Sesenta y siete.

Maratón final 2/5.

La tarde con mi hermano fue perfecta. Me divertí con él como hacía mucho que no lo hacía y hasta hizo un amigo. Sobre las cinco decidí que era hora de volver a casa. Encencí el móvil, ya que lo había apagado para poder pensar a gusto y este empezó a vibrar como un loco. Cuando carga veo que tengo decenas de llamadas perdidas: de Dani, de Nina, de Chris, de Nate, de Cam, de Aaron, de Nash, de Hayes... de casi todos los chicos.

¿Pero qué ha pasado?

Cogí de la mano a Carlitos y apuré el paso. Lo que estaba siendo un día estupendo se había convertido en una masa de agobio por mi parte. Tantas llamadas no eran normales cuando había dejado una nota avisando. De camino llamé a Chris.

-¿Qué coño pasa? -pregunté nada más oí que descolgaba. Mi hermano pequeño me miró con la boca abierta y maldecí mentalmente. No quiero ser un mal ejemplo pero ahora mismo me ha salido completamente solo.

-Tienes que venir a casa de los chicos. -dijo serio.

-¿Pero qué ha pasado? ¿Estáis todos bien? -pregunté asustada. La respuesta era a lo que más miedo le tenía.

Pasaron unos segundos que se me hicieron eternos. Estaba a punto de gritarle a Chris que contestase cuando al fin reaccionó.

-Sí, estamos todos bien, pero tienes que venir cuanto antes. -el tono de voz de Chris era serio, lo que me asustó un poco.

-Estoy allí en cinco minutos. -mascullé y colgué. Apuré más a Carlos, casi íbamos corriendo. Llegamos a la calle y entré en casa, comprobé que mis padres estaban y dejé a mi hermano allí, no sin antes darle un beso.

Corrí como nunca hasta la casa de los chicos y entré sin llamar. No estaba para esperar. Les encontré a todos en el salón. ¿Estaban todos? Empecé a mirar y efectivamente estaban todos, incluso Addie.

Suspiré tranquila. Todos estaban bien, no les había pasado nada. Cuando vi todas aquellas llamadas perdidas me temí lo peor.

-¿Qué pasa? -pregunté, haciendo que todos se giraran hacia mí. Al parecer ni me habían oído entrar.

Sammy y Nate se levantaron del sofá en el que estaban y vinieron a mi lado. Me abrazaron a la vez. ¿Pero qué les pasa? ¿Sammy abrazándome? ¿Qué es esto? Se separaron. Sammy sonreía de lado, triste. Nate estaba serio, frotándose las manos como hace siempre que está nervioso.

Mi cara debía de ser un cuadro.

-Sara, nos ha llamado nuestro representante. -comenzó el rubio.- Y nos ha dicho que la discográfica quiere producirnos un disco. -sonrió ampliamente. Le miré sin entender. Miré a Nate, que seguía serio.

-Nos volvemos a Omaha. Y luego iremos a Nueva York.

Y ahí está, el momento que he temido todo el verano. A falta de tres semanas para empezar las clases una jarra de agua fría me caía por encima: los chicos se marchaban. Tenían más proyectos más allá de esta casa y no debí olvidarme tan fácilmente de eso, de que nosotros sólo llevábamos dos meses escasos en su vida, y ellos ya eran una familia antes de que llegásemos y ya tenían programado gran parte de su futuro. En el fondo siempre supe que este momento llegaría, pero no me esperaba que fuese tan pronto.

¿Qué haría sin los piropos de estos dos? ¿Sin las miradas pícaras de Sammy y los abrazos de Nate? Nate... ¿tenía que ser él el primero? ¿Era necesario?

Suspiré y noté como mis ojos se aguaban. Abracé primero a Sam, que por una vez me correspondió el abrazo sin comentarios sobre mí o mi culo. Me aparté y me quedé en frente a Nate.

No quiero que se vaya. Quiero que se quede. Que todos se queden.

Crecer es una mierda. Tener que asumir estas cosas es una mierda. Separarse es una mierda. Y despedirse lo es aún más.

No sé por qué me afecta tanto si todos sabemos que nos volveremos a ver, ¿pero cuántos meses pasarán antes de juntarnos todos de nuevo? Muchos, seguramente.

Me separé de Nate y miré a los dos chicos con las lágrimas a punto de salir.

-¿Cuándo os vais? -pregunté con la voz más grave de lo normal. Malditos nudos en la garganta. Muerte a los nudos en la garganta.

-Pasado mañana. -contestaron a la vez, y ahora sí que las lágrimas salieron de mis ojos sin pedir permiso. ¿Dos días? ¿Dos días escasos? ¿Y justo hoy he tenido que pasar casi todo el día fuera?

Soy idiota. Me siento como una verdadera estúpida.

Los tres nos sentamos entre todos. Ellos dos en el sofá en el que estaban y yo entra Nina y Addie. Me fijo que estamos todos al rededor de la mesa de la sala, y que hay una pizarra enorme con un calendario dibujado.

-¿Qué estáis haciendo? -pregunto frunciendo el ceño. Miro al rededor y todos están igual de serios que cuando entré.

-No falta mucho para que todos nos marchemos. -empezó Tay.

-Y estamos cuadrando fechas. Siempre que podamos vendremos a esta casa. -acabó de explicar Carter. Eso me parecía muy bonito.

Miré el calendario: había un montón de iniciales en varios fines de semana durante el año, pero ninguna todos juntos. Eso significa que vamos a tardar mucho en reunirnos otra vez.

-Estábamos pensando en fin de año. -explicó Aaron. Le miré sin entender, ¿es que no pensaban pasar fin de año con sus familias? Chris, como siempre, me leyó la mente, porque me explicó:

-Aquí se pasan las fiestas con la familia, pero fin de año con los amigos. -asentí. Me parecía genial juntarnos en fin de año, empezaríamos todos juntos y con buen pie.

Nos pasamos lo que quedaba de tarde y algo de noche acabando el calendario hasta abril, según todos los chicos sería ahí cuando empezarían a planear de nuevo el verano. Todos decían que lo pasarían aquí, como este, pero algo en mi interior me decía que no sería así.

En diez meses pueden pasar muchas cosas.

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