CAPITULO 8

JUNO

Los siguientes días en la semana, transcurrieron igual y llamémoslo poco impresionante, apasionante o vertiginoso.

Sip.

Advertí que mi vida era algo aburrida y monótona.

Lo lamento.

Me gustaría poder decir que escalé hasta la cima del Everest o que fui participe de una persecución policial, atrapando a los malechores y mi vida estuvo cargada de adrenalina.

Pero, nop.

La triste realidad, es que estuve esclavizada con trabajos y apuntes hasta hoy viernes, corriendo de una clase a otra, almorzando con Amely y Fresita que congeniaron muy bien al aire libre en el campus o bromeando entre nosotros en nuestras prácticas deportivas y tratando de organizar una salida divertida por el cumpleaños próximo de Demian.

Con un suspiro de resignación, cierro el libro de Arte Contemporáneo y miro por la ventana que tengo junto a mí y en mi clase de un segundo piso, mordiendo mi lápiz.

Caldeo, no vino a clase dos días.

¿Por eso, tanta tranquilidad en mi vida estudiantil?

Murmullos de toda la Universidad, corren por los pasillos y clases, que fue detenido por la policía por una pelea callejera con su banda y otro grupo en el bar donde toca a su salida.

Pero lo cierto, es que Cristiano Grands y mejor amigo, me lo crucé en un par de ocasiones en los corredores entre clases y clases.

Aunque su mirada era taciturna y algo perdida, su atractivo rostro rubio y de ojos verdes, no poseía ningún hematoma o señal de una yesca de pelea.

Luché contra el impulso de preguntarle por Caldeo en unos de nuestros cruces.

Habíamos coincidido en una hora de descanso en la cantina de la Universidad.

Y esperando mi turno por un sándwich y caja de jugo para merendar en el jardín del campus, Cristiano con dos personas más adelante recibía su pedido.

Nuestras miradas se cruzaron cuando se volteó con su bandeja y yo mordí mi labio para no preguntar y solo la abrí, para hacer mi pedido a la cocinera.

Incluso y después de todo lo que me había hecho, parte de mí, todavía extrañaba a ese mejor amigo y compañero constante de cuando niña.

Pero ese Caldeo, se había ido.

En su lugar, había un amargo, petulante, odioso y hermoso chico malo que no tenía sentido ya para mí.

Sus ojos reposaron unos segundos en mí.

Solo unos segundos, cuando se detuvo frente mío.

Esperaba una de sus pendejadas de burla, pero se limitó solo a mirarme y seguir su camino.

Arrugo mi nariz.

Eso sí, fue extraño.

***

Horas más tarde, mis amigos en mi habitación dan vuelta mi armario por ropa óptima para salir un viernes a la noche.

- Dios... - Exclama Fresita, decepcionado frente a él.

Se gira a mí, entrecerrando los ojos.

- ¿Segura que no confundiste de carrera? - Señala el interior de ella. - Novicia, sería la adecuada.

Tatúm desde sus cama leyendo un grueso libro, ríe a carcajadas con Amely intentando retocar su brillo labial de su espejito de mano.

Me encojo de hombros.

- No soy de salidas nocturnas... - Me justifico.

- Juno nunca tuvo cita. - Acota mi trilliza, dando vuelta una página.

Y Demian pone las manos en la cintura.

- ¿Y por qué, eso?

Me encojo de vuelta de hombros.

Amely se levanta de mi cama y socorre a Demian de mi "horrible" guardarropas, buscando entre los percheros.

- No es, que no las tuvo... - Dice, tirando algunas prendas sobre mi cama para que elija. - ...pero cuando la han invitado, horas después dichos y por cierto muy guapos muchachos, se han retractado. - Finaliza, elevando un jeans por demás ajustado. - Perfecto. - Dice, poniéndolo sobre mi nariz.

Fresita arquea una ceja.

- Extraño e interesante... - Solo dice, escuchando mi amiga.

- Mis botas negras te quedaran muy sexy con ese jeans. - Dice Tatúm, señalándolas en el piso.

Hago una mueca.

Son hermosas, pero su tacón es muy alto.

- No lo sé... - Murmuro poco convencida. - ...a ti te quedan jodidamente bien puestas, pero yo...

Mi hermana ríe.

- Bobita, somos iguales. - Ríe más. - Si me quedan bien, a ti también.

Mierda.

Buen punto.

Minutos después, todos estamos listos.

Demian con su habitual todo de negro y maquillaje gótico que resalta más el azul de sus ojos.

Amely en su lindo vestido corto azul, con abrigo y zapatos vértigo a tono.

Y yo, con esos jeans extremadamente ajustado, que juro que tuve que acostarme en la cama para que suba su cremallera y con ayuda de los tres entre risas.

Y con las bonitas botas de mi hermana, más una blusa ceñida y clara.

- ¿Segura que no quieres venir? - Pregunto a Tatúm, buscando mi chaqueta negra del perchero. - Será divertido. - Animo.

Tatúm niega.

- Para la próxima chicos, tengo un final en dos días y no quiero fallar. - Murmura, acomodando sus lentes frente a su libro de medicina.

- Ok. - Digo, besando su mejilla y saliendo de la habitación.

Entre risas, bajamos las escaleras y Hope con pantalón pijama y pantuflas, comiendo palomitas de una bandeja nos mira a todos.

- ¡Guau, pero que guapos! - Exclama.

Me recorre con la mirada.

- ¡Estas muy bonita, Jun! Ya era hora algo de maquillaje y ropa sexy en ti, nena.

Y Demian, lleva una mano al pecho.

- Jesús ¿Esto es una fábrica de clones?

Ruedo mis ojos sonriendo.

- Lo siento, olvidé decirte que somos tres...

Abre sus ojos.

- Detalle muy importante cariño, cuando hablabas de tu gemela, siempre pensé en dos.

- Nop y soy Hope, la menor de todas por 4 minutos. - Se presenta, comiendo palomitas.

- Milady... - Hace una reverencia Demian. - Fresita, para servirle. - Dice y lo cual Hope, lo devuelve el mismo saludo entre risas.

Tomo su espalda y lo empujo a él y a Amely.

- Suficiente. Hora de irnos chicos...

Y despido a mi segunda hermana, camino a subir las escaleras con un abrazo.

- Oye...

Me giro sobre mi hombro ante el llamado de ella.

- Diviértete y pásala genial. Y si alguien te molesta, solo llama a mi celular. Arrancaré sus pelos... - Amenaza - De a uno.... - Me guiña un ojo.

Sonrío.

- Gracias, Hop... - Murmuro.

Y una tos discreta de mi padre desde la sala, nos hace girar en nuestro caminar.

Carajo...

Sentado en uno de los sillones y aún con ropa de vestir, lee tranquilo una revista de economía.

Muy tranquilo.

Mierda.

Fresita, se inclina levemente hacia mí.

- ¿Jodéme, que él es tu padre? - Me susurra.

Sip.

Él es mi padre.

El gran empresario, Herónimo Mon.

Tiene dos cosas que impactan, cuando lo ves por primera vez.

Pese a estar de forma relajada y despreocupada, sentado en la comodidad de su hogar o detrás de su escritorio en la oficina de su piso en TINERCA con su ya conocida mirada glacial.

Es su intimidante tamaño como figura de casi 2m y a eso, súmenle sus tatuajes que se perciben bajo las mangas de su camisa dobladas hasta la altura de los codos, lo que asusta.

Y lo otro.

Lo guapo y atractivo, que es para ser padre de adolescentes.

Eleva su vista de la lectura de la revista, para doblarla de forma "muy" prolija y por demás "lenta" para luego, ponerla a su lado del sofá y mirarnos.

Repito.

Muy tranquilo.

Cuando papá, no tiene un gramo de tranquilidad en todo él.

Pone sus brazos sobre su pecho, seguido de cruzar una pierna sobre otra muy lenta y acomoda sus lindos lentes en el puente de su nariz.

Los tres uno al lado del otro, nos limitamos a mirarlo de nuestra distancia.

Se aclara la garganta.

Y eleva apenas un dedo.

- ¿Y tú, quién eres? - Pregunta de forma seria a Demian a mi lado, mientras yo muerdo mi labio para no reír.

- Demian Bic, señor. - Dice, respondiendo con esa misma seriedad. - Nuevo compañero y amigo de su hija Juno.

Frota con sus dedos sus labios.

- Mmnm... - Solo dice.

Modo analítico, diría mamá.

- ¿Por qué, usas maquillaje y vistes oscuro?

- Soy gótico, señor.

- ¿Qué edad tienes?

- Hoy cumplo 19, señor.

Mi padre arquea una ceja y ladea su rostro a un lado, cruzando más sus fuertes brazos en su pecho.

- ¿Qué intenciones tienes con mi bebita?

Demian me mira.

Y me encojo de hombros, sin poder evitar sonreír por su cara perpleja.

Se vuelve hacia mi padre, tirando sus hombros par atrás con orgullo.

- Mis intenciones son cuidarla y ser un gran amigo para ella, señor Mon...

- ¿Me dices la verdad?

- Sí, señor.

- ¿Eres gay?

- Sí, señor.

- Bienvenido a la familia y feliz cumpleaños, muchacho. - Dice sin más y como si todo estuviera dicho con eso, vuelve a su revista dejada a un lado.

Luego de soltar varias respiraciones por sus inquisidoras preguntas, Demian se acerca a estrechar la mano de mi padre.

- ¡Mamá! - Grito. - ¿Me prestas tu coche? - Le pregunto, cuando se asoma de la cocina con más palomitas en otra bandeja.

Busca el control remoto de la gran tele y la enciende, para luego mirar a Demian.

- Él es Demian, compañero y amigo nuevo. - Le digo.

Lo abraza y sonríe.

- Junot habla mucho de ti, es bueno conocerte. - Me mira. - Claro nena, solo no vuelvas muy tarde.

Y el rostro de papá se desencaja.

- Grands los llevará, no usará esa mierda con ruedas.

Y mamá, pone una mano en la cintura.

- ¡Herónimo es un clásico y un excelente coche, pese a sus años!

Y niego con una mano en mi cara.

Siempre, la misma discusión.

De las tres, soy la única que no tiene coche.

No me interesa, ya que no lo necesito tanto como Hope y Tatúm que van y vienen de la ciudad.

Para moverme por acá, tengo mi bicicleta y si no, el bonito Mini Copper de mamá modelo '75 que adora y está en la cochera entre la flota de lindos autos deportivos de mi padre.

- Llamaron de la Metro para que lo devuelvas esa "Cosa" nena, quieren hacer la secuela de Los Picapiedras... - Arremete papá, contra el auto.

Mamá lo mira seria, para luego reír a carcajadas.

Se sienta en su regazo buscando una película con el control, mientras papá roba palomitas de su bandeja con una mueca divertida y besa su frente.

Mis hombros, caen.

- ¡No voy a moverme con mis amigos en una salida con chófer! ¡En un poco más de una semana, cumplo 18 años! - Exclamo.

- En edad humano... - Me corrige papá, dando un sorbo al vaso de jugo que tiene en la mesita de al lado. 

Abraza más a mamá. 

- ...en la edad Herónimo con tus hermanas, solo tienen 3 años para mí...

Me acerco y beso la frente de los dos con cariño.

- Prometo manejar con cuidado y no volver tarde, papi...

Las palabras mágicas.

Y me entrecierra los ojos odioso.

Porque, sabe que le puedo con mis muequitas de amor.

Mira a mamá.

Ella también lo mira con ternura y rodeando su cuello con sus brazos.

- Mierda... - Exclama aflojando más el cuello de su camisa, mientras pone una mano en el pecho. Cierto, su angina - Bebita, no muy tarde. - Me advierte.

Y chillo de felicidad abrazando a ambos, para luego correr con mis amigos a la cocina donde de una pared, cuelgan todos los juegos de llaves de los coches.



                  CALDEO

https://youtu.be/D7fIJmcKReg

Sentado en lo de siempre en el bar de Salvador, pero en vez de mi habitual mesa ya reservada y nuestra para los chicos de la banda y para mí.

Contra la pared y en el escalón a un lado que lleva al mini escenario donde tocamos, garabateo unas notas musicales en mi cuaderno, para luego tomar mi guitarra y tocar suavemente las cuerdas, probando.

- ¿Seguro que podrás, Caldeo? - Me pregunta Salvador con tono preocupado.

Asiento y le guiño un ojo silencioso para tranquilizarlo.

Bufa como respuesta, provocando que ría, mientras me ofrece un vaso de Sprite con rodajas de limón.

Aunque, contrario a lo que muchos piensan.

No bebo alcohol.

Jamás lo hice.

Pese a que mi personalidad, vestimenta fuera de la Universidad y tatuajes vendan otra cosa de mí.

Doy un sorbo a mi gaseosa y los acordes de una suave melodía, desgarran mis dedos sobre las cuerdas.

Salvador se apoya en la barra y pasa su gruesa y gran mano, por su tupida barba entrecana.

- ¿Nueva canción? - Me pregunta.

Y una media sonrisa se dibuja en mis labios.

Con un movimiento de mi cabeza, llevo mi pelo desordenado a un lado de mi rostro para ponerlo detrás de mi oreja y para mirar a mi amigo, mientras digo que sí.

Escucha por unos segundos como la guitarra dibuja las notas musicales de la dulce melodía en el aire, que compuse estos dos últimos días.

- Ella debe ser muy importante para que un chico estrella del rock, componga algo tan especial... - Palmea mi hombro con cariño. - ...y apostaría mi trasero, que no es la rubia que siempre te sigue como una sombra, muchacho...

No le contesto.

Me limito a seguir con los acordes de mi guitarra.

Pero se gira sobre su hombro tras unos pasos.

- A propósito, chico. - Lo miro. - Llamó ese tal Constantine otra vez al bar. - Cierro mis ojos.

Mierda.

- Hice lo que me pediste. - Me dice, volviendo a los quehaceres antes de abrir el bar. - Negarte...

Y resoplo apoyando toda mi espalda sobre la pared de forma cansada con mi guitarra en mi pecho, mirando como se va y da órdenes a los empleados.

Constantine, otra vez.

Carajo...








Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top