PRÓLOGO 1.1
JUNO
13 años de edad...
Amely da una ruidosa chupada a su paleta de fresa en su mano y apoyada sobre la pared, con su otro brazo detrás de su espalda y con un pie en esta, tipo garza en el patio trasero de nuestra academia.
Un gran y prestigioso colegio religioso, estilo barroco parroquial.
Tanto para la enseñanza primaria e inicial, ubicada en la planta baja del gran edificio con un patio de recreos reservados para ellos y el nivel secundario, pisos arribas con su patio correspondiente.
El timbre sonó por segunda vez y anunciando los últimos 10 minutos del recreo, antes del ingreso a clases.
Me mira desde arriba.
- ¿Entonces, vendrás? - Me pregunta, dando otra lamida a su golosina.
Sin levantar mi vista a mi mejor amiga y sentada en el piso cruzada de piernas, no paro de dibujar en mi viejo cuaderno oficio, apoyado en ellas y mi lápiz negro.
Sombreando con cuidado para darle realidad, los viejos Abetos que tengo en frente y se ubican fuera de las rejas escolares.
Paso mi dedo con suavidad para dar un efecto esfumado a una parte del paisaje.
Y sonrío, porque le da realidad con esas sombras.
- Amely Watson, ya te dije que soy pequeña para esa especie de fiestas... - Contesto y sonrío sin mirarla, mientras limpio mi dedo de grafito de lápiz con mi pañuelo.
- ¿Quién, lo dice? - Se queja, girando a mi lado.
Sonrío más.
- Mi padre.
Aunque no la veo, sé que rueda sus ojos.
- ¿Y tu madre? - Me alienta.
- Se ríe de mi padre... - Prosigo como si nada.
Resopla pensativa.
De golpe, palmotea feliz por una idea en su cabeza inclinada hacia mí.
- Pide ayuda a tu abuela, ella es divertida... - Me codea, elevando y bajando sus cejas de forma alegre. - Ella es genial.
Río a carcajadas.
Sip.
Es verdad.
Mi abuelita es lo más.
Me pongo de pie sacudiendo mi falda a cuadros verde y gris de mi uniforme, de tierra del piso.
- Sí, lo es, pero mi abuelita está en unos de sus viajes locos con mi abuelo... - La miro, robando su paleta por una lamida.
- Woaww... - Exclama, mientras reclama su golosina por su turno. - ¿Dónde? ¡Ella es tan cool!
Y río, caminando con ella en dirección a otras amigas en un extremo del gran patio, saltando a la soga.
- En Sud América con su club de Aladeltismo en el Uritorco.
- ¡Juno, salta! - Me gritan mis amigas en ese momento, invitando a saltar de ella y haciendo rotar la soga en el aire una y otra vez, cuando paso por su lado.
Con Amely nos miramos y rompemos en risas y tomando impulso al mismo tiempo para saltar ambas en ella, bajo un cantito infantil de nuestras compañeras que alienta a no perder, mientras hace girar sobre nosotras la soga con cada brinco que damos.
De golpe la soga se interrumpe, por una sacudida en seco por ser detenida y golpeando mi cara.
Y tomo mi mejilla, azotada por ella.
Su ardor me duele y pica mi piel golpeada, bajo las quejas e improperios de mi amiga Amely al culpable.
Constanza Goti, compañera de nuestro último nivel.
Bonita como molesta con su grupo de seguidoras y etiquetadas en el colegio como las populares.
Su sonrisa de satisfacción, se dibuja en su rostro rubio y pelo prolijamente peinado para atrás, con una cola de caballo.
Inclina su cabeza, con una fingida mueca.
- ¿Oh, lastimé a una de las trillizas de oro? - Se gira a sus amigas y aliadas. - Pateen mi trasero, chicas. - Ríe con ellas, para luego volverse a mí. - Lo lamento tanto, Junot...
El patio quedó en un silencio profundo, ante el ataque de Constanza y expectantes a mi reacción.
Lágrimas amenazan mis ojos, pero me giro sobre mi lugar para correr al baño de mujeres y mojar mi mejilla adolorida, apretando mi cuaderno de dibujo contra mi pecho.
- ¿Hey, a dónde vas Juno? - Viene detrás mío y me frena de un brazo, causando que mi cuaderno caiga y algunas hojas con viejos dibujos, se desprendan de él.
Levanta uno y lo eleva con su brazo al aire.
- ¡Oigan Junot Mon, ama dibujar a los vagabundos y sucios de la calle!
- Qué asco... - Dicen a coro su séquito, tapando sus narices, actuando y fingiendo mal olor, bajo la risa de la mayoría del colegio primario.
- ¡Dámelo! - Chillo, intentando sacarlo de su mano en alto.
Y se gira sobre ella, con risa perversa para evitarlo.
¿Por qué, se burla?
Solo, son gente abandonada y muy triste que necesita de nuestra ayuda para que se puedan recuperar.
Y una lágrima recorre mi mejilla, intentando en vano recuperar mi dibujo, porque lo pasa a sus amigas.
Procuro nuevamente, pero ellas son rápidas y vuelve a sus manos otra vez.
- Llamaré a tus hermanas. - Exclama Amely, corriendo al interior del colegio y tirando su paleta en la corrida.
- ¡Tráelas! Porque ella sola, no... - Grita Constanza a espaldas de mi amiga de forma burlona, cuando un golpe en seco la interrumpe.
Por alguien.
Constanza Goti eleva su vista al piso superior, para luego a la persona que saltó desde ahí a nuestro piso más abajo.
Para ser precisos.
Casi, dos piso de altura.
Levanto mi cabeza y porque el sol molesta mi vista, utilizo mi cuaderno que levanté del suelo en dirección a mis ojos, para utilizarlo como visera para poder ver mejor.
El sol tras él, se ilumina como un fuerte aura en todo su cuerpo, impidiendo verlo bien.
Solo distingo su abrigo de colegio en gris y su capucha cubriendo, casi la totalidad de su rostro.
Y su boca.
Una perforada con una argolla de plata a un lado de su labio inferior.
Todo el jodido colegio, observa a Constanza petrificada en su lugar, a mí y a Caldeo que con gritos de triunfo del nivel secundario pisos más arriba, gritan victoriosos por sobre los muros apoyados, su proeza de salto y sin el menor atisbo de dolor por ello.
Caldeo eleva su rostro hacia ellos y bajo su silencio como mirada profunda con esos ojos grises como el hielo cristalino, provoca que ellos también callen.
Camina a Constanza con pasos lentos y decididos.
Recordándome a la documental que vi con mi nana Marcello noches atrás, de una pantera en las praderas y al acecho sigiloso, contra un ciervo asustado a su encuentro.
Caldeo, ahora es alto.
Muy alto.
Mi mejor amigo pronto a cumplir 17 años, creció y nos pasa a todos por varias cabezas, inclusive a Cristiano Grands, su mejor amigo que es enorme y el archi enemigo de una de mis hermanas.
Toma la hoja que todavía tiene entre sus manos mi agresora y niega de forma dura con su rostro, aún con capucha y hacia ella por su burla, recuperando mi dibujo.
Para luego, con su barbilla decirle en su silencio que se retire.
Constanza obedece, buscando el consuelo de sus amigas.
Pero se gira sobre sus hombros.
- Caldeo Nápole, no te entiendo... - Chilla con desaire, tirando su lacio pelo rubio hacia atrás y me regala su peor mirada de odio, mientras se va desconsolada por sus aliadas que la abrazan.
Mi mejor amigo hace caso omiso a sus quejas y viene hacia mí, alisando el dibujo que quedó arrugado con sus manos y para ser sincera, bastante roto por la jugarreta de ellas.
Eleva mi barbilla con dos de sus dedos y con su pulgar limpia la única lágrima que en mi mejilla derramé.
Suelto una risita, tomando mi dibujo maltrecho.
- Estoy bien, amigo... - Susurro.
Y muerde su labio, haciendo girar la argolla de él con su lengua, provocando que brille por el sol.
Siempre hace eso, cuando está nervioso.
- ¡Carajo! Cuando la agarre a la cogotuda esa, juro que no le quedará un mechón de ese bonito pelo que tiene y tanto pondera... - El gruñido de una de mis hermanas, nos hace pasar de mirarnos a hacerlo a su dirección.
Y río.
- Estoy bien, Hope... - Digo para calmarla, acompañada de mi otra hermana y Amely.
Tira su pelo castaño como el de las tres, para atrás.
Sus lindos ojos azules destellan de la ira, como su carácter explosivo, intentando controlarse.
- No entiendo por qué, te molesta tanto... - Interrumpe Tatúm, acomodando sus lentes. - ...somos tres, pero su odio es solo contigo. - Y me encojo de hombros, porque yo tampoco lo entiendo.
Mira con cariño a Caldeo.
- Gracias por aparecer... - Le dice y mi mejor amigo, solo sonríe apenas sin dejar de mirarme.
- ¡Señor Nápole, que está haciendo aquí! - La voz severa de una celadora del colegio nos interrumpe. - ¿Quiere recibir otra vez suspensiones? ¡Está prohibido y lo sabe por el reglamento, que el nivel secundario y primario e inicial interactuen! - Exclama indignada.
Y vuelvo a sonreír, empujando su espalda con ambas manos a que vaya en dirección a Miss Houston a la espera de él con las manos en las caderas.
- No puedes salvarme siempre, Caldeo. - Le digo. - Conseguirás que te expulsen, amigo... - Niega, con una sonrisa de lado.
Mis hermanas se agrupan a mí, mientras lo miramos marcharse con la celadora.
Y se gira, para mirarnos por última vez por un hombro.
La capucha gris de su abrigo apenas deja ver su rostro, solo su nariz recta como perfecta y parte de su piel de tono suave y café con leche, podemos apreciar.
- Que mezcla perfecta de color de piel y chico enigmático como sexy... -Suspira Amely entre nosotras.
- ¡Qué asco! - Chilla Tatúm. - ¡Es un viejo! ¡Tiene como 18 años!
- Cumple 17. - La corrijo, acomodando mejor las hojas sueltas de mi cuaderno y sonriendo, mientras toca el timbre anunciando la próxima hora de clases.
Feliz...
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top