Capítulo 57: Caos

Habían pasado varios días sin recibir una "señal de vida" de parte de esos dos, hasta que al fin esa mañana Adriano llamó a Cameron para ver cómo iba todo en su ausencia. Regresaban al día siguiente y quería enterarse de algunas cosas antes. Su amigo estuvo muy contento de escuchar novedades de él y Priss, y Adriano quedó tranquilo al saber que todo estuvo en orden durante su ausencia y que los dramas estaban en pausa de momento. Podría regresar y retomar su trabajo como si nada.

—Mándale saludos a Priss de parte de Anne —le dijo Cameron—. ¡Ah! Y Rachel también les manda saludos, no sabes la última que se le ocurrió.

—Ni idea, ¿qué hizo ahora?

—Quiere hacer la fiesta de Halloween en mi apartamento. No pude negarme, le debo una, y además Anne ya se emocionó con la organización.

—¡Pero falta una semana!

—¿Y eso qué? Vendrás, ¿no? Estaremos todos acá. Según ella es como una fiesta privada.

—Nunca me ha gustado mucho celebrar ese asunto, pero igual supongo que a Priss le gustaría, no voy a negarme. La pasaremos bien al final.

—Claro, eso dalo por seguro. Ahora te dejo, disfruta tu día.

—Si, gracias, Priss me espera. Gracias por la llamada, envía mis saludos a todos.

Cortaron la comunicación y el maître se sintió un poco más tranquilo al saber que por allá la estaban pasando de maravilla. En New York el panorama tampoco había cambiado mucho, Sandra seguía sin dar ni una sola declaración desde que el verdadero padre saliera a dar su versión.

No había sido la primera vez que el joven Mikkel aparecía en los medios. Muchos periódicos quisieron entrevistarlo, también se presentó en la TV. Se podría decir que de momento todo iba bien, aunque muchos desconfiaban del silencio de Sandra. Él la conocía perfectamente e imaginó que eso solo quería decir que o bien se había rendido de una buena vez, o estaba planeando algo peor. Por alguna razón Cam se inclinaba a la segunda opción.

Y la verdad esperaba que no fuera así, ya bastante se había perjudicado con todo. Tuvo que renegociar su integración al staff de Le Cordon Bleu para dirigir las clases prácticas de Cata y Maridaje. Para su sorpresa lo aceptaron de inmediato, supuso que a pesar de toda la mala publicidad que le hicieron igual se había vuelto bastante popular en el medio. Si antes era conocido solo por su trabajo dentro del mundo de la gastronomía, ahora medio New York sabía quién era, donde trabajaba, con quien salía y muchas cosas más. Tampoco era que lo detuvieran en la calle para pedirle autógrafos, pero si sentía que algunos lo miraban fijamente y empezaban a murmurar entre sí para señalarlo. Era algo incómodo, aunque supuso que igual pronto la gente se iba a olvidar de él. Por otro lado, también había otras personas que lo reconocían y eran bastante descaradas, aún delante de Anne.

—Mira, "maître erótico" —le dijo ella irritada mientras caminaban por el Central Park—, si vuelvo a ver que una mujercita te mira con ojos de deseo, pasión y lujuria te juro que no la cuentas.

—Tampoco es para tanto —bromeó él, aunque ella seguía viéndose molesta—. ¿No me digas que estás celosa de unas desconocidas?

—Pues te contaré que todo New York y medio país ya sabe que existe un maître llamado Cameron Hartley a quien la prensa le ha hecho fama de "erótico", "caliente", "salvaje". Y no tienes idea todo lo que he leído —él volvió a reír, la verdad es que toda la situación le resultaba en parte graciosa—. ¿De qué demonios te ríes? ¿Crees que es bonito saber que se te quieren lanzar encima sin respeto? A la próxima voy a tener que marcar territorio en público para que quede claro que tú me perteneces —bromeó ella.

—Bueno, Anne, la idea de hacerlo en público es bastante genial, ¿pero no crees que eso solo aumentaría mi fama de "maître erótico"?

—¡Rayos! No había pensado en eso. Igual creo que es hora de demostrar quién de los dos es el verdadero insaciable de esta pareja.

—Yo obviamente, todo el mundo lo dice.

—¡Ja! ¡Claro que no! La prensa no lo sabe, pero la que manda acá soy yo.

—Si, claro —contestó él relajado—. Me has amenazado con hacérmelo en público, pero yo sigo esperando la acción.

—¡No me provoques, Cam! Que donde te coja y olvídate de que tienes vida.

—¿Qué me va a hacer, señorita, Leggat?

—Qué no te voy a hacer es la pregunta. Cuando termine contigo no te vas a acordar ni tu nombre, maldito provocador de mujeres inocentes.

Entre risas se fueron caminando de la mano hasta El Plaza, Cam quería saber si habían novedades, y Anne también quiso ir a dar una vuelta por ahí para saludar a Emily. Cuando llegaron, las chicas de recepción le dijeron que la jefa estaba en la oficina y que había pedido que no la molestaran. Aun así, Anne decidió insistir. Eso de "no me molesten" se le hacía algo raro y tenía un mal presentimiento de todo. Tocó la puerta varias veces con Cameron detrás de ella, y al no obtener respuesta simplemente entró. La encontraron sentada en su escritorio, con la cabeza recostada en la mesa y los brazos cruzados, como si estuviera dormida.

—Emy, ¿estás bien? —preguntó al tiempo que cerraba la puerta. Cameron y ella se miraron, eso no lucía muy bien del todo—. ¿Pasa algo? —Al cabo de unos segundos de silencio, Emily levantó el rostro y notaron que tenía los ojos cubiertos de lágrimas. Anne se apresuró a llegar a su lado y la abrazó con fuerza. Ella empezó a llorar otra vez y tuvieron que esperar un rato más hasta que se calme—. ¿Qué sucede, cariño?

—Está loco, Anne. Loco...—dijo en voz baja, pero Cameron pudo escucharla.

—Harry —Anne sabía bien la respuesta, no era necesario que se lo dijera.

—Hizo una reserva para los días de Halloween —contestó ella—. Va a hacer una especie de fiesta y ha "exigido" que yo esté ahí. ¿Puedes creerlo? ¡Está loco!

—Tranquila, todo va a estar bien —contestó, aunque ella misma tenía dudas de eso. Intercambió una mirada con Cameron y él salió de la oficina, tenía que hablar a solas con la chica. Ni pensar que hace un rato todo era felicidad y ahora el fantasma de Harry regresaba a arruinarles todo otra vez. "Ya decía yo, demasiada tranquilidad", pensó Anne.

Mientras Anne se encargaba de tranquilizar a Emily, Cameron decidió adelantarse para avanzar sus pendientes. Estaba preocupado por su amiga, no entendía el nivel de hipocresía vomitivo de los directivos del hotel. Por un lado defendían a Adriano y a él a capa y espada para evitar que se dañe la imagen del hotel, pero permitían que un acosador molestara a una de sus trabajadoras. Podían poner como excusa un overbooking para evitar que Harry se aloje en el hotel, pero ya sabían que habría problemas. De seguro el tipo armaría un escándalo terrible por eso, y aún así no serviría de mucho. Si Harry estaba en New York podría aparecer a molestar en cualquier momento,

Cameron caminó hasta el restaurante, había algunos trabajadores de almacén ahí, aunque no estaban trabajando. Todos miraban con atención la televisión, nadie decía nada. Él se adelantó para saber qué estaba pasando. Se quedó boquiabierto.

Su presentimiento no había fallado, y un nuevo ataque llegaba.


 ****************** 


Habían tenido un vuelo tranquilo. Después de tantos días de relajo, volver a New York no les hacía mucha gracia. Para variar, esa noche apenas durmieron. Se fueron a una fiesta dentro del hotel, y eso sin mencionar la otra fiesta que armaron entre los dos de manera privada en su habitación. Así que una vez abordaron y se acomodaron en sus asientos, ambos se quedaron dormidos. Para cuando Priss y Adriano despertaron ya estaban sobrevolando New York. Había sido un sueño profundo y hasta relajante, la habían pasado muy bien juntos en Punta Cana, pero estaban exhaustos.

A pesar de que la idea de hospedarse en un resort con sistema "todo incluido" era relajarse al máximo, todos los días que estuvieron ahí programaron alguna actividad. Esa caminata que por poco los deja varados, salir a pasear en yate, bucear, pasear en la moto acuática, y además los dos días que se fueron al mercado de la ciudad a ver algunos insumos, probar algunas novedades y observar algunas técnicas de cocina tradicionales.

Esa fue la parte que más disfrutaron ambos, como chefs les llamaba mucho la atención la preparación de platos locales, y también algunas frutas que eran muy difíciles de encontrar en New York. Como resultado se llevaron varios kilos de diferentes insumos, y Adriano no perdió el tiempo en hacer el contacto con el proveedor. Dijo que probaría que tal quedaban si usaba eso para los nuevos platos de la carta de The Oak Room, y si funcionaba las importaría en cantidad para el restaurante.

El avión estaba por aterrizar y solo entonces estuvieron completamente despiertos. No podían quejarse, habían tenido una semana maravillosa en la que habían pasado experiencias de todo tipo, y en la que se habían conocido mucho más. Fue casi como una luna de miel y ambos lo disfrutaron mucho. El problema de Sandra prácticamente había desaparecido de sus cabezas y se olvidaron de todo lo que pasaba en New York para entregarse por completo el uno al otro y ser felices lejos de todo. Regresaban más relajados, más tranquilos y unidos que nunca.

No demoraron mucho tiempo en salir de la zona de embarque, cruzaron el aeropuerto y decidieron ir a buscar de un taxi, cuando Adriano recibió una llamada. Era Barbie quien los saludaba y le preguntó amable qué tal la había pasado, le mandó saludos a Priss y expresó su alegría de que estuvieran de vuelta. Pero cuando Adriano le dijo que ya tenían que colgar pues iban a buscar un taxi, él le pidió que se detuvieran.

—Verás, Adriano, esa ahora mismo no es una buena idea.

—¿Sucede algo? —Si hace un momento él estaba relajado, ahora toda la tensión parecía volver de golpe. Algo le decía que Sandra tenía que ver en todo eso. Acababa de regresar a la ciudad de sus pesadillas en donde seguro esa mujer había hecho de todo para perjudicarlo. Priss pareció darse cuenta de que algo no andaba del todo bien y se quedó parada un rato. Él también lo hizo y tomó una de sus manos.

—No te preocupes, dos de los agentes de seguridad de El Plaza están yendo a tu encuentro, los reconocerás rápido. Vas a irte por otra salida, ya está todo arreglado. Un transporte privado llevará a Priscila a casa y pues tú vienes al hotel.

—Daniel, ¿qué está pasando?

—Es una historia larga, aunque la conoces bien.

—Sandra —lo interrumpió y Daniel se quedó en silencio un par de segundos. Miró a Priss a los ojos y notó que ella también se había alarmado al escuchar ese nombre. "Maldita sea", pensó molesto. Tan bien que estaban y de pronto esa mujer regresaba para arruinarlo todo.

—Si, todo se resume en "Sandra". Hizo un par de declaraciones a la prensa ayer, entre otras locuras y bueno, tienes a un batallón de periodistas esperándote a la salida del aeropuerto para hacerte preguntas incómodas. Preferimos evitar esa situación, Priss y tú saldrán por un lugar más seguro.

—Ya veo —sabía que algo así podría pasar, al parecer las denuncias que habían amenazado con hacerle a Sandra no la habían afectado mucho ni la habían asustado lo suficiente para que se quedara callada. Y eso significaba que tampoco le había afectado el hecho de que el verdadero padre saliera a declarar. Esa mujer estaba dispuesta a todo, ahora quería saber qué demonios había dicho—. ¿Qué fue lo que pasó?

—Es algo delicado, te explico cuando estés en el hotel. Tenemos que hablar contigo y que tú decidas qué quieres hacer, es la única forma. Ahora espera, los agentes están cerca. Ya hablaremos.

—Está bien —contestó y luego cortó la comunicación. Priss se quedó en silencio un rato esperando a que le dé explicaciones, pero este no dijo nada en un buen rato. De seguro era grave, a Daniel no le gusta minimizar las situaciones. Si hubiera sido algo que tuviera solución inmediata o que estuviera bajo control, se lo hubiera dicho.

—¿Qué dijo? —preguntó despacio Priss. Su voz era calmada y lo miraba con tal preocupación que solo tuvo el impulso de abrazarla fuertemente.

—Hay periodistas afuera, no sé qué ha hecho Sandra. Vendrán dos agentes de El Plaza a recogernos. Me explicarán que pasa en el hotel, luego hablaremos.

—Entiendo —ella también pensó que el asunto podía ser algo delicado. Por el poco tiempo que conocía a Daniel sabía que no era de dar rodeos. Incluso hubiera sido capaz de decirle por teléfono lo que pasaba, si era una declaración de Sandra solo con un par de palabras bastaban.

—¿Chef Hatmann? —La voz de alguien hizo que se separaran y vieron a dos agentes de seguridad de El Plaza que ya conocían ahí parados—. Buenas tardes, señor. Buenas tardes, señorita Hudson. Somos del hotel, supongo que ya saben que estamos aquí para escoltarlos.

—Si, lo sé —contestó no muy animado. Los hombres ayudaron a los recién llegados a llevar sus maletas y ellos caminaron detrás de los guardias. Los llevaban por otro lado que jamás habían conocido del aeropuerto, supusieron que era por ahí por donde salían algunos artistas o políticos que querían evitar a la prensa. Llegados a un punto, uno de los guardias se vio obligado a mostrar un documento para que los dejaran pasar. Después de más de quince minutos de caminata al fin llegaron a un área donde los esperaban dos autos negros con lunas polarizadas.

—Es aquí donde nos separamos —dijo uno de ellos—. Las órdenes del jefe son llevar a la señorita a casa y a usted al Hotel. —Adriano se acercó a Priss, le dio un beso y le dijo que iría a verla más tarde para hablar al respecto. Los dos guardias colocaron el equipaje en las maleteras y esperaron a que la chica se subiera al auto que le correspondía. Priss subió y bajó la ventana del auto para hacerle una señal de despedida a Adriano con las manos. Él se quedó ahí parado un rato mirando como se alejaba, y ella siguió con la vista fija en él hasta que estuvo fuera del alcance de su visa. Cerró la ventana y le indicó al guardia la dirección del apartamento. Decidió no perder más el tiempo, si alguien estaba enterada de todo esa era Rachel. Cogió su teléfono y se apresuró a llamarla.


 ******************  


—Siéntate, Adriano —le pidió Daniel después de haber intercambiado unos saludos—. Ahí también estaba Cameron. "Es algo que nos está arruinando a los dos", pensó ni bien vio a su amigo ahí parado. Durante el camino al hotel no había dejado de especular sobre lo que podría estar sucediendo, y también pensó que si era demasiado grave quizá el hotel no se arriesgue y no quería seguir teniendo en sus filas a un hombre de "dudosa reputación" por más chef famoso que fuera. Descartó la idea de inmediato, no quería pensar en algo así por nada.

—¿Me pueden explicar que sucede? Hay demasiado misterio, quiero que sean sinceros.

—Verás —empezó Daniel—, todos saben que Sandra no está bien, que está un poco mal de la cabeza y que dice incoherencias. Muy pocos toman lo que dice en serio, no después de que salió lo del verdadero padre. Quedó aún peor, como la aprovechada que quería tu dinero y fama.

—Entonces, ¿cuál es el problema?

—Lo que ha hecho ahora es más personal. Quiero que sepas que una vez más ella ha quedado mal en la historia, está siendo muy criticada. —Daniel hablaba con mucha tranquilidad, le explicaba todo con calma y eso solo asustaba de cierta manera a Adriano. "Está preparando el terreno para algo horrible", se dijo.

—¿Qué ha hecho? ¿Por qué Cam está aquí? —miró a los ojos de su amigo y no supo qué deducir de su mirada. También lucía preocupado, pero quizá no por él mismo. Quizá todo se trataba de él, y quizá Cam estaba ahí solo como una especie de soporte.

—Es mejor que lo veas con tus propios ojos —le dijo Cameron—. Ayer Sandra habló en una entrevista. Adriano, no pudimos hacer nada para detenerla. Estaba en su derecho de hablar, aunque lo que dijo...—No pudo continuar. Se quedaron en silencio por un rato hasta que Daniel tomó el control remoto de la televisión y apretó el botón para que empezara a correr la grabación.

Todo empezaba tranquilo al parecer, una de las periodistas de espectáculos presentó a Sandra y esta entró al set. No tenía buen aspecto, se veía muy cansada, tenía enormes ojeras a pesar de que se supone que maquillan a la gente antes de salir al aire. "No me sorprendería que incluso la hayan ayudado a resaltarlas", pensó. No había nada contra él al principio, la periodista le preguntaba sobre sus declaraciones, ella evitaba un poco el tema y trataba de demostrar lo afectada que se sentía con toda la presión de la prensa, que su nombre esté en boca de todos, que el bebé que llevaba en su vientre no merecía que se refieran de mala manera. De pronto todo el rumbo de la entrevista cambió cuando la mujer le preguntó cómo iba a hacer para afrontar tantas denuncias, como las de Cameron y Adriano.

—Bueno —dijo con una media sonrisa, casi imperceptible, él la conocía bien. Era su sonrisa de burla—, quizá ellos deban preguntarse qué hacer si yo los denuncio.

—¿Por qué los denunciarías? Ellos no han declarado nada en tu contra, se han mantenido al margen de todo. ¿No crees que estás exagerando? —le dijo aquella periodista. Por supuesto, eso no tenía sentido alguno.

—No me refiero a asuntos actuales, me refiero a cosas que sucedieron hace años.

—Muy bien, has logrado captar mi atención, ¿qué sucedió hace años? —"¡Oh No!", se dijo Adriano y miró a Cam en busca de respuestas. Él solo asintió confirmando lo que se le vino a la mente en ese momento. No, no... no era posible. Sandra había hablado de su hijo.

—Verás, creo que todos saben que hace años, cuando The Oak Room abrió, Adriano y yo teníamos una relación.

—Bueno, Sandra, eso no era de domino público, lo supimos tiempo después y nadie le dio mucha importancia. No hasta ahora claro, cuando dijiste falsamente que era el padre de tu hijo.

—Como sea —continúo Sandra como si no escuchar aquel último comentario—, si hicieran bien su labor de periodistas sabrían por qué él y yo terminamos. O mejor dicho, porque yo lo mandé a volar. Él debería estar agradecido de que no lo haya denunciado a tiempo, pude haberlo arruinado, pero no lo hice. Quizá fui una tonta, estaba muy enamorada y a la vez dolida por todo lo que pasó...—Sandra se quedó callada un rato y se llevó una mano al rostro para contener su llanto. En ese momento la entrevista tuvo que haber parado, en ese momento la conductora debió pedir los comerciales. Pero todos sabía que las lágrimas venden y decidió seguir adelante.

—Sandra, estamos al aire —dijo ella—. ¿Quieres contarnos que pasó o prefieres ir al corte comercial?

—No, no. Quiero que todos lo sepan —dijo descubriendo su rostro y enseñándole a todo New York sus lágrimas, su llanto y su falso dolor—. Él mató a mi hijo. Él mató a nuestro hijo, ese hombre que todos dicen es un tipo intachable, ¡él provocó la muerte de nuestro hijo! —Las palabras de Sandra fueron tan enérgicas y llenas de dolor que por un instante Adriano creyó volver de pronto a la sala del hospital el día en que ella le gritó todo aquello. Fue como volver atrás en el tiempo. Fue terrible—. ¡Él es un asesino! Él lo mató, él dejo que muriera, por su culpa ese bebé murió y él lo sabe. Él siempre lo supo, siempre se ha sentido culpable, ¡es tan cobarde que ni siquiera puede hablar de eso! —Sandra hablaba casi como aquel día, con la misma energía, con el mismo dolor. Adriano se sentía exactamente igual a aquel día cuando él trataba de consolarla por la muerte de su hijo, y ella solo le gritaba repetidas veces "asesino".

—Sandra, por favor —dijo la periodista con cierta preocupación y mirando a las cámaras—. Estamos al aire, no puedes seguir con esto. —Pero al parecer la producción no tenía la más mínima intención de cortar.

—¡No! Quiero que él lo escuche y quiero que lo sepan todos, ¿sabes por qué hice esto? —dijo mirando a la cámara, era obvio que se dirigía a él—. ¿Sabes por qué estoy haciendo todo esto? ¡Por qué no soporto que seas feliz cuando me arruinaste la vida! Lo sabes, Adriano, sabes que lo mataste. Lo sabes y siempre te has sentido tan culpable que has evitado el tema al punto de negarlo. Tú sabías que mi embarazo era delicado, ¡lo sabías! ¿Y qué hiciste? ¡Me dijiste todo aquello que me alteró! Si nuestro bebé murió fue tu culpa, ¡tu culpa! Por ti, ¡asesino! ¡Tendría ahora mismo a un niño en mis brazos! Quiero que lo tengas presente, tú lo mataste. ¡Tú arruinaste todo! Adriano, ¡me arruinaste la vida!

La conductora ordenó el corte que tardó unos segundos más mientras Sandra seguía llorando al aire. Luego de uno segundos volvió a aparecer, esta vez sola, Sandra ya no estaba. La mujer se disculpó por las declaraciones de Sandra, dijo que eso había sido demasiado, que fue una situación que se desbordó de sus manos y una larga lista de excusas para disculparse con los televidentes. Para cuando Daniel detuvo el vídeo, Adriano estaba paralizado.

Jamás, ni él ni Sandra, habían hablado de lo sucedido con el pequeño con nadie aparte de su círculo más cercano de amigos. Y ni ellos mismos habían ido por ahí contándole a las personas lo que pasó. Todos estaban de acuerdo en que era un tema delicado y que no podían andar divulgándolo. No podía creer lo que Sandra acababa de hacerle, si en verdad quería decirle todo eso no debió hacerlo en cámaras. No delante de todos, no para que todo New York sepa como murió su hijo, no para que todos hablen de una criatura inocente.

No podía creer los pocos escrúpulos que tenía Sandra. ¿cómo fue capaz? Se sentía tan mal que incluso sintió deseos de llorar. Por él mismo, por el bebé, por todo. Ese siempre había sido un tema difícil para él, o quizá era como la misma Sandra lo dijo. "Era demasiado cobarde para enfrentarlo, porque sabe que es su culpa". Quizá era eso, a pesar de que sus amigos pasaron años diciéndole lo contrario, él nunca dejó de creer que en verdad había provocado la muerte de su bebé.

—Adriano, ¿estás bien? —La voz de Cameron lo trajo de nuevo al mundo. El maître estaba en verdad preocupado por su amigo, estaba muy pálido y hasta le pareció que en cualquier momento iba a desfallecer.

Él también ardió en rabia cuando escuchó las declaraciones de Sandra y supo lo mal que lo iba a tomar Adriano. Porque él no lo había superado nunca, todos esos años se había dedicado simplemente a la negación de lo que pasó y a apartar su mente ese suceso, ocupándolo todo con trabajo, ni siquiera había querido hacer terapia a pesar de que todos insistían. Él dijo que estaba bien, que no quería hablar de eso, que así era mejor para él. Pero nunca dejó de sentirse culpable. No había vuelto a enfrentar ese tema con seriedad desde lo que pasó con Priss y el accidente, solo así se vio obligado a hablar de aquello. Y esa era la primera vez que veía el tema de frente porque, aunque sea a través de las cámaras, Sandra le había encarado y le había gritado su más grande debilidad. Cameron casi podía imaginar cómo se sentía, quizá era como estar de nuevo en esa situación.

—Ella no debió...—dijo al fin en voz baja—. Ella no debió hacerlo...

—Claro que no —le dijo Daniel—. Esa mujer no tiene escrúpulos, y ha jugado su última carta para perjudicarte.

—Ella no debió...—dijo una vez más, pero ahora se llevó las manos al rostro para tratar de contenerse. Los recuerdos de aquel día golpeaban su mente, la voz de Sandra gritando que era su culpa y que él era un asesino empezaba a torturarlo. Volvió a sentirse como aquel día. El dolor, la frustración, la culpa. Recordaba cada instante como si lo estuviera viviendolo otra vez. Como le dijeron que Sandra había dado a luz, como el corrió emocionado olvidándose que habían peleado porque quería ver a su hijo. Como le dijeron que el bebé había muerto, como fue corriendo al cuarto de Sandra para verla y ella le dijo todo aquello. Iba a colapsar, no podía más con todo aquello—. Ella no debió...—repitió, pero ahora con los ojos cubiertos de lágrimas y una voz cargada de dolor y sufrimiento.

Sintió que iba a derrumbarse y caerse de la silla y no hizo nada por detenerse. Cameron lo sostuvo y le dijo algo que ni pudo escuchar. Lloró como nunca antes, lloró como no lo había hecho desde que murió su bebé. "Eres un asesino", decía la voz de Sandra una y otra vez en su cabeza. Al fin sabía por qué nunca quiso ir a un psicólogo, porque no quería hablar de eso con sus amigos y porque no se lo contó a Priss hasta que no le quedó otra opción. Todo era demasiado doloroso como para enfrentarlo. Cameron le dijo algo que tenía que ver con calma, pero ya no lo escuchaba. El mundo alrededor había desaparecido. Solo estaba él y su sufrimiento, su culpa y su frustración.




Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top