Capítulo 49: Ya supérenlo
—Como que le falta color...—comentó Rachel. Estaban viendo uno de los platos que acababa de terminar de decorar Adriano. Este también lo miraba disconforme, sabía que algo le faltaba y no solo era color. Se habían pasado casi todo el día probando con las recetas y al menos tres tuvieron que ser modificadas y las prepararon varias veces hasta alcanzar un estándar. Y ese era el último intento.
—Debimos echarle más orégano —dijo Kate mientras los demás asentían.
—Quizá si la mejoramos con algunas hojas de menta podría servir, ¿no crees?—le dijo Priss a Adriano. En realidad, él también había pensado el algo similar, así que sonrió sin querer. Era como si ella le hubiera leído los pensamientos.
—Puede ser —le dijo él, también pensé que si hacemos una laguna con la salsa podría ayudar en el color.
—Quizá...—dijo Rachel—. Déjame intentarlo. —La chica tomó el recipiente que contenía la salsa base del plato y la miró algo desconfiada. Con mucho cuidado, Rachel la agregó al plato al menos unas dos cucharadas alrededor de la preparación principal hasta darle la forma de laguna.
—Va bien...—dijo Adriano con una sonrisa. Recordó de pronto por qué le agradó tanto Rachel en un principio, era muy cuidadosa cuando de decorar se trataba—. Ahora, Priss, ¿nos haces los honores? —le alcanzó una pinza y buscó las hojas de menta. Despacio ella tomó un pequeño racimo que cortó hasta tener dos de las hojas mejor conservadas y que tenían una buena forma. Le costó al menos un minuto pensar en donde estaría mejor ubicada. Así que la puso de costado hasta casi rozar la laguna. Los cuatro miraron el plato pensando que ahora si se veía mucho mejor. Kate dio unas palmas y ellos sonrieron, al fin estaba hecho.
—¡Quedó perfecto! —dijo la chef—. Creo que no pudo haber quedado mejor. Tomaré nota y guardaré las fotos para el registro.
—Con esto sería todo —dijo Adriano mientras se quitaba el mandil y el gorro—. Ha sido un placer y un honor trabajar con ustedes, señoritas. Estoy seguro de que en un par de años me van a quitar el trabajo. —Las dos se sonrojaron y se sintieron bien ante ese comentario. Después de todo, él no dejaba de ser ese reconocido chef que admiraron desde que empezaron a estudiar cocina, y ahora era él quien alababa el trabajo que hacían.
—Gracias —le dijo Rachel quitándose también el gorro al igual que Priss—. Por cierto, ahora que soy tu nueva adquisición, ¿qué voy a hacer? No me digas que me tendrás cargando tu agenda como me pasó con Cameron. Soy terrible como secretaria, hasta se le olvidó que tenía agenda —dijo provocando que ellos rieran.
—No, nada de eso. Aún voy a necesitar estar en una especie de "gira" por algunos programas de televisión, eventos y entre otras cosas. Pensé que quizá podrías acompañarme como mi asistente. Ya se lo ofrecí a Priss, pero ella prefiere seguir en eventos al menos por ahora.
—¡Ah claro! ¡Y me das a mí el trabajo rechazado! —dijo dramáticamente.
—Bueno, no lo tomes así...
—¡Solo bromeaba! —dijo Rachel riendo, poco después se calmó—. Claro que acepto, de paso como que me hago famosa. Así que estoy dentro.
—Por cierto —interrumpió Kate—, ¿quién va a lavar todo esto?
—¡No me miren a mí! —reclamó Rachel—. Habré sido steward, pero tampoco abusen.
—No se preocupen, yo llamé a alguien de limpieza del hotel para que se lleven todo. ¿Tienen algo que hacer saliendo de acá? —preguntó Adriano. Priss y Kate negaron con la cabeza—. Perfecto, me gustaría invitarlas a tomar algo por ahí para relajarnos un poco después de todo el trabajo que hemos tenido hoy. ¿Qué hay de ti, Rachel?
—Lo siento, no voy a poder. Acordé ver unas películas en el apartamento con un amigo.
—Y yo ni enterada —dijo Priss—. ¿Cómo es eso de llevar gente al apartamento y ni me avisas? Además, ¿qué haces llevando amiguitos a la casa, ah? —preguntó en tono de broma.
—Pues te iba a decir, pero se me olvidó.
—¿Y quién es el amiguito? —preguntó Priss con curiosidad.
—Nada, de ahí te cuento —dijo restando importancia al asunto. No pensaba contarle a Priss delante de Adriano que ese amigo era Arnie.
***************
Cameron terminó de contarle aquella extraña historia a Anne y ella solo se quedó en silencio un rato. Aunque en cierto modo todo era difícil de creer, ella confió en él por la forma en que se lo dijo. Notó que cada una de sus palabras era sincera, pero sobre todo, ese arrepentimiento que lo acompañaba desde que sucedió aquello. Ahora entendía el porqué del ensañamiento de Sandra con Cam. Siempre tuvo un poco de dudas acerca de eso, si se suponía que en realidad quería hacerle la vida imposible a Adriano, ¿por qué se metía con Cameron? Ya lo tenía bien claro.
—Vaya...—dijo después de un rato—. Esa mujer es una arpía.
—Es falsa, siempre lo supe y un tiempo creí que había cambiado, pero todo vuelve a hacer casi como antes.
—Entonces, ¿qué harás? ¿Piensas ir de todas maneras a encontrarte con ella?
—No tengo otra opción. Igual se las ingeniará para que la escuche.
—Ahora creo que sea lo que sea que va a decirte, uno de los dos saldrá perjudicado. O quizá los dos.
—Quizá. Por eso la escucharé, no soy ningún tonto, sabré perfectamente cómo actuar.
—Tienes todo mi apoyo —dijo ella tomando su mano y sonriéndole—. Gracias por confiar en mí, no voy a defraudarte.
—Lo sé —contestó y le dio un beso en la frente—. Ahora todo empezará a complicarse.
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Habían pasado una noche agradable al lado de Kate mientras conversaban y se daban alguna que otra idea para el restaurante. Y aunque Adriano insistía en que quería tener a Priss trabajando a su lado, ella decía que no era correcto, que quería formar su propio camino en la gastronomía por su cuenta. Claro que él admiraba esa decisión, pero no por eso dejaría de apoyarla en lo que pudiera para hacerla conocida en el ambiente y avalarla cuando sea necesario. Después de acompañar a Kate a casa, Adriano llevó a Priss a la suya.
Subieron entre risas y besos, jugaban un poco, reían bajo para que los vecinos no los escuchen. Pronto llegaron a la puerta del apartamento, y aunque habían prometido que iban a esperar un poco por el tema de la salud de Adriano, a él parecía no importarle mucho pues el asunto se fue poniendo más y más ardiente.
Al entrar vieron las luces de la casa apagadas y pensaron que quizá Rachel y su amigo ya no estaban, por lo que aprovechando la oscuridad iniciaron una sesión de besos más apasionados mientras se quitaban los abrigos. Sus cuerpos estaban muy juntos, el calor de sus cuerpos los estaba incendiando. Ella pasaba su mano debajo de su camisa buscando acariciar su piel, él hacía lo mismo paseando sus manos por su espalda debajo de la blusa. Casi no se dieron cuenta de nada, hasta que la luz de la sala se prendió de pronto.
—Mier... —Fue Rachel quien no terminó de decir la palabra. De inmediato se separaron al sentirse descubiertos y creyeron que la chica se iba a poner a bromear, pero se veía algo preocupada.
—¿Quién es? —dijo una voz conocida desde la cocina. Habían estado en la terraza y la chica se dio cuenta de que había alguien en la sala.
—Nadie —contestó Rachel, pero igual Arnold salió a ver—. Quise decir nadie que no conozcas.... Tararara... ¿Sorpresa?
Hubo un silencio incómodo mientras Priss y Adriano se arreglaban después de aquel arrebato. Quizá a él no le importara mucho ser descubierto por Rachel, pero el hecho que ahí estuviera Arnold era otra cosa. No lo veía desde hace mucho tiempo, desde el día en que se accidentó para ser exactos, llegando con la bolsa de las compras junto con la madre de Priss. Verlo llegar como si fuera gran amigo de la familia después de toda esa horrible discusión que terminó en su accidente no era precisamente un buen recuerdo. Y también estaba algo molesto con su presencia en ese momento. Sabía que seguía siendo amigo de las dos chicas a pesar de todo, pero creyó que no se frecuentaban como antes. Y ahí estaba frente a él, justo cuando estaban en una situación algo incómoda y comprometedora.
Priss sabía que Arnold no tenía la culpa de nada en ese momento, es más, hasta se alegró de que pasara tiempo con Rachel. Pensó que eso sería un buen avance para su amiga y así quizá lleguen a tener una relación pronto. Pero también pensó que Rachel debió avisarle que el chico iba a estar ahí, así evitaba llegar con Adriano, sabía que esos dos no se soportaban. O al menos sabía que Adriano no lo soportaba, Arnold jamás había dicho que odiara a Adriano ni nada parecido.
Arnold también sentía esa misma incomodidad de estar ahí. Quizá no debió ir, aceptó la invitación de Rachel pues últimamente la pasaba muy bien con ella y conversaban mucho. Pero de alguna manera la presencia de esos dos ahí terminó por descolocarlo.
—Y bueno, ¿no van a decir nada? —habló Rachel intentando romper el hielo. Pero todos miraban hacia otro lado. De verdad no había tenido la intención de provocar esa situación. Hace un rato la estaba pasando muy bien al lado de Arnie, pero ahora con todo eso no estaba segura de que la noche fuera a terminar bien. De pronto se le ocurrió algo que podría solucionar el asunto de una vez por todas. Además, pensó que sería bueno para ella también, así podría sacarse las dudas de encima y dejar de hacerse ilusiones. Si Adriano y Arnold resolvían sus asuntos de una buena vez ella iba a saber si este último ya había olvidado a Priss. Solo entonces se animaría a seguir adelante, no quería sentirse como una tonta enamorada sin saber si iba a ser correspondida—. Muy bien... —dijo acercándose a Priss y tomándola del brazo para jalarla a su lado—. Nosotras dos nos vamos al cuarto. Ustedes se quedan acá, conversan y lo superan, ¿si?
Priss intentó protestar, pero Rachel se la llevó casi a rastras y de una manera muy rápida. Ambos supieron que iba a tener que conversar si o si cuando escucharon la puerta de la habitación cerrándose. No se miraron, solo estaban en silencio. No sabían siquiera como empezar. En realidad, no sabían exactamente que decirse el uno al otro a pesar de que tuvieran bien claro que era necesaria esa conversación.
—¡Pero van a hablar o que! —gritó Rachel desde la habitación—. ¡Que parecen bebés, maldita sea! —Sin querer los dos rieron ante ese comentario que sonaba fuerte detrás de la puerta. Al fin lograron mirarse un rato, no se podían sostener la mirada mucho tiempo. Entonces Arnie se animó a hablar.
—Sé que hemos tenido varios malentendidos antes, muchos en realidad. Todo este tiempo me he sentido culpable por lo que te pasó, juro que no fue mi intención. Para empezar, aquella vez que nos viste abrazados a Priss y a mí en la cocina de "The Palm Court" fue por lo de su hermano. Luego lo del accidente, es cierto que estuve conversando con Priss, pero fue porque ella misma me lo pidió. Y bueno, cuando llegué con su madre...
—No tienes que repetirme lo que ya sé. Claro que hubo malentendidos, yo fui muy tonto en desconfiar de ella. Y también desconfié de ti. Para serte sincero aún no estoy seguro si debo confiar. Por lo que sé tenías claras intenciones de reconquistarla. No sé bien lo que sucedió entre ustedes, Priss me ha contado algo, pero no sé tu punto de vista. Así que no puedo entenderlo del todo.
—Yo nunca quise que acabara, esa es la verdad. Ella tuvo una especie de arrebato al terminar conmigo. Ambos creímos que podríamos retomar la relación, pero luego yo perdí todo contacto con ella por culpa de una jugada de su hermano. Cuando volví pensé que todo podía ser como antes, pero luego supe que era demasiado tarde. Ella ya te quería, me había olvidado.
—Pero se sentía muy culpable por lo de ustedes, ¿no? ¿Acaso no te aprovechaste un poco de eso?
—Quizá un poco al principio. Pero luego tuve bien claro que ya era imposible.
—Y aun así seguiste rondándola.
—¿Qué querías que hiciera? ¿Que me olvide de ella así como si nada? La conoces, es una chica maravillosa. Y yo la quería mucho como amiga, aún la quiero.
—¿Cómo amiga? —preguntó intentando aclarar si había escuchado y entendido bien. No sabía que era capaz de hacer si él le decía que la seguía queriendo como mujer.
—Claro, como amiga. La aprecio mucho, no solo por lo que tuvimos, sino por su amistad. Y sé que has malinterpretado varias veces eso, nunca fue mi intención provocar que se peleen, en serio. Si alguna vez creíste que intentaba hacerles daño o algo así, de verdad no quise hacerlo. Si he estado cerca de Priss todo este tiempo ha sido porque la aprecio, no porque quisiera volver con ella. Ya no, ya tengo bien claro que perdí —dijo con una sonrisa triste. Claro que había aceptado su derrota hace tiempo, en especial aquel día cuando ella salió corriendo detrás de Adriano y se lastimó el pie. Ella fue bien clara, no lo quería y no entendía por qué estaba detrás siempre si sabía bien que a quien amaba era a Adriano.
—No es solo eso —continuó Adriano. Se sintió un poco más tranquilo. Si él le confirmaba que ya no quería nada con Priss y además sus palabras le parecían sinceras, decidió creerle. Pero había otra cosa más de que hablar—. Quizá te parezca extraño, pero hasta llegué a sentir que me hacías quedar mal ante los padres de Priss. Lo sabes perfectamente, ellos te adoran, al menos su madre te trata como si fueras como un hijo más, y siento que eso obstaculiza que me acerque.
—No puedes culparme de eso, los conozco más tiempo que tú y por eso me tienen más aprecio. Tampoco es que les haya dicho algo para que no se lleven bien contigo, su madre es un poco especial, es eso.
—¿Un poco? ¡Si prácticamente no quiere hablarle a Priss solo por estar conmigo! Me detesta, ella no tiene la culpa de lo que pasa.
—Tampoco creo que tú tengas la culpa. En realidad, ella es así, a mí tampoco me veía bien al principio. Pero estoy seguro de que si hablas con ella y le pones las cosas en claro todo va a cambiar, nada pierdes con intentar.
—Si, quizá sea lo mejor. Y en resumen, todo está bien, ¿verdad? Quiero decir, fueron solo malentendidos y tú en realidad...
—Exacto, yo por Priss solo siento cariño de amigos. Sé que igual no tendrías por qué preocuparte, te ama tanto que jamás pensaría siquiera en otra persona, de eso debes estar seguro. Solo hay una cosa que quiero pedirte.
—¿Qué es eso?
—Quiero que la cuides y la hagas muy feliz, ella se merece lo mejor del mundo. Es una buena chica, yo lo sé. Qué pena que no haya podido ser yo quien le diera toda esa felicidad, sé que durante el tiempo que estuvimos juntos todo fue perfecto. Pero las cosas cambian y mi tiempo ya pasó. Ahora es tu turno.
—Gracias por tus buenos deseos —contestó Adriano, no se le ocurrió que otra cosa decirle.
Se quedaron un rato en silencio, de alguna manera creían que habían solucionado todo. O eso parecía. Arnold le dijo lo que quería saber, ya no tenía ninguna intención de acercarse a Priss y si estaba a su lado era simplemente como amigo. Y él ya no quería seguir comportándose como un tonto celoso sin motivos, ya no estaba para eso después de todo lo que había pasado. Arnold también sintió que era mejor así, ya no quería causarle más problemas a Priss. Es cierto que la había amado mucho, pero poco a poco ese amor fue muriendo y solo quedó un profundo cariño hacia ella. Se preocupaba por su bienestar, y eso solo iba a lograrse si todo andaba bien con Adriano.
Mientras, en la única habitación de la casa donde dormían Priss y Rachel, esta no dejaba siquiera que su amiga se acercara a la puerta. En un principio Priss quiso salir y hasta forcejearon un momento, pero luego entendió que quizá era lo mejor y decidió sentarse a esperar. Rachel le prometió que si escuchaban algo raro saldrían inmediatamente. Pero hasta el momento solo escucharon una conversación tranquila, desde donde estaban no se oía claramente.
—Ahora al menos me explicarás, ¿por qué no me avisaste que ibas a venir con Arnie? —le preguntó ella.
—¿Cómo querías que te lo diga delante de Adriano? ¡Sería para que se joda todo!
—Para eso existen las llamadas, ¿no? El maldito WhatsApp que usas todo el día para enviarme memes, pero no para contarme cosas vitales. Así al menos hubiéramos evitado esa escena...
—Ah pues yo tampoco iba a imaginar que ibas a llegar y te ibas a poner de caliente. ¡Y si te molestan mis memes no tenías que sacármelo en cara ahora! —dijo haciéndola reír.
—Como sea, también quería que ellos conversaran. Pero no sé, me parece que no fue un buen momento.
—¿Por qué no? ¿Acaso se están agarrando a patadas? Todo parece muy civilizado allá afuera.
—Sí, tienes razón. Y hablando de la presencia de Arnie, ¿qué hay con él? —le preguntó con una sonrisa pícara.
—¿Qué hay de que? —respondió bajando la mirada y enrojeciendo.
—Me acusas de degenerada, pero tú estabas sola acá en la casa con las luces apagadas y apareciste misteriosamente.
—Oye enferma, ni que yo fuera devora hombres. No estábamos haciendo nada, solo conversábamos en la terraza, nada más.
—Está bien, si tú lo dices. Pero, ¿cómo así? ¿Ya están saliendo?
—Algo así...
—¡Y no avisas! ¿Cómo es posible? ¡Yo te cuenta mi vida y me sales con eso! —le reclamó Priss.
—Oye, tú te la pasas todo el día en tus cosas y si no te dije nada pues fue para no traer la mala suerte.
—¿Qué mala suerte? Habla de una vez.
—Quise decir, no quería hablarte de eso aún pues solo estamos saliendo "como amigos", ¿entiendes? "Como amigos", nada más. En buena onda, ni siquiera un "me gustas".
—Está bien, ¿no crees que están yendo un poco lento?
—Sí, supongo que sí. Además, no me quería arriesgar, era eso.
—¿Arriesgarte por qué?
—No sé, quizá pensé que tú aún le seguías gustando, tampoco voy a parecer una tonta enamorada para luego saber que no tengo esperanzas. Solo cuando confirme que estoy libre para avanzar... bueno, solo entonces me animaré a dar más pasos.
—Supongo que es lo mejor. ¡Ay, Rachel! En serio no quiero que todo esto sea por mi culpa. Si quieres hablo con él y le dejo claro que lo nuestro ya acabo hace tiempo y que...
—No, sería inútil —la interrumpió—. Es algo que quiero ver yo misma, quiero darme cuenta de lo que le pasa. Si él siente algo por mí, pues bien. Pero tampoco no voy a estar rogando, no señora. Yo sé perfectamente qué hacer con mi vida, y si él no me quiere pues se la pierde.
—Bien dicho —le dijo Priss sonriente. De pronto les pareció escuchar algunos pasos acercándose y luego tocaron la puerta de la habitación.
—Vamos, chicas, no sé qué han estado haciendo, pero ya pueden salir. —Era Arnie quien hablaba. Las dos no demoraron mucho, salieron de ahí lo antes posible. Por el tono en que él hablaba todo parecía haber terminado correctamente.
—¿Y bien? —preguntó Rachel.
—No sé qué esperabas, pero estoy seguro de que querías una batalla campal en tu sala —decía Adriano en tono de broma. Ellas sonrieron, al parecer no había problemas.
—¡Ay pero que malagradecido! Si solo quería que ya lo superen. Y bueno, lo superaron, ¿no? ¿Van a hablarse normal y dirán "aquí no paso nada"?
—Algo así, supongo...—contestó Arnie poniéndose al lado de Rachel y Priss tampoco se quedó mucho tiempo cerca de la puerta. Se acercó a Adriano y buscó su mirada. Él le sonrió y entonces ella supo que al fin habían solucionado todos esos malentendidos que anteriormente causaron tantos problemas.
—Todo bien —dijo Adriano en voz alta y Rachel intentó ocultar su sonrisa. Si todo había salido como se esperaba y esos dos no estaban discutiendo era porque Arnold le había confirmado a Adriano que ya no sentía nada por Priss. Y eso era una oportunidad para ella.
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