10: Ni Dios ni los azafranes

❀ Diez ❀

Cuando el amante tatuado decidía dejar al otro, siempre retornaban sin remedio, porque aquella era su forma de adorar. En cambio, cuando Felix resolvió desistir, no hubo forma humana, ni divina, de obligarlo a volver. Pasaron los frutos de temporada, las plegarias al principio violentas, después desesperadas de la antigua musa por permitirle estrellarse una vez más en su lienzo multicolor.

Incluso si aún en el fondo lo amaba con idéntica rabia, o acaso lo deseaba cual apóstol hambriento, el recuerdo del último azafrán lo amordazaba con sus telas manchadas de hiel. El tacto de las finas líneas regordidas bajo sus dedos, lo perseguía cual verdugo; un asesino despojado de alma, que encarnaba en él cada vez que Hyunjin marcaba al teléfono de su alcoba. Ni siquiera aquel día, cuando lo apresaron junto con todos los presentes en la arena e imploraba su ayuda, tuvo piedad de él. Recordó sus estaciones sádicas. Y rio entonces, sólo oyéndolo en silencio, colilla de cigarro encendida en la oscuridad.

—Dile a tu azafrán que te saque, anda. Yo no soy nadie. Yo no mando sobre ti. —Y colgó, ignorando sus gritos de loco exasperado.

Por supuesto, él ya no escuchaba tangos.

Incluso alguna noche extraviada se atrevió a acostarse con un extraño que había conocido en un bar. Cuando más lo extrañaba, aquel era su ritual: besarse con otras bocas entre luces de neón. La de aquella noche se llamaba Minho, y era muy apuesto, pero nada parecido a las escamas ardientes que una vez lo abrasaron.

—Perteneces a alguien más ¿no es así? —le dijo a Felix mientras éste se vestía de espaldas, a la orilla de la cama. A media luz, volteó a verlo, sin responder—. Me has llamado Hyunjin, y ni siquiera te quitaste los guantes para tocarme —una risa amarga—. Qué tipo tan raro.

Zapatos lustrados en su lugar, inquirió:

—¿Te molesta si me pides un taxi?


Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top