Capítulo 29: Las chicas tienen que estar unidas
La mañana del lunes cuando ya todo estaba tranquilo en la familia Hudson, Priss recibió la llamada de "reunión urgente" de parte de Camila. Rachel también estaba citada, así que supuso sería una especie de reunión de chicas. Ambas se habían enterado de la liberación de Edu esa misma noche pues Priss no pudo aguantarse la emoción y ni bien se fue Adriano les contó todo a ambas por el grupo de WhatsApp que tenían. Así que Camila las citó para un almuerzo con las dos, tenía algo urgente que decirles.
El punto de encuentro era Manhattan, en la puerta del Central Park más próxima al Hotel Plaza. Las tres fueron puntuales, aunque Camila al parecer tenía un buen rato esperando. Explicó que a ella sí le había tocado trabajar esa mañana y que justo ya estaba de salida. Ahora el problema era buscar un restaurante decente a esas horas cuando medio New York estaba almorzando. Así que sin más preámbulos, se metieron al Mc Donald's. Priss les contaba durante la caminata lo que pasó con su hermano y como Adriano le dio la sorpresa de traerlo sano y salvo a la casa.
—Awwww, ¡pero si es un amor! —exclamó Camila.
—Si claro, no le quedó de otra después del papelón que armó con Arnie —dijo Rachel, a quien claramente le seguía incomodando cualquier elogio a Adriano por más simple que fuera.
—Basta, Rachel, no seas cruel con él. No hay intenciones ocultas en eso.
—No, claro que no. Solo que quizá lo que buscaba era la aprobación de los papitos suegros, ¿no? —Priss se quedó callada. Rachel quizá tenía razón, pero definitivamente ese no fue todo el motivo.
—Ya dejen de hablar, ¿qué van a pedir? —preguntó Camila quien estaba frente al cajero.
—Cuarto de libra con queso —dijo Priss.
—Si, yo también quiero eso —agregó Rachel mientras sacaba el dinero de su billetera.
—Y yo un Mc Pollo —dijo Camila mientras recibía el dinero de las chicas—, y combo agrandado por favor. Supongo que las bebidas Coca Cola —ellas asintieron. Después de realizar el pago esperaron a un lado hasta que el pedido estuviera listo para sentarse de una buena vez.
—¿Y les cayó bien? —le preguntó de pronto Rachel a Priss.
—¿Cómo?
—Que si les cayó bien a tus padres, ¿cómo lo tomaron?
—No muy bien que digamos. Pero estoy segura de que en un par de días se les pasa y todo estará bien.
—Espero que si —les dijo Camila. Al fin les habían entregado su pedido y cada quien tomó su bandeja mientras buscaban una mesa para almorzar—. Pero no fue para hablar de Priss que las traje, hay algo que debo contarle y es muy importante, la verdad es que creo que tienen que saberlo.
—Me preocupas —le dijo Rachel, tomaron asiento en una mesa algo apartada y se prepararon para comer—. Sucede algo malo, ¿no?
—Si y no. —Camila no sabía bien si estaba correcto decirles lo que había descubierto sobre Estelle. Tenía mucho que ver con su trabajo así que tenía ciertas dudas. Pero ellas, como sus únicas amigas en ese hotel, debían saberlo—. Verán, van a pasarme a ser empleada forma de tiempo completo.
—¡Wow! ¡Eso es genial! —dijo Priss sonriente—. ¡Hay que celebrarlo! Creí que se necesitaban seis meses para el contrato.
—Y no solo eso —continuó Camila—. Me van a ascender, seré supervisora...
—Entonces no tiene nada de malo —agregó Rachel—. ¡Es lo máximo, Camila! ¿Supervisora de Housekeeping en el Hotel Plaza? ¡Lo mejor que le puede pasar a una practicante!
—Lo sé —contestó con una media sonrisa—, y al principio estaba igual de eufórica. Pero es que quizá ese nombramiento no es tan justo que digamos.
—¿Por qué? —le preguntó Priss. Camila dejó su hamburguesa a un lado y se agachó un poco hacia la mesa para hablarles en voz baja. Las otras dos hicieron lo mismo.
—Descubrí algo para arruinar al jefe de conserjería.
—Oh vaya... —dijeron las dos a la vez muy sorprendidas.
—¿Y qué es eso? Si se puede saber.
—Un día mientras hacía mis labores como siempre lo encontré haciendo "cosas" con alguien en uno de los almacenes de housekeeping, ¡y a que no saben quién era!
—¡Ahhh! ¡Tengo miedo! ¡Habla ya! —le dijo Rachel ansiosa por saber el chisme.
—Recuerdan a la chica esa, la de recepción que le gusta a Charles. Estelle creo que se llama...
—¡No me jodas! —dijeron Priss y Rachel a la vez.
—Sí. Pero lo peor de todo es que como sabían quién era yo mandaron una queja en nombre de un huésped con quien me llevo bien y le hago favores, este lo negó obviamente. Olivia sospechó y le tuve que decir todo.
—Espera un momento, ¿cómo que huésped al que le haces favores? —preguntó Rachel arqueando una ceja.
—Si, Camila, eso sonó muy raro —agregó Priss. Ambas chicas comenzaron a reír, Camila se puso roja de solo recordar a Alec y tampoco pudo evitar reírse.
—¿Qué tipo de favores son esos? —le preguntó Rachel.
—Nada...bueno, sí son medio sucios, es que el tipo lleva a sus amantes y a veces yo le ayudo a sacarlas por la puerta de atrás.
—¿Y eso no es poco ético?
—Lo es, pero no me queda de otra, tengo que hacerlo. En fin, el hecho es que como querían hacer que me echen del hotel y Olivia lo descubrió, decidió que la mejor forma de sacarles en cara que los tenemos en nuestras manos es contratarme como supervisora.
—Ya te entiendo, crees que lo de tu nuevo empleo es injusto porque causa la desgracia de otros, ¿verdad? —dijo Priss.
—¿Qué desgracia? ¡Ese par se lo merece! —protestó Rachel.
—Me refiero a ese tal Robert. No lo conozco, pero sé que es un profesional y además su departamento tiene premios nacionales y eso...
—Pues te contaré que en el hotel solo el gerente lo soporta —le dijo Priss—. Adriano me ha contado, no lo quieren ver ni en pintura. Hace cada desastre para complacer a los huéspedes y después otros tienen que arreglarlo.
—Lo sé —dijo Camila—. Olivia se pasó una semana renegando después de una fiesta en la Suite Presidencial. Y regresando al tema, no puedo rechazar el puesto. Prefiero tener a Olivia de mi lado que en contra, en serio...
—¿Entonces qué vas a hacer?
—Aceptar obviamente. Pero el asunto es Charles, él se sigue muriendo por esa chica. Si tan solo pudiéramos decirle...
—Quizá no nos creería —le dijo Priss—. Pensará que son intrigas de amigas celosas, ya varias veces le hemos dejado bien claro que no nos cae nada bien la tipa. Pensar que es mentira sería lo más lógico.
—Pues de alguna forma hay que hacer que se dé cuenta —insistió Camila—. Él es un buen chico, no merece estar en esa situación.
—Igual creo que deberíamos darle indirectas —les dijo Priss—. O quizá poco a poco lo irá entendiendo, ¿no?
—Espero que si, tampoco me gustaría verlo triste.
—Y por cierto —dijo Rachel—, no creas que nos vamos a olvidar. Cuéntanos todo sobre ese huésped sexy al que le haces "favores".
—¿Cómo sabes que es sexy? —Camila sonrió sin querer. La verdad si, Alec era un tipo sexy. Un pedazo de mierda infiel, mujeriego, y probablemente con alguna venérea encima, pero estaba bueno y eso no se negaba.
—Y debe tener mucho dinero —agregó Priss.
—Pues es de los dos. Tiene dinero y es sexy.
—Por el amor a MamaRu, ¿es acaso la reencarnación de Christian Grey? —preguntó Rachel haciendo reír a ambas—. ¿Y qué va a hacer sin ti cuando ya no le cubras sus asuntos?
—Supongo que se buscará otra para seducir...
—¡Qué! —gritaron ambas a la vez y por poco derriban la mesa con comida y todo.
—¡Dime que te quiere comer! ¡Dilo! —Rachel, la más emocionada, ya había llamado la atención de todos en el Mc Donald's, incluyendo a Ronald.
—Si quieren bajan la voz —dijo Priss entre risas—. Qué va a pensar la gente, que las chicas del Hotel Plaza se la pasan con los huéspedes.
—¡Cuenta y exagera todo! —seguía gritando Rachel.
—Solo les diré que sí, intenta seducirme y me ha dicho de todas las maneras posibles que quiera acostarse conmigo.
—Ya pues, ¿y qué esperas? Ni que fueras virgen.
—¡Es poco ético!
—¿Y eso qué? En unos días serás supervisora y nunca más entrarás a su cuarto, se te habrá escapado la oportunidad.
—¡Nadie se va a dar cuenta! —agregó Priss bromeando—. Pero claro, si no quieres mejor déjalo ahí...
—Tampoco les voy a negar que no...
—¡Perra! —gritaron las dos.
—Yo solo te digo, es ahora o nunca. Si se puede y nadie se va a enterar, no pierdas el tiempo —insistía Rachel—. Mira que es una sugerencia de solterona.
—Solterona porque quieres —le dijo Priss—. Eres linda, talentosa, divertida, podrías tener al chico que quisieras.
—Yo voto por eso, ¿y por qué no le busquemos un novio a Rachel? —preguntó Camila—. Hagamos lista de prospectos cercanos.
—A ver, ¿qué tal Charles? —propuso Priss.
—¡Ni hablar! No es que no sea lindo, pero de verdad solo lo veo como amigo —respondió Rachel de lo más firme
—Ummmm va a estar difícil... —decía Camila pensativa—. ¿Y qué tal Arnie?
—¿Perdón? —Casi se atora con la gaseosa y Priss se mató de la risa—. Arnie es de Priss, y a pesar de que es guapo, inteligente, maduro y de lo más lindo, no hay forma.
—¿Arnie es de Priss? —repitió esta—. Mira, querida, entre Arnie y yo no hay más que una amistad y los recuerdos de lo que no volverá jamás. Así que tienes el camino libre, es más, te lo recomiendo.
—Debes estar loca —dijo Rachel haciéndose la distraída y echándole mayonesa a sus papas—. Arnie está enamorado de ti y nada va a cambiar eso, aunque tú no quieras.
—Uy.... Esa voz hasta sonó triste —dijo Camila.
—¿Qué? ¡No es nada de eso! Yo solo decía, nada más. No es que me guste Arnie ni nada... —volvió a la comida tratando de evadir el tema. Un incómodo silencio precedió a la gran pregunta.
—Rachel, te gusta Arnold, ¿verdad? —le preguntó Priss suavemente. Rachel levantó la mirada sin decir nada. Las dos amigas se miraron directo a los ojos por unos segundos y luego Rachel volvió a la comida—. Interpretaré eso como un sí.
—Awwwwwwwww... ¡Rachel está enamorada! —dijo Camila haciéndole gestos de ternura.
—No te pongas así, Rachel, de verdad. Arnie es maravilloso y sabes perfectamente que hasta ahora me siento estúpida por haberlo dejado ir. Pero si tú de verdad sientes algo por él...
—¿De dónde sacas eso? El hecho de que me parezca atractivo no significa que me guste.
—Pero te gusta —dijo ahora Camila—, y no lo sigas negando que para eso somos amigas.
—¡Ay ya! Está bien. Me gusta, ¿y qué? Es solo un gusto, como quien ve a alguien y piensa "¡Wow! ¡Qué bueno está!", nada más.
—Oh si claro. No tienes de que avergonzarte —le dijo Camila.
—Olvídenlo, ya les dije que es solo un gusto. ¿Creen que si fuera real ya no estaría manos a la obra?
—Como quieras... —le dijo Priss volviendo a su Cuarto de Libra con queso—. Pero cuando necesites ayuda no dudes en pedirla.
—Lo haré —cambiaron el tema y siguieron con su almuerzo.
Rachel trataba de disimular lo pensativa que estaba. Sí, era cierto que le gustaba Arnie. Y no poco como les hizo creer, sino mucho. Al principio hasta intentó prestarse para hacer que él y Priss volvieran, pero ya no quería eso. Porque sin quererlo se había dado cuenta de que era un joven excelente, además de su forma de ser, su sonrisa, su dedicación, y así sin querer se descubrió pensando más de lo normal en él y percibió como sonreía de la nada al pensar en él, como su corazón se aceleraba al verlo y escuchar su voz. Y ya era demasiado tarde. Aunque ese no era el problema, sino la certeza de saber que él jamás la miraría con otros ojos que no fueran los de amigo, porque para su mala suerte estaba aún enamorado de Priss.
Se sentía ridícula, sin oportunidad alguna para estar con quien quería. Quizá ellas jamás entendieran ese extraño dolor y nudo en la garganta que se sentía al saber que el chico que te gustaba demasiado no ponía los ojos en ti, sino en una de tus amigas. ¿Pero qué culpa podía tener Priss en todo eso? Ninguna, y ella trataba de alejar a ese subconsciente malévolo que no dejaba de culpar a su amiga por sus desgracias.
—Por cierto —dijo de pronto Priss sacándola de sus pensamientos—, hace poco, quiero decir, antes de toda esa desgracia con Edu, estaba pensando en hacer una reunión. Algo para que se junten tú y Adriano, para que se conozcan. Verás cómo cambia la mala impresión que tienes de él.
—La verdad yo no entiendo que tienes contra él —le dijo Camila—. Por lo que nos ha contado Priss es de lo más atento y sencillo, además de talentoso. Quisiera que me lo presentes a mí también.
—¡Oh eso ni lo dudes! Pero de verdad, Rachel, ya no quiero que andes pensando que Adriano es un ogro.
—No soy yo quien lo dice, sino todo The Oak Room. ¿No es eso suficiente señal para que tú abras los ojos?
—Lo que pasa es que no lo conocen como yo, más íntimamente...
—¡Ah! ¡Lo sabía! Ese chef no puede controlar sus manos y te hizo conocerlo "íntimamente" —bromeó Rachel provocando que Priss se atore de la risa con lo que estaba comiendo.
—¡No me digas! ¿Y cómo es un chef en la intimidad? —preguntó Camila
—¡Basta! No lo sé y si lo supiera tampoco lo estaría gritando por todo el Mc Donald's.
—Está bien, Priss, si no quieres hablarlo en público lo entendemos —le dijo Camila mientras chocaba las manos con Rachel y reía.
—No es nada de eso, apenas si estamos saliendo y nada más.
—Las parejas modernas tienen sexo libre en los primeros días —insistió Camila entre risas.
—Pues no somos una pareja moderna.
—¡Lo único que faltaba! Es cerrado de mente o es esos conservadores puritanos, ¡horror! —gritó ahora Rachel.
—¡Basta ya! ¡No es un conservador puritano ni nada de eso! ¿Saben? Si hemos venido a hablar de nuestra vida sexual o mejor dicho, la ausencia de ella, es mejor que lo hagamos en voz baja. Hay niños con cajitas felices al lado —agregó Priss y poco a poco las risas se apagaron.
—No es que quiera echar más leña al fuego —seguía Rachel—. ¿Pero qué pasa si uno de estos días el chef quiere, digamos, "amasar la masa"?
—¡Basta! —gritó mientras se ponía roja.
—"Freírte la papa"
—¡Rachel! —decía ella aguantándose la risa.
—¿"Echarle la crema bechamel al spaghetti"?
—Ya cánsate, ¿no?
—Lo siento si no puedo evitar hacer chistes de sexo y gastronomía, ¡pero es que todo se presta!
—Sí que lo es —rio Priss al fin—. Aunque no creo que tan subliminal como los términos de housekeeping.
—Pues en mi área diríamos "realizar la cobertura, sacar la lencería y remover el colchón" —contestó Camila. No pudieron parar de reír y alucinar más términos de restauración y hoteleros para describir el acto sexual durante el resto del día.
****************
No estaba muy ocupada, aunque siempre aparentaba estarlo. Olivia revisaba unos papeles de inventario sin mucha importancia, pero su mente estaba en el caso de Camila y en su ascenso. Pensó que quizá estaba haciendo mal y que la chica aún no estaba preparada para esa labor, pero sus deseos de vengarse de Robert y de demostrarle que ella tenía la razón y que nadie en su área trabajaba mal era más fuerte. Estaba pensando en cómo hacerle saber a ese cretino que tenía las de ganar cuando alguien tocó la puerta de su despacho.
—Adelante —dijo sin quitar la vista de los papeles. La puerta se abrió lento y Barbie entró. Ella apenas levantó la mirada para ver quién era, estaba acostumbrada a tratar con indiferencia a sus visitantes, pero con él era diferente—. Vaya, así que el jefe de seguridad viene a verme, ¿y a qué se debe este milagro?
—Querida Olivia, sabes bien para qué vengo —dijo con una sonrisa. Entonces ella notó que tenía un sobre entre las manos. Debía de ser aquello que le pidió.
—Toma asiento, por favor. Ponte cómodo —él se sentó, tal y como ella pedía—. Y bien, ¿lo conseguiste?
—Fue necesario un poco de esfuerzo. Se podía decir que esos dos han sido muy cuidadosos, eso que hicieron y que tu trabajadora vio fue cosa de suerte. Pero si, acá lo tengo. Un vídeo no muy claro que muestra a nuestro querido Robert entrando a ese almacén con Estelle de recepción. Aunque te contaré que recursos humanos ya procesó su solicitud para su traslado a conserjería.
—¡No me digas! Será sinvergüenza, la quiere cerca. Y con esto que tenemos más el testimonio nosotros podremos controlarlo.
—Y eso no es todo. La tal Estelle presentó también una queja contra Emily. Que no la apreciaba, la dejaba de lado y hasta habló de insultos. Robert la respaldó, y bueno, nuestra joven jefa de recepción tiene un Memorandum por eso. Está, como dicen popularmente, que se la lleva el diablo.
—Pero Barbie, si lo vemos del lado amable ya ganamos otra aliada. Emily no se quedará con los brazos cruzados cuando le mostremos lo que tenemos.
—De eso estoy seguro. Pero tengo una pregunta para ti, ¿por qué tanto interés es deshacerte de Robert?
—No quiero echarlo exactamente. Para bien o para mal su gestión de conserjería es en general buena. Lo que deseo es tenerlo entre mis manos. Poder controlar lo que hace.
—¿Extorsión?
—¡Vamos, Daniel! No lo veas de esa manera. Sabes perfectamente que ese tipo es insoportable. Esto que haré será por un bien común.
—¿Eso incluye el hecho de que asciendas a una practicante? —Olivia comenzó a sentirse un poco incómoda con eso. ¿Acaso no pensaba ayudarla?
—Ya te lo dije, es por un bien común. Además Camila es muy hábil y estaré siempre supervisándola. Pero debes entenderme, Barbie, ¿no estás harto de soportar las tonterías que hace ese hombre? ¿No estás harto de tener que cubrir el hecho de que entren prostitutas al hotel?
—Por supuesto que sí.
—Pues en mi área también estamos hartas de él. Yo les exijo mucho a mis chicas, pero eso ya es demasiado. Ellas no tienen por qué lidiar con los desastres infrahumanos que dejan sus "engreídos". Ya no quiero más de eso y estoy segura de que no soy la única jefa de área que quiere lo mismo.
—Bien, bien, debo reconocer que tienes razón. Nunca me he llevado bien con Robert, así que será una forma de controlarlo. Aunque el tema de la amenaza...
—No te preocupes, lo sabrá de una forma sutil. Me encargaré personalmente de eso, yo no le tengo miedo a ese hombre.
—Me queda muy claro que no le temes a nadie —dijo con una sonrisa contagiosa que hasta hizo sacar una de la siempre recta Olivia—, y por eso lo dejo en tus manos —le alcanzó entonces el sobre donde estaba el vídeo que delataba a Robert—. Aunque sabes, creo que vamos a necesitar más que esto para controlarlo.
—Lo sé y no te preocupes. Lo usaré todo a su momento, y hablaré con Emily. Ese Levinsky sabrá que meterse con dos mujeres como nosotras no es nada agradable.
—De eso no me quedan dudas, Olivia.
**************
Tal y como Barbie lo señaló, Emily estaba hirviendo de rabia. Cuando recibió ese memorando causado por la estupidez de Estelle respaldada por Robert, estuvo a punto de explotar. Arrugó ese papel tanto como pudo para luego partirlo en mil pedazos. Creyó haber recibido la mejor noticia del mundo cuando Estelle le dijo que la iban a trasladar a conserjería. Pensó que al fin se había librado de esa joven insoportable en su área y estaba de lo más feliz, pero no. Pronto le llegó la sanción por algo que no había hecho. Ahora los de recursos humanos le decían que no había cumplido con el proceso del sistema que la obligaba a tener en entrenamiento a esa chica y brindarle el máximo apoyo posible para que se integre al hotel. Era la primera vez que le llegaba un memorando y era inevitable sentirse furiosa. Pero después de un buen rato de descargar su rabia sobre unos papeles, Emily se fue calmando y regresó a la recepción para supervisar todo.
Respiró profundo y se controló cuando vio a Estelle y Robert muy juntos, conversando quizá de un asunto laboral. No podía evitar la rabia por esos dos. Para empezar, ¿por qué Robert la había respaldado? Además de recibirla con los brazos abiertos en su área. Raro, muy raro. Esas miradas que se daban, esas sonrisas, esas conversaciones. No se le podía ocurrir otra cosa que el jefe de conserjería andaba de amante con esa chica. Una sospecha sin fundamento, al menos por el momento. Porque si era cierto se iba a encargar personalmente de llegar al fondo del asunto.
—Vaya, qué tal concentración. —De pronto escuchó una voz familiar que la sacó de esos pensamientos maquiavélicos. No pudo evitar una sonrisa al ver a Cameron haciéndole una visita.
—Un mal día, luego te contaré —le dijo apenas—. ¡Qué milagro tú por acá!
—Nada de eso, vengo a traerte la lista de facturas.
—Oh claro, ahora solo te sirvo para el trabajo.
—No digas eso, sabes cómo andamos de ocupados en el restaurante. Felizmente que ayer tuvimos descanso porque si no ahora mismo estaría en muerte cerebral.
—¡No seas exagerado! Pero bueno, me alegra que les siga yendo cada vez mejor en el restaurante. ¿Y qué tal con Anne? ¿La viste ayer?
—Obviamente, ya la extrañaba, pasamos el día juntos. La noté extraña y estoy seguro que hay algo que le preocupa. Quizá tú puedas ayudarme con eso.
—¿Un favor? Dime, ¿qué quieres saber?
—No lo sé, ustedes se llevan bien, quizá puedas hablar con ella y averiguar lo que pasa. ¿Sabes? Es maravillosa, una gran chica. Durante mucho tiempo estuve muy concentrado en mi carrera y no me dediqué a salir con nadie, pero ahora las cosas son diferentes. Ella es, ¿cómo decirlo? Perfecta para mí. Nos entendemos, tenemos muchas cosas en común. Pero sé que hay algo que la molesta y no quiere decirme.
—Ummm.... Entonces me encargaré de averiguarlo. No creo que sea algo grave, se nota que ella siente lo mismo por ti. Es decir, se conocieron de una forma no tan peculiar, ¡y ella es divina! Verás como todo se soluciona.
—Espero que de verdad sea así, no quiero problemas tan pronto.—Ciertamente, ese asunto con Anne lo estaba preocupando. Lo presentía, le ocultaba algo. Y no le gustaba la idea que hubiera algo que interfiriera entre lo que estaba naciendo entre los dos. Aunque ya debería saberlo, hasta sospechó que sus padres tenían algo que ver.
—Por cierto, ¿cómo está nuestro enamorado?
—¿Adriano? Pues bien, creo que tuvo un malentendido con Priss, pero ahora todo está genial. Al menos eso me dijo él ayer.
—Y tú que la conoces, ¿cómo es esa chica?
—Es... bueno, me parece una buena chica para Adriano. Se parece mucho a él en lo que se refiere a la cocina. Es sencilla, agradable, amable. Linda chica. Me alegra mucho que los dos estén juntos.
—A mí también entonces, aunque en serio quisiera conocerla. Debe ser una gran chica para tener tan contento a nuestro malhumorado chef Hartmann.
—Que ya no es tan malhumorado como antes. Creo que si, en realidad necesitaba una novia para que se le pase todo eso.
—Buenas tardes —se quedaron en silencio al ver que Olivia estaba ahí. Pero no estaba sola. Venía acompañada de una joven desconocida para ambos, pero que lucía un traje. La chica se veía un poco tímida, aunque sonrió al ver a ambos y ellos también le sonrieron—. ¿Qué tal, Emy?
—Muy bien, Olivia, no esperaba verte por acá.
—Decidí hacerte una visita. Y vaya, es una sorpresa ver a nuestro elegante maître. Me dicen que la boda fue todo un éxito gracias a su presencia.
—No es para tanto —dijo Cameron con esa sonrisa que podía hacer enrojecer a cualquier mujer que estuviera frente a él. Y la joven acompañante de Olivia no fue la excepción—. Todo fue cuestión de trabajo en equipo. Pero me pregunto yo, hace varios días que no baja a almorzar en The Oak Room, ¿acaso ya me cambió por otro, mi querida señora?
—¡Por favor! Eso nunca, ¿cómo se le ocurre algo así, señor maître? Estaré ahí para la cena y envíele mis saludos al chef Hartmann.
—De eso no se preocupe. Pero dígame, ¿quién es esta simpática joven que la acompaña?
—¡Cielos! Qué maleducada que soy. Emily, Cameron, les presento a mi nueva asistente, Camila de la Cruz. Querida, ella es la jefa de recepción y este apuesto joven el maître de The Oak Room.
—Es un gusto conocerlos —dijo ella sonriendo—, he escuchado mucho de ustedes, son unos excelentes profesionales.
—Y debes serlo tú también si Olivia te escogió —le dijo Emily.
—Claro que lo es —afirmó Olivia—. Por cierto, quería que la conozcan porque ella se encargará personalmente de tener contacto con recepción, es decir, contigo. En sí será mi contacto, pero sobre todo contigo, Emy.
—Me parece perfecto. Es más, creo que Camila y yo nos vamos a llevar muy bien, ¿cierto?
—Si, yo también lo creo. —Camila estaba encantada de entrar al fin al mundo de los "grandes". No conocía hasta ese día la recepción del hotel y se quedó maravillada de tanta elegancia. Tampoco esperaba que le presenten a una mujer tan importante para el hotel como Emily y mucho menos a Cameron—. Y este es mi primer encargo. —Hasta el momento Emily no había reparado en el sobre que la chica tenía entre manos—. Es para usted de parte de Housekeeping, nos gustaría que lo revise más tarde.
—¡Perfecto! Una chica muy eficiente —dijo Emily—. Te llevaré una respuesta más tarde si se necesita.
—Tomate tu tiempo, linda —le dijo Olivia con una sonrisa—. Espero que te agrade.
—Ummmm... no sé qué será, pero por esa cara tiene que ser algo bueno.
—Y lo es, no lo dudes. Bueno, jóvenes, me alegra haberlos visto esta tarde, pero Camila y yo tenemos que retirarnos ya, aún no se la presento a Robert.
Se despidieron de Cameron y Emily mientras avanzaban hacia conserjería. Olivia le dijo bajo que sonriera, que ese sería el gran momento para darse por ganadoras. Él y Estelle seguían conversando, pero al escuchar el ruido de los tacos de las dos mujeres acercándose a ellos no pudieron evitar levantar la mirada. Y palidecieron al instante. La sorpresa se notaba en sus ojos. "Tienes que ser sarcástica y provocativa", le dijo Olivia. Y ella intentaría hacer lo posible.
—Buenas tardes —les dijo Olivia con esa sonrisa llena de burla—. Veo que los tomé de sorpresa. Venía a presentarles a mi nueva asistente, Camila de la Cruz, aunque creo que ya la conocen. Digamos, de una queja falsa, me parece.
—Ya veo... —dijo Robert tragando saliva. Su plan de echar a la testigo no funcionó. Al contrario, estaba más protegida que nunca.
—Si, a ella la conozco —dijo Camila desafiante—. Dentro de un almacén. Aunque creo que su posición no era de la más adecuada. —Estelle no sabía ni cómo reaccionar, no había resultado su plan de echar a esa chica y hora lo único que sabía era que estaba en sus manos.
—Estaremos en contacto entonces. Espero que sigan "trabajando" —dijo Olivia haciendo las comillas con sus dedos—, y que todo vaya bien. Por cierto, tu queja fue rechazada.
Las dos se dieron la media vuelta reprimiendo la risa. Camila hasta podía imaginar la cara de esos dos. Y Estelle estaba a punto de correr tras ella y darle una cachetada. No podía soportar la idea de sentirse derrotada.
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