CAPITULO 9

JUNO

- ¿No jodan? - Miro a Demian a mi lado en el asiento del conductor y por el espejo retrovisor a Amely.

Mis manos agarradas al volante, se ciñen con fuerza y contra el volante del Mini Cooper.

Detenido, frente a la entrada de estacionamiento del bar WaySky.

Un gran edificio de dos plantas y de ladrillo visto.

Con dos enormes ventanales que se podía apreciar desde afuera, el bullicio de gente joven en la oscuridad de su interior, disfrutando de su buena música, bailando, charlando y tomando algo.

Un cartel de neón en colores verdes y azul llama la atención arriba de este, con sus luces en sincronía encendiendo como apagando y mostrando su nombre con el perfil de una guitarra eléctrica en el cielo.

- Es mi cumpleaños. - Exclama Fresita, haciendo seña que continúe para buscar estacionamiento. - Y es lo único decente de este lado de la ciudad y todos en la Universidad, hablan de este jodido bar y la banda que toca "Way to Heaven."

- Banda, que resulta ser el vocalista Caldeo... - Digo de mala gana, buscando por todo el maldito estacionamiento al aire libre, un espacio para estacionar entre muchos autos.

Y maldigo para mis adentros, por haber elegido el coche de mamá que por su tamaño, entra en cualquier lado y no alguna nave grande de papá.

Hubiera sido la excusa perfecta para no quedarnos.

Mierda.

El alboroto de una batería golpeando acompañado de un bajo en vivo, retumba desde adentro y se amplifica, cuando bajamos del coche y nos acercamos a la puerta de entrada.

Un par de vasos rojos por el piso de este, los típicos de plásticos que se toman en fiestas, hay esparcidos con envoltorio de caramelos o chicles.

- ¿Están seguro, que es una buena idea? - Dije por tercera vez en mi mente y una, en voz alta para nada convencida de todo esto.

¿Por qué, no otro bar?

¿Por qué no, un lugar de comidas rápidas y después cine?

Ok...ok...

Eso no sería una salida nocturna de amigos.

El puchero triste de la boca de Demian por mi inseguridad y temores, hace que me patee en mi mente por parecer tan egoísta.

Y Amely me abraza para darme ánimo.

Resoplo.

- Está bien. Pero, si me siento incómoda, me iré... - Suelto, bajo el festejo de ellos por aceptar.

- ¡Será el mejor de mis cumpleaños de la historia! - Exclama feliz Demian, frotando sus manos entre sí, complacido.

Y hago una mueca sonriendo por su "presagio" futurista, demasiado positivo y ganándome una despeinada de pelo por parte de él y de forma alegre con su mano.

Amely abre la puerta de entrada por nosotros, empujando con fuerza y con ayuda de Fresita.

- ¡Vinimos a pasarla genial y así será, amigos! - Chilla con una mano en el aire como puño tipo victoria y llena de emoción.

Me mira.

- Las probabilidades que Caldeo te vea entre tanta gente son ínfimas, cariño... - Prosigue abriéndose paso entre tanta gente de pie y donde, todas las mesas están ocupadas al 100x100 mientras la seguimos en dirección a la barra. - ...he escuchado que solo está en el escenario, canta y después, solo permanece en su mesa "especial" para él y su banda hasta que se va con alguna zorra de turno, si no es la perra de la peli teñida Constanza Goti que siempre lame las sobras...

La miro.

- ¿Sobras? - Grito por sobre la música fuerte y pidiendo permiso con cada paso que doy para no perderlos de vista entre la multitud.

Ríe a carcajadas pero no contesta, al igual que Demian con quién cruzan miradas.

Y frunzo mi cara.

Porque, no entendí el chiste.

Y ríen más por ello, divertidos mientras nos hacemos camino y mucha gente cruzamos.

Compañeros de clases, alumnos de la Universidad y otros aledaños que se mueven entre ellos al ritmo de la música, mientras ríen con tragos en mano y disfrutan.

Todos vestidos para la ocasión y el lugar.

Faldas sugerentes, jeans ajustados, top, remeras ceñidas o camisas.

Una vez en la barra y sin importar la mirada de mierda de los de al lado por empujar para hacer espacio para nosotros, Amely hace seña con una mano en alto a un lindo chico detrás de este, para nuestros pedidos con la remera negra del lugar.

- Aunque estaría de muerte que el idiota, pero lindo Caldeo te viera... - Larga de la nada.

Y mis ojos se abren.

- ¿Qué? - Empiezo a negar nerviosa y ya con un nudo en el estómago, en solo pensar eso y con una mano tapando su boca con brillo labial.

¡Por Dios! ¡No lo nombres!

Y en el acto de forma perseguida, comienzo a mirar para todos lados.

¿Alguien escuchó?

¿Me vio?

Siento su risa en mi mano y rueda sus ojos, cuando me lo saca.

Hace nuestro pedido al chico de la barra, para volverse otra vez hacia nosotros y apoyando su cuerpo de forma relajada en ella con su espalda y brazos.

- Pagaría lo que sea, por ver la expresión de su rostro si lo supiera. - Me regala una sonrisa burlona.

- No entiendo... - Exclamo sobre la música electrónica de moda y jugando con las pulseras de mis manos.

Le arquea una de sus bonitas cejas Demian que se limita a negar, mientras nos pasa nuestras botellas de cerveza.

- ¡Porque te ves sensacional, Juno! - Chilla emocionada. - Como tú, no tengo idea que pasó entre ustedes dos, pero no va ser capaz de ignorarte.

Ruedo mis ojos.

Demian le da la razón y señala a Amely con su botella de cerveza a modo y dándole la razón.

- Cariño, eres como una bonita y dulce diosa. Esta vez no va haber broma o rey silencioso y cabrón del campus, que mantenga a chicos alejado de ti... - ¿Qué? - ...se le arrugarán las pelotas a Caldeo por ello. - Fresita mueve sus cejas divertido.

Otra vez, frunzo mi ceño.

Y otra vez, me pregunto.

¿Qué?

¿Alejar?

¿Y eso?

Mientras beben sus bebidas, yo miro la mía entre mis manos.

No soy de beber alcohol, aunque en otras oportunidades lo he hecho como en fiestas familiares.

Pero, solo una copa de champagne por algún brindis o en compañía de la abuela y mis hermanas, en tardecitas de mucho calor y de verano en su quinta.

Algo de ron con batidos con frutas de estación.

No soy buena en ello.

Y dejo escapar un suspiro y los imito, inclinado mi botella y dando un sorbo.

Fresco con cierto dejo amargo, pero reconfortante en mi paladar y bajo aún, mis dudas de que mierda estoy haciendo aquí y de qué, están hablando ellos.

La música que suenan a toda potencia desde los autoparlantes, van dando fin con el último tema de moda.

Aplausos de todos, griterío del público femenino saltando sobre sus lugares y ovación, se siente de golpe.

Y yo, tengo náuseas y mi corazón se oprime.

Porque, le están dando paso a la banda del lugar en vivo, después de su primer descanso.

Y oh Dios...

Voy a escuchar a Caldeo cantar por primera vez.

Mis manos entrelazadas entre sí, con la botella de cerveza sobre mi pecho, se retuercen ante los nervios de tanta expectativas y anticipación.

No puedo divisar mucho desde la oscuridad propia del bar y porque, la mayoría de pie tapa algo mi visión.

Pero se distingue el pequeño escenario y los instrumentos musicales reposando en él y como cada integrante, bajo más aclamaciones y aplausos, van subiendo a este y toman sus respectivos lugares.

Pero Caldeo, todavía no sube.

Lo familiar golpea mi pecho y se hace eco en mis oídos por ese temor y para ser sincera, como que un centenar de kilómetros de distancia o mejor aún, una isla desierta sonaba como un lugar agradable para estar en este momento.

Demian se inclina hacia mí, aplaudiendo como los demás.

- No te preocupes Jun, este juego íntimo suyo no puede seguir para siempre... - Me murmura.

¿Juego íntimo?

- ¿Qué? - Digo, dejando de aplaudir como todos para mirarlo.

O sea.

Soy inexperta en el sexo.

Para ser sincera.

Mantengo mi tarjeta "V" y también la de mi primer beso.

Sip.

Nunca besé a los labios a un chico.

Tómenme por soñadora, pero esas dos cosas importantes para mí y siempre desee, que fueran de la mano y por la misma persona.

Una, única persona...

Y por eso, en este momento las palabras juego íntimo de los labios de Demian, como que me suena a sexual.

Y ya mi cara se desencaja y ni hablar de mi estómago, ante el nombre Caldeo y sexo en la misma oración.

Los acordes y un solo de una guitarra, comienzan con el inicio del show y de la mano de un chico de pelo teñido de azul y tantos tatuajes como Caldeo, pero con un rostro lleno de piercing.

Casi todo el bar está a oscuras y en silencio, ante la entrada musical de la banda.

Luces dicroicas ubicadas y de intensidad suave, iluminan de golpe al centro del escenario.

A él.

Y mi boca, cae.

Caldeo vestido con una remera negra y con el nombre de su banda como los tres restantes, unos viejos jeans oscuros y desgastados, botas tipo combate desacordonadas y su lindo pelo disparado tan él, de esa forma desordenada que lo hace lucir recién levantado, empieza a cantar.

Repito, a cantar.

https://youtu.be/ThYnyjoTAQs

Mi pecho se ahoga por el impacto y la emoción.

Y tengo ganas de llorar, porque es la voz más hermosa que escuché en mi vida.

De pie y ante el micrófono, su voz llena de fuerza y sentimiento, colisiona contra todos nosotros, su público.

Que estalla en aclamaciones al sentirlo y lo acompaña, saltando sobre sus lugares y con celulares sobre sus cabezas grabándolo en vivo.

Caldeo sin moverse de su sitio, pero con apenas movimientos y con un sentimiento lleno de firmeza y garra, canta cada letra del tema con sus dos manos acariciando como entrelazándolas al micrófono de pie y frente suyo.

Sip.

Caldeo lejos de esa forma bruta y temible que se hizo fama, es de una pasión fuerte y a la vez dulce y suave, su forma de cantar.

Es con sentimiento...

Y bajo una hermosa canción esperanzadora.

Que habla.

Dicen sus letras.

De una razón para creer.

Que nada está perdido.

Y que las respuestas por tu lucha, siempre están y eso, es un hermoso panorama a la vida...

Dios.

La batería suena a toda potencia y Caldeo la acompaña con movimientos de cabeza y todas la mujeres del lugar, gimen y gritan su nombre cuando se sonríe con uno de sus compañero de banda que a su lado con guitarra en mano y haciendo su coro con él.

Sus ojos gris hielo y cristalinos, vuelven a su público y su mano se eleva, cuando le da energía a sus últimas estrofas.

Más gritos.

Más aclamaciones.

Y más gemidos de chicas gritando obscenidades a él, sobre la lluvia de aplausos cuando la finaliza.

- Dios...es fantástico... - Susurra Demian.

- Un jodido dios del sexo y del rock... - Acota Amely, dando fin a su botella y haciendo seña al chico barman por otra y tan sorprendida como yo.

- Carajo... - Solo, sale de mí.

Caldeo, solo agradece con un movimiento de cabeza y se voltea hacia su banda por la segunda canción de la noche, mientras Constanza se acerca al escenario y le alcanza un vaso de agua con hielo.

Se limita solo a guiñarle un ojo, cuando lo recibe y le da un sorbo y yo, me lleno de ira.

¿Qué?

¿Dije ira?

Y eso me enoja más.

Aprieto con bronca la botella entre mis manos.

- No hagas eso... - Me dice Demian a mi lado y ante mi reacción poco disimulada.

Maldición.

- ¿Qué? ¿Qué no haga, qué? - Tomo un gran sorbo para disimular y volteando mi cuerpo del escenario.

No te pienso mirar más, Caldeo.

De pronto, es más interesante todo lo que está dentro de la barra.

Sus vasos, botellas, el chico barman y un señor corpulento como de tupida barba entrecana en un extremo, también atendiendo los pedidos.

Mi amigo se apoya como yo, sobre la barra mientras vemos a Amely acepta un chico invitándola a bailar.

Suspira, bajo la canción que es tan hermosa como la primera.

Pero, me niego a voltear hacia él.

- ¿Qué te hace pensar, que él... - Lo señala con la barbilla. - ...te odia?

Lo miro.

Seria.

Para luego, romper a carcajadas.

Creo, que por culpa de mis traguitos de cerveza.

¿Me está jodiendo?

- Por sus pendejadas, bromas denigrando mi persona... - Gruño y me inclino a él. - ...por su rechazo desde que pisó, luego de su viaje de África cuando corrí a su casa al saber que había vuelto. - Lágrimas amenazan mis ojos, porque duele como la mierda. - La mirada con la que me recibió, fría y sin sentimiento... - Mi voz me empieza a traicionar, quebrándose. - ...la forma que me empujó...cuando quise abrazarlo! - Exclamo y elevando mis manos al cielo con la primer lágrima en mi mejilla. - Por las interminables veces que quise acercarme en la Universidad y en cada jodido rincón para preguntarle qué, había pasado entre nosotros y solo recibí su ignorancia y mirada burlona frente a todos, importándole una mierda mis llantos...

Fresita me abraza de golpe y es cálido.

Y yo, lloro sobre su pecho.

- ¿Nunca te preguntaste que no era odio, si no amor, Jun? - Me susurra contra el aplauso del fin de la canción.

¿Qué?

Niego sobre su pecho.

- ...y que es tanto su amor, que te protege de él, por un algo?

¿Un algo?

¿Amor?

Elevo mis ojos a él.

- ¿Amor? - Repito y asiente de lo más natural. - ¡Amor! - Chillo.

Mira para un lado por mi grito y vuelve a asentir.

- Sip. - Me dice como si nada.

- Si eso es amar, no quiero saber lo que es odio.

Toma ambos hombros míos, para focalice en él.

- Juno, querida, ¿entiendes lo que te acabo de decir?

Inclino mi cabeza insegura y ríe.

- Cariño, no te estoy hablando del amor de amigos, el de "amistad." - Limpia mi lágrima. - Te estoy diciendo el sentimiento amor de un hombre a una mujer del tipo "mariposas en el estómago," "te follo con la mirada" y "quiero que seas la madre de mis lindos bebés."

Suelto una risa nerviosa.

¿Caldeo, amarme?

Otra vez, río.

Sí, como no.

Le ruedo los ojos y tomo otro sorbo de cerveza ya tibia.

Jamás.

No.

Eso, sería imposible...

¿No?

Si él me repudia.

Y cuando éramos mejores amigos, jamás intentó besarme en el estanque.

Si alguna vez me quiso, fue como a una hermana menor.

- Lo que intento decirte terca, es que ya es hora de no sufrir más y empieces a defenderte.

- ¿Defenderme?

Asiente, mientras hace un pedido al oído al chico lindo y barman.

Se vuelve a mí.

- Si él te empuja con sus mierdas... - Me toca con un dedo a mi frente. - ...tú, también empújalo y le pateas ese lindo y sexy trasero que tiene...

Frunzo mi ceja, mirando deliberadamente al escenario.

Caldeo canta otra linda canción.

- Juro que, como que soy Fresita... - Exclama, recibiendo dos tragos de la barra y me da uno. - ...que eso, te va a llevar a esas respuestas de su amor por ti.

- ¡Qué no es amor! - Digo con cierta furia.

Pero, sacando esa idiotez de Demian del amor de Caldeo, sabía que en un punto tenía razón.

¿Debía haber una, no?

Por el cual, se comportaba como el patán más cruel y grande del mundo conmigo.

Varias veces lo pensé y juro, que sentí secar mi cerebro buscando una respuesta, pero jamás en profundidad.

Cortesía de mi lágrimas y quedarme dormida sobre mi cama.

El golpe cariñoso a mi hombro de Demian, me saca de mis pensamientos.

- Ahora, brindemos por mi cumpleaños mi pequeña amiga con la margarita que tienes entre tus manos, bébela y deja de fruncir ese ceño y empieza a mirar a uno de esos chicos bonitos como calientes que te observan lobunamente y con muchas ganas de invitarte a bailar y no se animan, por miedo a perder su pene en el intento.

¿Eh?

Miro a donde me señala y sí.

Un par de chicos, me miran y hablan entre sí.

Y uno, eleva su botella al aire por mi persona.

Me giro a Fresita.

Oh, mierda.

Y mi amigo sonríe.

Le entrecierro los ojos.

- ¡No frunzo mi ceño! - Y creo que junté más mis cejas, porque ríe y me contagia.

Río a carcajadas mientras lo abrazo con cariño y brindo con él, deseándole los mejores deseos por su cumpleaños, mientras una canción lenta en los hermosos labios de Caldeo, es acariciada con suavidad y solo con su guitarra.

Parte del público, toma sus viejos lugares en las mesas al escucharla.

Doy un gran sorbo a mi margarita y hago una mueca.

Es mi primera vez, está fuerte y hace picar mi garganta.

Pero, rico y delicioso.

Y un desgarrador crujir de cuerdas de guitarra colisionando entre sí, por ser dejada de tocar de golpe, retumba en los amplificadores y parlantes, haciendo gemir a todos y provocando, que muchos tapemos nuestros oídos con las manos por su decibel.

Y con ese horrible sonido.

La voz de Caldeo, calla.

- Oh, oh... - Exclama Fresita.

Me giro sobre mi hombro sorbiendo de mi trago con la pajilla y a donde sus ojos azules están fijos.

Al escenario.

Para ser precisa, en Caldeo.

Con su mirada en mí, puesta.

Fija.

¿Y dije, de mierda también?

Sus condenados ojos hielo van a mis ojos, para luego al vaso que bebo y otra vez a mis ojos.

Su ceño se frunce mucho.

Y sin más, salta del escenario soltando su guitarra e importándole una mierda, dejar esa bella canción a medio cantar como las miradas atónitas de media Universidad y público presente.

Inclusive a Constanza y a su llamado.

Para venir a mi dirección.

Carajo...

Y no le doy tiempo ni siquiera a Demian a que reaccione.

Empiezo a pedir permiso con cada paso rápido que doy, abriéndome entre la multitud y a codazos, huyendo.

Podía sentir a Caldeo con su mirada detrás de mí y haciéndose paso entre la gente, como si estuviera tocándome físicamente.

Y hasta un gemido suyo.

¿De ira?

No tenía ganas de averiguarlo y no estaba muy segura.

Y la aglomeración y bullicio con la música de moda, otra vez sonando a toda potencia.

No podía irme sin los chicos.

Mi mejor opción, encerrarme en el baño de mujeres.

Él no entraría ahí.

Mensajear a Amely por mi búsqueda dentro, para luego salir con Demian los tres.

Chicos miraban perplejos mi rápida huida y a un Caldeo en persecución.

Y chillé cuando sentí unos fuertes brazos rodeando mi cintura, casi llegando a la puerta de los baños y empujarme de forma brusca y sobre mis pasos, para chocar con un duro pecho en el retroceso mi espalda.

Me acorraló contra la pared con este, pegado al mío y provocando, que vuelque parte de mi trago.

Sus manos elevaron las mías por sobre mi cabeza, entrelazando nuestros dedos y tirando mi vaso al piso de un movimiento.

Y cerré mis ojos al sentir que se inclinaba a mí, para nivelar los suyos con los míos.

El aroma de su perfume masculino me colmó, como su respiración cálida y algo acelerada que jugaba con mi mejilla.

Me estrechó con más fuerza sobre él, aspirando el olor de mi pelo y los dedos de una de sus manos, descendió dibujando sobre la piel de mi brazo en alto, hasta mi rostro con suavidad y poder elevar con mi barbilla, mis ojos aún cerrados y me obligó a mirarlo.

Y oh mierda, con su mirada...



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