Capítulo 50: Recuerdo
Había llegado al fin el día viernes. En realidad, él no había esperado con muchas ansias ese día, pues tendría que encontrarse con Sandra para hablar de un asunto que estaba seguro lo iba a poner en una encrucijada. Por un lado tenía la conciencia tranquila, le había contado todo a Anne y ella lo apoyaba. No tenía por qué ocultarle otra cosa, al menos estaba seguro de que por ese lado no tendría problemas.
Pero por el otro lado estaba Adriano, este ni sabía lo que pasó hace unos años. Y él fue tonto, debió advertirle a tiempo. Cada día que pasaba se arrepentía más de no haberle dicho nada, de haber callado y haber tenido miedo. Cuando pudo hacerlo ya había sido demasiado tarde.
Así que llegado el día, ella lo llamó y le pidió que vaya a su apartamento. Claro que se opuso, ese era territorio de Sandra y estaba seguro de que tendría alguna trampa preparada. Pero ella insistió, si no era en ese lugar no sería en ningún otro y muchos saldrían perjudicados. Aceptó, Anne incluso quiso acompañarlo al menos hasta la puerta del edificio para asegurarse que no había nada raro, pero Cameron pensó que era mejor que enfrente eso solo. Que por favor, confíe en él. Esa vez todo iba a salir bien.
Fue hacia allá de inmediato, sabía que ya no iba a tener ningún sentido retrasar ese encuentro, era mejor que pase de una vez y cerrar el círculo.
Le sorprendió que lo hiciera esperar en el lobby del edificio, como si no le tomara mucha importancia, o quizá lo quería desesperar. Subió al fin por el ascensor y lo hizo esperar un rato más en lo que abría la puerta. Y al fin lo atendió, no exactamente como esperaba, o quizá si debió pensar que ella sería capaz de algo como eso. Estaba con una bata de baño muy corta, apenas unos centímetros le cubrían las piernas y tenía un hombro al descubierto. Lo miró provocativa y él solo suspiró resignado, sabía que eso iba a pasar.
—Disculpa que me haya demorado en atenderte, pero estaba tomando una ducha. Fue necesario, me puse caliente con la sola idea de que venías a verme.
—¿Puedo pasar? —preguntó con frialdad y apenas mirándola.
—Por supuesto, puedes pasar y hacer lo que quieras. La casa y yo somos tuyas.
—Déjate de tonterías, por favor —ella se hizo a un lado con una sonrisa y él entró. Sandra cerró la puerta y se adelantó a sentarse en un sofá. Él la siguió y se sentó al otro extremo para evitar que se le acerque. Pero inmediatamente ella se movió para sentarse muy junto a él.
—¿Qué pasa, Cam? ¿Me tienes miedo? ¿Me vas a evitar como antes?
—A ver, Sandra, no quiero perder mi tiempo. Quiero que me digas de una vez a que me has citado.
—Está bien, seré directa. Estoy embarazada y quiero que firmes a tu hijo. —Por unos segundos Cameron se quedó perplejo, pero luego no pudo resistir las ganas de reír.
—¿En serio, Sandra? ¡Cuéntame un chiste mejor!
—Sí, sabía que no iba a ser bueno, ¿verdad? No es muy creíble que tú seas el padre, no se lo traga nadie —dijo pensativa. La loca se estaba tomando muy en serio la estupidez que acababa de decir.
—Claro, es imposible. ¿A qué viene toda esta historia? ¿Por qué inventar que tienes un hijo ahora?
—No es broma —le dijo más seria. Se acercó a tomar un sobre que estaba en la mesa de centro de la sala y del que él no se había percatado—. Puedes mirar si quieres. —Y se lo alcanzó. Cam miró dudoso el sobre, pero luego de unos segundos lo abrió para ver el resultado. En efecto, Sandra estaba embarazada y tenía cuatro meses de embarazo. No lo había notado, bajó la mirada hacia su vientre y hasta le pareció verlo un poco más abultado. Y recordó cuando estuvo embarazada antes, tampoco se le notó muy bien hasta casi llegar a los cinco meses. Así que supuso era verdad.
—Y bien, ¿me has llamado solo para contarme que esperas un hijo? Muy considerado de tu parte.
—No solo te voy a dar esa novedad. Tendrás el honor de saber quién es el padre, ¿no te parece genial? Ahora no te caigas de la sorpresa.
—Dilo de una vez.
—Está bien —le pareció incluso que en su rostro se dibujaba una sonrisa de satisfacción por lo que iba a decir—. El padre es Adriano. —Cameron no pudo contenerse, soltó una fuerte carcajada.
—Enloqueciste, ¿verdad? Deberías pensar mejor tus mentiras.
—¿Acaso me ves cara de comediante? No estoy jugando. El padre es Adriano, y no te estoy mintiendo —contestó ella muy seria.
—Escucha, Sandra, si piensas que puedes ir inventando ese tipo de tonterías estás muy equivocada. Después de todo lo que pasó entre ustedes, Adriano sería incapaz de hacer algo así, además hace cuatro meses ya conocía a Priss, jamás la hubiera traicionado.
—En ese tiempo apenas estaba conociendo a esa chiquilla. Quizá recuerdes el día, la última boda que organizamos en "The Palm Court" —él asintió—. Pues ese día el parecía estar muy enojado con Priss, creo que se pelearon. Salió furioso, yo lo seguí. Se fue hacia The Oak Room, no sé por qué, pero me dio curiosidad. Estaba tan molesto y despechado que no tuve que hacer mucho esfuerzo. Lo seduje con facilidad, fue como un desahogo, o como venganza. Lo que sea, el hecho es que lo hicimos en su oficina. Fue como recordar los viejos tiempos, yo lo disfrute mucho, él se veía muy culpable.
—Mientes, él sería incapaz... —Acababa de dudar de eso. Recordó ese día, fue cuando discutió con Priss por quien sabe qué razón y ella no pudo seguirlo pues el hermano de la chica estaba en la cárcel. Claro, él estaba tan molesto aquella vez, ¿pero habría sido capaz de meterse con Sandra después de todo lo que pasó?
—Lo creas o no, este hijo es de Adriano. No me interesa si no me creen, lo sostendré hasta el final. El tiempo suficiente para arruinarle la vida, hacer escándalo en los medios, separarlo de esa chica y tenerlo en mis manos el tiempo que me dé la gana. ¿Qué te parece eso?
—Ahora entiendo. —Quizá Adriano no era el padre, y la verdad no importaba pues ella tenía razón. Era capaz de hacer todo eso solo para cumplir con su venganza. Si Sandra ejecutaba esa maldad la vida de Adriano se iba a convertir en un caos justo cuando estaba empezando a ser feliz—. Pero me dijiste que me ibas a dar la solución para dejarnos en paz.
—¡Claro! Todo depende de ti. Como hace años, ¿recuerdas? Yo puedo empezar a hacer todo lo antes nombrado mañana mismo si quiero, llamar a la prensa y decir que quiero dar mi testimonio en la televisión será muy fácil. Pero tú puedes detenerlo. Tú serás el padre de este hijo.
—Lo sabía...—dijo con rabia. Estaba seguro de que esa propuesta tendría que ver con él, que de alguna forma u otra se encargaría de arruinarlo. Y tenía razón, una vez más la decisión estaba en sus manos. Justo como hace nueve años.
**************
La conoció un día por casualidad. Era lunes por la mañana y había examen final para todos los cursos en Le Cordon Bleu, así que los ascensores estaban repletos de estudiantes que querían llegar a tiempo a sus aulas. Entre ellos estaba él, el curso de cata de vinos tintos era para él el más fácil de todos, se sentía preparado para rendir el examen. Aún debía ir hasta el piso diez, y el ascensor acaba de parar en el piso cinco a recoger más personas.
Se sentía casi aplastado, hasta que notó algo raro. La chica de adelante estaba muy pegada a él, quizá demasiado. A Cameron le pareció que la iba a incomodar, así que se movió a un lado. Pero solo entonces notó que la chica lo hacía a propósito. Se pegaba a él moviéndose lentamente para incitarlo. Él decidió aprovechar los pocos segundos que le quedaban. Tenía solo 23 años y no le interesaba nada, solo divertirse y disfrutar. Y si una rubia se le ponía en bandeja de plata, ¿por qué iba a rechazarla?
Ella se separó un rato, todos los que bajaron del ascensor eran de los cursos de cocina y se fueron entre los pisos 7 y 8. Así que cuando las puertas se cerraron estuvieron completamente solos. Iban a disponer de apenas de unos segundos hasta el piso 10, si es que nadie paraba el ascensor en el camino. Se acercaron un poco más, al fin pudo verla bien, era una chica preciosa y le apetecía pasar un buen rato con ella luego. La muchacha se acercó más, parecía compartir sus intenciones. El ascensor se detuvo y se separaron. Al fin estaban en el piso 10, él tenía que bajar. Salió y le dedicó una última mirada. Linda chica, quizá la vería luego.
Ese día todos saldrían temprano, apenas terminaran el examen. Y ese día Adriano le iba a presentar al fin a esa chica de Panadería y repostería con la que estaba saliendo, una tal Sandra. Le alegraba por él, al fin su amigo parecía estar enamorado de alguien y se notaba muy feliz. Y él ya tenía ganas de conocerla, esa noche iban a cenar en el apartamento que ambos compartían. Adriano se encargaba de la comida y él de conseguir el vino, Sandra iba a ser la invitada de honor. Ambos estaban ya por terminar la escuela, así que tenían trabajo que hacer. Adriano trabajaba en la cocina del hotel Ritz, Cameron trabajaba de mesero en un restaurante de lujo. La idea de esa noche era también invitar a Emily para que conozca a Sandra, su amiga pasaría solo unos días más en la recepción de Le Cordon Bleu, ya había conseguido un contrato en el hotel Plaza.
El día pasó rápido, Cameron fue el primero en llegar a casa y arregló la mesa de la mejor forma posible. El vino ya estaba listo, era uno de los mejores que pudo conseguir con el sueldo que ganaba. Él y Adriano se conocieron en la escuela y se hicieron grandes amigos. Por eso habían decidido compartir un apartamento, aunque ambos eran jóvenes con un futuro prometedor, decidieron ahorrar para poder seguir cursos de especialización más adelante. Y además se decía que ambos podrían recibir la beca para ir a estudiar a París, claro que a sitios diferentes. Adriano le comentó que era posible que Sandra también reciba la beca, así que estaba de lo más feliz porque había posibilidad que se vayan juntos.
Adriano no tardó en llegar con Sandra, y Cameron terminó muy sorprendido. La chica con la que tuvo esa especie de encuentro por la mañana en el ascensor era la misma Sandra. ¿Cómo era posible? No logró sentirse culpable, él no sabía quién era ella hasta ese momento. La que debería sentirse mal era ella, y lo peor fue que ni se inmutó al verlo. Como si no le importara. Sin que Adriano se dé cuenta, lo saludó con una amplia sonrisa e incluso se animó a guiñarle el ojo. Le dio mucha rabia, sabía que ese no era el momento adecuado para decirle a Adriano lo que pasó en el ascensor, pero lo iba a hacer. Esa mujer era capaz de engañar a su amigo en la menor oportunidad no merecía siquiera algo de consideración.
—Los dejo un momento —dijo Adriano mientras tomaban asiento en el sofá—. Dejé todo listo para hacer las preparaciones finales ayer por la noche, pero ahora mismo termino la cena. No tardo más de media hora, lo prometo. Mientras quédense aquí a conversar —le dio un beso a Sandra y se fue para la cocina. Para él era muy importante que esa chica a quien estaba empezando a amar se lleve bien con su mejor amigo, por eso organizó esa cena. No había nadie como ella, era maravillosa, estaba feliz de haberla conocido.
Pero Cameron no estaba muy feliz. No dijo ni una palabra en un buen rato y la miraba con seriedad. Le daba rabia verla sonreír como si nada, ¿acaso no tenía vergüenza? ¿O no le importaba? La puerta de la cocina estaba cerrada, aunque sea para una cena íntima, Adriano era muy perfeccionista. Y ella lo sabía, así que se acercó despacio por el sofá y tomó por sorpresa a Cameron. Él la apartó rápido y la quedó mirando enojado, pero ella rió y se lo tomó a la broma.
—En serio, no puedo creer lo que estás haciendo —le dijo Cam—. ¿De verdad estás intentando seducirme con Adriano cerca de nosotros? ¿No tienes vergüenza?
—¿Vergüenza? ¿Por qué la tendría? —contestó acercándose otra vez —. Cuando quiero algo no dudo en tenerlo, y te quiero a ti.
—Le voy a contar todo a Adriano —dijo él—. Así que anda despidiéndote.
—¿En serio? Dudo mucho que quieras que se entere. ¿Qué va a pensar cuando sepa que su mejor amigo empezó a tocarme contra mi voluntad en el ascensor aprovechándose de las circunstancias? ¡Qué horrible! Imagínate que sepa que ahora mismo mientras él estaba en la cocina me pediste que empezara a tocarte.
—¿Pero qué rayos te pasa? —preguntó sorprendido.
—Te lo diré de una vez para que lo entiendas. Yo hago lo que me da la gana y punto. Así que tú no dices ni una sola palabra de lo que pasó. Porque si dices algo ya veremos a quien le cree. A ti o a su nueva novia con lágrimas en los ojos diciéndole lo atrevido que se puso con ella su mejor amigo.
—No serías capaz...—dijo entre dientes lleno de rabia.
—No me conoces —contestó con una sonrisa burlona—, así que no me retes. Vamos a hacer una cosa, finjamos que nada pasó. Que recién nos conocemos, así todos seremos felices, ¿no crees? —Claro que no le parecía. Era una amenaza y él no iba a dejar que eso pasara. Tenía que contarle a Adriano, no iba a permitir que se quede al lado de una mujer como esa. Aunque tampoco estaba muy seguro de que si Sandra cumplía con sus amenazas él salga bien parado. ¿Acaso había riesgo de perder la amistad de Adriano? Seguro que sí.
Decidió seguirle el juego. No diría nada, así nadie saldría perjudicado. Pero si esa mujer se ponía en actitud extraña no iba a dudar en actuar. Hasta hace unos días pensaba lo mejor de Sandra, ya que Adriano le había contado cosas maravillosas de ella. Resultó ser una arpía de lo peor, capaz de seducir al mejor amigo de su novio prácticamente en sus narices. Quizá era mejor dejar que las cosas tomen su curso, solo entonces sabría qué hacer. Luego iba a arrepentirse de no haber actuado a tiempo.
***************
Pasaron varios días sin verla y conforme se acercaba la fiesta de graduación de Le Cordon Bleu Cameron pensó que en realidad esa mujer había desistido con sus tonterías. Había pensado muchas veces en decirle a Adriano la verdad sobre Sandra. No estaba bien callar y no contarle como ella había intentado seducirlo y luego lo amenazó. Él tenía que saber la clase de mujer que era y ya luego iba a decidir si creerle o no, pero al menos cumpliría con su deber de amigo. Aunque cada día dudaba más y más si hablar o no, a Adriano se le veía tan enamorado que le daban remordimientos romperle el corazón. ¿Pero acaso iba a permitir que siga viviendo engañado? Sandra no era mujer para él, Adriano merecía a alguien mucha mejor y conocía de varias chicas bien dispuestas a quererlo.
Pronto llegó la oportunidad para confesar todo. Una noche regresó muy cansado después de una fiesta y se echó como pudo a dormir. Olvidó incluso cerrar la puerta y no le interesó mucho nada. Total, Adriano debía de estar tranquilo en su habitación y no era correcto despertarlo. En horas de la mañana, mientras aún dormía, le pareció escuchar un ruido lejano. Poco a poco ese sonido lo hizo despertarse y fue entonces que se dio cuenta que no era un ruido lejano, en realidad estaba muy cerca. Y venía de su baño, alguien estaba tomando una ducha. Le pareció tan extraño que despertó por completo, quizá algo le había pasado a la ducha de Adriano, pero ahora que lo recordaba, Adriano tenía una presentación muy temprano ese día. Miró al reloj de la pared y se dio cuenta de que eran más de las diez. Quien sea que estaba ahí no era Adriano.
La respuesta a su interrogante llegó pronto. La puerta del baño se abrió y de ahí salió Sandra. Quizá la chica había pasado la noche con Adriano, y como este tuvo que salir la dejó en casa para que se vaya a la hora que le parezca conveniente. Pero no era eso lo que le llamó la atención. Sandra salió del baño completamente desnuda. "¡Esta mujer me quiere volver loco!", pensó tratando de apartar su mirada. Era obvio que Sandra no había olvidado el extraño capricho que sintió por el mejor amigo de su novio de pronto y estaba ahí dispuesta a provocarlo. "Tampoco soy tan idiota...", se dijo molesto. Quizá no aguantó la tentación la primera vez que la conoció en el ascensor, pero esa vez no iba a dejarse guiar por lo que tenía entre las piernas y la iba a mandar bien lejos. Jamás se le ocurriría hacer algo que le haga daño a Adriano.
—Buenos días —le dijo ella con una sonrisa de lo más descarada—. Estaba buscando una toalla, ¿me puedes decir donde está?
—¿Te puedes largar de una buena vez? —contestó irritado. No iba a caer en ese ridículo juego.
—Tienes razón —dijo mientras caminaba hacia él y se sentaba al borde de la cama—. No voy a necesitar una toalla, tú mismo te encargarás de calentarme—se quedó quieto, estupefacto en realidad. Sandra intentó acercarse más, pero él la echó a un lado mientras se ponía rápidamente de pie—. ¿Eres gay o qué?—dijo ella de manera burlona y comenzó a reír.
—¡Quiero que te vayas de mi casa! No quiero volver a verte acá, voy a hablar con Adriano, ¡no entiendo cómo puedes ser tan descarada! ¡Si no lo quieres deja de intentar engañarlo y desaparece de su vida! —gritó muy molesto. Sandra se puso de mal humor inmediatamente, envolvió su cuerpo en una de las sábanas y lo quedó mirando seria.
—Pero yo sí lo quiero, tú no sabes lo que siento por él.
—¡No seas falsa! Estás acá intentando acostarte conmigo, ¿y me dices que lo quieres?
—Es diferente, una cosa es el amor que le tengo y otra son pues... bueno, las cosas que me dan ganas de hacer. ¿Cómo lo explico? Si tengo ganas de acostarme contigo. Solo una vez, eso es todo.
—Un estúpido capricho —dijo este molesto, aunque ella volvió a sonreír.
—Supongo que sí, es casi como un capricho. Pero tampoco creas que te voy a estar rogando, se acabó. Si no quieres tampoco es que sea una idiota. Eres un amigo muy fiel, ¿sabes? Pero ahora te tengo una última propuesta. Si tan preocupado estás por el bienestar de Adriano te tengo una oferta que te encantará. Yo termino con él a cambio de algo.
—¿A cambio de qué? —Nada bueno seguro, pero igual quería escucharlo.
—Quiero que lo hagamos solo una vez, y ahora mismo. Si me cumples el capricho te juro que termino con Adriano y al demonio con todo. Hasta te dejo en paz.
—No digas tonterías —contestó inmediatamente—. ¿Qué te hace pensar que voy a aceptar algo como eso?
—La propuesta sigue en pie, tienes la oportunidad de librarte de mí solo por diez minutos de acción y alejarme de Adriano. ¡Vamos! ¿Qué opinas?
—¡Ni loco haría algo como eso!
—¿Sabes? Eres un gran amigo...—dijo con una sonrisa burlona.
—Por eso mismo no me quedaré con los brazos cruzados. No permitiré que...
—Alto ahí —dijo ella muy seria otra vez—. Tú no dirás ni una palabra de lo que pasó acá, no voy a arriesgarme a perderlo.
—¿Estás loca? ¡No vas a amenazarme! Ya no vas a jugar con él. No me interesa lo que planeas decirle, él va a creerme y me va a escuchar quiera o no.
—Como quieras —dijo caminando hacia la puerta—. Yo no quería hacer esto, pero tú me has obligado. Lamento decirte que perderás a tu mejor amigo.
—Desaparece de mi vista, ¿entendido?
—¡Claro que si! Ya no pienso perder el tiempo contigo. Te has ganado una gran enemiga, ¿qué te costó hacer lo que yo quería?
—¡Vete! —repitió y se irritó más al escuchar una risa burlona. Cuando se fue de la habitación cerró la puerta con fuerza. Se alistaría e iría a buscar a Adriano en unas horas.
Pero las cosas no salieron exactamente como él había planeado. Cam sabía que Adriano estaba en un evento importante de un restaurante local como chef invitado, así que fue a buscarlo a la salida del mismo. Demoró un poco en encontrarse con él, pero cuando lo hizo lo vio muy molesto. En realidad, jamás lo había visto así, lo miraba furioso y parecía que iba a golpearlo en cualquier momento. Solo pasó por su mente que Sandra había hablado con él antes de alguna manera. Ahora no quería ni imaginar las consecuencias de eso.
—¿Qué demonios te sucede, Cameron? —le dijo furioso—. ¿Por qué le hiciste eso a Sandra?
—¿Qué le he hecho? —preguntó esperando una respuesta clara. Quería saber qué era lo que esa mujer había inventado.
—¡No te hagas el tonto conmigo! ¿Era necesario todo aquello? ¡Y yo creí conocerte en verdad! ¡Has actuado como un patán!
—Dime que fue lo que te dijo, debe haber una explicación.
—Basta ya. Prácticamente la echaste de la casa. Ella vino a mi con lágrimas diciendo lo mal que la trataste, ¡el hecho que hayas llegado cansado no te da derecho a portarte así! Ella solo quería ser amable, ¡y la echaste de la casa porque te despertó!
—¿Así que eso te dijo? —Cameron no entendía porque el comentario de Sandra había sido tan tonto. Quizá había algo oculto en todo eso, quizá era necesario contarle de una vez la verdad—. ¿Y no te contó cómo salió desnuda de mi ducha y de echó sobre mí? No te contó eso, ¿verdad? —Al momento que terminó de decir aquello, Adriano se puso tan molesto que casi sin pensarlo le dio fuerte con el puño en la cara hasta echarlo al piso. Cameron ya se esperaba algo así, pero en serio tenía que hacerlo entrar en razón.
—¡Cómo demonios te atreves a inventar algo como eso!
—No estoy inventando —dijo poniéndose de pie aún adolorido—. Te estoy diciendo la verdad porque no quiero que esa mujer te siga engañando. Ella se me insinuó, Adriano. Si no te dije nada...
—¡Mientes! —gritó igual de molesto y esta vez Cameron pudo contener el golpe—. ¡Ella dijo que esto iba a pasar! Que inventarías una tontería como esta para justificar lo del otro día.
—¿Qué? —"Maldita sea", se dijo. Sandra se le había adelantado y además tomó sus precauciones.
—¡Deja de fingir! Ella me dijo que intentaste tocarla en el ascensor. Claro que no sabías quién era ella en ese entonces, pero después que lo supiste al menos debiste moderarte. ¿No soportas la idea que esté con ella?
—¡Claro que no! No soporto que estés con una mujer tan mentirosa, que te engaña y te manipula de esta manera. Mira lo que estás haciendo, ¡soy tu mejor amigo!
—Pues ya no lo eres más. No desde que te atreviste a tocar a mi novia.
—Adriano, espera...
—¡No quiero escucharte más! —dijo apartándose de él. Cameron se llevó la mano a la zona golpeada de la cara. Había recibido un golpe fuerte, pero eso era nada comparado con perder la amistad de Adriano.
***************
Cameron recordaba con claridad aquel día. Aunque intentó hablar con Adriano luego, este se negó a escucharlo. Ese mismo día tomó sus cosas y se mudó con Sandra sin decirle nada. No le dio ni una explicación y no hablaron hasta más de un año después cuando ambos regresaron después de concluir sus estudios en Francia. Kate y Emily los ayudaron a reconciliarse de cierta manera y pareciera que hasta volvían a ser los mismos de antes. Pero Cameron no soportaba que él siguiera con Sandra, no después de todo lo que hizo para separarlos y romper su amistad. Le alegró saber que no era el único que pensaba que esa mujer era una arpía, otros también intentaron advertirle, pero Sandra era toda una manipuladora y lo tenía en sus manos muy bien controlado.
Luego ella se embarazó, Cameron decidió callar pues un hijo era un hijo y ya no tenía sentido tratar de oponerse. Por ese entonces ya estaban abriendo The Oak Room y Adriano empezó a abrir los ojos con respecto a Sandra. Al fin después de cuatro años de relación, Adriano se dio cuenta de que en realidad estaba siendo manipulado por Sandra. Al principio empezó como un tema casi prohibido, pero poco a poco se fue desahogando con Cam. Hasta le preguntó si era verdad lo que le contó aquella vez sobre lo que Sandra hizo. Él le confirmó aquello, pero omitió el asunto de las amenazas y aquella extraña propuesta. Por alguna razón no le parecía correcto hablar de una mujer embarazada. Al menos en ese momento Sandra necesitaba estar tranquila, le habían dicho que el embarazo era algo riesgoso.
Y ella estaba aprovechando eso para manipular a Adriano más que nunca. Cuando estaba con ella parecía ser un hombre muy dulce y atento, siempre pendiente de su hijo, que era en realidad lo único que le importaba. Todo el interés que sentía por Sandra estaba desapareciendo, incluso le confesó a Cam que después que nazca el niño y que todo se encuentre estable iba a romper con ella. Le dijo que ya no la soportaba, que se estaba transformando a sus ojos. Incluso le llegaron rumores horribles que pronto confirmó. Sandra se estaba colgando de su fama, estaba con él porque le abría las puertas a muchos negocios y siempre intentaba relacionarse de alguna forma con todo lo que hacía. Le dolía aceptarlo, pero Sandra lo estaba usando. Quizá siempre lo hizo y él estuvo demasiado enamorado para darse cuenta. Pero ya era suficiente.
Aquel fatídico día ella le dijo tantas cosas horribles, incluso le confirmó algunos rumores dolorosos, como aquello de que se colgaba de su fama. Él enfureció, ya varias veces Sandra había intentado alejarlo de The Oak Room y de meterle en la cabeza que ese proyecto sería un fracaso porque lo que en realidad deseaba era que abrieran un local juntos donde ella sería la estrella. Se hartó de todo, le dijo todas sus verdades y la dejó tan conmocionada que luego de eso llegaron las complicaciones del parto y la muerte del pequeño.
Él estuvo siempre a su lado en esos momentos dolorosos. Cam no lo iba a dejar solo jamás a pesar de que se habían distanciado. Luego de unos meses en los que se separó de Sandra y él parecía recuperarse poco a poco, Adriano le pidió perdón por no haberle creído antes y le dijo que quería recuperar su amistad. "Nunca me perdiste", le contestó con una sonrisa. Habían vuelto a ser los mejores amigos, pero aún Cameron se sentía culpable pensando en el día en que Sandra le hizo aquella proposición.
No se sentía culpable por no haber aceptado, sino porque debió contarle todo inmediatamente a Adriano e insistir hasta el final. Quizá si hubiera actuado a tiempo le hubiera evitado tanto dolor. Quizá si le hubiera contado el mismo día lo que pasó en el ascensor las cosas no hubieran sido así. Era como una carga personal, a menudo se descubría sintiéndose culpable por la soledad de Adriano.
Ahora las cosas habían cambiado, él estaba con Priss y era feliz. Y una vez más esa mujer había aparecido en sus vidas con la clara intención de arruinarlo todo. Ahora regresaba con una propuesta aún más escandalosa, pero esta vez tenía todas las armas para cumplir con su venganza. Se lamentó por haber sido tan ingenuo en su juventud y no haber hecho todo lo que estuvo a su alcance para alejar a Sandra. Ella estaba ahí, esperando una respuesta y cualquiera de las dos posibles alternativas tendría terribles consecuencias.
—¿Ya lo pensaste? —insistió Sandra—. Está en tus manos que Adriano se libre de mí para siempre. Claro, tú tendrías que admitir que el bebé es tuyo. No te pido que te quedes conmigo, aunque creo será inevitable cuando tu querida Anne se entere que este hijo es tuyo romperá contigo sin dudas.
—No sé porque pierdes el tiempo en decirme todo esto. Es obvio que no voy a aceptar. Mi respuesta es "no", Sandra. En serio, necesitas ayuda.
—Creo no haberme explicado bien. Voy a arruinar a Adriano, voy a llevar esto a los medios, ¿entiendes ahora? Nadie querrá a ese hombre en su cocina después de todo lo que pienso hacer, ¿qué dices?
—Igual pensabas hacerlo —dijo poniéndose de pie dispuesto a irse—. ¿Qué quieres Sandra? ¿Qué ganarías con todo esto?
—Al fin estaría satisfecha. He querido vengarme de que matara a mi pequeño años antes. Él acabó con una vida inocente, yo arruinaré la suya.
—¡Él no tiene la culpa! ¿Por qué no lo entiendes?
—¡Era mi hijo! —gritó y a Cameron le pareció ver que se le nublaban los ojos por las lágrimas—. ¡Mi hijo! ¡Mi bebé! Era lo que más quería, ¿sabes cuánto tiempo fantasee tenerlo entre mis brazos? ¿Escuchar su risa? ¿Verlo crecer? ¡Yo quería ser madre! Él me arruinó eso.
—Ve a un psiquiatra. —Fue lo único que dijo. Los ojos de Sandra estaban llenos de rencor, pero también de dolor. Cameron creía entender lo que pasaba. Sandra había quedado enferma después de haber perdido el bebé, era lo único que se le ocurría para justificar todo lo que estaba haciendo.
—Vete de mi casa. Yo haré lo que tengo que hacer pronto. Desperdiciaste una gran oportunidad. Solo te digo una cosa. Prepárense.
—Lo haremos —respondió antes de irse. Ahora que sabía de los planes de Sandra actuaría antes que ella. Esta vez no iba a salirse con la suya.
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