| 8|La desesperación de Amanda
El resto de la noche Amanda no pudo dormir, se levantó de la cama cuando el sol salió. Se duchó y se puso el uniforme, se vio en el espejo, tenía pequeñas bolsas debajo de sus ojos.
Se sentía agotada y nerviosa. Bajó al comedor donde sólo su madrastra estaba. Su padre había salido temprano, su tía estaba deprimida y encerrada en su habitación, en cuanto a su primo, él prefirió dormir en la casa de uno de sus amigos.
—¿Estas bien? te ves desvelada—le preguntó Susana preocupada.
—Si, no te preocupes. Creo que todos pasamos una mala noche por lo ocurrido—le mintió.
—Si, tienes razón— le confirmó ella.
Ambas desayunaron. Minutos después Amanda se despidió de ella, llegó a la escuela sin ánimos, luego ingresó a su salón donde sus compañeros ya se encontraban en sus lugares. Ella tomó asiento como siempre poco después.
—Amiga siento mucho lo de tu tío—le dijo Angélica abrazándola, ella no tenía conocimiento de su amorío
Angélica le mencionó que había cancelado la fiesta, ya que sus padres tenían problema en su matrimonio y la relación entre ellos no estaba muy bien.
—Lo siento mucho amiga, eso debe ser difícil para ti. Sabes que puedes contar conmigo para lo que sea—le dijo Amanda.
—Mentirosa, te quemaras en el infierno—escuchó una voz cerca de ella.
Ella por inercia miró por todos lados, pero no vio a nadie ni siquiera estaban sus compañeros, el salón estaba totalmente vacio; sin embargo, no duró mucho tiempo, ya que lo que vio después la dejó estática: el sol se había ocultado por una gran nube de lluvia provocando que el salón se oscureciera, todos sus compañeros se encontrabán colgados de las bisagras del salón con una soga en el cuello, Angélica estaba entre ellos.
Sólo Caled no estaba colgado, al contrario se puso frente a ella con una sonrisa.
—¡Dime que tu también miras todo esto por favor!—le dijo desesperada.
Caled, la miraba en silencio, disfrustando del momento.
—Tus miedos te hace débil, debes aprender a vivir con ellos, sólo así podrás vencerlos—-le dijo Caled de inmediato, su voz tenia una especie de eco que se incrustaba en sus oídos, lo que provocó que se los tapará con las manos.
Otras voces se unieron con frases poco claras. Amanda cerró los ojos y se volvió a tapar los oídos, ya no podía soportar dichas voces, se sentía abrumada y desesperada.
—¿Amanda que te pasa?—le preguntó Angélica tomándola de los hombros.
Amanda al sentir el contacto de su amiga, abrió los ojos, se dio cuenta que todo había sido obra de su mente, su amiga la miraba con preocupación y sus compañeros la veían asustados.
Caled que estaba en su asiento respectivo, tenía los ojos completamente rojos y con una sonrisa de satisfacción en su rostro. Ella se acercó a él para enfrentarlo, tenía el presentimiento que Caled tenía algo que ver, ese tono rojizo en sus ojos no podía ser normal. Apoyo sus mano sobre el escritorio de su pupitre.
—-¿Dime quién eres? ¿ Tienes que ver con esas voces y esas ilusiones?—le preguntó ella ya desesperada.
Él, solo se limitó a sonreir.
—La rara esta vez sí se volvió loca igual que su madre—mencionó Wendy desde su asiento.
Los demás se rieron de su comentaron. Amanda le hirvió la sangre al escuchar las burlas . Rápidamente tomó el lápiz que se encontraba en el pupitre de Caled y se desplazó hacia donde Wendy se encontraba. Ella al ver la acción de Amanda, se puso de pie para huir de ella. Brian y otro de sus compañeros la detuvieron para que no cometiera una locura: Amanda se encontraba fuera de sí.
—¡Te mataré maldita zorra!—la amenazó Amanda con rabia.
—-¡Ya basta! —exclamó el maestro quien recién llegaba. Se acercó a Amanda y la tomó de los brazos. Le dijo algunas palabras para que se tranquilizará, luego se la llevó fuera del salón, una vez calmada, se dirigieron a la dirección donde su padre iba ser llamado.
Amanda apoyo los codos en sus rodilla sosteniéndose la cabeza con las manos. Las voces ya se habían ido y esa la dejó de agobiar por un momento. Su padre llegó una hora después, el director le relato lo que había ocurrido sobre el comportamiento de su hija, junto al ataque hacia una de sus compañeras: Amanda fue suspendida por una semana.
Durante el camino los dos guardaron silencio. Cuando llegaron a su casa su padre habló con ella .
—¿Por qué atacaste a tu compañera hija? ¿Qué te está pasando?—le preguntó su padre con preocupación.
—No lo sé papá, estoy viendo y escuchando cosas que sólo existen en mi cabeza—le respondió ella con cansancio—. Creo que me estoy volviendo loca—le respondió abrazándolo por la cintura.
Ella comenzó a llorar de la desesperación. Su padre la abrazó fuertemente, estaba realmente preocupado por su hija.
—Buscaremos ayuda hija—le contestó él—. Haré una cita con la Doctora Coleman. Ella sabrá que hacer—le comentó.
La doctora Coleman era la psicóloga que había tratado Amanda durante el proceso de su madre.
—De acuerdo papá, concreta la cita ya no soporto más esto—le dijo ella aturdida y Confundida.
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