02. ¿Otra tía lejana que vende dólares?
«A veces, esta habitación se convierte en un basurero emocional que me abraza...» Fly to My room, BTS.
Recuerdo aquél día en el que me convertí en esta chica. O el día en el que me dí cuenta de que siempre fui esta chica...
Tenia seis años. Creo que lloré, no lo recuerdo. Solo sé que me siento tan malditamente sola, y se siente frustrante no salir de mi casa. Creo que ni mis vecinos me conocen.
Pero aquel día... Creo que terminé aceptando algo en mí que a esa edad no debía estar siquiera pensando.
Hay algo malo en mí.
¿O porqué no tenía ni un amigo? ¿Era muy rara o la gente simplemente daba por sentado que era una mierda de persona con solo verme la primera vez?
«Cuando sientas que ya no puedes más, sube a nuestro lugar. Allí, siempre me encontrarás».
—No necesitaba a nadie más— susurro a la nada, mientras el aire frío me recorre el cuerpo entero. Creo que también es algo normal que tenga tanto frío, estamos en invierno y estoy sentada sobre la roca de una montaña de ciento setenta metros, aproximadamente, leyendo la carta de Marlon, mi hermano. Termino de leerla por milésima vez y suspiro hondo restregando mis ojos, tengo tanto sueño... Pero aún lo extraño. Y extraño la última vez que estuvimos ambos juntos aquí, en el peñón cerca a la playa—. ¿Porqué me dejaste, idiota?
Mi corazón va a toda velocidad, me levanto de la roca y me abrazo mientras siento que mis ojos arden y sus últimas palabras me devuelven las esperanzas.
«—Algún día llegará ese alguien que te ame tal cual eres, con tu pelo desastroso que dan ganas de llorar de solo verlo, pero ese corazón gigante que solo el chico más valiente se atreverá a conocer— dice Marlon y yo sonrío, dándole un empujón en el hombro.
—¿Qué dices? No necesito a nadie, te tengo a tí y no necesito a ningún otro chico en mi vida; el romance no es lo mío. A papá y a tí son a los únicos hombres que puedo aguantar».
Yo me río, mientras intento que mi risa no muera, recuerdo lo que era antes cuando no me sentía tan sola, nunca en mi vida había tenido a nadie más, y ahora mi hermano ya no estaba conmigo, no con nadie. Se lo llevó un maldito cáncer hace dos años.
Y estamos en navidad, que ya no es lo mismo cuando él no está. Sé que debo estar bien por mi madre, o por papá, ellos también sufren y no quisiera que toda esta navidad se volviera mierda. Porque Marlon no hubiera querido eso. El era tan sonriente.
Mi teléfono suena en mi bolsillo y al instante lo saco, acelerada por la idea de que tal vez es mamá preguntándose porqué no he llegado a la casa cuando está atardeciendo. El cielo se está volviendo de un tono naranja y las olas de mar suaves chocar contra las rocas, este era mi momento favorito.
Suspiro pero miro mi móvil. Es tarde, claro que lo es. Y mi teléfono no sonó por mi madre, definitivamente no es mi madre. Es un número desconocido y al instante arrugó mi entrecejo.
¿Dólares otra vez?
Ya me cansé que siempre me escriban a diario un montón de personas que aseguran ser mis tías lejanas diciendo que necesitan dinero, como si yo tuviera el mejor trabajo del mundo, ¡Y como si yo tuviera tías! Mi padre fue hijo único y mi madre tuvo solo hermanos mayores.
—Venga, ¿Otra vez?— chillo con ganas de lanzar mi teléfono por el vacío y que se lo trague el mar. Igual tampoco tengo a nadie con quién chatear. Me planteo la idea de ni siquiera mirar lo que sea que dice el mensaje y bloquear al idiota que se esté haciendo pasar por la tía que nunca tuve. Y estoy a punto de abrir el chat, pero mi móvil me envía directamente a una llamada entrante—. ¿Q-qué? ¡¿Qué idiota hace una llamada para robar a una persona por móvil?!
Y cuelgo, sintiendo la sangre volver a circular. Suspiro y masajeo mis sienes mientras vuelvo a "sonreír" -si a la mueca que tengo justo ahora se le puede llamar sonrisa- y vuelvo a observar el cielo hermoso frente a mí mientras intento conservar la poca tranquilidad que tenía.
—¿Por dónde iba?— susurro para mí, pero en ese momento, la misma melodía de antes vuelve a sonar "...no tengo hambre, tengo ansiedad, ver tanta gente acá reunida me dan ganas de llorar". Si a mí también me está dando ansiedad escuchar esa canción, es la de otra llamada. Al instante saco mi teléfono de los bolsillos de mis jeans y descuelgo hablando con rapidez—. Sea quien seas, no tengo una tía, y tampoco tengo primos cercanos, no tengo trabajo y si quieres estafarme por móvil, i'm sorry for You, ¡No tengo el mejor sueldo! Tengo tu número y le tomaré una captura y se la enseñaré a la poli, a ver si te encuentran pedazo de idiota.
Lo único que escucho es a los grillos. Todo es silencio.
Tranqui, Maca, todo es mental...
—Vaya— un chico, lo único que escucho es la voz de un chico. Si me dice que es mi primo...—. Nunca me habían recibido así en ningún lugar, ¿Debería sentirme afortunado?
—Como ya dije_
Me corta y me desestabiliza.
—Creo que no soy tu primo, y tu tía...— él hace una pausa y luego puedo imaginar a quien sea que está detrás de la pantalla haciendo una mueca—, creo que no es una posibilidad que pueda ser tu tía.
—Tengo una daga, ¿Quien eres, y porqué tienes mi número?— hablo rápido, no me permitiré que me vuelva a interrumpir cuando hablo.
—Hola, soy Raúl, y me pasaste tu número en la cafetería del centro— me tenso, claro que pensé que no iba a llamarme y mucho menos el mismo día. Tiene un tinte de voz que definitivamente conocía, pero no lo noté en el momento, solo... ¿Lo ignoré? Al instante me rasco la frente y me pregunto a dónde se fué la confianza que sentía conmigo misma cuando le pasé mi número de teléfono ¿Se fué? ¡¿Se esfumó tan rápido?! Necesito aquella valentía ahora mismo.
Yo al instante relajo mis hombros intentando verme segura a simple vista, ¿Pero para qué? El chico no puede verme, realmente parezco idiota... Al instante me acomodo normal y suspirando vuelvo a sentarme en la roca en la que estaba hace un rato.
—Ah...— suspiro sin saber qué decir, esto se está volviendo muy difícil. ¿Cómo le hacen esas chicas que son muy sociales? Al final, solo respondo como Macarena lo haría siempre y en cualquier situación—. Nos acabamos de despedir si mal no recuerdo.
—Quería saber si este era realmente tu número— dice y esta vez, y volteo los ojos.
—¿Tienes una respuesta menos cliché?
—La verdad es que no, enserio quería saber si era tu número— puedo sentir su sonrisa incluso a través del móvil. Tengo la sensación—. Pareces ese tipo de chica que le da mal el número a los chicos.
—¿Porqué te ofrecería mi número y te lo daría mal escrito? Seria algo idiota— digo, debo aceptar que estoy un poco nerviosa aunque nunca podría saberlo él. Soy muy buena guardando cosas, en la mayoría de las ocasiones.
—No lo sé, pero no lo había pensado. ¿Cómo debería guardar tu contacto?— el continúa hablando y con cada ocurrencia, se me hace imposible no bufar para no sonreír—...tal vez, algo como "Alegría Macarena" o, como "Mérida". ¿Cuál te parece mejor?
—¿Mérida?— pregunto confundida y él no tarda en responder.
—Si, como la princesa de Disney, ¿La conoces?
—Yo la conozco, me parece algo extraño que un chico la conozca.
—¡Tengo una hermanita pequeña! Ya yo no veo esas cosas de niños, solo...
Yo sonrío. Me es imposible no hacerlo. ¿Está nervioso? Suena así. Después de que parecía tan confianzudo.
—Vale, vale, voy a fingir que te creo— digo, y recuerdo que la primera impresión que tuve de él cuando lo ví hoy mismo, fué la de un chico guapo y agradable. Incluso me lo imagino y mi carcajada resuena por todo lo alto al imaginar a aquel chico alto viendo dibujos animados. Puedo escuchar hasta su risa—. El Golden nos salió fan de Disney.
—A mi hermanita le gustan mucho...
—Ajá— digo bufando, termino por hacer una mueca al ver lo oscuro que está todo aquí arriba. Noto las luces de toda la ciudad encenderse, de distintos colores y no puedo evitar suspirar. Al mismo momento en el que el mensaje de mamá enciende mi pantalla.
Mamá: Macaaaaaaa!!! En dónde estás??? Ya es muy tarde y tú en
la calle, te pueden rovarrr!!! Es
peligrosooooooooooooo
Yo hago una mueca y ni siquiera me preocupo en corregirla cuando a errores ortográficos se trata. Y termino volviendo a conectar con el chico a través de mi teléfono:
—Agrégame como quieras— le digo con una pequeña sonrisa sintiendo que no quiero terminar esto, pero debo—, ¿Cómo se supone que te llamas?
El se ríe y no entiendo porqué, hasta habla:
—Eh... Raúl. Supongo que mamá me puso un nombre muy difícil de recordar— dice y no comprendo la razón de su gracia.
—No creo que sea difícil, son solo cuatro letras.
—Si, pero hay personas olvidadizas— dice él y yo termino asintiendo en completa razón.
—Claro, yo soy olvidadiza.
—Lo note...— yo sonrío una vez más.
—Tengo que irme, adiós— y cuelgo. No espero nada más, ¿Para qué? Hoy he sonreído más veces que en todo el mes.
Y lo siento muy, muy bien. La adrenalina me recorre apenas y caigo en cuenta de que ahora no solo tengo el número de mi abuela y mis padres.
Le respondo a mi mamá con una sonrisa pequeña.
Yo: Ya estoy en camino, má.
Guardo mi móvil y suspiro.
—Creo que estoy aprendiendo a socializar, Marlon— susurro al viento, no escuchando una respuesta—. ¡Lo que tú me dijiste siempre, ¿Escuchas?! ¿Puedes escucharme? Puedes mandarme una señal. Tal vez... Con una mariposa como en las pelis, solo quiero sentir que estás aquí, conmigo...— no pasa nada, y joder, ya sabía que no pasaría nada. Pero la realidad es asfixiante—. Vale, no hace falta. Pero estoy cumpliendo con mi palabra, me dijiste que conociera personas nuevas y no tuve que acercarme a nadie, creo que me vieron cara de chica social... O bueno, no cara de chica social, porque no lo tengo ni lo parezco, pero, yo...
...lo intento.
Mi garganta se cierra y solo puedo tragar saliva muy fuerte para contener las grandes ganas de llorar que tengo. Creo que no son de tristeza, aunque no podría saberlo, de todas formas.
•••
... Y justo en el momento en el que pensé que me dejaría allí, el patito se convirtió en un pato gigante con músculos y muchas testosterona.
¿Pero que...?
¡El patito ahora era un patote y volaba, ¿Ellos vuelan? No lo sé! Pero estaba mordiendo el suelo, y yo era tan pequeña que sabía que me iba a picotear. Sí, ¡Lo iba a hacer! Intenté correr, y me resbalé, miré en su dirección y se reía de mí mientras que lo último que veo es el gran pato acercarse para comerme y...
—¡Señorita!— un sonoro y brusco golpe en mi mesa me hace sobresaltar. ¡¿Ya me comió el pato?! ¡¡¿¿ESTOY EN EL CIELO??!!—. ¿Se acaba de dormir en mi clase?
Yo aún no he ido a París, joder...
—¿Cuál clas-se?— susurro para mí, siento mis labios temblar, ¡Odio este tipo de pesadillas!—. Y-yo... ¿El pato? ¿Me c-comioo el pagto?
—Aún está en su quinto sueño— masculla la vieja cascarrabias frente a mí. Enserio, ¿En qué momento llegué a aquí? No estoy en mi cama, no estoy en mi casa...
Esperen.
¡No estoy en mi cama!
Todo signo de sueño que pude haber tenido en algún momento, se esfuma. Dios, ¿Qué hice?
—Yo... ¡Solo pensaba, no estaba dormida, el tema es taaaan interesante que no pude evitar hablar conmigo misma sobre lo que es— yo miro exaltada la pizarra, pero solo veo garabatos, palabras extrañas de las que no sé su significado y, a Edgar Allan Poe tintado en medio de la pizarra, no tardo un segundo antes de comenzar a hablar—... Un gran escritor, ya saben, oscuro y misterioso, ¡Lo mejor! Uff...
Pero la cara de la señora canosa, no ha cambiado nada. Hasta su ceño se ha intensificado, mirándome como si no logrará entender.
Y luego, con lentitud y un suspenso que casi me dará un infarto, habla:
—¿A qué viene usted a la universidad? ¿La están obligando acaso a estudiar algo que no le gusta?
—¡No! Claro que no— hablo tan rápido y moviendo tanto mis manos que siento que haré que se maree—. Amo escribir, ¡Es cierto! Solo no he tenido muchas horas de sueño y... Puede estar tranquila por mí.
—Oh, claro, yo estoy tranquila— dice ella señalándose y con una sonrisa que no me gusta para nada—. La que no debe estar tranquila es usted, señorita. Esto es una universidad, no venimos a cuidar de los alumnos.
—Yo... Lo siento tanto— siento mi cara y mis orejas rojas, aún más que mi pelo. Y todos a mi alrededor miran la escena en silencio, me siento tan...
¡Agh! ¡¿Qué me pasa?!
—Yo creo que usted...
—Macarena— aclaro y ella asiente.
—Macarena, no creo que esto sea para usted. No creo que sea su pasión, al contrario de todos los demás, que sí prestan atención a mi clase.
Ella me da una última mirada, y justo con su regla, se devuelve siguiendo con la clase.
Yo entierro mi cara en mis manos y me contengo de no gritarme mil maldiciones a mí misma, me lo merezco, joder. ¿Quién me mandó a dormirme?
Es... Es ridículo.
Yo me doy un par de palmadas en la frente mientras bufo, claro que amo escribir, pero... Es difícil.
¿Pero es difícil solo para mí?
•••
Sacudo mis botas de cuero en la entrada de la biblioteca antes de entrar. Tal vez, con un poco más fuerza de la necesaria, pero así he venido por todo el camino desde que salí de clases. Tratándome de una manera un poco pasivo-agresiva a mí misma.
Al menos soy la única que puede hacerlo, pero ¡Dios! ¿Esto no debería ser un poco más fácil?
—¿Una tarde de mierda?— pregunta Laila, la dueña de la biblioteca mirándome—. He tenido una de esas.
—Nada de hablar de exes, Laila— advierto señalando con un dedo en su dirección y ella bufa.
—Claro que sí, ¿Con quién me voy a desahogar si no es contigo?— yo camino hacia el mostrador gigante, y me siento en una de esas sillas que me hacen ver alta e imponente (nota adjunta: no soy ninguna de las dos cosas) sacudiendo con un trapo de lana los libros en las repisas detrás de mí. Y escucho a Laila—. Dan, el anterior, estab_
—¿No se llamaba Reynolds?— la interrumpo y ella hace una mueca.
—Eran los dos. Pero escucha— le quita importancia—. Encontré a Dan en la puerta del bar con una morena alta, Maquita. Le dije de todo, hasta su perro tenía ganas de salir corriendo, hasta el dueño del bar quería sacarme a patadas, ¡Pero le dije de todo!
—¿Y el pobre de Reynolds?
—¡Ya te digo que todavía estamos saliendo!
—Salías con los dos al mismo tiempo, no te hagas— ella hace una mueca, está a punto de hablar y quejarse pero la campanita de la puerta suena. Nunca había estado tan feliz—. Venga, ¡Salvado por la campana!
Yo me siento derecha en la silla y espero. Hasta que veo a una chica baja, como de quince años, entrar con su móvil en manos. Ella no despega la mirada de este, solo noto que es un poco morena y tiene el pelo castaño rizado y hasta los hombros.
Parece tener todos los sentidos activados, porque camina sin mirar al suelo y no se tropieza en ningún momento. Solo tecleando.
Hasta que llega (viva, por suerte) frente a mí. Y al fin, alza la mirada sonriendo enseguida. De alguna forma, siento que la conozco.
—¿Necesitas algo?— pregunto yo con voz normal. Notando como sus ojos escanean todo mi alrededor.
—Ehh... No— dice—. Aún no. Tengo que esperar a alguien— ella me observa con sus grandes ojos y luego estos se achican un poco—. ¡Me gusta tu pelo! ¿Es tintado o natural?
Yo al instante llevo mis manos a mi pelo.
Si supiera que tengo una semana sin peinarme...
—Oh, bueno— intento encontrar las palabras adecuadas, pero digo lo primero que llega a mí cabeza—. Gracias. Es natural.
—Necesito tu tip de belleza, ¿Qué utilizas o qué haces?
—¿Quieres que te hable con la verdad?— ella asiente y yo susurro como si necesitara que me guardara el secreto—. No me peino. Tu pelo sí que es hermoso, debes darme instrucciones para cuidar el mío.
—Aww... Mi nombre es Paula— masculla ella con ojos brillantes.
—El mío es Macarena.
—Me encanta tu nombre— dice y yo me reservo decirle que a mí no me parece nada bonito.
Su móvil suena, un mensaje le llega y luego sonríe en mi dirección.
—Tengo que irme, ya me están esperando. Espero que no te haya molestado que esperara aquí mientras— yo niego para nada molesta y ella sonríe, aunque parece recordar algo y termina por sonrojarse—. Escucha, a la persona que esperaba era a mi hermano. Se supone que me llevará a una reunión que tengo con unas "amigas"— ella hace comillas con sus dedos y termina lo que decía—. Está empeñado en que haga amigas, pero no sé que hacer, yo ni siquiera salgo de mi casa...
—Y esas chicas, ¿Quienes son?
—No lo sé— susurra en pánico, logro ver cómo suda un poco—. No soy muy buena haciendo esto, pero me vendría bien hablar con alguien sobre eso y no... No con mi hermano.
—Vaya, yo...— ¿Qué le digo? ¿Que tampoco tengo ni un amigo?—. No soy experta, pero dame tu número.
Me estoy metiendo en el papel, puede que sea un grandísimo error. Pero no me importa, ella está más nerviosa que yo.
Ella no tarda en dictar los dígitos, su móvil es mil veces más grande que el mío, pero aún así no tenemos casi nada que nos diferencie.
—Muchísimas gracias— susurra ella y veo como le tiemblan los labios, al final solo pongo una mano en su hombro—. Esa chica me pone nerviosa.
—¿Quién es?— pregunto curiosa. Ambas estamos susurrando como si se tratara de un chisme, hasta Laila me mira raro sin comprender. Pero no le presto atención.
—Es la sobrina de la ex de mi hermano— me mira fijo y termina por decir—. Siempre me hablaba, y a mí hermano no le agrada mucho pero aún así, me dijo que estaba muy bien. Qué al menos saldría de mi casa, ¡Lo odio tanto, yo no quería salir de mi espacio! Solo quería acostarme en el sillón, ver algún drama coreano, y comer patatas mientras me enamoro de los protagonistas.
—¡Es una idea increíble!— susurro imaginando la escena, pero sacudo mi cabeza—. Pero no es la opción, sino tener a alguien que pueda hacer eso contigo. Venga, yo te ayudaré.
—¿Lo harás?— pregunta esperanzada, al instante siento una presión en mi pecho, pero aise to con determinación—. Ya te amo.
—Dile a tu hermano que es un imbécil— ella comienza a reírse a carcajadas. Yo le paso un trapo que tengo en mi mano y ella no tarda en limpiarse el sudor de su frente.
Creo que con ese trapo limpié el polvo.
Siento que esto será algo difícil. Pero no lo suficiente para mí. ¿Enserio ahora tengo que ayudar a una chica de quince años a socializar cuando ni siquiera yo sé hacerlo?
Esto se pone interesante...

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top