Capítulo 62: Fuerte
Priss reaccionó rápido, y cuando se hizo a un lado para evitar ser atropellada logró ver el rostro de Sandra. En serio había querido matarla, esa no era ninguna broma. Intentó pararse, pero sintió que le dolía la pierna por haberse arrojado a un lado, la misma pierna que meses antes se lastimó cuando corría detrás de Adriano por las escaleras. Por un instante creyó que las cosas se iban a quedar ahí, que Sandra saldría a insultarla o algo parecido. Fue aún peor, escuchó que el auto retrocedía pues se había chocado con la parte trasera del auto de Adriano. No, Sandra no iba a quedarse tranquila. Iba a matarla.
Claro que le dolía la pierna, pero sacó fuerzas para echarse a correr en dirección contraria. Le sorprendió ver a Anne acercándose hacia ella. Quizá estaba bajando y al oír el choque fue rápidamente a ver qué pasaba. Y eso era justo lo que había sucedido, Anne decidió adelantarse para esperar a Cameron, cuando escuchó el choque. Preocupada, bajó a ver qué pasaba y solo vio a Priss levantándose con dificultad y corriendo como podía. No sabía qué había pasado, pero ella estaba en problemas y no iba a quedarse con los brazos cruzados.
—¡No, Anne! —gritó Priss con desesperación, no se había dado cuenta de que ya corrían lágrimas por sus ojos—. ¡No te acerques! ¡Corre! —Anne no hizo caso, solo quería auxiliarla. Y fue demasiado tarde para ella. El auto de Sandra retrocedió a toda velocidad. La chica intentó alejarse de su alcance, pero entonces el auto la golpeó con la parte trasera. Quizá fueron unos segundos, para Anne fue una eternidad. "Voy a morir, ¡cuando caiga al piso moriré!", pensó con desesperación antes del impacto. Priss vio como el cuerpo de la joven caía al suelo en un golpe que parecía mortal. Sin importarle su propia vida y olvidándose del dolor, corrió hasta donde estaba ella y le sorprendió ver que Anne aún estaba consciente, aunque su cabeza sangraba y no se veía nada bien.
Y de pronto escuchó fuertes risas de burla. Unas risas malvadas y hasta desesperadas. Cuando Priss giró la cabeza halló a Sandra mirándolas desde la ventanilla del auto. Su risa maniática la llenó de miedo, esa mujer las iba a matar. Había perdido la cabeza, estaba fuera de sí. ¿Qué demonios la había llevado a eso? ¿Cómo es que nadie la había descubierto? ¿Cuánto tiempo llevaba esperando ahí abajo?
—Quería matar a ese par de miserables, pero esto será mucho mejor —dijo entre risas—. Mataré a sus dos zorras y voy a ser tan feliz cuando sepa que mueren de dolor. —Sandra siguió riendo y Priss supo que tenían poco tiempo para escapar. La puerta para salir estaba a unos pocos metros, si conseguía llegar hasta ahí tal vez ella y Anne estén a salvo.
—Ve por ayuda... —Pudo pronunciar Anne apenas. Tosió y de su boca salió también algo de sangre, Priss no pudo controlar sus lágrimas al verla así. No iba a dejarla morir, no de esa manera en las garras de Sandra. Así que al demonio con su pierna, cuando escuchó que el auto de Sandra se daba la vuelta para embestirlas le salieron fuerzas para levantar a Anne, y correr hacia la puerta. La maldita de Sandra aún se dio un tiempo para retroceder y acelerar. Priss no pensaba, solo seguía adelante mientras sentía que el auto de Sandra casi le pisaba los talones. Cuando al fin estuvieron cerca de la puerta pasó lo inevitable.
El impacto fue menor del esperado, quizá solo como un fuerte empujón que las hizo caer a un metro de la puerta de salida. Fue tan rápido que después no pudo creer como se salvó de esa. Le ganó la desesperación, intentó avanzar más rápido con Anne, pero solo consiguió tropezarse. Claro que le dolió y mucho, se había raspado todas las piernas y brazos, la pierna lastimada ya debía de haberse fracturado porque le dolía como los mil demonios y casi no podía respirar por el peso de Anne sobre sí misma. Y eso era lo bueno de todo, Anne aún respiraba. Estaba viva, pero quien sabe por cuánto tiempo más. No pudo moverse ni decir nada, ni siquiera saber qué pasó después. Sintió un fuerte mareo, o quizá era agotamiento, ni se dio cuenta de que se había golpeado la cabeza. Para cuando despertó las noticias no eran para nada alentadoras.
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Si para Priss las cosas habían sucedido muy rápido, para Sandra también. Desde muy temprano llegó al estacionamiento para hacer guardia a Cameron y Adriano. Le pidió a uno de sus amigos un favor, lo presionó para que se hospedara en El plaza y así tenga derecho a guardar su auto en el estacionamiento. Cuando ya todo estuvo arreglado, él la recogió, la dejó en su auto y se fue. La mujer se quedó todo el día ahí maquinando su venganza. Quería destruir a esos dos, pero no con su reputación pues ya lo había intentado y no funcionó. Quería matarlos, en su mente enferma solo cabía la idea de que esos dos eran quien más daño le habían hecho.
Pero cuando vio que Priss llegaba sola al estacionamiento no pudo evitarlo. La idea cambió de pronto. ¿Por qué matar a Adriano? ¿Por qué no mejor destruirlo emocionalmente? Si mataba a esa chica estaba segura le iba a causar el dolor más grande que jamás había sentido. Así que a toda velocidad se acercó a embestirla, pero la muy maldita logró escapar a tiempo. Lo malo para ella fue que chocó con el auto de Adriano, y fue algo doloroso. Cuando vio que Priss quería huir enfrentó al mareo y decidió matarla de una buena vez.
La cosa cambió cuando pudo ver que Anne estaba acercándose. ¡Eso no podía ser más increíble! Mataría a las novias de sus enemigos causando un golpe mortal. Anne estaba mucho más cerca de su alcance, y la verdad es que con todo lo mareada que estaba por el golpe que se dio al chocar no llegó a golpearla con toda la fuerza que se merecía. Pero eso sí, debía de estar muy lastimada pues la vio caer con violencia a un lado. Quizá seguía viva, pero iba a machacar su cuerpo. La vida no les iba a durar mucho tiempo a esas dos.
Quiso mirarlas de frente, quiso ver sus rostros para que se quede grabado en su mente el instante de la muerte de esas dos malditas. Rio cuando vio que Priss se llevaba a Anne como podía, reía al ver como sus piernas temblaban e intentaba escapar, cosa que no pensaba permitir. Retrocedió un poco y apretó el acelerador. Pero algo no fue bien. Poco a poco el auto fue perdiendo velocidad y ella no se dio cuenta hasta que escuchó una especie de explosión. Eran las llantas del auto, las llantas se habían reventado. O las habían reventado.
Sandra no contó con las cámaras de seguridad, ni bien se dieron cuenta del alboroto bajaron a detener todo. Uno de los agentes de seguridad disparó a las llantas del auto que fue deteniéndose y a la vez comenzó a tambalearse. Sandra estaba desesperada, no podía controlar ese auto y ella también iba a salir herida, dio algunas vueltas y al final la parte trasera del auto chocó sin mucha fuerza con el cuerpo de Priss y ella terminó por chocar el auto contra la pared del estacionamiento. Felizmente se había puesto cinturón. Se golpeó un poco, pero estaba bien. Aunque ya era demasiado tarde para ella.
Se sintió muy mareada, creyó que iba a desmayarse, pero logró dominarse un poco. Para cuando abrió los ojos por completo estaba rodeada de guardias de seguridad. No tuvieron que hacer mucho esfuerzo para llevársela, Sandra estaba débil. Solo se preguntaba si había logrado matar a esas dos, o al menos a una. ¿Qué iba a pasar con ella? Seguro la llevarían a la cárcel, ya lo había pensado y la verdad no le importaba mucho. Quizá pueda hacer que la lleven a un sanatorio y no a prisión, desde ahí las cosas serían mucho más fáciles. No quiso pensar mucho, simplemente se dejó llevar por esos guardias. Y ese era el fin de Sandra Weaver, aunque ella no lo sabía. Aquella sería la última vez en muchos años que vería las calles de New York.
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En la sala de espera reinaba la angustia. Aunque todos los que planearon celebrar estaban ahí, se notaba que los más desesperados por saber cómo estaban las chicas eran Cameron y Adriano. Les habían dado calmantes, les habían dicho que se sienten incontables veces, pero ellos seguían dando vueltas por la sala esperando a que un médico dijera algo, o que al menos les dijera que las chicas estaban fuera de peligro.
No pudieron creerlo hasta que lo vieron. Estaban a punto de bajar al estacionamiento, pero Barbie les salió al encuentro. Para empezar, les pidió perdón, se veía muy preocupado y arrepentido, ellos no entendían por qué. Les dijo cosas como que había estado muy ocupado cuidando la seguridad del restaurante y que había descuidado el estacionamiento. Cuando escucharon aquello se miraron entre sí y entendieron que algo les había pasado a Priss y Anne. No perdieron el tiempo, fueron de inmediato a verlas.
Cuando llegaron las estaban metiendo a ambas a la ambulancia. Corrieron hacia ellas esperando hallarlas conscientes, pero los paramédicos los alejaron, cerraron las puertas y arrancaron inmediatamente. Por más que gritaron, intentaron hacer algo, preguntaron qué demonios había pasado, e incluso en su desesperación golpearon a varios guardias; nadie les dio respuesta. No al menos hasta que estuvieron calmados. Solo entonces se percataron de que había un auto estrellado y pensaron que quizá que alguien sin querer perdió el control y terminó atropellando a ambas.
—Fue Sandra —les dijo Barbie para sorpresa de ambos—. No tenemos idea como entró, pero al parecer estuvo todo el día en el auto esperando el momento para atacar. Primero quiso atropellar a Priss, luego lo hizo con Anne. Y bueno, luego con ambas. Tengo que revisar bien las cámaras de seguridad. En serio lo siento mucho, debí tener más cuidado...
—No es culpa tuya —contestó Adriano—. Fue ella... ella es la culpable.
—Va a pagar por todo, ya verán —les dijo Barbie, quizá así podría calmarlos un poco.
Pero desde ese momento no habían podido quedarse tranquilos. Nadie les había dado muchas explicaciones del estado de las jóvenes. No hubo siquiera tiempo para explicarle a la familia lo que había pasado, dejaron que otros lo hagan pues ni ellos mismos podían aceptar algo tan terrible. Si hace un par de horas todo era felicidad y risas, en ese momento no había más que angustia y lágrimas. Solo esperaban que no sea tan grave, o al menos esa era la esperanza que tenían. Porque la razón les decía que un atropello no era cualquier cosa, que quizá no podrían sobrevivir, que quizá tenían demasiadas heridas como para poder siquiera pensar que se recuperarían pronto. Aún así albergaban la esperanza de que todo vaya bien, de que no haya sido más que un susto.
Ninguno de los dos quería siquiera imaginar que ellas podían estar en peligro de muerte, la idea de perderlas era tan insoportable que cuando se atravesaba la alejaban inmediatamente para evitar el dolor que pensar en eso provocaba. Sandra había ido demasiado lejos, ella misma había cavado su tumba. Ninguno de los dos lo dijo, pero después de eso no pensaban permitir que esa maldita mujer recuerde lo que es el significado de la palabra libertad.
Seguían caminando sin parar, no había forma de que tomaran asiento. Creyeron que iban a morir de angustia cuando al fin vieron que el médico encargado se acercó. Todos se pusieron de pie inmediatamente, detrás de ellos iban los padres de Priss y Edu que también había llegado.
—¿Los familiares de Priscila Hudson? —ellos asintieron, incluso Adriano lo hizo—. Bien, la joven se encuentra estable. Tiene fracturada una pierna y algunas heridas superficiales. Lo más grave fue un golpe que se dio en la cabeza al caer, pero le hicimos unos estudios y no tiene ninguna hemorragia. Va a necesitar descanso y un yeso para esa pierna, pero está bien.
—Gracias al cielo —dijo la madre de Priss y los tres familiares se abrazaron. Al fin podían estar seguros de que ella estaba fuera de peligro. Adriano logró tranquilizarse, no era tan grave después de todo. Quiso sonreír o dar alguna muestra de alegría, pero vio de reojo a Cameron y este aún lucía muy preocupado. Aún era muy pronto para cantar victoria.
—¿Hay algún familiar de Anne Marie Leggat? —preguntó el médico.
—Soy su novio —le dijo Cam—. Y no, no hay nadie aquí.
—Bien —el médico suspiró antes de hablar. Cameron estaba seguro que eran malas noticias—, ella se encontraba en un estado más crítico cuando llegó. El auto la embistió, cuando cayó se fracturó el brazo derecho, tiene varias costillas lesionadas, y tiene múltiples heridas en el cuerpo y la cabeza. Debería ser peor en realidad, al parecer el auto no fue tan rápido.
—¿Entonces es muy grave? —preguntó Cam. Podían hablarle de fracturas, golpes y todo eso, pero hasta que no le digan que su chica estaba fuera de peligro no iba a poder quedarse tranquilo.
—Ya salió de cuidados intensivos —le dijo—. Como le digo, es un milagro que no haya sido peor. Ahora, hay otro asunto un poco más delicado. Lamento decir que no pudimos hacer nada para detener el aborto.
—¿Aborto? —repitió Cameron sin entender. Al cabo de unos segundos su expresión se llenó de terror. "No, no... díganme que no es cierto...", pensó con desesperación.
—La paciente tenía dos meses de embarazo —dijo el doctor—. Lamento tener que darle esta noticia.
A partir de ese momento todo fue muy confuso para Cameron. "Tenía dos meses de embarazo". Anne no se lo había dicho, o quizá ni ella lo sabía. Acababa de perder a un hijo. O mejor dicho, Sandra acababa de matar a su hijo y por poco también a Anne. El médico se fue, dijo que volvería en un momento. Pero todos en la sala habían escuchado lo que dijo y miraban a Cameron. Quizá esperaban que se quiebre, que diga algo al menos. Pero no podía siquiera asimilar lo que acababa de escuchar. Levantó la mirada sin querer y se encontró con Adriano mirándolo fijo. "Él me entiende", pensó de pronto. Claro, Adriano también sabía lo que era que le dijeran en una sala de espera que no había hijo. Y ahora él lo entendía de verdad.
Como si supiera que lo necesitaba, Adriano le dio un fuerte abrazo. No quería quebrarse, pero no pudo más. Su Anne acaba de ser atropellada, y ahora se enteraba que el hijo que ambos pudieron tener entre sus brazos en siete meses ya no estaba. Cuando se dio cuenta había lágrimas bañando su rostro, ¿hace cuánto que no lloraba? No interesaba ya eso, lo único que importaba es que estaba empezando a sentir el dolor de un "pudo ser" de la peor manera posible.
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Les avisaron que Priss estaba despierta y que podían entrar a verla unos minutos antes que la trasfieran a una habitación pues necesitaba descanso. Su familia y Adriano no perdieron tiempo, querían verla pronto. Su madre corrió a abrazarla y rompió en lágrimas. La mujer sintió un alivio enorme al ver que su hija estaba bien y que pronto se iba a recuperar. Aunque Priss aún no lucía muy bien, necesitaba reposo y así podría salir pronto del hospital.
—¿Cómo está Anne? —preguntó en voz baja. Se miraron entre sí, no sabían si decirle la verdad de todo lo que había pasado.
—Ya salió de emergencia —le dijo Adriano—. No te preocupes, va a estar bien pronto.
—Fue Sandra...—dijo despacio y cerró los ojos, la vista le molestaba como si no soportara mucho la luz.
—Lo sabemos, mi amor —le dijo él tomando sus manos con suavidad. Sabía que ese era un momento para la familia, por eso no se acercó a cubrirla de besos. Pero el alivió que sintió al verla lo hicieron sentirse un poco más tranquilo. Sabía que su amada necesitaba descansar, y él pensaba quedarse toda la noche a su lado en ese hospital si era necesario.
—¿Anne está bien? —volvió a preguntar.
—Se encuentra estable —le explicó Adriano—, pero tiene que quedarse en el hospital varios días más.
—Entonces no está tan bien —le dijo—. No me mientan. Vi como el auto la atropello.
—El médico dijo que fue increíble que solo tuviera unos huesos rotos, no ha sido tan grave amor, confía en mí —Priss miró a los ojos a Adriano y le creyó. Claro que él no pensaba contarle de momento lo del bebé, ya se enteraría después.
—Me duele la cabeza —dijo ella al fin cerrando los ojos.
—Vas a estar bien, cariño —le dijo su padre—. El médico dice que solo necesitas descansar.
—Y tienes que recuperarte rápido —agregó Edu—, porque yo no pienso venir todos los días a visitarte, como si no tuviera cosas que hacer, ¿encima cuidarte el trasero? Eso no. —Todos sabían que lo decía en broma y aunque Priss se sentía mal no pudo evitar que se le escapara una sonrisa al escuchar aquello. La puerta se abrió y una enfermera apareció.
—Es hora de trasladar a la señorita Hudson a la habitación —les dijo.
—¿Puede algún familiar quedarse esta noche? —preguntó su madre.
—No pueden quedarse todos —le dijo.
—Me quedaré yo —respondió la señora.
—Y yo también —dijo Adriano—. Si no le molesta, claro.
—No, no hay problema —contestó la madre de Priss sin darle mucha importancia. Quizá no se llevaban de las mil maravillas, pero al menos ya no había tensión entre ellos.
—Si, supongo que dos personas pueden quedarse. Iré a consultar. Pero por favor, necesito que salgan y se queden en la sala de espera hasta que esté instalada, yo los llamaré.
Se despidieron de Priss y le dijeron que la verían en un rato. Mientras la familia Hudson caminaba hacia la sala de espera, Adriano se quedó parado observando al final del pasillo. Frente a una puerta estaba parado Cameron sin moverse. Parecía que quisiera entrar, pero no se atrevía. Esa debía de ser la habitación donde estaba Anne. Se acercó a él, estaba seguro que aún iban a demorar en trasladar a Priss y quería darse un tiempo para su amigo.
—¿Hace cuánto estás acá? —preguntó Adriano. Cam volteó a verlo sobresaltado, su voz lo había tomado por sorpresa.
—No sé...—respondió en voz baja.
—Anne está allá adentro, ¿verdad? —él asintió—. ¿Y por qué no entras a verla? —Hubo un momento de silencio. Cam suspiró y apoyó sus manos en la pared—. ¿No sabes cómo decírselo?
—Ella ya lo sabe... el médico dijo que los escuchó hablar.
—Entiendo... —Y Adriano sabía cómo se sentía su amigo. Él también tuvo miedo de entrar a enfrentar a Sandra cuando se enteró lo del bebé, y algo parecido debía de estar pasando él—. ¿Por qué tienes miedo? —preguntó.
—No lo sé. No sé cómo mirarla, no sé qué decirle. No sé ni lo que piensa, no sé qué voy a hacer cuando la vea ahí adentro. El doctor dijo que tenía que estar tranquila, pero no creo que este sea un tema tan fácil de llevar.
—Cam, no tienes por que temer de lo que puede pasar allá adentro. Anne te necesita, y Anne no es una enferma ni una demente que se pondrá a gritarte que eres el culpable y que te alejes de ella. —Cameron volvió la mirada hacia él en una extraña expresión, como si sin querer hubiera llegado al fondo del asunto—. ¿Es eso? ¿Tienes miedo de que Anne te diga algo así? —No respondió, Cam no quería pensar en eso, mucho menos hablar de ese tema. Pero la verdad era que si tenía miedo de algo así. Sin querer los recuerdos de aquella vez cuando Sandra hizo tremendo escándalo en el hospital y le dijo cosas terribles a Adriano llegaron a su mente y empezaron a torturarlo. Tenía bien claro que Anne no era como Sandra, jamás podría siquiera compararlas. Pero aún así tenía miedo de lo que podía pasar. Ni siquiera podía asimilar bien la idea de que había perdido un hijo, pero tenía que hacerle frente pronto. Hacerle frente y además ser fuerte para Anne.
—No lo sé —respondió en voz baja—. No sé qué voy a hacer.
—Ya te dije que no tienes por qué preocuparte, Anne te ama y la escena que viste hace unos años no se va a dar acá por ningún motivo.
—Soy un cobarde, lo sé. ¿Cómo es posible que piense más en mí mismo que en lo que debe estar pasando Anne? Ella es la que ha perdido el bebé, ella es la que está herida —dijo con amargura.
—No eres un cobarde, eso es lo que yo también pensé de mí cuando pasó todo aquello. Tienes todo el derecho a sentirte mal por todo, a tener miedo y sentirte impotente, débil, no eres insensible. No solo ella ha perdido un hijo, tú también. No es que tengas que ser "el fuerte", como todos dicen cuando pasan este tipo de cosas. No tienes por qué cargar todo eso, y terminar colapsando años después como yo. Anne te necesita, pero tú también la necesitas, ¿no? —Cameron asintió, y de alguna manera las palabras de Adriano lo hicieron sentirse mejor. Claro que necesitaba a Anne en ese momento, necesitaba verla y abrazarla y besarla y quizá llorar juntos, decirse que todo iba a estar bien. Eso era lo que en verdad necesitaba.
—Gracias —le dijo con una sonrisa después de unos segundos de silencio—. Voy a entrar, ¿puedes quedarte un rato acá? En caso de que te necesite claro...
—No creo que me necesites, mereces un tiempo a solas con Anne sin nadie cerca. Y ya te lo dije, no creo que ella te haga una escena como la que recuerdas.
—No es por eso... es que, bueno... quizá se desahogue y se ponga mal. Quizá tengamos que llamar a los médicos rápido, ¿no?
—Está bien —dijo con una sonrisa y le dio un abrazo para darle más confianza- estaré acá para lo que necesites.
—Gracias, amigo. Por cierto, quiero que le des las gracias a Priss de mi parte por ahora, yo iré luego a verla. Si no fuera por ella quién sabe lo que le hubiera pasado a Anne, quizá podría ser peor.
—Yo se lo diré, no te preocupes. Ahora entra que se te hace tarde —Cameron asintió y abrió la puerta despacio.
Entró a la habitación con la cabeza gacha, como si tuviera miedo de mirar. Cerró la puerta lento evitando hacer cualquier ruido. Luego de unos segundos levantó la mirada y vio a Anne. Se acercó a ella despacio, la chica debía de estar durmiendo y no quería despertarla. "Se va a recuperar", pensó tratando de calmarse. Si ya no estaba en emergencia entonces todo saldría bien pronto. Ella iba a estar bien, quería que se recupere pronto. Estaba acostumbrando a verla tan fuerte, tan vital y segura de sí misma que verla en ese estado lo angustiaba y no le gustaba para nada. Acercó su mano suavemente a su rostro y la despertó con una caricia. No tuvo la intención de hacer eso, solo sintió deseos de tocarla.
Anne abrió los ojos despacio, la verdad es que no había estado durmiendo. Estaba despierta a pesar del dolor, a pesar de lo mal que se sentía. No quería irse a dormir esa noche sin verlo y por eso se iba a aguantar todo ese dolor. Aunque el sueño la estaba venciendo, a pesar de que solo llevaba quinces minutos esperando a que llegara Cameron, sentía que se estaba quedando dormida. Le dolía todo el cuerpo, era como si todo su cuerpo estuviera lesionado. Pero eso no era todo, lo peor era pensar en lo que había escuchado en la sala de emergencias.
Cuando escuchó aquello no pudo evitar romper en lágrimas, y se dio cuenta que llorar le dolía mucho más que antes, no solo por su cuerpo lastimado, sino porque jamás imaginó que se iba a enterar que estuvo embarazada. No se le había pasado por la cabeza tener un hijo, pero solo imaginarlo se le rompió el corazón en mil pedazos.
Una noticia como esa hubiera sido tomada con mucha alegría y quizá se hubieran casado pronto no por obligación, sino para formalizar todo para recibir al bebé. No era justo, le habían quitado la oportunidad de ser madre. Les habían quitado la oportunidad de llegar a una nueva etapa, difícil claro, pero hermosa. Y pensar en eso era aún más doloroso que sus costillas lesionadas.
—Anne...—dijo él suavemente y sin poder evitarlo las lágrimas empezaron a caer por sus mejillas—. No mi amor, por favor, no llores...—le dijo tratando de contenerse también. Claro que necesitaba llorar y Adriano tenía razón diciendo que estaba bien desahogarse, pero no podía poner más nerviosa Anne.
—No me pidas que no llore —contestó con voz entrecortada—. No voy a poder aguantarme eso, Cam.
—Tranquila —dijo tomando sus mejillas con suavidad—. No te exaltes, ¿si? No quiero que te pongas mal.
—Pero Cam... nos quitaron a nuestro bebé...
—Lo sé, mi amor, lo sé.
—Fue ella, Sandra lo mató. Sandra nos quitó a nuestro bebé —dijo ya sin poder contenerse. Lloraba y no había forma de calmarla. Él sólo la acariciaba, le besaba la frente, le susurraba palabras de consuelo, pero nada parecía hacer efecto—. No es justo... no lo sabía, si hubiera sabido yo... yo no me hubiera arriesgado, yo pude haber evitado aquello, es mi culpa también...
—No, Anne. No se te ocurra decir algo así jamás. No es tu culpa, tú no lo sabías, ya lo dijiste. Ya no podemos hacer nada, pero vamos a estar juntos, ¿si? Vamos a superar esto, no vamos a dejar que nos venza. Las cosas van a ir bien, ya verás —le decía también con lágrimas en los ojos. Vamos, no era de acero y mucho menos un insensible para hacerse el fuerte cuando su amada se estaba quebrando así.
—¿Te vas a quedar conmigo? —preguntó de pronto—. ¿No me odias?
—¿Por qué te odiaría? No fue tu culpa. Te amo, Anne, no voy a dejarte y mucho menos ahora.
—Es que yo... —Al menos ya no lloraba como hace un rato, al menos. Pero no le gustaba que ella pensara que la odiaba, no podía con eso.
—No te odio, te amo. Y vamos a estar juntos en esto, ya te lo dije —le decía con dulzura acariciando sus mejillas con suavidad. Se secó las lágrimas y se esforzó por sonreír para ella.
—Fui muy tonta, me arriesgué, Priss me advirtió. Yo y mi manía de hacerme la heroína. También tengo responsabilidad, Cam.
—No, no y no. No te culpes, basta de eso, amor.
—Me siento muy mal —dijo cerrando los ojos un momento. Le dolía la cabeza y no solo por el accidente, sino por toda la situación.
—¿Quieres que llame a una enfermera?
—No, quiero que te quedes conmigo. Nada más.
Se quedaron en silencio y fue inevitable para Anne llorar una vez más. Pero al menos su amado estaba ahí para consolarla, y ella también para consolarlo a él. Lo notaba muy afligido con todo, le dijo que él no tenía por qué sentirse culpable, ni siquiera estaba enterado del embarazo. "Quizá si hubiera estado ahí nada de esto hubiera pasado. Debí protegerte y me quedé trabajando", pensó con amargura.
Poco a poco se quedó dormida, Cameron imaginó que Adriano ya se había convencido de que no habría problema y estaría afuera. Una enfermera entró y le dijo que debía de salir.
Aquella noche Cameron no pudo dormir, no solo por cuidar de Anne, sino porque era imposible conciliar el sueño con toda esa situación.
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