Capítulo 45: Fuertes revelaciones

—¡Nunca me dijeron que era una boda gay! —gritó Charles en la puerta de la cocina. En medio de tanto alboroto, el chico apareció ahí para quejarse un poco.

—Yo ya lo sabía —dijo Priscila por su lado mientras seguía concentrada en la comida que preparaba.

—Bahh... no es para tanto —le dijo Rachel en el mismo tono mientras terminaba con la decoración de algunos platos.

—¿Cómo que no es para tanto? ¡Afuera está lleno de gays y drag queens! —seguía reclamando el otro.

—Nadie te ha acosado ni metido la mano, así que te callas —le cortó Priss.

—Pero... —continuaba el chico, pero ahora le cortó Rachel.

—Ni que te hubieran metido un pene en la boca. Así que lleva los platos y te callas.

—¡Es que en serio, no tienen idea de todo lo que he pasado allá afuera!

—Si sé, están haciendo una competencia de voguing, yo me voy a desmayar de la emoción si salgo a ver eso así que mejor me concentro acá —le dijo Rachel—. Ya escuchaste Charles, lleva los platos y te callas

—Ustedes no tienen empatía con los pobres heterosexuales en desgracia —soltó él en el tono más dramático posible. Ambas chicas terminaron carcajeándose, él tomó la bandeja y se fue haciéndose el indignado de nuevo al comedor. Desde la cocina se escuchaba que afuera la estaban pasando de lo mejor.

Había llegado al fin el día de la boda para la que Rachel y Priss fueron contratadas. Después de varios días de esperar noticias, las dos chicas se juntaron con el tío de Charles que era dueño de "C&J Eventos", una empresa conocida en el rubro. El hombre quedó encantado con ambas, más al saber que habían trabajado en The Oak Room. Les dijo que no era un evento grande y necesitaba urgente dos chefs que se hagan cargo de la comida, mucho mejor si iban recomendadas. Así que las contrató para ese evento y les dijo que si les iba bien esa vez las tendría en cuenta para cuando necesite más personal para cualquier ocasión, eso era a menudo pues tenían eventos casi a diario.

Una semana después de esa reunión ellas ya tenían todo listo para ponerse en acción. Habían hecho las compras, habían coordinado la entrega del menaje, ya tenían a unos cuantos asistentes de cocina para que las ayuden y se sentían en cierta manera emocionadas. Era la primera vez que la hacían de chefs en una cocina, siempre habían sido solo ayudantes.

Hasta que llegó el gran día, empezaron con un poco de nervios, pero se tenían la una a la otra e iban a apoyarse en lo que sea. Tenían que estar muy temprano ahí, y ya que él iba a participar también, Charles pasó a recogerlas. Las horas pasaban y las chicas estaban completamente entregadas a la cocina. De alguna manera sintieron que todo era más fácil con gente haciendo las preparaciones previas por ellas. Se sentían incluso un poco más libres para hacer las preparaciones finales y darles el toque de cada una. Aunque la parte más difícil iba a ser armar la presentación de los platos, y a pesar de que ya lo habían ensayado decidieron hacerlo con mucho cuidado.

La situación era un poco difícil. Se podría decir que no era un evento con mucho presupuesto, nada comparado con las bodas que organizaban en el Plaza. Había algunas dificultades para los instrumentos de cocina. Cuchillos que no cortaban, ollas algo viejas, tablas de picar de madera no recomendadas y entre otras cosas. Ni hablar de la zona en donde debían de preparar los platos. La boda era para cien personas y aquel espacio era reducido. Pero no parecía importarles, estaban tan concentradas en su trabajo que eso no las detenía.

Afuera la recepción ya había empezado y Charles apenas se estaba dando cuenta del tipo de boda que era. Quizá debió poner más atención en el salón donde decía "Larry & Harry" bien grande, quizá debió pensar en otra cosa que no sea mandarle mensajes a Estelle por el celular y mirar las tarjetas de invitación. Cuando empezaron a llegar los invitados ya era demasiado tarde. Al principio le pareció normal, obviamente siempre había "raros invitados" en toda boda, poco después se dio cuenta de que casi todos estos eran gays y él se sentía algo intimidado.

Eso no cambió su actitud. Daba su mejor sonrisa, era servicial y atento como siempre. Felizmente terminó todo muy pronto, llegó la pareja y para su sorpresa eran dos hombres jóvenes muy bien parecidos. "¿Por qué rayos pensé eso?", se dijo a sí mismo cuando se le ocurrió que los novios era hombres atractivos. Al menos, a su parecer, eran como cualquier hombre que encontrabas en la calle. "Nos invaden", dijo esta vez al ver como esos dos se daban un beso de lo más normal antes de entrar. "Claro, porque es normal. ¡No seas homofóbico! Ya te dijo Rachel, nadie te va a meter un pene en la boca", pensó. Y terminó riéndose de sí mismo. Nadie entendía a los pobres heterosexuales en desgracia, tampoco tenían que entenderlos. La mayor parte del tiempo hacían berrinches ridículos, como él hace un rato.

Todavía debía quedarse allá afuera por un buen rato con la lista de los invitados hasta que estuvieran todos presentes y también hasta que todo terminara. Así que cuando la lista estuvo completa decidió entrar otra vez a ver a sus dos amigas.

—Pero ya cambia esa cara de tensión y ven a comer algo. El almuerzo está delicioso, la hicimos nosotras —le dijo Priss extendiéndole el plato con una sonrisa.

—Bueno, igual tengo hambre y cualquier cosa es buena...

—¿Cómo que cualquier cosa, estúpido? ¡¿Cómo que cualquier cosa?! —Rachel le dio un golpe en la cabeza a modo de reprimenda que le hizo dar un grito de dolor—. ¡Nosotras no cocinamos cualquier cosa así que ubícate!

—Ya... ya, era solo un decir. Solo estuve un poco tenso, pero ya se me pasó. Además, Camila es la que está haciendo todo el trabajo de comedor allá afuera, ve a ayudarla mejor.

—Si, ya no te quejes tanto —agregó Rachel—. Ha sido un buen evento, hasta ahora nadie ha venido a quejarse, así que deduzco que todo ha sido del agrado de los invitados —dijo Rachel emocionada y Priss sonrió. También le gustaba la idea de que les haya ido muy bien esa primera vez trabajando juntas.

Ya hasta había pensado que era como una especie de maldición que desde que renunció a The Oak Room no haya sido contratada por nadie, pero al parecer esa mala racha se estaba pasando. Ahora que tenía una nueva oportunidad en el mundo de la gastronomía esperaba poder dedicarse a eventos por un buen tiempo y así ganar experiencia para postular a otro restaurante.

La idea era tener a futuro su propio negocio, un restaurante de cinco tenedores. Claro que para eso debía de trabajar duro, hacerse un nombre, hacerse conocida en el ambiente, haber sido chef secundaria de al menos un par de restaurantes conocidos, ser recomendada. Aparte claro del presupuesto, el plan de negocios y todo eso. Iba a ser un gran trabajo y estimaba que tendría todo aquello en unos años, no más de diez. Y también pensó que no le haría mal que al terminar sus estudios en Le Cordon Bleu fuera becada para tomar algunos cursos en Francia, la escuela siempre hacía eso con sus mejores estudiantes.

Y si, aquello era una gran oportunidad para su futuro profesional, pero eso significaría separarse de Adriano. El curso duraba un año, pero quienes lo seguían tenían un gran prestigio. El mismo Adriano lo siguió alguna vez.

Era muy pronto aún para pensar en una separación. Quizá ni siquiera le dieran la beca a ella, había mejores alumnos, ¿verdad? Quizá la verdad era que no quería pensar en estar lejos de él.


**************


Anne no pudo creer lo que ante sus ojos aparecía. Apretó con tanta fuerza esa copa que creyó la iba a romper, es más, sintió el ruido de un vidrio rajándose. La dejó a un lado y se quedó mirándola. No podía creer quien estaba ahí. Era la misma Sandra Weaver en persona y con su mejor sonrisa.

No pensó que aceptar ir a un cóctel de bienvenida de una vieja amiga de la escuela la pondría en esa situación. ¿De dónde la conocía? Pensó encontrar a esa maldita en todos lados menos ahí. Claro, ¿cómo iba a saber que iría? Solo la había visto de lejos un par de veces, pero según le había contado Cameron, ella la conocía muy bien.

Después de todo Anne no era cualquier hija de vecino, era conocida en las altas esferas sociales sin querer simplemente por su apellido. Aparte de eso era conocida como Instagramer, no le pareció extraño que Sandra la conociera de alguna forma. Pero eso de atreverse a amenazar a Cameron y encima besarlo simplemente merecía que la agarre a cachetadas ahí delante de todos, cosa que no haría porque no quería rebajarse a ese nivel. Esa mujer no iba a perturbar su relación por nada del mundo, no iba a caer en eso.

Ellos estaban muy bien. Desde que dejó su casa, Anne se había instalado en su apartamento y él lo había aceptado de buena manera, es más, había insistido que se quedara. Y ella había prometido conseguir un trabajo, por algo no se había matado años en la universidad estudiando letras, carrera que pensó jamás iba a poder ejercer. Pero ya se le ocurriría algo, no podía vivir por siempre de las tarjetas de ahorros y de auspicios por ser influencer. Le quedaba dinero que heredó de sus abuelos, pero esos eran ahorros que no quería tocar. Calculó que en al menos seis meses estaría en la bancarrota. Aún tenía tiempo para encontrar un nuevo rumbo en su vida, así que intentaría tomárselo con calma.

El evento seguía desarrollándose con normalidad, y por más que intentó apartarse para evitar algún incidente, Anne sintió de pronto la mirada de Sandra sobre ella e hizo lo posible por evadirla. No quería siquiera que se la presentaran, estaba pasándola bien conversando con algunos amigos de la escuela secundaria y esa mujer no se lo iba a arruinar. Así que se alejó con quienes conversaba a sugerencia suya, no quería ni verla. Calculó que pronto la anfitriona intentaría presentarla, así que decidió irse en media hora. Ya llevaba buen rato ahí, así que nadie sospecharía si se iba.

No soportaba estar bajo el mismo techo que esa mujer. Pasado el tiempo que ella misma calculó, se excusó para ir al baño a darse un retoque de maquillaje antes de partir. Usó el sanitario primero, le pareció escuchar que había alguien afuera pero no prestó importancia. Y fue cuando salió que se dio con aquella desagradable sorpresa. Sandra estaba usando el lavadero. Respiró hondo, la ignoraría y se iría sin más. Pero eso no estaba en los planes de Sandra.

—Hola —dijo saludando amigable—. Eres amiga de Sandy, ¿verdad? Te conozco, eres Anne Marie Leggat.

—Claro que me conoces —dijo seria y sin mirarla mientras se lavaba las manos—. Me conoces perfectamente.

—¿Disculpa? No entendí eso último... —dijo Sandra con inocencia. "¡Esta mujer debería ser actriz!", pensó mientras la miraba de reojo por el espejo. Si ella no supiera la clase de mujer que era quizá hasta la hubiera engañado.

—Claro que no, ¿por qué lo entenderías? Tú nunca entiendes nada, ¿verdad? —le dijo con una sonrisa burlona—. Eres inocente, eres la víctima.

—No entiendo de qué hablas. —En su rostro se veía dibujado cierto temor, o quizá confusión.

—A mí no me engañas, Sandra Weaver. Sé bien quien eres y no quiero tener nada que ver con una mujer como tú. Sé lo que hiciste, sé de lo que eres y fuiste capaz de hacer.

—Por favor, te agradecería que te explicaras, no entiendo bien de lo que estás hablando. —Su cara de confusión era única y bastante convincente. Pero eso solo desesperaba a Anne, no soportaba que siga fingiendo.

—Pues te lo diré de una vez. Amenazaste a mi novio Cameron con decirle que me había engañado contigo solo para que no le cuente a tu ex y padre de tu inocente hijo muerto lo que fuiste capaz de hacer para separarlo de Priss, ¿ahora si lo entendiste? —El rostro de Sandra cambió por completo, ahora parecía verdaderamente indignada y hasta al borde de las lágrimas.

—¿En serio te dijeron eso? ¿Por qué? ¡Qué he hecho yo para que sean tan crueles!

—¡Ya deja de mentir! No tienes por qué hacerlo, no vas a conseguir engañarme.

—Escucha, sabía que ellos me odiaban, pero no pensé que sería así. ¿Por qué Cameron te diría algo como eso? ¿Por qué inventaría algo así?

—Porque no miente, la única que miente eres tú, así que no quiero seguir hablando contigo.

—No, no... espera... —le cerró el paso. Los ojos de la mujer estaban llenos de lágrimas—. Necesito que al menos alguien me crea.

—Permiso —la echó a un lado, no quería hablar con ella.

—Anne, esto que voy a decirte quizá no te guste nada —ella intentó no prestarle atención, abrió la puerta ya para irse cuando la otra habló—. Cameron y yo salimos antes de que lo hiciera con Adriano, supongo que de ahí viene el odio... —Anne no pudo soportar más, prácticamente tiró la puerta y se giró mirándola de frente.

—¿Con quién demonios crees que estás tratando? ¡No soy ninguna idiota que va a caer en tus ridículos juegos!

—¡Que no estoy bromeando! Creí que ya lo sabías, que él te había contado. No fue nada importante, apenas dos meses, casi a escondidas. Él sabía que yo le gustaba a Adriano, por eso no quería lastimarlo, no quería que supiera que él y yo estábamos juntos.

—Si piensas que en verdad voy a creer en las estupideces que me dices estás muy equivocada.

—Pero en algo debes creerme, ¿no? —dijo mientras se secaba las lágrimas—. Porque si no, te hubieras ido y no estarías escuchándome. Cameron y yo lo prometimos, juramos que no se lo diríamos a nadie. Nos gustábamos mucho, pero Adriano también quería estar conmigo. Cameron no iba a renunciar a mí tan fácil, yo tampoco estaba muy convencida. Fue algo intenso, pero se acabó. Decidimos que era mejor dejar todo ahí, no hablar jamás de esto con nadie. Adriano no tendría por qué enterarse, quizá se molestaría con los dos.

—Estás loca, Cam sería incapaz de traicionar a Adriano.

—¡Claro que no lo hizo! Todo lo nuestro fue antes de que yo aceptara estar formalmente con Adriano. Cameron es inolvidable—Anne sintió unas increíbles ganas de golpearla, pero contuvo esa rabia apretando fuertemente los puños—. Si no me crees, pregúntale. Lo negará muchas veces, incluso dirá que todo esto es un invento mío para separarlos o para distraerte de algo.

—¡Es obviamente un invento tuyo! —dijo sin mucha firmeza, quizá hasta con duda. Y Sandra lo percibió—. ¿Qué más podría ser? Sé quién eres, sé todo lo que has hecho y a mí no me engañas.

—Por eso te estoy contando esto, me gustaría que alguien creyera en mí. No todo es lo que parece. Y no amenacé a Cameron ni nada parecido.

—¿Por qué inventaría algo así? ¡Es ridículo!

—Quizá pensó que así me odiarías, que no creerías en mi si te lo contaba. Y lo ha logrado, no crees ni una palabra de lo que te digo.

—¡Porque eres una mentirosa! —abrió la puerta para irse, no quería saber nada más.

—Pregúntale, no perderás nada —Anne no respondió. La quedó mirando en silencio unos segundos y se fue. Esa tipa estaba loca. Aunque por si las dudas, iba a hablar con Cameron de eso.


*************


—Es una mentirosa compulsiva, en realidad esa chica tiene un problema —le dijo Kate a Anne. Ambas estaban sentadas en una de las mesas de The Oak Room. A pesar de estar cerrado al público, adentro todo seguía igual. Así que mientras Cameron y Adriano se encargaban de supervisar cómo iba la cava, ellas estaban conversando allá afuera. Desde que Sandra le dijo aquello sobre su supuesta relación con Cameron, ella tenía algunas dudas. Esa noche no comentó nada con su amado, prefirió no darle importancia a las tonterías de esa mujer. Pero Kate la notó algo pensativa y le preguntó qué le estaba pasando. Decidió contarle todo, quizá podría aconsejarle.

—¿Lo crees? —preguntó aún con dudas.

—Conozco a Sandra hace mucho. La conozco desde que estudiaba alta repostería. Tiene un problema, de verdad. Miente tanto que a veces ya le es difícil distinguir entre la realidad y la fantasía que ella misma se inventa. Es mitómana.

—Miente muy bien entonces...

—Claro que sí, todas sus mentiras encajan casi a la perfección. Pero en serio, eso de que tuvo algo con Cameron debe ser la mayor de las mentiras. ¿Cómo se le ocurre decir algo así? Después de todo está logrando su objetivo, te está confundiendo. Lo que quiere es que ustedes se peleen. Pero si de verdad quieres salir de las dudas habla con Cam, él te dirá todo.

—Lo haré por supuesto, no me gusta estar con esa intriga.

—Anne, ¿confiarás más en esa mujer que en Cameron? —ella negó inmediatamente con la cabeza—. Entonces no tengas dudas. Cuéntale y por su reacción tú misma tomarás tus conclusiones.

—Miente demasiado bien —repitió Anne—. No sé cómo Adriano pudo estar con ella tanto tiempo. Es una mujer insoportable, de eso no tengo dudas. Ya no quiero hablar de ese tema y esos dos van a demorar aún. Iré a ver a Emily, ¿crees que esté ocupada?

—Bueno, a esta hora generalmente no hay llegadas de huéspedes. Así que creo la encontrarás libre.

Anne se despidió de Kate por el momento y fue a intentar distraerse con Emily. No era que dudara de Cameron, pero todo lo que Sandra le había dicho la había confundido un poco. No creía a Cam capaz de ocultarle algo como eso, pero si de verdad entre ellos habían jurado no decir nada para no lastimar a Adriano, entonces ahí estaba el problema. "No seas tonta, dijo eso para que creas que si él lo niega es porque lo está ocultando", se dijo tratando de apartar esos pensamientos de su cabeza. Cuando llegó a la recepción, una de las chicas le dijo a la joven que Emily estaba en su oficina. La encontró, y bastante histérica, por cierto.

—¡Oh vaya! Qué bueno verte, ¿le puedes decir a tu amigo el maldito acosador que deje de acosarme?—En serio se veía muy nerviosa, tomó un ramo de flores que había en su escritorio de forma violenta y lo arrojó al tacho de basura—. ¡No lo soporto!

—Harry, ¿verdad? —ella asintió—. Bien, no me sorprende, siempre fue así. Aunque creo que te estás alarmando por nada, son solo unas flores.

—¡Oh claro! Unas flores, ¿tienes idea de cuantas flores me ha mandado? ¡Un ramo diario! Ese tipo no solo se ha pasado de la raya, la ha sacado de su sitio y se la pasa por el culo. ¿Cómo quiere que le diga que no me interesa salir con él?

—Tranquila, Emily —la tomó de los hombros para calmarla—. No te hace bien, trata de no pensar en esas flores...

—No es solo eso, Anne, no tienes idea. He cambiado mi número personal cerca de tres veces y siempre lo encuentra. Llama casi cada hora o me manda mensajes extraños diciéndome cuánto me desea y qué me haría. Eso es demasiado, Anne, yo no estoy para soportar eso. Además, no sé porque últimamente tengo la extraña sensación de que me vigilan en las calles, me da miedo estar sola en mi apartamento.

—No te pongas así, quizá solo estás nerviosa por todo y crees que te están vigilando. Pero no lo creo, no hasta que tengamos pruebas de ello claro.

—No, pero eso no es lo peor de todo. ¡Se viene a hospedar unos días acá! Te juro que no sé qué voy a hacer con ese hombre acá metido, ¿sabes que por reglamento del hotel si el huésped desea ver a uno de los jefes de área en sus habitaciones para darle algunas quejas está en total libertad de hacerlo?

—Pues esperemos que no lo averigüe. Te estás exaltando un poco, querida, sé que Harry a veces puede ser desesperante, pero no creo que sea un enfermo violador ni esas cosas.

—Pero es que no estoy exagerando, ¿por qué no me creen? No quiero ser ridícula, tampoco es que me haga de rogar. Una cosa es que un hombre desee un acercamiento contigo, que quiera conquistarte y esas cosas. Y seamos sinceras, Harry no es un tipo cualquiera.

—Claro que no, está bueno, era uno de los más deseados en la escuela. Y creo que sigue siendo soltero codiciado a pesar de lo raro que se ha puesto.

—¡Exacto! ¿Acaso crees que si intentara conquistarme de manera normal yo estaría así? Por Dios, tu amigo está como quiere. Pero en serio me está dando miedo todo lo que hace, ya no me interesa si está bueno o no. Nunca me había sentido tan intimidada, no quiero verlo.

—Recapitulemos. Te envía flores todos los días, te llama para decirte cosas raras o te manda mensajes sucios, ¿cierto? —ella asintió—. Bueno, eso podría enfermar a cualquiera.

—Antes solo recibía las flores acá —respiró hondo y cerró los ojos—, pero ahora sabe dónde vivo, incluso ayer por la noche envió una caja de bombones y rosas. ¡No tienes idea de cómo me asusté! Si sabe dónde vivo es obvio que me ha estado vigilando.

—O que alguien le está dando información de ti... —Esas palabras descoloraron a Emily. Alguien dando información personal de ella, ¿pero quién? Tenía que ser alguien del hotel. Alguien que quiera perjudicarla. Lo pensó por unos segundos y luego golpeó la mesa fuertemente.

—Robert Levinsky —murmuró—. Tiene que ser él, o la maldita de Estelle...

—¿De qué hablas? Eso sí que no te lo entiendo.

—Es una historia un poco larga, ¿tienes tiempo para escucharla? —Anne asintió —. Entonces toma asiento, creo saber quiénes me están arruinando...


**************


—Y no se olvide, el martes tiene una reunión en el "Café Pierre". Si... desde que cerró The Oak Room hasta los directivos de acá están buscando un buen sitio donde comer.... Por supuesto... las flores están todos los días en su escritorio. Un gusto servirlo, hasta luego... —Estelle colgó el teléfono con una enorme sonrisa.

Llevaba buen tiempo haciendo eso, vendiendo información de Emily a Harry. Lo último que hizo fue darle la dirección de su casa. Estaba de más decir que ella se encargaba de la entrega de las flores en la oficina, ya que él estaba de viaje por Europa de momento. Lo hacía a escondidas, Robert no tenía ni idea de lo que hacía su amante. Nadie debía enterarse, considerando que esa Olivia tenía en sus manos la prueba de que ellos dos habían roto toda regla del hotel. Olivia y su asistente, esa tal Camila. Ardía rabiosa al recordar que cuando intentó arruinarla lo único que logró fue que la promovieran. La muy maldita estaba muy feliz con su trabajo, en cambio ella intentaba un ascenso sin conseguirlo. Después de todo, Robert no resultó ser tan tonto como creyó en un principio.

—Querida —se acercó él de pronto. No había nadie alrededor, así que podía llamarla como quisiera—, ¿podrías llevar estos documentos a Housekeeping? Son algunos requerimientos especiales para algunas habitaciones.

—No soy tu mensajera —dijo molesta y tratando de no prestarle atención.

—Pues no hay acá nadie disponible, así que anda de una buena vez. —No le gustó ese comentario, ya se estaba cansando de él. No podría usarlo más para subir de puesto en el hotel. Debía de haber otra forma.

—Está bien —contestó tomando ese sobre, prácticamente se lo arrancó de las manos. Caminó hacia housekeeping, no quería ni cruzarse con esa Camila, quién era la que iba a recibir los documentos. No imaginó la sorpresa que se iba a dar.




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