Capítulo 44: Milagros inesperados

Cerca de las once de la mañana, Priss llegó a la puerta del apartamento que compartía con Rachel. Sacó despacio las llaves, seguro que su amiga estaba durmiendo. Cuando era su día de descanso solía levantarse muy tarde y lo que menos quería era molestarla. Abrió la puerta y encontró todo completamente oscuro, era como si dentro del apartamento fuera de noche. Las cortinas negras y gruesas ayudaban bastante, hasta casi se tropieza con algo del piso. Moría de sed, así que se dirigió despacio a la cocina. La puerta de la habitación estaba cerrada, así que supuso Rachel seguía durmiendo. La cocina también estaba oscura, apenas se podía ver algo. Caminó hacia el interruptor, pero de pronto una luz se prendió, una linterna en realidad. Era Rachel.

—¡Mierda! ¿Por qué haces eso? ¡Me asustaste! —le dijo por qué aquello la tomó de sorpresa, y Rachel parecía algo seria.

—¿Dónde has estado, Priscila Hudson? —le preguntó casi como si fuera un interrogatorio.

—Donde Adriano, ¿no recuerdas que te llamé para contarte?

—Lo sé, pero me refería a exactamente en qué parte de la casa de Adriano estuviste. ¿Qué has estado haciendo? O, mejor dicho, ¿cómo lo has estado haciendo?

—No entendí... —Claro que comprendía lo que quería decirle, pero prefirió fingir que no.

—No te hagas la idiota conmigo. Tienes unas ojeras malditas, ¿segura que descansaste?

—Sí. Bueno, no del todo, nunca puedo dormir bien en casa ajena. Todo bien, Rachel, no sé a qué viene todo esto. Iba a regresar tarde, pero la familia de Adriano insistió en que me quedara solo esa noche y ya, todo tranquilo.

—¿Quieres decir que le ocultarás a tu mejor amiga el hecho de que estuviste toda la noche perdiéndote en los brazos de tu amado en un acto de amor, deseo y lujuria? —dijo tan dramáticamente que Priss no pudo evitar matarse de la risa.

—¿Era necesario? Que no pasa nada, mujer, el pobre acaba de salir del hospital. No lo quiero agitar aún.

—Está bien, supongo que mis ansias de drama y chisme fueron demasiado lejos hoy. Voy a creerte por ahora.

—Hablando de amores y todas esas cosas, ¿cómo te va con Arnie?

—¿Cómo me va? ¿Cómo me va de qué? —preguntó evadiendo su mirada.

—¿No dijiste que te gustaba? Y él no es un mal chico, me imaginé que al menos han conversado o algo, no lo sé.

—Somos amigos, nada más, ¿qué quieres que te diga? No sé ni en qué piensa, supongo que sigue enamorado de ti.

—Oye... —Priss se acercó a ella y la abrazó por la espalda—. No me gusta verte triste, me gusta cuando estás molestándome y llena de vida. No quiero que te pongas así por mi culpa.

—No es tu culpa, ¿cómo se te ocurre? Tú no puedes decidir quién se enamora de ti, además es tu ex, ¿no? Se supone que ya debería saberlo.

—Eres una chica linda, ¿por qué no intentas algo? ¿Por qué no salen? Que al menos él sepa que estás interesada, o al menos tú trata de averiguar si le gustas un poco, pero no dejes pasar la oportunidad.

—Si, lo sé. Ya veré que hago. Pero tampoco es que esté tan ilusionada, ¿si? Ni enamorada ni esas cosas... —Priss arqueó una ceja y la quedó mirando esperando que se rectifique—. Está bien. Si me gusta mucho, ¿ya estás feliz?

—Solo era una sugerencia. Por cierto, ¿ya tomaste desayuno? —Rachel negó con la cabeza—. Yo ya lo hice, ¿quieres que te prepare algo?

—Dale, sorpréndeme —sonrieron. Ojalá Arnie y Rachel pudieran concretar de una vez. De verdad que Arnold Overstrom era un experto en hacerse el idiota cuando alguien gustaba de él.

—Está bien, te voy a preparar el real desayuno —dijo Priss ya más animada—. Y hoy sí me quedo en casa para hacer la maratón de "Drag race"

—Cierto, que no puedo parar hasta arrastrarte a la religión, ¿en qué temporada te quedaste?

—Estábamos empezando la sexta temporada, ya me muero por más.

—¡Y te va a encantar! Dale, prepárame ese desayuno y luego me cuentas cuál es tu Top 3. —Priss le sonrió. Pocas cocas animaban más a Rachel que ver a sus drag Queens, así que mejor hablar de eso que de Arnold.


*************


—¡Yo abro! —gritó Anne al escuchar el timbre del apartamento de Cameron.

Era cerca del mediodía y ambos recién despertaban. Moría de hambre y ninguno tenía ganas de ponerse a cocinar, así que llamaron a un restaurante para que les lleve algo bueno que comer. Cuando ella abrió la puerta el chico que llevaba la comida se quedó boquiabierto. Lo recibido con el cabello desordenado y apenas una camisa obviamente masculina.

—Oh, justo a tiempo. Puede dejarlo acá. —El joven entró y dejó las cajas de la comida en una pequeña mesa que había a la entrada. No pudo decir nada mientras miraba a la chica que le pagó y le dejó algo de propina. Cuando se dio cuenta ya estaba fuera de la casa y con la puerta cerrada en sus narices—. Cam, ya podemos... —ella se giró a llamarlo y él apareció de sorpresa detrás a unos cuantos pasos. No supo en qué momento se fue acercando, pero se llevó una agradable sorpresa. Demasiado en realidad. Ahí estaba, frente a ella y completamente desnudo.

—Hace calor aquí, ¿no? —le dijo sonriéndole.

—Claro, está empezando a subir la temperatura —lo miró de pies a cabeza y se mordió los labios. Se quedó mirando ese pecho y torso tan firmes mientras iba bajando poco a poco la mirada hasta detenerse en cierta parte especial. No pudo evitarlo, recordó a detalle cómo empezó toda la noche anterior.

Ella abatida por todo lo sucedido ese día con sus padres, pero él bien dispuesto a ayudarla a olvidar. Vieron una película en la sala mientras bebían un poco de vino, Anne se sintió más relajada y todo el episodio de la mañana parecía muy lejano. Segura entre sus brazos y con la cabeza apoyada en su pecho, sentía que ya no necesitaba nada más para ser feliz. Ahí estaba bien, con él. Quizá sus padres no lo comprendieran, pero eso no le importaba. Solo le importaba su felicidad.

Y así empezó todo, primero con unos inocentes besos mientras veían la película, luego unos besos más tiernos y prolongados de rato en rato. Hasta que uno de esos besos se transformó en uno muy ardiente y delicioso que no tenía cuando acabar.

Luego de varios intentos fallidos de hacer el amor anteriormente, y que siempre se veían frustrados por alguna situación o interrupción de la nada, con solo mirarse decidieron que ya era el momento. Nadie los iba a molestar, estaban solos y no habría interrupciones. La llevó a su habitación donde la desnudó lentamente mientras besaba cada parte de su piel desnuda, haciéndola suspirar despacio. Ella tampoco quería quedarse con las ganas, le quitó toda la ropa, estaba ansiosa de ver ese cuerpo desnudo y sentir su piel ardiente junto a la suya. El momento no tardó mucho en llegar, entre besos y caricias llegaron juntos a la cama donde hicieron suyos esos cuerpos que tanto anhelaban.

Un concierto de gemidos invadió el apartamento, qué importaba si alguien más los estaba escuchando, pero no podían contenerse. Uno sobre el otro sin darse tregua, amándose una y otra vez, disfrutando del calor de sus cuerpos y del placer que se daban. Por eso se estaban levantando casi al mediodía después de una noche excitante. Y ahí estaba él otra vez, provocándola, listo para la acción, cosa que ella no iba a dejar pasar.

Cameron desabotonó despacio su camisa blanca que en ese momento cubría el cuerpo de Anne. Ella reía divertida mientras con sus manos recorría su espalda poco a poco, siguió bajando y presionó sus nalgas haciéndolo reír también. Las risas cambiaron pronto cuando al fin sus cuerpos desnudos se rozaron otra vez y la temperatura subió. Despacio mientras sus labios se besaban con pasión se dirigieron hacia el amplio sofá de la sala. Se tomaron un buen rato ahí, después de todo no tenían prisa. Tenían el resto del día para divertirse.

—Ya me dio hambre —le dijo ella cuando terminaron y se sentó para acomodarse un poco los cabellos—. Así que tengo que comer algo si piensas que debo tenerte todo el día como mi esclavo sexual. Someterte a mis deseos cansa.

—¿Ah sí? —se sentaron los dos y volvieron a besarse con intensidad—. Creí que era yo el que te tenía acá secuestrada.

—Podemos cambiar los papeles cuando quieras —le dijo ella. En verdad morían de hambre y así desnudos se fueron hacia donde dejaron la comida recién traída antes de ese arrebato—. Ya se enfrió...

—¿Para qué está el microondas? —preguntó burlón.

—No te hagas el chistoso conmigo —dijo entre risas del chico—. Calentemos esto antes que nos den ganas de calentarnos otra vez.

—Tenemos todo un día —le dijo él al oído con una voz tan sensual que la hizo temblar de emoción—. Podemos probar muchas cosas aún...

—Me encantará tener una maratón contigo —respondió ella en igual tono.


***********


Llegó casi a las cinco de la tarde a casa. Había tenido el día un poco ocupado en varias juntas con los miembros del directorio del Hotel. Quizá The Oak Room todavía estaba cerrado, pero debía de hacerse cargo de supervisar el área de alimentos y bebidas del restaurante de vez en cuando, tal y como lo decía su contrato con el hotel. Estaba tan desactualizado en esos asuntos que ponerse al día le tomó tiempo. Y después las reuniones, primero sobre la fecha límite para la reinauguración del restaurante y algunos de sus requerimientos. Tenía programadas varias actividades y apariciones públicas a nombre del hotel, entre ellas algo que le había disgustado bastante.

Algunas de sus actividades tenían que ver con ir a algunos programas de televisión con los miembros más famosos del staff del restaurante, fijos o no. Y entre ellos estaba Sandra. Jamás pensó que eso le iba a incomodar tanto, desde que terminaron definitivamente se habían visto varias veces en los eventos y se habían tratado con amabilidad, respeto y total profesionalismo. Pero todo había cambiado, ella había hecho cosas en su contra para perjudicarlo. No estaba seguro de poder soportar aquello, pero aun así lo iba a hacer, él era un completo profesional y tendría que saber como llevarlo.

Adriano llegó a casa, tenía que tomar una ducha y tomar su medicación antes de salir. Además que en casa lo esperaban, su familia no estaba muy de acuerdo en que se ponga a trabajar tanto, insistían en que eso podía hacerle daño. Él también pensaba eso de a ratos, pero prefería mantenerse ocupado para no caer en la locura. Odiaba quedarse quieto cuando había tanto por hacer.

—¡Oye, tú! —gritó su hermana apenas puso un pie en casa—. Te he estado llamando todo el día, ¿pasó algo?

—Estuve en reuniones, Sam. La gente "trabaja", ¿sabes?

—No seas chistoso, mamá estaba preocupada porque no te dignas a devolver ni una sola llamada. Por cierto, tienes una cita para el médico mañana.

—¿Mañana? ¿Que no era para otro día?

—Pues si, pero después de tus ilícitas actividades decidí adelantarla —Adriano la miró un rato sin entender y Sam se adelantó a explicar—. ¡Estás casi convaleciente y ya quieres volver al restaurante! Te salvaste de morir, ¿recuerdas?

—Si, pero estoy bien. Dieta sana, no estrés, vida normal, o eso creo. Cálmate, Sam, no me estoy agitando, solo intento retomar mi vida. Y no voy a volver al restaurante tan pronto, aún tengo unas vacaciones que tomar.

—Ah sí, algo de eso he escuchado. Está bien, relájate. Pero te advierto que mientras no estemos seguras que vas a cuidarte no nos iremos de aquí, amenazado estás.

—Tampoco es que quiera que se vayan tan pronto —se acercó y le dio un beso en la mejilla—. Todo está bien, de verdad. Iré a tomar una ducha, luego voy donde Priss. No te preocupes, regresaré para dormir aquí, ¿contenta?

—Tampoco es que te esté controlando.

—No dije eso, solo es para que estén tranquilas.

—Como quieras, ¿quieres que ordenemos cena para ti también?

—No te preocupes, comeré algo por allá, sé cómo cuidarme. Y te recuerdo que sé de nutrición, no me tienen que controlar como si fuera un niño.

—No he dicho nada de eso, ¡pero qué desagradecido eres! Solo nos preocupamos por ti... —Mientras hablaba, Adriano se acercó y le dio un fuerte abrazo que la sorprendió—. ¿Y ahora qué?

—Nada, solo te quiero —contestó sonriente. Ella también correspondió a la sonrisa, hace mucho que no la abrazaba así y era bueno sentirlo tan contento a pesar de todo.


************


Después de la ducha y de alistarse, Adriano salió con rumbo al apartamento donde vivía Priss. Durante el camino se arrepintió de no acordar con ella encontrarse en otro lado, ir a ese lugar era una desgracia, y eso que él no estaba conduciendo. Brooklyn le quedaba más cerca, además que la zona en donde ella vivía no le daba mucha confianza. Sabía que era por necesidad, que se fue de casa en un momento desesperado y que no le quedó de otra. Recordó aquella vez que se escapó del hospital para verla, la zona no le agradó mucho, pero con lo ansioso que estaba y todo lo que había sucedido desde entonces no se le ocurrió pensar en eso. Y en ese momento conforme se acercaba decidió que debía ayudarla a encontrar un sitio nuevo, porque volver con sus padres no era una opción.

"Debo sacarla de aquí...", se dijo mientras caminaba hacia el ascensor. Llegó, tocó el timbre y esperó tranquilo. Escuchó cierto ruido adentro, ¿era música? Si, eso parecía. Pero se detuvo de pronto mientras escuchaba pasos acercándose. Fue ella quien lo recibió, con un fuerte abrazo y un beso que había estado esperando todo el día. Era increíble cuanta falta le había hecho en tan solo unas horas.

—No me avisaste que vendrías tan pronto —le dijo ella sin dejar de sonreír.

—Quise darte una sorpresa, ¿estás sola?

—No, estoy con Rachel. —Adriano echó un ojo al interior de la casa. Todo estaba completamente oscuro, salvo por la luz del televisor. En el sofá más grande justo frente a este estaba sentada Rachel y en la mesa de centro había una caja de pizza y palomitas. Quizá estaban viendo una película.

—Oh, siento interrumpir —supuso que estaban en una especie de momento de amigas y estaba siendo algo inoportuno.

—No te preocupes, estábamos en una maratón de "RuPaul's Drag Race".

—¿De "Drag Race"? ¿Qué es eso?

—Es un reality tipo "American Next top model" pero con Drag Queens. A Rachel le gusta, así que nos hemos puesto a ver las temporadas desde hace unos días, ella dice que me quiere "arrastrar a la religión". Estamos en la sexta temporada, de verdad me ha encantado, y acá estoy haciendo teorías para mi Top 3 de esta temporada —le explicó.

—¿Crees que se moleste si me quedo a ver esa cosa con ustedes?

—No creo que se moleste, se pondrá feliz de arrastrar más gente a la "religión". ¿Por qué se molestaría?

—Pues no lo sé, quizá porque la mandé de Steward, porque apenas la saludo, porque no nos hablamos, ¿será por eso?

—Ahh... bueno, pero no creo que se moleste. Más bien podrían reconciliarse, ¿no?

—Supongo que sí.

—Entonces pasa.

Lo tomó de la mano hacia el interior. Rachel lo saludó apenas, como si se sintiera incómoda de que él estuviera ahí, al menos así lo percibió Adriano. Claro, de alguna forma la entendía, supuestamente iban a pasar un día entre amigas y él llegaba a arruinarlo, claro que fue sin intención. Además, él también se dio cuenta que se sentía incómodo ante Rachel. Ya le había pasado antes, pero trató de no prestarle atención. Y en ese momento se sentía muy incómodo, quizá era por todo lo que había sucedido anteriormente entre ellos.

Rachel fue una buena practicante, en realidad era una aprendiz de chef muy talentosa, quizá sí fue demasiado duro con ella. Y quizá se sentía arrepentido por haberle hecho pasar un mal rato. Ella debía de ser una buena chica, sino Priss no sería su amiga. Si, debía de ser una persona excelente pues había sacado a Priss de casa en un momento muy duro y la apoyaba en todo, considerando que era ella quien corría con todos los gastos del apartamento pues Priss seguía sin trabajo.

—Iré a preparar más palomitas —les dijo Rachel, aunque no parecía muy animada desde la llegada de Adriano, y se notaba. No era que lo odiara como antes, ya hasta se había atrevido a reconocer que en el fondo lo admiraba, le constaba que era un gran tipo y que amaba en verdad a Priss. Pero igual se sentía resentida por todo, hasta el momento no había escuchado de él siquiera un "lo siento".

—Si, acá te esperamos —le dijo Priss. Los dos se quedaron en silencio y se sentaron en el sofá. Priss se había dado cuenta de cierta tensión, tenía que hacer algo para que esos dos se lleven bien, no le gustaba esa situación.

—¿Y de qué trata lo que estás viendo? —le preguntó Adriano para no sentirse tan incómodo, al menos quería intentar encajar un poco.

—Te lo diré resumido, ¿en serio no has escuchado de eso antes?

—No —dijo negando con la cabeza—. No veo televisión.

—Ya sabes, un formato de reality en general. Hacen un reto semanal, puede ser de actuación, canto, baile o costura. Hay una ganadora cada semana, y hay dos que quedan entre las peores. Esas dos tienen que hacer lipsync, la que lo haga mejor se queda en el programa y la otra se va. En el capítulo de hoy tienen que hacer un "Rusical", van a cantar y actuar en vivo en un musical.

—Ahh... ya veo —ella parecía muy entretenida con la idea, pero en realidad él no tenía mucho interés de quedarse ahí viendo eso.

—Adriano, no tienes que quedarte. Podemos salir juntos a dar una vuelta si quieres.

—¿Pero Rachel no se molestaría? —Estaba seguro que sí. Él se hubiera molestado.

—Creo que mejor nos quedamos —contestó con esa sonrisa que tanto le encantaba—. Vas a ver que será divertido.

—Claro que si —dijo y luego un beso—. ¿Quieres que ordene otra pizza?

—Está bien, supongo que nos hará falta. —De inmediato tomó su teléfono y llamó a la mejor pizzería de New York. Eran conocidos suyos, así que no solo se la traerían inmediatamente, sino que quizá ni la iba a pagar. Lo más probable era que quisieran que el chef Hartmann probara su pizza y le haga promoción luego. Así funcionaban las cosas.

Terminó de hablar y apareció Rachel con las palomitas recién hechas. También estaba silenciosa, pero trataba de disimular. Se sentó al lado de Priss, de modo que ella estaba entre los dos. Tomó el control remoto de la TV, buscó de nuevo el capítulo en Netflix y le dio "Play". Adriano estaba seguro que no entendería nada, pero al menos estaría al lado de Priss. La rodeó con un brazo y ella apoyó su cabeza en su hombro. Rachel los miró de reojo, pero no dijo nada. "Claro, ¡ahora seré la violinista!", pensó con molestia.

Empezó el capítulo, obviamente las dos entendían a la perfección todo y rieron con algunas jergas que él no captaba del todo. Cosas de drags, supuso. Después de unos minutos, Adriano logró aprenderse los nombres de las participantes y de saber más o menos quien era quien, aunque aún no entendía bien la cuestión. El programa seguía y ahora estaba por empezar el reto principal, "Shade, The Rusical".

"En una ciudad de Drag Queens hay una delgada línea entre ser una shady, o ser una lady. Ella es Penny, ¿qué escogerá"

—Oye, está bueno —le dijo Priss—. Courtney se lleva este reto, te apuesto.

—Espera que aún no sale Adore, ella también es cantante —respondió Rachel.

—Pues si, canta bien —comentó Adriano, eso tenía que admitirlo—. Pero...

"Somos las reinas de belleza, somos máquinas elegantes. En vestidos contorneados, no necesitamos cursilerías. Vamos a esperar y ver en qué dirección te inclinas..."

—¿Cómo que reinas de belleza? ¿Cómo en los concursos? —preguntó él sin entender esa parte del musical.

—Si, las drags tienen concursos de belleza, hay algunas que solo se dedican a eso —explicó Rachel con algo de molestia pues le estaba interrumpiendo el programa.

—Está bien... —dijo él por lo bajo. Solo intentó mostrar interés y no le salió nada bien.

"Somos las reinas de comedia, el humor siempre justifica los medios. Mientras ella está ahí para decir una broma, voy por detrás y la empujo. Así que no hagas caso a ellas porque son unos frijoles, literal..."

—No entendí —soltó él.

—Es un juego de palabras amor. Quiere decir que las reinas de belleza apestan—le explicó Priss.

—Y ya deja de interrumpir el maldito musical —agregó Rachel. Él se llevó unas palomitas a la boca en silencio. Eso no iba a terminar nada bien.

No dijo nada, el musical seguía. Ahora Penny fue tentada por un ente malvado llamado "Shady queen" quien le estaba dando...

—¿Aceite de pescado? ¿Por qué rayos alguien tomaría eso? —preguntó el confundido.

—Es otro juego de palabras —explicó Priss. Las Queens que sirven una apariencia muy femenina se llaman "Fishy Queens", entonces si le da aceite, Penny también será muy femenina.

—Ahhh... ya entiendo, esto es muy raro. Encima lo cantan y entiendo menos.

—Pues entonces solo mira, que es un maldito musical y así tiene que ser —dijo Rachel. Ok, esa chica lo iba a matar en cualquier momento, lo odiaba. El "Rusical" siguió explicando que después de beber el aceite de pescado ahora Penny era mala, pero famosa.

"Porque soy la más grande estrella, y llegaré muy lejos. Soy un milagro frente a ti. Oh... y si tú no lo crees, yo te mostraré, te enseñaré, te educaré, te pegaré, te golpearé y te masticaré, te llevaré y haré que me agradezcas cuando me ames..."

—¿Por qué es otra Penny? —preguntó él. Claramente no era la misma drag la que estaba cantando en el segundo acto.

—Es que es el otro equipo, así se define quien fue la mejor —le dijo Priss—. No sé, Rachel, ahora también le voy a Adore, está difícil esto. Creo que se va a definir en la runaway.

—¿En dónde? —preguntó él.

—Con el desfile de ropa de la categoría de hoy —explicó Priss—. ¿Y tú Adriano? ¿Ya tienes favorita?

—No sé, se me sigue haciendo raro, no lo noto muy profesional.

—Igual no es como que me interese tu opinión sobre esto —soltó Rachel. Ahora si que estaba molesta y Priss parecía sorprendida por las declaraciones de su amiga.

—Lo siento, solo preguntaba. —Aunque ganas de decir "lo siento" no tenía, ese tono con el que le hablaba Rachel no le gustaba para nada—. ¿Acaso no se puede cuestionar algo?

—¿Cuál es tu problema? —Rachel se puso de pie y lo miró molesta—. Quiere decir que vienes acá a arruinar la tarde de chicas, me quieres comprar con pizza, finges que te interesa mi programa favorito, ¿y encima lo atacas?

—Espera un momento, ¿de dónde sacas eso que quiero comprarte? Solo quería pasar un rato con mi novia, ¡nada más!

—¡Ah claro! Y yo soy el paquete, ¿no?

—Rachel, ya cálmate... —le dijo Priss en voz baja.

—No, Rachel, ¿cuál es tu problema? —él que también se puso de pie fue Adriano, y Priss también. Ahora ella estaba al medio como una especie de moderadora de lo que quiera que estaba pasando.

—¿Mi problema? ¿Qué problema? ¡Ah ya sé! ¿Te refieres al hecho de que esta es la conversación más larga y normal que hemos tenido en meses?

—Pues quizá sea verdad, pero...—"¿Pero qué?", se dijo. Perfecto, se había quedado sin argumentos.

—¿Pero qué? —dijo ella como leyendo sus pensamientos—. ¿Hay un "pero"?

—No —respondió sintiéndose acorralado. Le era incómodo llegar a ese tema, pero debía de hacerlo—. Todo esto tiene que ver con algo que sucedió hace un tiempo, ¿cierto?

—¿Acaso crees que te guardo rencor porque me mandaste de lava platos solo porque corté mal una cebolla? —dijo Rachel con ironía. Al fin habían llegado al fondo del asunto.

—Pues si —dijo él, aunque no estaba seguro si esa fue una buena respuesta.

—No te guardo rencor para empezar. —"Muy bien, si fue una respuesta mala, muy mala", se dijo mientras veía a Rachel indignada—. ¿Por qué lo haría? ¿Acaso tengo cara de ser de ese tipo de personas que odian a todo el mundo? Pues para que lo sepas no soy nada de eso, y si nos llevamos bien es por tu culpa, sabes que vivo con Priss hace meses y apenas intentas hablarme, así que no vengas a hacerte el ofendido, chef Hartmann.

—Reconozco mi parte de culpa, pero tú sabías que dentro de mi cocina exijo que las cosas se hagan bien en su totalidad. Por algo tenemos el sistema de la "calidad total", ¿verdad?

—No me salgas ahora con el discurso de la calidad total que me tiro por la ventana. ¿Entonces ahora yo soy la mala por no seguir las normas solo una vez?

—¡No! Nada de eso, solo quise decir... Bueno, si fui muy drástico en mi sanción, no era un buen día...

—¿Quiere decir que me juzgaste injustamente solo porque era un mal día? ¿Que me mandaste a lavar cacerolas y frustraste mi desarrollo profesional solo por eso?—"La malogré, ¡lo arruiné todo!", se dijo mientras veía crecer en Rachel el enojo y también vio que Priss no lo miraba tan contenta—. ¿Sabes una cosa, chef Hartmann? Felizmente que estás acá para ahorrarme el trabajo y de ir al hotel y decirte en tu cara de una vez que renuncio. No quiero trabajar en un restaurante donde un jefe te degrada solo porque fue un mal día. —Hubo un incómodo silencio. Priss miró a Adriano y le hizo un gesto para que diga algo. Claro, no podía dejar las cosas así.

—Es cierto que cometí un error muy grave —dijo tratando de que al menos lo mirara—. Rachel, tú serás una chef muy reconocida, y quizá esto solo sea una anécdota para ti luego. Tampoco es que haya tenido la intención de arruinarte, solo quería darte una lección. Y sí, me pasé un poco... quizá solo debí mandarte como steward un día y hubiera sido suficiente. Pero créeme que sé lo que se siente. —Al decir eso último logró llamar su atención. Ella lo miró aún molesta mientras pensaba "no lograrás conmoverme con una historia dramática"—. Es verdad, yo también la pasé muy feo cuando era solo un aprendiz. Hay gente muy celosa en este mundo y cuando ven que nace un talento les da miedo e intentan opacarlo, muchos me dijeron que era un desastre, que no hacía nada bien. Me castigaban por el mínimo error enviándome a lavar platos, decían que no tenía talento alguno.

—¿Ahora me dirás que me enviaste con los steward porque tenías celos de mí? ¡Eso sería el colmo!

—No es eso. Yo también estuve en ese lugar, una vez también me hicieron quedarme varios días en esa labor. Creí que era un idiota, que no daba la talla para trabajar en un cinco tenedores. Pero luego el chef que me envió a lavar platos me mandó a llamar y me preguntó todo lo que aprendí en el área de stewards. Le había prestado mucha atención a todo, así que sabía cómo funcionaban. Fue él quien me dio la mano, me dijo que si me envió a ese lugar era porque quería que fuera un chef con cero errores, que quería que aprenda como era el trabajo de todos los del staff, incluso los que no tocan comida. Y me hizo comprender que en realidad sí servía para la cocina. Quizá yo no tuve las mismas intenciones, ¿pero acaso no aprendiste nada?

—Bueno...Si aprendí mucho, después de todo estuve varias semanas en el área.

—Lo siento, de verdad siento mucho lo que te hice, pero mi intención no fue frustrarte. —Rachel bajó la mirada, como si estuviera pensando lo que acababa de decirle.

—Bien, lograste conmoverme con tu historia dramática —le dijo ya más tranquila.

—Entonces, ¿me perdonas por todo lo que te hice? —le extendió la mano con una sonrisa. Ahora Priss miró a Rachel insistente esperando que ella dijera algo—. Y también me gustaría que olvidemos eso que dijiste sobre tu renuncia, quisiera que cuando sea reinaugurado The Oak Room tú estuvieras ahí como parte del staff oficial. —Mientras seguían discutiendo, nadie paró el "Rusical". En ese breve instante de silencio la música se había hecho más suave y hasta tenía un oportuno mensaje para ambos.

"Así que permítanme recordarles solo una cosa. Toma la mano de la otra y únanse , porque unas con otras somos una familia. Todas las 2'602,040 hermanas, esta es nuestra tierra y somos hermanas..."

—Está bien. Hagamos que como que no pasó nada, olvidemos tanto drama. —Estrecharon las manos tal como pedía la canción, y Priss no pudo evitar dar unas palmas al ver que al fin se habían reconciliado.

—No puedo creer que "Shade, The rusical" estuviera de fondo en la reconciliación más esperada de los Estados Unidos de América —dijo Priss antes que los tres estallaran en risas. En ese momento miraron la televisión, el musical estaba terminando. "Backrolls...", cantaron todas las drags como si se tratara de algo solemne.

—¿Por qué han dicho eso? —preguntó él.

—Adriano, tú y yo no podemos ser amigos —anunció Rachel muy seria. Segundos después los dos empezaron a reír. El timbre también sonó, la pizza había llegado. Quizá no estaba hecho para los realitys de drag Queens, pero después de arreglar todo con Rachel sentía que sí podían llegar a ser buenos amigos.



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PD: En multimedia "Shade, the rusical" para que sepan lo que estaban viendo los personajes. Y de paso para arrastrar gente a la religión xddddd

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