Capítulo 52: Empezaron los problemas
Tenía una reunión importante más tarde con unos inversionistas, era por eso que se había vestido así, de una manera muy elegante para causar una buena impresión, o quizá lo que en realidad quería era sentirse superior y humillar. Si, eso era lo que en verdad deseaba. En el camino la mujer había comprado algunas revistas, de esas de espectáculos que abundan en New York, y se había dado con una sorpresa en una de ellas. Así que por eso decidió adelantar su visita y empezar a actuar tal y como lo había previsto.
Le pidió al taxista que cambiara la dirección, iba a ir directo a El Plaza. El auto la dejó en la entrada principal y uno de los botones le abrió la puerta para que bajara. La saludó amablemente como siempre lo hacían los de conserjería, pero ella apenas si lo miró. Caminó hacia el lobby, también le pareció escuchar un saludo, pero no le interesó. Cuando ya estuvo adentro una joven se chocó con ella, pero ya que iba tan apurada y decidida fue la otra quien tambaleó. No le gustaba que la interrumpieran, no a ella. La miró de la forma más dura posible y contuvo una sonrisa al notar que la otra chica se estaba sintiendo menos. Siguió caminando entonces, firme y altanera. Tenía aquella revista bajo el brazo y se dirigía hacia la recepción donde Emily la observaba perpleja. No pudo evitar la sonrisa, sabía que su presencia los ponía nerviosa. A ella, a Cameron, hasta a esa Anne Marie. Quizá la odiaran, pero ella era temida pues sabían que era capaz de todo.
—Sandra... —le dijo Emily cuando al fin estuvo al frente de ella. Estaba muy seria y tenía la seguridad de que nada bueno traería su presencia ahí—. ¿Qué se te ofrece?
—¿Dónde está Adriano? —preguntó brusca, no le importó saludarla.
—¿Dónde está Adriano? —preguntó brusca, no le importó saludarla.
—Está ocupado. —Fue lo único que contestó.
—Entonces está aquí.
—Está ocupado —le contestó Emily otra vez.
—Creo saber dónde puede andar, gracias por nada —le dijo aún con esa sonrisa burlona que ya le conocía. Se dio la media vuelta y comenzó a caminar hace el área de restaurantes de El Plaza.
Sandra vio que la entrada a The Oak Room estaba cerrada, quizá Adriano no estaba ahí, además se escuchaba el ruido de trabajo por las remodelaciones. Quizá lo que Emily quiso decir con eso de que "estaba ocupado" significaba que estaba en una reunión. No importaba, igual era capaz de esperarlo y perder ese encuentro con los inversionistas con tal de dar su primer paso para arruinarlo. Lo iba a esperar en café de El Plaza, al menos ahí podría beber algo mientras pensaba un poco.
Tuvo suerte, apenas el maître le dio la bienvenida e intentó conducirla a una mesa, ella notó que Adriano estaba sentado solo en una de ellas. Tomando un café mientras leía un documento en una mesa apartada. Le dijo al maître que ya la estaban esperando y caminó firme hacia Adriano. Era su día de suerte.
Caminó decidida hacia él, este ni siquiera la miraba, estaba concentrado en sus propios asuntos. Adriano solo levantó la mirada cuando escuchó que la silla frente a él se movía y alguien tomaba asiento. Y su cara no fue muy buena al descubrir a su ex novia frente a él. La quedó mirando con seriedad, esperando a que al menos dé una explicación. Pero tenía esa misma sonrisa hipócrita de siempre. Sonrisa que alguna vez había considerado bella y encantadora, pero que en ese momento detestaba más que nunca.
—¿Qué rayos quieres, Sandra? —preguntó con molestia.
—Hola, querido —dijo ella como si nada—. Aunque no debería llamarte así después de cómo me has ofendido. —Adriano se dio cuenta de que llevaba una revista en las manos, sus dedos estaban buscando una página específica y luego se la alcanzó—. No puedo creer que me hayas cambiado por alguien tan insignificante como ella —tomó la revista y le echó un ojo a las fotos. Era la sección de artistas y famosos locales en una revista que salía mensual en New York. Y ahí estaba una foto de él y Priss entrando al café aquella noche en que Harry los agredió. No decía mucho, solo que la chica era una brillante chef que apenas se estaba haciendo conocida y revelaban su nombre también. No le agradó mucho eso, pero menos le agradó lo que Sandra había dicho. Había llamado "insignificante" a su amada—. ¿Puedes creerlo? —continúo—. Llamar chef a una chiquilla que ni ha terminado la escuela, qué falta de información y de respeto para los que si tenemos un título.
—Será mejor que te calles —le dijo muy molesto—, no voy a tolerar que digas una sola palabra sobre Priss. ¿Qué autoridad tienes? No eres nadie, no tienes derecho. Mentirosa, manipuladora y falsa. Eso es lo que eres.
—Di lo que quieras, es una lástima porque te traigo buenas noticias —buscó otra cosa más en su bolso, Adriano estaba a punto de irse pues no soportaba escuchar más a esa mujer y estar frente a ella. Pero ella le alcanzó el sobre de la clínica. Él abrió el sobre y su mirada llegó hasta aquella parte donde en letras mayúsculas indicaba el resultado positivo—. Felicitaciones Adriano, vas a ser padre otra vez. Solo espero que ahora no lo arruines como antes. —Apenas si había asimilado que Sandra estaba embarazada cuando le dijo aquello. La quedó mirando confundido y se volvió a encontrar con su sonrisa hipócrita.
—No te entiendo —dijo con sinceridad.
—¿No me entiendes? Es tan simple como eso, vas a ser padre.
—Claro que no —contestó él intentando mantenerse sereno.
—¡Oh por favor! Ahora no digas que no lo recuerdas. Si no quieres hacerte responsable es una cosa muy distinta, Adriano. No puedo creer tu actitud, ¡cuánto has cambiado!
—Basta, Sandra —dijo muy serio—. No entiendo a qué quieres llegar con esto, ¿por qué estás inventando que yo soy el padre? ¿De qué te sirve?
—¡No estoy inventando nada, Adriano! —decía ahora ella con total seriedad y él no entendía qué rayos significaba todo eso. No era su hijo, no había tocado a Sandra en muchos años, desde mucho antes que su relación terminara, ¿por qué le decía aquello?
—Claro que lo haces, ese no es hijo mío. No hemos estado juntos y lo sabes.
—Pareces un idiota adolescente, ¿por qué no te comportas como un maldito hombre responsable y admites lo que pasó entre nosotros?
—¡No pasó nada entre nosotros! —exclamó. Adriano se dio cuenta que había gente pendiente de lo que hablaban, estaban escuchando todo—. Ya basta de este ridículo juego —dijo ahora despacio, no quería hacer un show ahí. Ahora creía entenderlo todo, Sandra estaba embarazada de alguien más, pero ella quería echarle a él la responsabilidad. Iba a mantener esa mentira como sea, si hasta se estaba asegurando que en el hotel escuchen esa conversación para que se corra el rumor. Sandra estaba más desequilibrada de lo que pensaba.
—¡No estoy jugando! —gritó ella—. Entiendo que tuvimos nuestras diferencias, pero un hijo lo cambia todo. Esta es una nueva oportunidad para nosotros, está bien que tengas miedo por lo que nos pasó hace unos años, pero ahora será diferente. No puedes dejar sin padre a nuestro hijo.
—Por favor, Sandra, no quiero escuchar más esto.
—No me dejes así —decía con voz triste—. No puedes hacerme esto otra vez. Que no sea como antes, no hay que permitir que un hijo nuestro se vaya de nuevo por culpa de un arrebato, de una irresponsabilidad tuya...
—¡Detente! —dijo poniéndose de pie, le fue imposible contener el grito. Todos en el salón voltearon a ver que sucedía. Parecía todo en absoluto silencio, como si estuvieran a la expectativa de lo que podrían decirse—. No tolero que hables así de nuestro pobre bebé muerto. Era mi hijo, y este no lo es. No metas a un inocente que no tuvo la culpa de nada en tus trampas sin sentido. Porque no me haré responsable, no quiero tener nada que ver contigo. Y escúchame bien, no quiero que juegues más con la memoria del pequeño. —Eso había sido demasiado para él. No le gustaba recordar lo que le pasó a su hijo, aún se sentía culpable. Pero odiaba aún más a Sandra por nombrarlo, por jugar con sus recuerdos de esa manera para seguir con sus malvados planes. Estaba seguro que no solo se trataba de darle la responsabilidad del embarazo, algo más quería.
—¿Y por eso vas a dejar que me haga responsable sola? ¿Por qué tienes miedo?
—Aléjate de mí y llévale eso al verdadero padre —le dijo mientras tomaba sus cosas dispuesto a irse, no soportaba estar frente a ella ni un minuto más.
—¿Quieres decir que no te vas a hacer responsable?
—¡De ninguna manera!
—Muy bien, tú lo has decidido. Me encargaré que mis abogados te busquen, o mejor aún, los siempre amables amigos de la prensa estarán encantados de cubrir el caso. Estos escándalos familiares son sus favoritos.
Sandra le dejó la revista y el sobre con el resultado positivo del embarazo, se fue no sin antes dedicarle una de sus sonrisas falsas. Él volvió a tomar asiento y respiró hondo para calmarse. Las últimas declaraciones de Sandra habían sido una obvia una amenaza, iba a hacer público el asunto para perjudicarlo. Quizá de esa manera buscaba presionarlo para que acepte que el hijo es suyo.
No podía dejar que el caso llegue a la prensa, que ella haga todo un circo con lo que estaba pasando y su prestigio como chef se hunda, eso no podía permitirlo por nada del mundo. Ya no podía quedarse con los brazos cruzados, tenía que actuar. Sin querer miró la fecha de publicación del tabloide, en dos días salía el nuevo número, ¿no? Y ese era uno de los más leídos de todo el estado. Fuera verdad o mentira lo que publicaran, igual medio mundo lo sabría. Le pareció hasta extraño que no lo hayan estado molestando los periodistas durante esos días sobre su relación con Priss, quizá había escándalos mucho más interesantes que atender.
¿Por qué estaba pensando en los tabloides? Bueno, era ahí donde iba a llegar la noticia de que era un padre irresponsable, que no quería aceptar su paternidad, que había traicionado a Priss, era ahí donde Sandra aparecería haciéndose la víctima. Y su nombre por los suelos, ya lo veía venir. Imaginaba a Thomas mandándolo a llamar para decirle que muchos habían cancelado sus reservas para The Oak Room, que había periodistas molestando por todos lados, que no era lo mismo, que tenía que hacer algo para frenar todo. Quizá ceder a la presión de la gente, quizá aceptar de una buena vez que el hijo era suyo, aunque no fuera verdad.
No soportó más las miradas de los curiosos y decidió irse. Caminó hasta la entrada donde esperó a un taxi y se fue a casa. Pasó por su mente que hasta el momento había sido muy egoísta, solo había pensado en él, en lo que podía pasarle, en lo que dirían. ¿Y qué había de Priss? Ella también iba a pasarla muy mal con todo ese asunto. Para empezar, estaba completamente seguro que le iba a creer a él y no a esa demente, pero aunque le creyera y no dudara ni un poco de su falsa paternidad; lo más probable era que sea acosada por la prensa, que le pregunten qué es lo que piensa, que le pregunten si se siente traicionada. Eso y muchas cosas más. Ella iba a sufrir, no iba a soportar tanta presión. Y por nada del mundo iba a permitir que la prensa haga llorar a su amor, nadie le iba a hacer daño.
Cuando se dio cuenta ya estaba en casa, se la pasó preocupado todo el camino y no fue consciente de cuánto duró ese viaje en taxi. Quería ver a Priss, ¿pero qué iba a decirle? No quería preocuparla con sus problemas, no quería que ella se viera involucrada en todo ese asunto. Quería tratarlo con discreción, quien sabe cómo, pero ella no debía de enterarse. Él se iba a encargar de todo, Priss no tenía que sufrir por su culpa una vez más, ya suficientes cosas les habían pasado a ambos para que de nuevo Sandra quiera arruinar su felicidad.
Cogió su celular, había un mensaje de voz en el WhatsApp de Priss. Claro, él se había olvidado el celular en casa ese día por salir muy apurado y no habían tenido manera de contactarse con lo ocupado que estuvo su día. Ansiaba escucharla, sabía que su voz iba a reconfortarlo un poco después de un día tan pesado y ahora con un nuevo y gran problema. Apretó el botón para escuchar y tomó asiento.
Hola, amor, ¿qué pasó? Te estoy llamando por todos lados. ¿Sucede algo? ¿Qué tal te fue en las reuniones? Disculpa que no haya podido pasar por el hotel hoy, pero es que estuve muy ocupada en la escuela, ahora que se acerca la prueba final están más exigentes que nunca, no tienes idea. Te extraño, quiero verte y estar contigo. Si puedes llámame, ¿si? Te amo.
Sin darse cuenta la sonrisa había vuelto una vez más a su rostro. Hasta su voz en la distancia podía animarlo. Hasta un "te amo" que fue grabado hace horas lograba hacerlo sentir feliz. Y no podía permitir que ella sufra, no esta vez. Iba a cargar con el problema solo, todo sea por ella. Por ella, por su felicidad, por su sonrisa, por todo. Claro que la iba a llamar y se quedarían horas hablando por teléfono. Pero primero debía de solucionar un par de asuntos. Veamos, ¿a quién llamar primero? Tenía un amigo periodista de espectáculos, quizá sirva. ¿O llamaba primero a Barbie? ¿A Cameron? No importa, igual no se iba a quedar con los brazos cruzados.
**************
Fue la noticia del momento. Lo que todos en New York comentaban. El tema favorito en los restaurantes. La comidilla de todos los profesionales en cocina y panadería. Lo que más hablaban los proveedores y hasta posibles clientes. Quizá el tema en sí no era muy importante, lo jugoso era el escándalo y la cobertura que tuvo de parte de los medios. La noticia de que Sandra Weaver, la supuesta repostera estrella de New York y quizá de los Estados Unidos, aquella a quienes muchos elogiaron y prefirieron, estaba loca no pasó desapercibida. En ese momento a la mayoría no le importaba mucho su trayectoria, más les importa saber que la "panadera de los ricos", como la había nombrado un diario, era una demente.
Todo empezó dos días después de que Sandra fuera a hacer su amenaza a Adriano para que acepte que el bebé es suyo. El nuevo tiraje de aquel famoso tabloide sacó en la portada y le dedicó varias páginas al caso. "La mujer que logró engañar a todos", decía. Y había un amplio reportaje con algunas fotos de Sandra poniendo su mejor sonrisa al lado de otras que quien sabe dónde los consiguieron, de ella misma con una cara que reflejaba todo menos equilibrio. Había una copia grande del resultado de la evaluación psicológica e incluso comentarios de supuestos especialistas quienes aclararon más el asunto. También había algunos testimonios de personas que prefirieron estar en el anonimato.
El tema principal del artículo hablaba sobre Sandra despedida del servicio de eventos del Hotel Plaza. Y aunque ese era uno más de todos los ingresos que tenía aquella famosa repostera, sirvió para reflejar su verdadera personalidad. "Analizaron a profundidad" el resultado y decían que Sandra necesitaba tratamiento psiquiátrico, que nunca estuvo bien. Que era mentirosa compulsiva, falsa, manipuladora y una gran lista. Dijeron también que habían intentado hablar con ella antes de publicar el artículo, pero que ella los mandó al demonio de una manera muy brusca. Y en cuanto a las declaraciones de allegados a Sandra, había una de un supuesto trabajador de su panadería quien decía lo maniática que podía llegar a ser, sus contradicciones y más.
La gran mayoría de todo eso no era cierto, pero a nadie le importaba. Al día siguiente ya varios periódicos de más prestigio tuvieron acceso al resultado de la prueba psicológica y buscaron otro tipo de respuestas. El Plaza tuvo que emitir un comunicado diciendo que, en efecto, la prueba era real y se habían visto obligados a "apartar" a Sandra del equipo por temor a que su salud afecte a los clientes de alguna manera u otra. En cuando a la pregunta de cómo se filtró esa prueba, declararon que no tenían la menor idea de cómo pasó, pero prometieron investigar.
Luego de que varios periódicos locales le dieran cobertura al hecho, las cadenas de televisión empezaron a hacer lo propio. Una semana después parecía una novela de la que se tenían novedades cada día, no solo a nivel local, también el caso llegó a ser conocido en todo los Estados Unidos. Algunos veían el lado serio del asunto, otros simplemente se dedicaban a criticar. Ni hablar de las redes sociales, ahí todo era un circo. El nombre e imagen que Sandra Weaver tuvo hace unos días ya no valía nada. En una semana había perdido inversión, tenía un local que probablemente no se llegara a inaugurar nunca, contratos y eventos cancelados.
Una semana después no se sabía siquiera la opinión de Sandra. Ella no había dado la cara, no había salido de casa. Muchos decían que estaba avergonzada o que quizá ya se estaba tratando en una clínica. Sin embargo, otros estaban seguros de que ese silencio y calma aparente solo podría significar que la mujer estaba planeando algo. También tenían la seguridad de que cuando menos lo imaginaran iba a revelar lo de su embarazo. Eso lo había dicho Barbie, lo que no pudo afirmar es si diría quien era el padre. Y si lo hiciera, ¿acaso se atrevería a nombrar a Cameron o Adriano? Eso era lo que los tenía a la expectativa. La respuesta de Sandra no tardaría en llegar.
—¿No creen que exageran con la cobertura de todo? —comentó Cameron. Estaba junto a Priss y Rachel en el comedor de The Oak Room. Las remodelaciones habían terminado y el maître pasó a ver si todo quedó cuál lo planeado. Rachel estaba por ahí porque fue a visitar a Camila y Priss fue a acompañar a Adriano a recoger unos documentos. Supuestamente todo iba a ser rápido, pero Thomas lo mandó a llamar a su oficina y la chica decidió ir un rato a ver cómo iba a todo en el comedor mientras esperaba. Rachel había llevado el "New York Times" y fue ahí donde leyeron que ese mismo día Sandra estaba convocando a una conferencia de prensa.
—Nada, se lo merece por loca —le dijo Rachel—. Lo que me preocupa es con que tontería va a salir, como está tan loca uno nunca sabe.
—A mí me da pena todo este asunto —les dijo Priss—. Sé que esa mujer ha hecho mucho daño, sobre todo a Adriano, y bueno, también casi logra que nos separemos. Pero igual creo que merece un mejor trato, ¿no? Estos temas son delicados y deben ser tratados con justicia.
—Quizá...—respondió Cameron mientras posaba su mirada sobre el nuevo arreglo que habían hecho para exhibir unas copas. Claro, Priss no sabía lo que esa "pobre mujer" había maquinado. Lo de su embarazo, por ejemplo, las amenazas que le hizo a él y a Cameron para que acepten a un bebé ajeno solo por ese ridículo afán de arruinarles la vida. Adriano no le había contado a Priss lo del embarazo de Sandra, prefirió no hacerlo, les dijo que eso solo iba a preocuparla y su intención era mantenerla alejada de todo ese asunto. Pero quizá debió hacerlo, quizá así ella no se llevaría una terrible sorpresa. Al menos eso era lo que Cameron pensaba, al menos así estaría preparada para lo que se venía.
—Ya es casi el mediodía —les dijo Rachel—. ¿Qué tal si vamos a ver esa conferencia de prensa?
—No estoy seguro de que sea buena idea —contestó Cam. Quizá solo era un presentimiento o simplemente las ganas de no ver ni escuchar a Sandra aunque sea por televisión, pero no quería ser testigo de sus mentiras.
—Nada perdemos con escuchar —insistió ella mientras caminaba hacia el televisor que los obreros instalaron para distraerse al menos durante los descansos. Buscó el canal e intentó sintonizarlo, era un televisor algo viejo y las imágenes no eran muy claras.
—No sé por qué insistes, pero está bien. Veamos esto —le dijo Cameron a Priss. A ella no le había agradado mucho como se estaba llevando el tema, le parecía demasiado escandaloso e injusto que hablen de una persona sin tener su opinión real.
—Aquí está —dijo Rachel. Y si, la conferencia apenas había empezado y ya estaba Sandra parada en el podio.
Aún no había empezado a hablar, pero ya le llovían los flashes de las cámaras. No lucía muy bien, los tres se dieron cuenta de que tenía un gesto aturdido, su mirada era algo triste y sus ojos parecían llorosos. Se veía cansada y derrotada. Cameron casi le cree, pero la conocía muy bien. Esa era la imagen que quería proyectar, la de la pobre víctima de los medios a quien todos habían maltratado y que pronto sería una mártir. Por alguna razón tenía la seguridad de que usaría todo en su beneficio de alguna manera. Ahora quería escuchar que era lo que iba a decir, solo esperaba que no sea sobre la supuesta paternidad irresponsable de alguno de los dos.
—Buenas tardes y gracias por su presencia —empezó ella con voz afligida, como si hubiera un esfuerzo enorme para estar ahí—. Seré breve y concisa, no tengo mucho que decir. Por estos días se ha estado comentando sobre el resultado de una prueba psicológica en el centro donde hace ya varias semanas dejé de trabajar. No sé las razones por las que El Plaza dejó que esto se hiciera público y permitió que mi expediente llegara a manos ajenas. Eso será problema de seguridad interna. —"Buen golpe", pensó Cameron. Acababa de darle a El Plaza donde dolía, pondría en duda su seguridad y confidencialidad. Y él, como muchos profesionales del rubro, saben que la seguridad es uno de los factores más apreciados en hotelería—. En este caso —continúo— confirmo que esos resultados son veraces, lo cual no quiere decir que sea completamente cierto todo aquello. Solo fue una evaluación psicológica que pudo haber errado en su resultado o quizá exagerado, eso es algo que debieron haber tomado en cuenta. Ahora —respiró hondo y se calló unos segundos. Cameron estaba seguro, iba a soltar la bomba— quisiera comprensión de parte de los medios de comunicación. En estos días mucho se ha hablado y no se ha tomado en cuenta cuanto me han perjudicado. Señores, he trabajado por años para forjarme como profesional y construir una imagen, todo ese trabajo ha sido destruido. Y ya que, como es obvio, no les interesa más que llenarse de grandes y escandalosos titulares, solo les pido tengan más comprensión conmigo. He estado escondida todo este tiempo pues me sentía muy mal con la situación, no soportaba saber lo que decían. He estado muy sensible, y la razón es que estoy esperando a un bebé. —En cuanto dijo eso los murmullos dentro de la sala de prensa no se hicieron esperar. Los flashes comenzaron a llover con más rapidez y Sandra tuvo que hacer silencio. "Al fin lo dijo", pensó Cameron con una mezcla de alivio y de preocupación. Estaba seguro que ya tocaba la parte más difícil. Miró de reojo a Priss y Rachel, ambas estaban pasmadas ante la declaración, no podían creer lo que acababan de escuchar—. Soy una mujer embarazada —continúo—, y solo les pido respeto por mi estado. En cuanto al padre de la criatura...—hubo otro silencio un poco más prolongado. Cuando levantó la mirada tenía los ojos cubiertos de lágrimas y no podía hablar—. Ese es otro asunto poco doloroso de hablar. Me encuentro sola en esto, no he recibido y estoy segura que no recibiré apoyo de ese hombre después de lo que pasó. De él solo puedo decir que...—Sin querer Cameron cerró los ojos. ¿A quién le echaría toda la culpa? ¿A Adriano o él? Cualquiera de las dos opciones iban a ser un desastre—. Es alguien conocido del medio. Ustedes sabrán, ustedes lo adoran, creo que todos ya saben quién es, ha sido pareja mía. Y ahora... —Las lágrimas caían por el rostro de la mujer, una actuación muy convincente, por cierto—. Lo siento... tengo que retirarme. No hay preguntas... —Sandra se fue sin decir nada, dejándolos a todos con la noticia a en la boca.
La trasmisión continuó, pero los tres dejaron de prestarle atención. Hubo un rato de silencio en que ninguno supo exactamente qué decir, en especial Priss. Cameron se dio cuenta, la miró de reojo y notó su reacción. Priss entendió que esta había señalado a Adriano como padre de la criatura. Se notaba confusa, como queriendo encontrar el momento en que aquello pudo haber pasado, o quizá tratando de convencerse de que es era mentira.
—¡Pero qué zorra! —gritó de pronto Rachel—. Sí que se traía un as bajo la manga. Esas son tonterías, ya no sabe que inventar, y te apuesto que todo lo ha hecho para dar pena —le dijo a Priss para llamar su atención. Esta la miró y se quedó en silencio, casi como si no le escuchara—. Oye, oye, no estarás creyendo que eso es verdad, ¿o si?
—No —dijo Priss en voz baja y aún sin levantar la mirada—. Eso es imposible, Sandra tiene que estar mintiendo.
—Claro que está mintiendo —le dijo Cameron con seguridad—. Adriano no es el padre, Rachel lo dijo, es imposible. Él jamás se atrevería a hacerte daño, y si en algún momento hubiera tenido una aventura, créeme que Sandra sería la menos indicada para eso.
—Lo sé. —Ahora sí se atrevió a mirar a los ojos al maître. Cameron sintió pena cuando vio los ojos cristalizados de Priss. Confusos, interrogantes, una mirada que también reflejaba miedo. Le dio una especie de sentimiento de culpa, él había sentido alivio al escuchar a Sandra y saber que no sería más la víctima de sus engaños, y ahora todo el peso había caído en Adriano y Priss. En ella, en la chica que tenía al frente y que trataba de entender lo que sucedía. Una víctima más de Sandra, alguien que no tenía la culpa de lo que pasó entre ellos hasta tantos años.
—Tienes que creer —le dijo Cam tomándola de las manos con fuerza. La verdad es que nunca habían sido muy cercanos, apenas una relación casi formal de trabajo y una que otra conversación más relajada. Pero él sabía bien como era, sabía que era una buena chica que no merecía estar en esa situación. Y sobre todo sabía que ella si amaba verdaderamente a Adriano.—. Esa mujer es capaz de todo para vengarse, solo quiere destruirlo por lo que pasó hace años.
—Cameron tiene razón —intervino Rachel—, esa mujer está loca, todo New York lo sabe. Es capaz de inventar cualquier cosa para desviar la atención, además es muy buena con las mentiras. A ti te engañó, ¿no? Te hizo pelear con Adriano y te llenó la cabeza de falsedades. ¡Si cree que puede hacer lo mismo con todo New York está muy equivocada!
—Yo sé...—dijo casi al borde de las lágrimas. Eran demasiadas cosas de un solo golpe. Claro que no creía que Adriano la hubiera traicionado con Sandra, conocía muy bien la historia de ambos y sabía que eso era un imposible. Pero, ¿por qué iba a inventar todo eso? ¿Acaso una persona podía estar tan llena de maldad como esa mujer? ¿Qué quería ganar? ¿Que Adriano se haga responsable? No tendría porque, sería injusto. ¿Y si acaso por presión pública él se veía obligado a hacerlo? No quería siquiera imaginarlo—. Eso no es cierto, yo confío en él. Pero no confío en ella, en sus intenciones. ¿Por qué meter a la prensa en eso? Lo que quiere es arruinar a Adriano.
—¡Exacto! —le dijo Cameron—. Esa mujer no tiene escrúpulos, eso ya lo sabes. Pero tranquila, todo se va a solucionar.
—¿Por qué justo ahora? —se preguntó en voz alta. Claro, ¿por qué tenía que pasar eso justo en aquel momento? A Adriano le estaba yendo de maravilla, aún no reinauguraban el restaurante, pero él ya estaba brillando. No estaba bien involucrarse en escándalos, eso no era justo para él. Porque él si había trabajado duro para llegar a donde estaba, nada le había salido gratis en la vida. Ese hijo no era de Adriano, pero igual Priss no podía creer que tendrían que pasar por esa terrible situación. Porque todo se iba a hacer un circo, a la prensa le encanta cubrir esas situaciones.
Y no muy lejos de ahí, en la oficina principal del Hotel Plaza Barbie, Adriano y Thomas acababan de terminar de ver juntos la conferencia de prensa de Sandra. El gerente no se veía muy tranquilo, sabía que toda la atracción caería en el Plaza de pronto y que no era adecuado enfrentar un escándalo. Tenían que mantener su imagen. Barbie y Adriano estuvieron silenciosos, de alguna manera ya estaban preparados para ese momento, sabían que Sandra no se iba a quedar callada después de tanto escándalo en la prensa. Barbie les había dicho que encontraría la forma de hacerse la mártir, y ya estaba por lograrlo. Pero no por mucho.
—Y bien, ¿qué tienen que decir a todo esto? —preguntó Thomas.
—Tenemos un plan de contingencia —le dijo Barbie de lo más tranquilo—. El verdadero padre esperando por declarar.
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