Capítulo 32: Evidencias
—¿De qué tendríamos que hablar? —preguntó aparentando tranquilidad. Lo único que quería era salir de ahí. Claro que también le llamaba la curiosidad, ¿qué quería Sandra con ella? ¿Exactamente de qué quería hablar? Ahora tenía miedo de enterarse de cosas que era mejor no saber.
—¿Acaso no lo adivinas? —Algo en la sonrisa de Sandra la incomodó, parecía estar burlándose de ella. Bien, Sandra podría ser la repostera más exitosa del país, pero ella no iba a dejarse pisotear y menos que se burle.
—Sé que Adriano y usted fueron novios por casi cuatro años, si a eso se refiere.
—Si, cuatro años. Terminamos hace unos tres —contestó ella de lo más tranquila—. Pero como has notado, nuestro trato es profesional. Él es un gran chef y yo una buena repostera, no podemos evitar el que siempre nos contraten juntos.
—Eso lo sé, lo he notado. Creo que es bastante obvio que ustedes tienen una buena relación, no me parece nada fuera de lo común.
—Ajá, aunque supongo que él no te habla de mí, en realidad a nadie le gusta que le hablen de sus ex. Solo que con Adriano es diferente, yo estoy vetada en su vida privada. Créeme que no era necesario que lo supieras, es más, hubiera sido mejor —le dijo bajando la mirada—. Así que él no te ha contado nada, ¿verdad?
—Solo sé que fueron novios, no creo necesitar saber nada más.
—Crees mal. Para que Adriano ande contigo es porque quizá ya está enamorado. Y disculpa que te lo diga, pero si te lo ocultó fue por algo —le dieron ganas de pararse y de salir corriendo, pero solo consiguió dejar su mirada fija en Sandra con un gesto interrogante.
—¿Qué es lo que está mal? No me gusta esta insinuación, me está preocupando.
—Puedes tutearme —le dijo tranquila—. Y no te preocupes, te entiendo. Conozco a Adriano más que nadie, sé cómo es él. Sé de sus celos, sé que a veces puede ser desesperante, que guarda secretos, que no cuenta muchas cosas. Seguro que apenas te habla de su familia —Priss afirmó con la cabeza—. ¿Lo ves? Es muy reservado. Pero es bueno, él jamás quiso que pasaran muchas cosas, aunque crea lo contrario.
—¿Qué fue lo que pasó? ¿De verdad fue tan terrible?
—En líneas generales tuvimos una buena relación, incluso estable me atrevería a decir. No estoy segura de sí me amaba de verdad o solo parecía. Quizá me convencí de que no era así en el último año de nuestra relación. Vivimos juntos, estábamos comprometidos, nos íbamos a casar —dijo Sandra con cierta nostalgia. Compromiso, matrimonio... Vaya. Eso sí que era una noticia. Aunque quizá no estaba preparada para lo que seguía.
—Pero terminaron.
Sandra se mantuvo un momento en silencio. Dio un gran suspiro, su mirada estaba perdida en algún punto de la calle. Priss creyó ver unas lágrimas asomando por sus ojos pero esta las secó inmediatamente. Luego volvió su mirada a la chica, tenía los ojos enrojecidos. Ahora Priss no sabía qué esperar.
—Adriano no te lo dijo porque es duro para él y espero que lo comprendas. Pero así como es duro para él, créeme que es mucho peor para mí. No tienes idea cuanto sufrí con esto, me es doloroso recordarlo, no quiero ni pensar en aquello.
—No debes contarme si no quieres... —Ya no quería escuchar nada, debió huir cuando tuvo la oportunidad.
—Es doloroso, aún voy a terapia para tratar de olvidar aquello —decía con voz entrecortada—, pero creo que debes saberlo. Eso que pasó es algo que el pobre de Adriano aún debe guardar en lo más profundo, quizá por eso se volvió tan inflexible un tiempo.
—¿Qué pasó? —No entendía por qué preguntaba. No quería saber, quería irse corriendo en ese momento y olvidar el asunto. Pero era demasiado tarde.
—Cuando teníamos tres años de pareja ya vivíamos juntos, aún no pensábamos en casarnos ni comprometernos, pero sucedió algo inesperado. Descubrimos que estaba embarazada. —Priss intentó controlar su expresión de sorpresa y se pellizcó el brazo por debajo de la mesa. Embarazada, Dios, había un bebé de por medio—. Ahora creo que fue un poco forzado, pero decidimos comprometernos y casarnos después del nacimiento del bebé. Por aquel entonces Adriano apenas estaba estrenando The Oak Room y el trabajo era intenso como puedes imaginar. En ese tiempo yo no pensaba como ahora, pero ya puedo ver con más claridad las cosas. Aunque Adriano estaba emocionado de saber que iba a ser padre, yo no lo sentía contento con la idea del matrimonio. Sentía que no me quería lo suficiente. Yo lo amaba, de verdad, y sé que él ama la cocina casi como a sí mismo. Pero con un nuevo bebé en camino, ¿no crees que hubiera sido mejor dedicarle más tiempo a la madre de su hijo y al bebé que a cocinar? —Priss no dijo nada. No sabía ni que pensar, ¿para dónde iba esa historia?—. Fue un embarazo difícil, discutíamos frecuentemente por cosas como esas. Se la pasaba todo el día en el restaurante, apenas llamaba y cuando lo hacía era solo para preguntar si había tenido algún problema o alguna molestia. Solo le importaba el bebé, no yo, eso es lo que sentía. Lo quería a mi lado, apoyándome, cuidando de mí, dándome amor. Pero no lo hacía, se dedicaba a ver crecer mi vientre. No le importaba.
—No entiendo, dices que estaba muy emocionado por el nacimiento, ¿cómo que no le importabas?
—No le importaba yo, pero si el bebé, ¿entiendes? O yo sentía que le importaba más el estado de la criatura que mi estado de ánimo. Sentía que había dejado de amarme, era eso. Tenía siete meses y una mañana discutimos, fue la peor discusión de todas. Él me dijo cosas terribles que no me gustaría repetir, pero era algo así como que yo era una egoísta que solo pensaba en mí, que me había embarazado para atraparlo. Que aceptaría firmar al bebé porque lo quería, pero que no se casaría conmigo. Rompió el compromiso en ese momento, se fue muy enojado y me dejó muy nerviosa, llorando sin parar. —Priss ya no sabía qué cara poner, no lograba asimilar todo eso—. Sé que no lo hizo por maldad, teníamos una semana discutiendo, pero ese día se descargó por completo.
—¿Qué pasó entonces?
—Tuve molestias aquel día, pero hubo un momento en que fue insoportable. Recuerdo haber caído de rodillas al piso, el dolor era horrible. La vista se me nublaba, sentía que me iba a desmayar. Una vecina escuchó el ruido y llamó a la ambulancia. Llegué justo a tiempo al hospital para dar a luz a un bebé prematuro y débil, muy débil. —La voz de Sandra seguía quebrándose con cada palabra. Pronto guardó silencio mientras ahogaba las lágrimas—. Yo no quería echarle la culpa a él, no era su culpa. Pero cuando llegó me pasé todo aquel día gritándole de todo desde mi cama en el hospital. Ese día y toda la semana. Le dije cosas horribles, que si el bebé moría era su culpa, que él fue quien provocó el parto prematuro.
—Dios mío... —Priss se llevó la mano a la boca tratando de no llorar. Ya entendía por dónde iba el asunto y se le rompía el corazón de solo pensarlo.
—Nuestro bebé solo vivió una semana —dijo Sandra sin poder contener las lágrimas—. Fue terrible para nosotros, pero era un bebé muy débil. Adriano estaba destrozado, se sentía lo peor del mundo. Y yo no ayudaba en nada, estaba dolida y despechada, no hacía más que echarle la culpa de todo. Él lo creyó así, se sentía muy mal. Fue ese tiempo después de la muerte de nuestro bebé las primeras y únicas veces que lo he visto llorar. Como puedes adivinar, con tantas heridas la relación ya no daba para más. Nos separamos, él se encerró completamente en su trabajo, ha estado muy dedicado desde entonces a distraerse de esa manera. Sé que usa esa máscara de exigencia y firmeza con todos. Pero lo hacía para no sentir, para alejarse de esos sentimientos de culpa.
—Es terrible... —dijo Priss mientras asimilaba la idea. No sabía qué pensar, él era responsable en parte de lo sucedido, no estaba libre de culpa. Pero tampoco era un monstruo que hubiera deseado provocar la muerte de su propio hijo. Y también lo imaginaba triste, llorando la muerte de su bebé, destrozado por dentro y sintiéndose de lo peor.
—Si, lo fue —agregó Sandra secándose las lágrimas—. Ahora debes entender por qué es tan difícil para él contarte esto. Quizá se moleste porque hablé contigo... no lo sé.
—Yo no... no sé qué decirte. Lo siento tanto, debió ser horrible esa situación.
—Lo sé y aún estoy tratando de superarlo. La pérdida de mi hijo, fue lo peor que me ha pasado. Ahora que ya lo sabes querida, ¿qué vas a hacer? —Priss sí que estaba confundida, no quería seguir hablando con ella, solo quería largarse de ahí.
—Será mejor que me vaya, no me siento bien —dijo tomando su bolso y parándose despacio.
—¿Hablarás con él?
—Supongo. Hasta luego —le dijo antes de seguir su camino fuera de ese lugar.
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Arnie estaba cerca del Central Park rumbo al restaurante. Eran casi las cuatro de la tarde y la hora de almuerzo ya había pasado, pero su turno empezaba a las 4.30 PM y seguía hasta la hora de la cena y el cierre. Decidió ir un poco más temprano para adelantarse con el trabajo y que no se le acumule todo después. Pero fue en esas andanzas cuando vio en una de las bancas del parque una silueta conocida. La joven tenía la mirada perdida en alguna parte, extraviada como en otro mundo. Una suave brisa movía sus cabellos y sin que pudiera controlarlo se le aceleró el corazón de verla así. Tan hermosa y pensativa. Decidió acercarse, quizá el hecho de que esté ahí sola y de esa manera significaba que algo no iba bien.
—¿Esperando a alguien? —dijo de pronto y la trajo de vuelta al mundo. Ella se sacudió despacio y volvió la mirada hacia él. Le sonrió apenas y le contestó.
—No... no sé. Solo estoy aquí —le dijo Priss. De hecho estaba ahí hace más de una hora, quizá más. Después de la conversación con Sandra se quedó deambulando por el Central Park intentando asimilar toda la historia que le había narrado. Tenía varias llamadas perdidas de Adriano y con cierto miedo decidió no contestar. Apagó el celular e intentó alejar todo eso de su cabeza. Después se dirigió al restaurante, pero antes de entrar decidió sentarse un momento en el parque a pensar en lo que iba a hacer. Había pasado hace mucho su hora de entrada y ella ni cuenta se había dado pues estaba apartada del mundo con el celular apagado.
—¿No tienes turno hoy?
—Emmm... sí, creo... —Definitivamente algo malo le estaba pasando, la conocía bien. Se sentó a su lado y buscó su mirada, tenía que saber que estaba sucediendo.
—¿Todo bien? Te noto muy extraña. Sabes que puedes confiar en mí. —Pero Priss no decía nada—. ¿Es por Adriano? —preguntó de pronto y ella pareció despertar del sueño para al fin mirarlo—. Ahh... lo sabía, ¿se han peleado?
—No, nada de eso —respondió en voz baja.
—¿Entonces? No puedes negarme que tiene que ver con él. Incluso has faltado al trabajo por eso, ¿qué sucede?
—Nada, no puedo hablar de eso.
—¿Tan grave es? —Priss volvió al mismo silencio y suspiró. No podía contarle a él lo que sucedía con Adriano, era muy grave, no era algo que se tratara a la ligera—. ¿No puedes confiar en mí?
—Es que... —sentía que tenía que desahogarse, pero no creía que fuera él el indicado.
—Si no me quieres contar, no hay problema. Pero sé que es algo que te tiene triste, y solo quiero ayudarte. —El silencio reinó por un momento más. Priss no sabía ya qué hacer, pero si tenía bien claro que no quería ir al restaurante ese día ni ver a Adriano.
—Quiero irme a casa —dijo de pronto—, no quiero trabajar hoy.
—Tienes que avisar a tu superior inmediato. Es Kate, ¿verdad? —ella asintió—. Aunque ya debe estar enojada porque no fuiste a tu hora.
—Y además tengo el celular apagado, deben estar odiándome —dijo suspiró otra vez. Se esperaba las peores regañadas y sabía que lo merecía. Una cosa, se suponía, era su vida personal y otra el trabajo. En fin, esperaría la sanción, era lo que tocaba.
—No te preocupes, todo estará bien. Puedes decir unas cuantas mentiras que no hagan daño, ¿verdad?
—¿Ah si? ¿Cómo cuáles?
—Enfermedad, recuerda que por el sistema HACCP está prohibido que un trabajador asista enfermo, puede ser mortal. Dirás que estabas ardiendo en fiebre y que además el celular se malogró.
—¿Sabes? Eso no suena muy convincente considerando que ayer estaba en perfecto estado de salud.
—Entonces es eso o decir que no vas porque no quieres.
—Tengo mis razones.
—Razones que desconozco y por lo mismo no puedo ayudarte. —Ahora tenía la duda si contarle o no.
—Si te lo digo serás imparcial, ¿verdad? —el asintió sonriendo—. Sandra Weaver es la ex de Adriano. Se acercó, me habló. Y me dijo cosas terribles. No creo poder contarte más, pero... —suspiró, lo demás no podía decirlo—. No puedo procesarlo, no me siento bien. Y no creo poder ver a Adriano igual desde ahora.
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A la entrada de la oficina de Olivia había un espacio para la asistente personal. La verdad era que ese lugar llevaba buen tiempo desocupado, la mujer prefería resolver sus asuntos sola. Pero ahora Camila ocupaba ese puesto intentando hacerlo de la mejor manera posible. Igual se sentía hostigada por sus compañeras, pero eso ya lo esperaba. Cómo no, si había subido escandalosamente de puesto en el hotel y eso desataba chismes. Ahora entendía a Priss, aunque ella trataba de no sentirse afectada.
Y de cierta forma extrañaba su otro trabajo. Quizá era más cansado físicamente que el actual, pero podía trabajar tranquila. Ahora se sentía más controlada y hasta estresada con todas las exigencias de Olivia. A veces se sorprendía pensando en su antipático huésped de la suite ejecutiva y sus extraños pedidos. Se sintió arrepentida de no haber accedido a cumplir con aquella fantasía de gozar del placer con la mucama, porque en el fondo eso era lo que ella quería. Estaba pensando justo en eso con una enorme sonrisa cuando una de las chicas de recepción tocó la puerta.
—Adelante —dijo mirándola con una sonrisa.
—Señorita, me envía la jefa de recepción —inmediatamente Camila supo cuál era el tema a tratar. La cinta donde se ponía a Robert y Estelle en evidencia.
—Si, ¿qué sucede?
—Le envía este sobre. A usted, no a la señora Olivia —le alcanzó entonces un sobre blanco, impecable y con su nombre escrito sobre este.
—Quizá pudo haberlo enviado por la correspondencia interna del Hotel...
—Es que era personal, es algo... bueno, dijo que usted sabe.
—Entiendo. Dile que ya la recibí.
—Quiere una respuesta inmediata —entonces Camila abrió el sobre y leyó el breve contenido. "Gracias por el vídeo, me será de mucha utilidad. No solo a mí, sino a muchos en este Hotel. Tenemos una herramienta interesante que sinceramente sé que me sacará de apuros. Si no fuera por ti no sabría bien qué hacer. Ahora querida, acabas de pasar a las ligas mayores y me gustaría invitarte esta noche a cenar con unos amigos, ¿qué te parece? Dale la respuesta a la recepcionista que te envié"
—Dile que sí, eso es todo —contestó la chica con una sonrisa. Quizá su vida era más complicada, pero estaba pasando a codearse con ejecutivas del hotel. Gracias, Estelle.
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—Vaya... —terminó de decir Arnold después de escuchar a Priss—. ¿Y cómo estás segura de que eso es verdad? Quiero decir, no me has contado la historia completa ni quiero saberlo, pero quizá no es tan bueno que confíes es una ex que acabas de conocer.
—No lo sé en realidad, solo he hablado con Sandra. Te juro que no quería, pero esa mujer se plantó frente a mí, empezó a hablar y yo de estúpida que no la detuve.
—Bueno, es que solo creo que deberías escuchar la otra parte. Es su ex Priss, no deberías confiarte de su versión
—Quizá tienes razón, pero en serio no sé cómo tratar el tema con él. Es decir, ¿crees que se moleste cuando le diga que hablé con su exnovia?
—No fue tu intención, ya lo dijiste. Igual debes contárselo, no te puedes quedar con la duda, tendrás los dos puntos de vista y sacarás tus propias conclusiones. Creo que hoy deberías quedarte en casa a pensar, igual estás en falta. Acuerda una cita con él para mañana, conversen sobre eso.
—¿Sabes? Cualquiera diría que un exnovio daría consejos más radicales, pero lo que dices suena bien —dijo ya más tranquila.
—No me gusta verte triste, y esa es la única forma de solucionarlo. Llamaré a Cameron para que me dé permiso por hoy, aún es temprano y tengo tiempo de acompañarte a casa.
—No es necesario.
—Insisto, tienes que descansar —le tendió la mano y se puso de pie. Priss no pudo negarse, lo que más quería en ese momento era olvidarse de todo lo que estaba sucediendo.
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Adriano estaba preocupado. Priss tenía turno ese día en el restaurante y no había aparecido, al principio pensaron que era solo por el tráfico, eso solía pasar. Pero ella siempre fue muy puntual, jamás llegaba tarde y siempre estaba antes de la hora. Estuvo ocupado arreglando un tema urgente con inventarios, así que le pidió a Kate que la llamara para saber qué sucedía. Empezó a preocuparse cuando las horas pasaban y nadie sabía nada de ella. El celular estaba apagado, en casa de Priss dijeron que salió temprano y no había regresado.
New York era una ciudad peligrosa, eso todo el mundo lo sabía. Robos, secuestros, tiroteos, pudo haberle sucedido cualquier cosa. Antes de la hora de la cena decidió dejar todo encargado con Kate. No tenía noticia de Priscila y con lo angustiado que se sentía no iba a lograr concentrarse en el trabajo. Quizá lo mejor era ir a su apartamento y esperar noticias. O preguntar directamente por ella, porque considerando el inmenso cariño que sentían los padres de la chica era probable que la hubieran negado cuando llamó. Solo Edu podría darle noticias reales, y para su mala suerte no tenía el número del chico. Sin perder más tiempo fue hacia allá.
Estaba ya cerca buscando un sitio donde estacionarse, a esa hora habían varios autos y tuvo que bajar una cuadra. Aparcó al fin, iba a bajar del auto cuando vio caminando en dirección del edificio donde vivía Priss a Arnold, el ex. "¿Qué hace aquí?", se preguntó algo molesto. Sabía por Edu que ese chico tenía corona en casa, que la familia lo quería y la madre de Priss hasta guardaba la esperanza de que volvieran. ¿Será que Priss estaba en casa? ¿Qué siempre estuvo en casa con él? Tenía que averiguarlo. Estaba ya por tocar el timbre del edificio cuando vio a Edu salir.
—¡Hey! ¿Qué tal todo? —le preguntó de lo más casual.
—Hola, Edu, ¿está Priss en casa?
—Si claro, llegó hace como una hora. ¿Pasa algo?
—No es nada. Solo quiero hablar con ella, estuve preocupado. No ha contestado el teléfono en todo el día, no se presentó a trabajar. ¿Está bien?
—Pues no sé, tenía esa cara de "ha pasado una cagada y me quiero tirar por la ventana" que solo ponía cuando estaba segura de que desaprobaría matemáticas en la escuela, así que puede que sí le pase algo. ¿Será por el idiota de Arnold?
—No tengo idea, por eso mismo quiero saber qué pasa. Lo vi salir hace un rato.
—Ajá, creo que vino a acompañarla. Apenas me vio se fue, me odia tanto como tú me amas —bromeó el chico intentando relajarlo. La verdad ahora sabía que Priss estaba a salvo se sentía más tranquilo, pero no sabía que estaba pasando y menos por qué ella estuvo acompañada de su ex.
—Bueno, Edu, fue un gusto hablar contigo, pero sigo preocupado por tu hermana. ¿Me dejas subir?
—No han discutido ni nada, ¿verdad?
—No, lo juro —Edu asintió y le abrió la puerta, Adriano no perdió más el tiempo y pasó.
—Nos vemos, cuñado —se despidió él.
Llamó el ascensor y esperó impaciente mientras este marcaba piso por piso los números hasta llegar al once. Llamó a la puerta de la casa y esperó a que ella abriera. Y cuando lo hizo la reacción de la chica no fue la que esperaba. El rostro de Priss se puso pálido y su expresión era de sorpresa. Hasta la notó temblar y bajar la mirada. ¿Qué estaba pasando?
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Uhhhhhhhhhhhhhhhhh gurl!!!
Ya saben la parte de la historia del drama por el lado de Sandra, ¿qué parte de eso es verdad? ¿Exageración? ¿Realidad? No te pierdas el próximo capítulo con más drama que la autoeliminación de Bendelacreme en RuPaul's All Stars 3....
¡AY, ME ACABO DE ACORDAR! ¡BENDELA YO DEBÍ GANAR ESE LIPSYNC POR TI ME PONGO A LLORAR!
Ok chau xD
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