PRÓLOGO
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Abrazo gente y a cuidarse mucho, si?
CRISTO.
JUNO
Siete años de edad...
Acomodo mi oso de peluche Teddy, mi Barbie Tropical y al señor Bob Esponja es sus respectivas sillitas y alrededor de la mesa color blanca.
- Ya es hora de tomar el té. - Digo a mis muñecos.
Me incorporo del piso, emocionada y sacudiendo mi lindo vestido rosa que mi abuela me regaló, en busca de mi tetera de juguete que dejé en un estante.
La risa de mamita, se siente desde la ventana de la casita del árbol que estoy y construyó papito para nosotras en el gran jardín.
Me hace sonreír, porque papito siempre la hace reír.
Hoy, hay mucho movimiento en casa, ya que es nuestro séptimo cumpleaños.
Tomando asiento nuevamente en mi lugar, una mano con un libro aparece apoyada en el piso de la entrada, por subir las escaleras de la casita del árbol.
- ¡Viniste! - Doy un gritito de alegría, al ver aparecer a mi mejor amigo.
Me levanto para ayudarlo a entrar y lo abrazo feliz.
No le doy tiempo a nada y tomando su mano, lo jalo a la última silla vacía reservada para él.
Me sonríe, dejándose llevar y tomando asiento a mi lado.
Sirvo té invisible a él también y en mi taza de juguete favorita, la de Hello Kitty.
Pero, levanto un dedo.
- Está caliente. - Le advierto, dejando la tacita frente suyo.
Se sonríe más y me señala, el libro de tapa dura que lleva en su otra mano.
Mi mejor amigo no habla mucho, pero le gusta escuchar y leer.
Sobre todo, que yo le lea.
Mis papis y sus papis son como familia.
Y aunque mi mejor amigo tiene 11 años y es más grande que yo, siempre jugó conmigo y mis hermanas.
- ¿Quieres que te lea, Caldeo? - Le pregunto, tomando el libro.
Y sus ojos color como el hielo que hace mi nana Marcello con las cubeteras del refrigerador, me miran profundo.
Niega, siempre sonriendo y abriendo la tapa de las primeras páginas del libro de cuentos y un pedazo de hoja de cuaderno entre ellas, sobresale.
Me señala con su dedito.
- ¿Para mí? -Digo y asiente, tomando mi té de mentirita y acomodando mejor su remera del hombre araña.
Lo saco con cuidado.
Es un trocito de papel, como los cuadernos de papi del trabajo.
Pero este, es mío.
Y sonrío muy feliz.
- ¿Tú, lo hiciste para mí?
Su cabello negro como el azabache y desordenado, lo acomoda a un lado con su mano mientras su boca se mueve para mostrarme otra sonrisa, afirmando con la cabeza.
- ¡Gracias! - Chillo feliz y abrazándolo con cariño desde mi lugar, pero me pongo de pie de golpe, corriendo mi sillita. - Lo voy a guardar en mi tesoro... - Murmuro de forma importante y caminando a otro estante de la casita del árbol, tirando de mis dos trenzas de los lados y sujetas con moños que mi mamita hizo por mí, detrás de mis hombros.
Busco mi tesoro, que es mi diario íntimo.
Y con la pequeña llave que cuelga de una cadenita que llevo puesta en mi cuello, lo abro tomando nuevamente asiento a su lado.
Con un pequeño clip rojo, lo engancho en una de las páginas.
Lo miro por última vez y lo cierro con su candadito de vuelta.
- Lo voy a llevar siempre conmigo, Caldeo... - Le prometo, levantando mi dedito meñique en el aire.
Y mi mejor amigo hace lo mismo y entrelazamos nuestros dedos.
- Amigos, por siempre... - Murmuro y él me lo jura, con su linda sonrisa.
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