloj, las once y media. Debería ir preparándome. Desayune viendo Hora de Aventuras lo más rápido posible. Me fui a la ducha y me puse una camiseta muy larga de vestido y fui a despertar a mis hermanos, aún con la toalla en el pelo. Abrí las puertas de sus habitaciones que quedaban al lado una de la otra y grité lo más alto que pude:
-¡ARRIBA GANDULES! QUEDAN MENOS DE DOS HORAS PARA QUE LLEGUE LA GENTE Y AUN ESTÁIS ASÍ. A LA DUCHA. —y a continuación subí las persianas de ambos. Carlos se levantó quejándose, pero Dani siguió durmiendo con la cabeza cubierta con la almohada. Me planteé seriamente despertarle con agua, pero luego lo tendría que limpiar yo. Se me ocurrió la idea perfecta.— Oh Dios mío. ¿Eso es una araña?
Mi hermano pegó un bote y se puso al lado de mí en menos de dos segundos. Es todo un machote, pero le tiene auténtica fobia a las arañas.
—Vaya, no, es una pelusa. —dije divertida.— ¡A la ducha!
—Serás zorra... —dijo cabreado, pero una sonrisa quería salir de sus labios.
Así es nuestras relación. Nos llevamos genial, somos uña y carne, nos podemos hacer cualquier cosa y llamarnos de todo que nunca nos enfadamos el uno con el otro. Si me paro a pensar, sólo hemos tenido una discusión seria en toda nuestra vida.
Volví a mi habitación y me vestí. Un vestido azul cielo muy informal con unas sandalias negras, haciendo juego con el cinturón de este. Miré el reloj, sólo quedaba una hora aproximadamente para que empezase a llegar la gente, así que fui a maquillarme.
Nada muy sobrepasado, un poco de rímel y base -en un intento de disimular las pecas-. No me gustan los brillos de labios porque se me pega el pelo y para la ocasión el pintalabios me parece mucho.
Oí que mis padres llegaban y bajé corriendo para ayudarles a cargar las cosas. Traían un montón de bolsas, de esas americanas que son de papel. Ver a mis padres con esas bolsas se me hizo extraño, era como poner a Hello Kitty con una chaqueta de cuero, piercings y tatuajes. Raro.
—Estás preciosa hija. —dijo mi madre acariciándome la mejilla. Mi padre solo sonrió y se fue al jardín a empezar a echar brasas a la barbacoa.— ¿Los chicos están listos?
—Carlos está en ello. Dani creo que piensa dormir todo el día. Básicamente su actitud es de ''paso de California y de la barbacoa''. Nada nuevo.
Mi madre asintió algo entristecida. A ella no le gustaba que estuviésemos tristes, pero probablemente si mi padre hubiese rechazado tal cargo le hubiesen echado de la empresa. Quitando lo de Youtube y mis amigos, California podía estar bien. Es decir, ¿a qué adolescente no le haría ilusión mudarse a Estados Unidos? Pero me seguía preocupando lo de Youtube. Como leyéndome el pensamiento, mi madre me dijo:
—Tranquila, encontrarás una solución para los vídeos. —su tono tranquilizador, por lo que asentí más tranquila. Entonces sonó el timbre y mi madre fue a abrir, yo subí a la habitación de Dani, que para mi sorpresa ya se estaba vistiendo.
Al fin había abandonado esa irritante actitud que había tenido desde que llegamos.
Volví a bajar, más gente había llegado y se presentaban a mis padres y a mí. Yo les acompañaba hasta fuera, el maravilloso jardín, lleno de tumbonas y sitios para sentarse que la gente no tardó en ocupar. Era una comida informal, no habíamos puesto mesa porque así podíamos sentarnos donde quisiésemos o cuadrase. Me parecía mucho mejor idea que tener que poner una mesa para... a saber cuántos eran. Ni siquiera lo sabíamos.
Volvió a sonar el timbre y se escuchó mucho barullo fuera. Mi hermano pequeño fue a abrir y sonrió al ver a alguien que desde el ángulo en el que me encontraba no veía. El chico chocó los cinco con mi hermano y paso, seguido de... ¿9 chicos más? Me acerqué a ellos, entonces un par de ojos se posaron en mi, un par de ojos azules, los mas azules que he visto nunca.
Un escalofrío me recorrió toda la columna vertebral.
Oh no.
Por favor.
Ellos no.
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