Capítulo 31: Un Problema

—Sus documentos, por favor. —Era casi como una película. Anne terminaba de arreglarse el cabello mientras buscaba sus documentos en la cartera, pero Cameron la tomó de la mano suavemente por un instante y la detuvo.

—Se refiere a los míos, y los del auto. No te preocupes —le dijo tratando de tranquilizarla con una sonrisa. Él parecía ser capaz de controlar la situación. Ella solo respiró profundo y decidió esperar que pase.

No podía quejarse, fue ella quien estuvo de acuerdo en propiciar esa situación y quien no pudo controlarse. Pero el hecho era que la policía estaba parada al lado del auto pidiendo documentos, y demás porque los habían encontrado estacionados en un lugar prohibido, haciendo cosas prohibidas. Y sí, todo empezó con unos suaves besos, caricias, y ella queriendo más, y él que no se quedaba atrás... Y de pronto una de las manos del maître acercándose poco a poco debajo de su falda, haciéndola sentir que lo necesitaba en su interior ya mismo y que no le interesaba nada.

Así, poco a poco el asunto aumentó la temperatura. Era ya imposible de detenerse y no había tiempo de buscar un buen sitio para estacionarse, la pasión los estaba envolviendo y se detuvieron el primer espacio cercano. Estaba ahora prácticamente sobre ella, buscando la forma adecuada y menos incómoda de hacerlo, ella haciendo lo posible por colaborar en ese ansiado momento.

Anne había deseado que pasara con todas sus fuerzas, y ahora sentía que no iba a poder estar tranquila esa noche hasta que no sucediera. Y él sentía que jamás había deseado a una mujer de esa manera, que sus ansias de ella eran tantas que hasta parecía dejar de ser él mismo para convertirse en un monstruo ansioso de ella. Estaba al borde del éxtasis cuando al fin lo sintió dentro, moviéndose al principio con lentitud y luego aceleró el asunto. No pudo reprimir un grito de júbilo y placer, pero un placer efímero que acabó muy rápido cuando apenas estaba empezando.

Unos ligeros toques en la ventana del auto que parecían lejanos los interrumpieron. Y luego se hicieron más intensos. Fue entonces que se percataron por la luz del patrullero que la policía estaba ahí. Y que había hecho tremendo ruido. Se separaron poco a poco, como una especie de baldazo de agua fría justo cuando se deseaban más que nunca. Aún agitados y con los golpes insistentes, se acomodaron la ropa y volvieron a sus posiciones. El golpe fue más fuerte y Cameron tuvo que bajar el vidrio del auto y tratar de poner su mejor sonrisa. Y así fue que empezó todo, con aquella típica frase de "sus documentos por favor". El policía los revisaba mientras observaba seriamente de rato en rato a los dos, aunque claro que ellos no dejaban de sonreír como si no pasara nada.

—Están estacionados en un lugar prohibido —le dijo al fin el oficial—. Además de...

—Lo sabemos, oficial —interrumpió Cameron con voz calmada—, sabemos que estamos en falta y puede poner la multa que corresponda.

—Podría detenerlos por eso —señaló de inmediato, obviamente refiriéndose a lo segundo. Anne pensó, ¿había una ley que enviaba a la prisión a gente que daba rienda suelta a sus instintos en un auto y mal estacionado?

—Eso también lo sé —contestó Cameron igual de tranquilo—. Pero sé que no lo hará. Reconocemos nuestra falta y estamos completamente arrepentidos. Sé que nos entiende, ¿verdad?

—¿Verdad? —repitió Anne sonriendo al igual que él. El policía los quedó mirando unos segundos en silencio indeciso sobre qué hacer con esos dos. Pero de alguna manera esas sonrisas lograron ablandarlo y apenas si les puso una multa por lo del estacionamiento.

—Y vayan directo a casa, este no es un buen sitio para nadie.

—Lo tendré en cuenta la próxima vez —contestó Cameron—, pero digamos que fue impredecible. —El policía rio con complicidad y luego los dejó irse. Suspiraron con alivio, al fin había pasado aquella horrible situación.

Cameron condujo un momento en silencio. Y ahora después del escarmiento con la policía se les fueron las ganas a los dos, pero solo de momento. Al menos ya no en el auto. Quizá si, pero en un estacionamiento decente.

—No puedes negar que fue excitante —le dijo Anne sonriendo con todos los colores en el rostro.

—Claro que lo fue, la situación, tú y yo...

—Ummmm... no me hagas alucinar más, ¿si? Ya deberíamos estar en casa.

—Fue un buen desvío —dijo él rememorando esos momentos mientras conducía. Definitivamente no se iba a quedar con las ganas.

—Como una fantasía, ¿no? —él afirmó con la cabeza—. Pero mi verdadera fantasía es otra.

—¿Ah si? ¿Y se puede saber cuál es? —Anne se acercó al oído de Cameron y susurró sensualmente en ellos unas palabras que lo estremecieron e hicieron que su imaginación volara.

—Quiero hacerlo en tu cava.


*****************


Esa misma noche Adriano llamó a Priss para conversar un rato antes de dormir, era algo que se les había hecho costumbre, lo hacían sin falta.

—He invitado a mis padres a que vayan a comer mañana. Yo pagaré todo de mi sueldo, ¿qué te parece?

—De ninguna manera. Yo voy a pagar eso, no quiero descontarte nada por una cena.

—Ummmm... No lo sé, ya sabes cómo son de especiales.

—Serán atendidos lo mejor posible. Por cierto, ¿todo bien con tu madre?

—Nada en especial. Solo unas tonterías, me preguntó por qué llegaba tan tarde y que si confiaba en ti y ese tipo de cosas.

—Entonces, ¿todo bien?

—Si, no pasa nada. —Y pronto la pregunta formulada por su madre apareció sin querer en su mente. Hubo un corto silencio, algo que Adriano pudo percibir.

—¿Tienes algo que decirme? —Hubo otro silencio. Priss se lo pensó muy bien, pero al final decidió por decírselo.

—Verás, dentro de todas las cosas que me dijo mi madre... No, mejor olvídalo. Es una tontería.

—Vamos, sabes que puedes confiar en mí, No voy a enojarme.

—¿En serio? Es que no creo que sea algo adecuado...

—Pruébame —respiró hondo. Vamos, nada perdía con preguntarlo.

—Adriano, ¿quién es tu exnovia? —Ahora el sorprendido era él. De sobremanera en realidad—. Lo sé, pregunta idiota y fuera de lugar. No tienes que responder eso —se arrepintió de inmediato, ¿por qué tuvo que sacar ese tema? Pudo simplemente stalkearlo en redes sociales o algo, apostaba que Rachel podía ser su FBI personal para llegar a la verdad.

—Nunca me lo habías preguntado —respondió despacio. La verdad era que nunca había pensado en decírselo—. ¿Es importante para ti?

—Ya te dije, es una tontería.

—Si creyeras que es algo tonto no me estarías preguntando. —Priss se mordió la lengua. Bueno sí, tenía mucha curiosidad, y ahora él parecía no querer decirle nada. Raro.

—Entonces hagamos como que no pregunté nada, ¿si? Olvídalo.

—Si es importante para ti te lo diré, no se gana nada ocultando las cosas. La conoces.

—¿Cómo? —Varios nombres pasaban por la mente de la chica. Entre ellos el de Emily, hasta Kate.

—Es alguien conocida en realidad. Es Sandra.

—¿Qué Sandra? ¿Sandra Weaver? —preguntó sorprendida. No podía ser ella, si hasta trabajaban juntos en eventos, se veían y todo eso.

—Sí, es ella —respondió al fin como quitándose un peso de encima. Y ahora solo esperaba que ese peso no sea demasiado para Priss.

—Oh vaya...—dijo ella sin salir de la sorpresa. Ahora relacionaba unas cosas. Trabajan siempre juntos en organización de eventos, sabía que a veces tenía reuniones con ella. Que hasta en ocasiones viajaban juntos junto con otros chefs y reposteros. La cordialidad, el respeto, las miradas. ¡Rayos! ¿Por qué no se dio antes? No sabía ni que pensar, no sabía ni siquiera si enojarse, ¿por qué le ocultó algo tan importante?

—¿Estás molesta? —preguntó temeroso. Sí, fue un idiota, ¿por qué no se lo dijo antes? Quizá tuvo miedo, quizá fue porque entre él y Sandra apenas había un trato profesional y pensó que no era necesario.

—No, bueno es raro. ¿Y terminaron hace mucho? —preguntó inmediatamente.

—Tres años. Fuimos pareja cuatro años —contestó temiendo decir lo demás. No, ya no era momento para hablar de ello. En realidad no creía poder hablar nunca de lo otro—. Sé que suena a que quise ocultarte algo, pero eso es una parte de mi pasado que prefiero no recordar.

—¿Tan horrible fue?

—No quieres saberlo, créeme. —Ahora él tenía miedo. ¿Qué iba a decirle? ¿Cómo se lo iba a explicar? ¿Qué iba a pensar cuando se entere?

—Si es muy grave y no quieres hablarlo...

—No quiero tocar ese tema ahora, mucho menos por teléfono.

—Está bien, yo tampoco quiero saber más por hoy.

—Pero hablaremos con eso más calma otro día, ¿te parece?

—Si, si, eso haremos.

Se despidieron tratando de disimular que no pasaba nada. Pero Adriano estaba algo angustiado, ahora debía pensar en cómo decírselo porque ya era inevitable. Hace tanto tiempo que no hablaba de eso, tanto que casi lo había olvidado. Casi, porque no había día en que aquello no llegara a su mente de una manera fugaz y le borrara la sonrisa. No hablaba de eso, quizá como una manera de alejarlo de su mente y hacer como nunca pasó. Lo cierto era que esos cuatro años al lado de Sandra fueron a la vez maravillosos y terribles. Sin duda, la última etapa fue la más dolorosa de toda su vida.

Él sabía que no solo se trataba de quien era ella, sino que lo grave era la historia que arrastraba desde aquel entonces. Una historia nada agradable de la que se sentía completamente culpable. No debió callar, ahora estaba seguro que eso podría hasta ser el causante de una discusión grave. Algo como eso no era para ocultarse.

Pero tuvo miedo, lo admitía. Apenas si estaba empezando una vez más con una persona y temía que si ella se enteraba de ese terrible error del pasado dejara de verlo de la misma manera, que aquella admiración que ella mostraba siempre ante él desapareciera por causa de eso. Tuvo miedo de contárselo, pero ahora debía de hacerlo. Por el bien de la relación y de ambos, debía tomar el valor y contarle todo. Aunque ella no lo tomara bien, aunque al principio se distanciara un poco. Debía saber lo del pequeño.


****************


Al final, por una cosa u otra terminaron aplazando la cena de sus padres en The Oak Room. Primero porque había que ver unos temas de Edu aún sobre el caso del chico asesinado, después por el trabajo de papá, por las clases de Priss, etc. Lo planificaron para dentro de un mes, Cameron la ayudó a encontrar una mesa libre pues era temporada alta en reservas, pero finalmente lograron arreglar todo.

Ni siquiera volvieron a tocar el tema de la ex de Adriano, la conocida repostera Sandra Weaver. Él no habló de eso, y aunque de alguna forma habían acordado conversarlo, Priss tampoco quiso saber más, no quería armarse novelas en la cabeza. Sabía, como todos los trabajadores de The Oak Room, que Adriano apenas se llevaba con la gente que trabajaba en "The Palm Court", incluyendo Sandra. Que el chef de ese restaurante la emprendió contra él e incluso intentó que le quitaran la licencia del local. Así que su relación con Sandra era lo más profesional posible, trataban poco y solo por temas de trabajo. Quizá no le contó eso antes porque para él no era importante, o quizá se equivocaba.

Porque según dijo esa noche por teléfono, la relación con Sandra no fue nada bien, al punto de que él simplemente borraba esa parte de su vida como si algo grave hubiera pasado entre ellos. Adriano prometió contarle, pero la verdad no lo veía muy dispuesto a eso y entendía que quizá era algo muy difícil de tratar. ¿Quería saberlo? Claro que si, no lo iba a negar. Pero al punto en que estaban no le parecía buena idea tocar el tema, la relación avanzaba y no había lugar para momentos tristes.

Más momentos a solas, más citas, más risas, conversaciones, besos, caricias. Más de todo. Estaba feliz, y no era solo porque de alguna forma se estaba cumpliendo una fantasía, sino porque al fin lo conocía a él, al real Adriano Hartmann. El hombre que no solo era un chef exigente y talentoso que admiraba, sino también ese que a veces era callado, pero que luego no dejaba de hablar cuando tocaban un tema que les apasionaba a ambos. El que la hacía reír, el que hacía reír ella también. El que podía tener cientos de admiradores, pero no perdía la humildad. Que si, Adriano podía ser muy estricto y hasta severo en la cocina, pero fuera de ella era otro. Le encantaba todo de él, ya no era un simple gusto ni un amor platónico.

Era en serio, ambos lo sabían. Se gustaban, disfrutaban cada momento juntos por más corto que fuera, querían ir más lejos. Se deseaban también, y mucho. No lo dijeron con palabras, pero sus actos lo demostraban todo. Menos ropa, besos más intensos, caricias que ya no tenían nada de inocentes. Si no había pasado hasta el momento era porque no encontraron una buena ocasión, porque era obvio lo que los dos querían.

Con una relación que iba de maravilla no había lugar para hablar del pasado. Adriano sabía que Arnold trabajaba en el comedor y que ellos tenían una relación de solo amigos. Priss sabía que solo por trabajo él tenía que ver a su ex de vez en cuando, pero nada más. ¿Para qué tocar temas duros? No, era mejor dejar las cosas tal cual y seguir disfrutando de su momento de enamoramiento. Estaba bien querer olvidarse de todo y sentirse en las nubes, bien sabían que ese estado de ensoñación en el que entran las nuevas parejas de enamorados dura muy poco.

Y así como su relación crecía, los chismes también. Poco a poco estos pasaron de la cocina a recepción, housekeeping, conserjería, administración y demás áreas. Adriano ya nada podía hacer por controlar eso, mientras en su cocina el tema ya había pasado de moda y todos tenían claro que era mejor seguir las normas sin perder el tiempo con chismes, en las otras áreas era la comidilla del momento.

Lo que fue el colmo, la novedad hasta salió en el portal "Turismo Noticias", una web para profesionales del rubro que todos en Estados Unidos y otras partes del mundo consultaban. Este portal tenía una sección que se dedicaba única y exclusivamente a divulgar los chismes del mundo del turismo y la gastronomía, así que cuando Emily le contó a Adriano que la novedad de su nueva relación ya estaba circulando por todos lados por poco manda una carta notarial para que dejen de especular sobre su vida privada. Era muy tarde igual, ya todo el mundo lo sabía, y lo único bueno fue que no apareció el nombre de Priss de momento.

—Al final todos se van a enterar, querida, así que mejor prepárate psicológicamente —le decía Camila. Ese día Priss terminó su turno por la mañana y se encontró con la chica para ir a tomar un café. Ahora que Cami tenía ciertos privilegios por ser personal administrativo la invitó a tomar algo usando uno de los cupones que les daban. Ya Rachel las mataría después por eso, pero de momento solo a relajarse.

—Ya estoy preparada, él es famoso. Iba a pasar de todas formas.

—Pues entonces aprovecha, es publicidad gratis —bromeó ella.

—No, olvídate de eso. Si me haré conocida en gastronomía no será colgándome de él. No quiero ni voy a hacer "la pareja de Adriano Hartmann", seré la chef Priscila Hudson y punto.

—Si, amor, eso está muy lindo y todo, pero se te ha olvidado en dónde vivimos. En la historia de terror llamada "Patriarcado". Así que quieras o no, y si lo de ustedes dura buen tiempo, siempre serás "la chica del chef Hartmann".

—Qué horrible, me mato mejor. —Las dos rieron. Priss se lo tomó a la broma en ese momento, pero sabía que tenía razón. Siempre era así, eran extrañas las mujeres que triunfen en gastronomía sin que las ligaran a sus parejas, y si estos eran chefs pues aún peor.

—Bueno, aquí estamos —se detuvo Camila. El Plaza tenía varios restaurantes, pero justo se detuvieron en "The Palm Court".

—Cami, si entro ahí Adriano me corta mañana mismo.

—Cielito lindo, solo tengo este cupón así que es aquí o nada. Seré administrativa, pero sigo igual de pobre asalariada de siempre, solo vivo del canje.

—¿Soy yo o te estás juntando mucho con Rachel?

—El otro día me desinstaló Wattpad del celular, me entregó impreso el Manifiesto Comunista y me dijo que me tomaría examen. Así que digamos que ya tiene secretaria del partido —rieron, Camila empezó a andar entre risas dentro de The Palm y a Priss no le quedó otra que seguirla. La chica tenía solo una hora para tomar el té con ella, así que había que aprovechar.

Después de tomar asiento y hacer el pedido, Priss agradeció a Camila y su voucher de canje por existir, porque la verdad con lo poco que ganaba apenas le estaba alcanzando para cubrir sus gastos de estudios, pasajes y comidas. La carta de The Palm tenía unos precios exorbitantes, ella jamás se hubiera atrevido a gastar tanto por un capuccino y unos pastelillos, que la verdad todo estaba buenísimo, pero no eran cosas hechas para alguien que no podía darse el lujo de comer otra cosa que no fuera chatarra. Los minutos pasaban mientras ella y Camila conversaban y reían, la estaban pasando bien y hasta se le olvidó que la ex de Adriano preparaba los postres para ese restaurante. Claro, se le olvidó totalmente hasta que la vio.

Por poco se atraganta con el pastel cuando la vio avanzar entre las mesas. Vestía ropa casual y estaba saludando a dos mujeres, preguntando con toda amabilidad qué les parecía su plato. Después de recibir los elogios avanzó hasta la otra mesa e hizo lo mismo, si seguía con esa rutina las siguientes eran ellas. Priss ya no sabía dónde meter la cara, ¿será que Sandra sabía de ella? Bueno, todo el mundo se había enterado gracias a "Turismo Noticias", ¿pero sabía que era ella? "Claro que si, todos en el hotel ya te conocen por tu nombre, lo debe saber", se dijo nerviosa. La pregunta era, ¿eso le afectaba a Sandra? ¿Le importaba un poco? No lo sabía, solo quería huir de ahí.

Pero fue demasiado tarde. Se quedó helada cuando vio a la mujer caminar hacia ellas. Sus miradas se cruzaron pronto y se paralizaron por un segundo. Priss se sintió nerviosa, aunque ya no podría huir, sería vergonzoso. Y lo peor de todo era que sospechaba por la mirada de la repostera que ella acababa de reconocerla, que sabía exactamente quién era. Sandra sonrió apenas y se acercó caminando con seguridad. Era una mujer hermosa. Alta, con un largo y precioso cabello rubio que llevaba siempre sujeto por alguna coleta u otro peinado. Su vestir no era de lo más extravagante ni tampoco era descuidado, pero de cierta forma era elegante y cada paso que daba mostraba a una mujer exitosa, segura de sí misma y fuerte. Por un instante Priss se sintió menos. Sandra era arrebatadora, ¿y ella que? Solo era una chiquilla.

—Buenas tardes, señoritas, ¿disfrutando su café de la tarde? ¿Qué tal todo? ¿Las han atendido bien?

—Todo perfecto, muchas gracias —dijo Camila de lo más natural. Rayos, debió contarle a las chicas sobre la ex de Adriano, así se evitaba esas situaciones.

—Me alegra que lo hayan disfrutado, espero verlas seguido por aquí.—Mientras hablaba miraba a Priscila fijamente, y ella lo único que quería era que por el amor a la vida Cami se dé cuenta de la situación que estaba viviendo y la rescatara.

—Si, yo también y....¡Ah vaya! Ya es tarde, debo volver a la oficina —Camila se apresuró en pararse, ellas apenas podía reaccionar cuando su amiga ya estaba abandonando la mesa—. ¡Nos vemos luego! Muchas gracias por todo, señorita Sandra.

—Un gusto verte aquí, cielo. —Aunque pudo pararse y seguirla, Priss terminó paralizada en su asiento. Lo peor era que Camila prácticamente huyó del restaurante por temor a una sanción de Olivia si se retrasaba, ahora le tocaba a ella.

—Bueno, yo también tengo que irme —dijo ella apartando un poco la silla.

—¿Segura? ¿No deseas algo más?

—No nada, estoy bien así, descuide. Estuvo muy bueno todo, gracias.

—Te conozco, estabas en la boda, ¿verdad? —Y encima Sandra no parecía dispuesta a dejarla ir, eso ya no le gustaba para nada.

—Ajá... si estuve en cocina.

—Porque trabajas en The Oak Room.

—Sí... —dijo despacio, algo le decía que Sandra estaba llevando la conversación donde quería.

—Y sales con Adriano. —¡Bam! Lo dijo al fin. Priss tragó saliva e intentó mantenerse serena antes de contestar.

—También —admitió. Sandra sonrió de lado cuando la escuchó decir aquello, y sin darle tiempo para que se parara, tomó la silla donde estuvo hace un momento Camila y se sentó frente a ella.

—Oh cariño, creo que tenemos mucho de qué hablar tú y yo....




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