Treinta y tres.

Tocan en la puerta de mi habitación y me apuro para acabar de ponerme el mono de tela azulón eléctrico.

—¿Sí?

—Soy yo. —dice una vocecilla al otro lado. Sonrío sin darme cuenta.

—Pasa enano. —digo y mi hermano pequeño entra en la habitación cerrando la puerta tras él. Me mira y sonríe.

—¡Qué guapa estás! —exclamó y corrió a abrazarme. Le levanté y le cogí al colo, a pesar de que ya era suficientemente grande y pesaba bastante siempre sería mi pequeño.— ¿Vas a ir a casa de los chicos? —preguntó e hizo un puchero.

Me sabía mal pasar poco tiempo con él. Desde que llegamos aquí pasaba menos tiempo con él que en España.

—Tenía pensado ir con mi hermano pequeño a por un helado, ¿sabes si le apetece? —pregunté con una sonrisa y el sonrió contento como un niño en Navidad.

Es un niño Sara.

Cállate.

—¿Avisamos a Nina y a Chris? —le pregunté, ya que Dani ya estaba en casa de los chicos desde hacía una hora, más o menos. Se marchó en cuanto acabamos de comer. En fin... supongo que necesita tiempo entre hombres y esas mierdas.

—No, tiempo de hermanos. —respondió Carlitos. ''Tiempo de hermanos'' es una tradición que nos inventamos hace mucho tiempo en la que le prohibíamos a Nina estar. Hubo una época en el que mi hermanito no soportaba a mi amiga, pero yo creo que era porque le gustaba, y le soltaba borderías... la verdad, muy típicas mías.

Por aquel entonces yo lo encontraba muy divertido por las caras que ponía Nina, pero decidimos que también necesitábamos tiempo de hermanos, aunque ella es tan hermana mía como Dani, es algo que Carlitos no comprendía por aquel entonces. Ahora sí, pero la tradición permanece sólo para picarla.

Bajamos las escaleras mientras Carlos hacía un monólogo sobre qué sabor debería escoger y por qué, sin entrar en si pedía tarrina o cucurucho...

—Mamá, llevo a Carlitos a tomar un helado. Venimos en un rato. —dije dándole un beso en la mejilla. Puso una mueca de sorpresa que me hubiese resultado graciosa en otro momento.— No pongas esa cara. —susurré y ella levantó las manos como si la apuntase con algo.

—¡Adiós papá! —gritó mi hermano al verle caminar hacia su despacho.

—Adiós hijo. Cuida de tu hermana. —me guiñó un ojo y volvió a lo suyo.

Salimos de casa y caminamos por delante de casa de los chicos, justo cuando salió Cam.

—¡Hola Sara! ¡Hola Carlos! —saludó y mi hermano le sonrió enseñando los dientes. Vaya, le cae bien Cam, no muestra esa sonrisa a cualquiera.

—Hola Cam. Vamos a por helado. —me miró como esperando a que le invitase, o eso me pareció.— ''Tiempo de hermanos'' —aclaré y él sonrió y asintió.

—Echo de menos a Sierra para hacer ese tipo de cosas. —murmuró, más para sí mismo que para nosotros.— ¡Pasadlo bien!

—Gracias Cameron Dallas. —dijo mi hermano y me reí internamente. Cam le miró alzando ambas cejas y luego me miró a mí, pero yo no tenía nada que ver, lo juro.— Te he investigado, cuido de mi hermana.

—¿Ah, sí? ¿Y qué has averiguado? —preguntó poniéndose de cuclillas para estar a su altura.

—Que te gustan demasiado las chicas. O demasiadas, aún no lo sé. —contestó mi hermano frotándose la barbilla.

Esto no puede estar pasando.

Reprimí una carcajada y me tapé la cara con la mano libre mientras con la otra tiraba de Carlitos para que caminase, pero parecía estar clavado al suelo.

—Pero siempre las trato muy bien. —dijo Cam con una sonrisa y esta vez me tuve que reír, si no las costillas se me hubiesen roto.

Mi hermano se soltó de mi mano y se cruzó de brazos.

—¿Te parece gracioso, Sara? —me preguntó ofendido y negué como una niña pequeña, pero en realidad me estaba muriendo de risa.

—Un poquito, cariño. ¿Por qué has investigado a Cam? ¿Y cómo?

—No sólo a él, a los que más te miraban. Y con el ordenador de papá.

Oh joder. O sea que el ordenador de mi padre, su historial, está lleno de búsquedas de estos chicos. A veces me pregunto si tiene en serio nueve años.

Cam negó con la cabeza y me reí. Es gracioso que tu hermano se preocupe por ti cuando es casi diez años menor.

—Vayamos a por el helado. —dije cargándole en mi hombro.

—¡Me alegro de verte Cam! —gritó mi hermano y pude escuchar la carcajada del moreno mientras nos alejábamos a por el ansiado helado.

¿Cómo se puede ser tan bipolar con nueve años? Es decir... ¡Anda mira! ¡Un camión de helados! ¡Existen!

—¡Mira peque! Vayamos ahí, en España no hay de esos. —dije bajándole y caminando feliz hacia el camión rosa.

—¿Y tú tienes dieciséis años? —me preguntó mi hermano con sorna.

—¿Y tú seguro que tienes nueve? ¡Es un camión de helados! ¡Es súper guay! ¿De qué quieres el helado?

—Cucurucho de chocolate. —dijo seguro.

Me acerqué al camión y esperé la cola, que consistía en dos adorables niñas que tardaron una eternidad en pedir. Pero daba igual, ¡un camión de helados!

—¡Buenas tardes! —saludé enérgica a la señora mayor que atendía, que me devolvió una sonrisa.— Un cucurucho de chocolate y otro de fresa, por favor.

Me los dio y le pagué. Le dí a mi hermano el suyo y empecé a comer.

—¡OMG! ¡Son artesanos! —exclamé degustando el helado. Queeeeee rico.

Dimos un paseo y hablamos un rato, mi hermano insistió en hablar en inglés y descubrí que cada vez lo hablaba mejor.

Llegamos a nuestra calle y yo aún seguía con el helado. No es que coma tan lento, es que me compré otro...

—Voy a casa, papá va a jugar conmigo. ¿Irás a casa de los chicos?

—Sip. —dije probando otro cacho del helado.— Nos vemos luego enano.

Me acerqué a la puerta de los chicos y llamé, cosa rara porque últimamente ya entramos directamente por el jardín, pero no me parece muy educado.

Me abrió Nash, viva. Literalmente estoy dando saltos de alegría y dando gracias al cielo, Dios, karma o pelo de Homer porque de diecinosecuántos que somos me tenga que abrir él.

—Hola Sara. —sonrió.— ¿Qué tal el paseo?

Le miré de arriba a abajo como si estuviese loco.

—¿Te has fumado la marihuana de Nate o ha sido otra cosa más fuerte? —pregunté desconfiada y Nash resopló.

—Ya ni amable puedo ser.

Solté una carcajada sarcástica y entré en la casa. Caminé hasta el salón, donde estaban Nate fumando tabaco y Sam fumando cachimba, Aaron se quejaba del humo, Matt hacía el dinosaurio, Chris hacía FaceTime con Crawford y Carter bebía cerveza, qué raro (nótese la ironía).

Carter es algo así como el proveedor oficial de cerveza de la casa.

Una tarde normal en casa de los chicos.

—Crawford, mi amor, ¿cuándo vienes? —pregunté mirando la pantalla del móvil de Chris y sentándome en sus piernas.

—No lo sé, pero tengo ganas de verte. —me guiñó un ojo y Sam me miró pícaro.— ¿Cómo sobrevives entre tanta testosterona?

—Les obligo a ducharse. —respondí graciosa.

—¡Eso no es verdad! —replicó Matt.— Yo soy un chico muy limpio.

—Matt, ¿esos calcetines no eran blancos? —señalé sus pies, donde sus calcetines estaban entre grises y marrones.

Todos soltamos una carcajada y miré a Sam.

—¿Tiene tabaco? —este asintió.— La podríais comprar sin tabaco para mí. Sería un gesto bonito. Os lo agradecería.

—Esa no tiene tabaco. —dijo Nate.— Las acabamos ayer pero es tan tonto que ni se entera.

Olisqueé el aire y suspiré.

—¿Vainilla? —pregunté y ambos asintieron.— Trae para aquí.

Abrieron los ojos como platos y me encogí de hombros. No se movieron, así que me senté en el suelo al lado de la mesa y me serví yo misma.

—¿Cómo pudiste pensar que esto podía tener tabaco Sam? Vas de malote pero eres un niño bueno.

—¿QUÉ HACE SARA FUMANDO CACHIMBA? —gritó Nash cuando salió de la cocina.

—Déjala vivir, Hamilton. —dijo Crawford desde el móvil de mi amigo.— Me tengo que ir, hablamos.

—¡Adiós bicho! —le grité. Crawford y yo siempre nos hemos llevado muy bien, no tanto como Chris y yo, pero hemos tenido bastante contacto también. Sólo que con él tenemos el rollo de llamarnos "mí amor", " cielo" o "bicho" como le llamo muchas veces, pero no hay nada entre nosotros, como Sam está suponiendo por la miradita que me está echando.

—Te van los Collins, eh...

—Sí, mi sueño es hacerme un trío con ellos, pero no consigo que coincidan. —dije sarcástica y Chris empezó a toser y yo a reírme.— Era una broma, tíos. —añadí al ver las miradas de Nate, Aaron y Matt.

Sólo Sam lo había pillado, qué triste.

Dí otra calada. En serio, esto es más sano que el deporte, ¿Sammy se pensaba que llevaba tabaco? Los tintes dañan las neuronas, comprobado.

O a lo mejor el pobre ya vino así de serie.

—¡CACHIMBA! —gritó Nina corriendo como una niña pequeña y robándome la cosa por donde se aspira. ¿Cómo se llamará esa cosa?— Puaj, qué asco, es sin tabaco.

Aclaración: Nina no es fumadora, pero sí que fuma cachimba y la prefiere con tabaco. Supuestamente tiene más sabor, pero yo no la he probado, así que no sé.

—¿En serio todo el mundo lo diferencia? —preguntó Sam y todos asentimos a la vez.— Me discrimináis por rubio, ¿no? Los tontos son los naturales.

—Tonto tu tío, imbécil. —le dijo Nina ofendida.

—¿Eres rubia natural? —preguntaron Carter y Aaron a la vez.

—Sí, y no me vengáis con el topicazo de que soy tonta porque me pone de muy mala leche.

—Tranquila, aquí el único rubio tonto es Sam. —dijo Nate y todos estallamos en carcajadas, menos él, claro.



Esto quedó súper largo, espero que os haya gustado :)

Sammy yo tqm JAJAJA

Votad si os hice reír al menos una vez, sólo para saber si soy algo graciosa, y comentad esa parte

-A

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top