01. Estos jóvenes de ahorita leyendo cosas que no deben...

«Nunca bajes la cabeza, nunca cambies por el resto» 21st century girl💫

Octubre, 2024

Había comenzado mal mi mañana, solo con el sonido del despertador sacándome de la cama de un gran salto. Tenía la sensación de que el despertador ya había estado sonando desde hace muchísimo rato, porque en sueños podía escucharlo, pero últimamente a la Macarena de sus sueños le valía una mierda las consecuencias que tendría al despertar, como llegar tarde al trabajo.

Como si yo no tuviera responsabilidades. Ya a mis dieciocho años de edad tenía muchas, de esas que no tenía de pequeña solo por ser hija única y porque mis queridos padres me consentían un poquito -o tal vez demaciado-, solo cositas. Nada del otro mundo.

Unos sonidos de pasos comienzan a escucharse subiendo las escaleras fuera de mi habitación y al instante sé que se trata de mi madre, ya me he acostumbrado tanto a ese sonido que sé diferenciar los pasos de ambos de mis padres.

Y no podía estar más en lo cierto cuando la puerta de mi habitación se abre estruendosamente, revelando la cara de mamá, Elena. Sé que se viene un posible regaño por no levantarme temprano, el típico regaño de todos los días a los que me he acostumbrado tanto. Sin embargo, no me arriesgo, estoy sentada en mi cama mirando con una cara angelical en su dirección mientras paso el peine por mi pelo rizado y rojo -puede que haya tenido unos cuantos problemitas con mi intento de que el peine entre en mi pelo, pero también son solo cositas. Nada de que preocuparme, eso solo quiere decir que no me he peinado en una semana-. Pero como dije, son solo cositas.

—Macarena...— comienza ella y yo intento darle mi más grande sonrisa, aunque me sale como una gran mueca tensa. Mis mejillas... Ya no siento mis mejillas, esto de sonreír es ridículo. ¿Cómo le hacen las personas que sonrien mucho? Saben fingir muy bien o están entrenados, necesito ver un tutorial en Youtube para que mi madre no dude de mí cada vez que sonrío—. ¿Qué haces en el suelo?

Oh... Si. Esa es información que ni siquiera me atrevo a procesar porque mi cabeza está en modo "reiniciando".

—Me caí de la cama, pero te lo juro que no me quedará marca en la cabeza— miento descaradamente mientras intento levantarme del suelo, pero mi intento es completamente en vano, ya que tengo las cobijas enredadas en mis piernas. ¡Enserio! Qué vida más patética la de Macarena...

—Por dios— ella se acerca a mí al instante negando con su cabeza, me conoce tanto, soy un poco despistada (pero no idiota, aunque lo parezca) y no me queda otra que quedarme allí, aún estaba medio dormida—. ¿Te duele la frente? ¿Necesitas que te busque hielo? Creo que se inflamará.

—El dolor es mental, mamá— si claro, intenta convencerte a tí misma.

Ella parece convencida, pero en el momento en el que veo su entrecejo fruncido caigo en cuenta de que tal vez, debí hacerme la medio muerta.

Allí se viene...

—Maca, vas tardísimo— si, ya sabía que en cualquier momento llegaría el reclamo.

—Si, mamá, lo que pasó fué que...— intento hablar pero no me sale nada, las excusas nunca llegan cuando se necesitan. Ella sabe lo que pasó pero como ya es costumbre, digo lo mismo de siempre—. Me acosté tarde haciendo algo importantísimo.

—Claro, algo importantísimo— dice negando con los brazos cruzados y un ceño tan fruncido que miles de arruguitas se forman en su frente, es increíble la cantidad de estas, pero mamá siempre ha sido muy expresiva, algo que yo no soy. Muchas personas me han dejado de hablar porque según ellos soy "apática" y "aburrida" solo porque... No sé porqué, sé que mi mirada usualmente es aburrida e inexpresiva pero no es mi culpa, la culpa es la de mi padre porque soy su copia versión femenina. Aguardo mirando su expresión y esperando que por primera vez me crea la excusa, pero...—. Maca, tienes que dormir más, eso te hace daño ¡Vivirás menos años!

Si le digo que estaba terminando un libro, solo me faltaban siete capítulos para el final y obviamente no iba a dejarlo así... ¿Creerá que ya lo de los libros es una obsesión, verdad?

—Claro, claro— yo me levanto del suelo y al instante comienzo a alistarme, usando lo primero que encuentro en mi armario—. Lo sé, mañana me encargaré de acostarme a dormir a las siete de la noche más tardar. Es mentira eso, y ella lo sabe. Terminando de ponerme mis botas de cuero, me paro a su lado y le doy un beso en la mejilla—. Tengo que irme, ¡Voy tarde, adiós!

Bajo las escaleras, voy a la cocina y me despido de papá que está sentado en el taburete de la cocina tomándose un café con leche, leyendo muy concentrado el periódico -así nos damos cuenta los hijos cuando los padres están envejeciendo- le doy un beso en la mejilla y me despido rápidamente.

—¡Que te vaya bien!— me grita desde la cocina, ya que no me daba tiempo a desayunar, llevo dinero para comprar algo en la cafetería de siempre.

Y así comienza mi miércoles tan lunes, si, así de mal. Por mis auriculares suena Somewhere only we know, de Keane. Así de aburrida y melancólica se ve mi mañana.

*🌊*

Cojo el metro antes de que casi cierren sus puertas, pero he corrido lo más que he podido y lo he logrado.

Mi trabajo es en una biblioteca cerca de la plaza central, el primer turno es algo lento y pesado -como mi ánimo- pero llega a su fin y aprovecho el descanso para ir a comer en mi cafetería favorita. Es un lugar agradable, y puedo sentarme tranquila.

Después de pedir un donut y un café decido sentarme en una mesa alejada, cerca del ventanal que da a la playa, la música suena a través de mis audífonos y he pedido unos libros prestados de la biblioteca. Levanto mi pie, y subo el talón en la silla en la que estoy haciendo eue de mi bota salte algo de polvo, mi rodilla está pegada a mí pecho y así puedo afincar el libro en ella.

Al instante la música y el libro que estoy leyendo, entran en sintonía.

«—¿Alguna vez has soñado que nada ha pasado? Como si estuvieras dentro de un libro...—». Leo en mi mente y no puedo evitar rodar mis ojos. Me provoca gritarle a la protagonista algo como "Idiota, ¡¿No ves que estás en un libro?!".

Pero como siempre, no puedo hacerlo, porque esto es la vida real.

Continúo leyendo hasta que me detengo a mirar más allá del libro, por el rabillo de mi ojo noto a alguien acercándose y mí. Y aunque finjo que no lo noto, no pues hacerlo más cuando escucho la silla frente a mí haciendo ruido al deslizarse contra el suelo. Y luego la mirada de aquél chico puesta con curiosidad en mí.

¿Alguien lo invitó a la mesa? O solo a la gente le gusta meterse siempre en dónde no lo llaman— Pienso.

Al final, la tensión que siento es tan fuerte que termino bufando y mirándolo al instante, bajando mi libro cerrándolo en el acto y observando a detalle a este desconocido que se ha sentado en mi mesa con una mueca y una ceja alzada y confusa.

—¿Necesitas algo?— pregunto, aunque mi voz no deja duda de que lo único que buscaba era que decidiera irse por su cuenta. Quiero leer tranquila, estar sola como siempre y disfrutar de mi pedido yo sola. No quiero a chicos intentando ligar conmigo, aunque debo admitir que este es guapo.

Está bronceado, tiene el cabello castaño y sus ojos son verdes. Tiene un cuerpo atlético, y es alto. Su ropa es deportiva y parece amigable, ¿Que chico guapo horita es amigable? Bueno parece que solo él. No tiene pintas de ser un idiota creído como los de ahora.

—Siento si te molesto, me llamo Raúl, y tengo un graaán inconveniente con un libro que estoy leyendo para la universidad... Y como te he visto con esos pensé que tal vez podrías ayudarme— no, solo quiero estar relajada, no ayudando a desconocidos con sus inconvenientes.

—Yo no leo— improviso—, estos son para mi hermanita— ¿Que dije, hermanita? Si es que yo soy hija única...—. tengo que asegurarme de que los pueda leer ella, pero me aburro muy rápido. Ya sabes... Los jóvenes de ahorita leyendo cosas que no deben...

Que ironía...

RAÚL POV


No sé ni siquiera por qué dije algo como eso, ¿Que estoy leyendo un libro? Si yo ni los anuncios he leído, ni siquiera los mensajes del grupo de la familia en el que me metieron obligado. No soy una persona de letras precisamente...

Y claro cuando ella me responde me quedo sin ideas... O casi, nadie puede conmigo si de ideas se trata.

Para empezar, yo me había acercado porque la chica es guapa, se ve inteligente -aun con ese estilo de chica mala-.

Tiene una blusa holgada, unos jeans medio rotos y unas botas negras, eso sumando el hecho de que es peliroja con el cabello explotado, las uñas pintadas de azul oscuro y varios anillos gruesos al rededor de sus dedos.

Cuando ví los libros solo pensé que tenía algo con lo que entablar conversación, pero la chica no se ve para nada amigable, se ve más bien irritada...

—Bueeno... Si es así, entonces ya encontraré la manera— ella se despide con un "ajá chao" antes de seguir haciendo lo que estaba haciendo.

Siempre he sabido cuando hay que retirarse, pero este no es el caso.

—¿Sabes? Me encantan los Donuts, en especial los de chocolate— comento al ver el pedido en su mesa.

—Bien. A mí solo los de vainilla— comenta distraída.

—Pero eso es lo bueno de tener opciones y poder variar.

—A mi no me gusta cambiar, me gusta el de vainilla desde los 6 años y así va a ser siempre.

—¿Sabes? Ser fiel a los ideales lo apoyo, lo he apoyado siempre.

Al instante noto el gran cambio en su mirada y no puedo evitar sonreír. Ella está sonriendo, ¡Está sonriendo, joder!  El atisbo de una mínima sonrisa se hace notar como un milagro, es un movimiento fugaz, tan rápido que parece que nunca estuvo allí, pero sé lo que ví.

—Ok, está bien, simulemos que yo soy muy social y quiero compartir mesa contigo, cuéntame Paul, ¿Que te hizo acercarte a mí?— pregunta ella de repente.

—Raul, mi nombre es Raúl y ehh... Bueno, ehh... Yo tenía curiosidad, ¿Cómo te llamas?— hablo estropeando todo, soy social pero en el momento en el que me dan toda la atención puedo volverme un ocho.

—Macarena.

—¡Ahh! Mira, como la canción de los del río, "...baila tu cuerpo alegría Macaren..."

—Odio esa canción— me interrumpe en seco y me descoloca nuevamente. Ya estaba haciendo la coreografía y todo...

—Bueno... Tal vez no fue la mejor elección de canción, pero tu nombre es precioso la verdad.

—No estoy de acuerdo, pero gracias Saúl.

No la corrijo está vez por el nombre, tengo la sensación de que no le interesa.

La acompaño a comer, a veces en silencio -aunque no me gusten los silencios-, y a veces acertando en conversaciones y es cuando termina la hora es que veo aparecer el segundo milagro.

—¿Sabes Pablo?— oye, que el nombre esta vez es mucho más diferente, no puede ser que lo haya confundido. Tal vez no es tan inteligente a como me lo imaginé...—. De una manera extraña me agradas, si quieres podemos intercambiar números.

Y ahí está, mi segundo milagro. Quisiera decir que tarde un poco y me hice el interesante pero no, saque mi teléfono apenas terminó de hablar, que de lo rápido casi lo dejo caer.

Este era mi momento, si pudiera agregar una canción elegiría, sin dudas te guste o no de Arjona, porque lo sé...

Esto no será algo casual.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top