CAPITULO 4

JUNO

- Mirada de artista... - La voz de la maestra suena tipo eco, en el gran salón ante el silencio sepulcral de este, por la desnudez total de Caldeo frente a nosotros.

Con las manos en la cintura, camina frente a todos sus alumnos mirándonos a los ojos seria.

- Proyección, enfoque y artista. – Prosigue, elevando de a uno sus dedos al aire y enumerando sus palabras. - Proyección, porque me proyecto en el trabajo. Enfoque, porque es fuera el pudor y saber separar, las sensaciones que me moviliza de la pieza humana en cuestión... - Me mira a mí y a Caldeo.

¿Por qué?

- ...y el no menos importante, el artista... - Nos recorre a todos, con su mirada de un azul intenso. - ...porque lo somos, no? Hay que mirar esa pieza muerta o en movimiento con respeto. Desde el dibujo, de una simple manzana... - Exclama, elevando la fruta que saca de su bolso. La muerde de un bocado, para luego señalar a Caldeo desnudo. - ...a un mortal... - Se sonríe, negando. - Es intenso, lo sé. Su introducción al dibujo del desnudo del cuerpo humano en la materia. - Camina en mi dirección y nos vuelve a mirar. - Pero necesitaba saber sus miradas vírgenes, para trabajar en ello y pulirlos. - Se sonríe otra vez. - Señores... - Hace una reverencia ante todos. - A trabajar, que les queda solo quince minutos finales...

OMG.

Yo, no puedo dibujar "ahí."

Santo Dios.

Ni siquiera puedo mirar fijamente y retener mi mirada en su miembro y con su mirada puesta en mí.

¿Para ser sincera?

Nunca vi una.

¿Y mi primera vez en ello, tiene que ser justo la de Caldeo?

Me arquea una ceja por retener mi vista arriba de su cintura.

Y así, la mantengo.

Porque, yo no puedo...

Mientras todos mis compañeros dibujan la desnudez completa de Caldeo, yo me limito a su vientre.

Un lindo y duro vientre tonificado, donde el tatuaje de la figura Maorí de un dios Totem, lo acapara y parte de sus pectorales bien definidos.

Mis trazos lo diseñan con precisión y cierto realismo.

La expresión de su mirada esta fija en mi persona en todo momento, mientras desahogo la frustración por no poder cumplir con la maestra.

Muerde su piercing.

Sabe que no estoy dibujando su miembro, porque jamás bajé mi mirada a ello.

Y sus oscuras cejas se fruncen.

El timbre en ese momento, suena dando fin a la clase.

Y no pierdo tiempo.

Recojo mis cosas y sin guardar mis grafitos de forma prolija como lo hago siempre en su caja.

Las tiro al interior de mi mochila.

Tomo la hoja y pidiendo permiso entre los demás estudiantes, me adelanto y entrego mi trabajo a la maestra de forma apurada.

Ella me mira sorprendida por mi reacción y por ser la primera que me retiro del aula, bajo los gritos de espera de Demian y la mirada seria de Caldeo por mi apurada huida.

Minutos después, la risa de Demian se siente en gran parte del jardín lateral del campus.

Sobre una de las tantas mesas de material con fines para almorzar como segunda opción después de la cantina o simplemente, para descansar entre break de hora y hora a otra clase.

Mi nuevo mejor amigo, ríe a carcajadas echando su cabeza hacia atrás y limpiando parte de su delineado en negro de sus ojos, que se corrió por lagrimear de la risa.

- Eres genial. - Exclama de forma divertida, intentando tomar de su jugo de naranja en caja con la pajilla, pero su risa no se lo permite.

Con mi barbilla en un puño y la otra jugando con la manzana sin morder que me traje de casa, lo miro de forma desinflada.

- No. No lo soy... - Digo con total convencimiento.

Porque es la verdad.

Soy algo tímida y aunque a mí y mis hermanas nos han dicho que somos bonitas, soy la más ignorada de las tres.

Tatúm es llamativa y preciosa con esa personalidad dulce muy parecida a mamá que posee, bajo sus lindos lentes de armazón negro que usa al igual que papá con sus docenas de hebillas en el pelo.

¿Su pasión?

Ayudar al prójimo enfermo.

Lo único que puede alterar a Tatúm de su dulce carácter, es la presencia de su archi enemigo en potencia y desde muy niños.

Cristiano Grands y mejor amigo, pese a su diferencia de un par de años de Caldeo.

Estudia para entrar a las fuerzas armadas del comando especial de la policía como su familia paterna lo hizo por cinco generaciones.

Hijo y casi de la familia del primero al mando de mi padre, Grands.

Ya que nuestro abuelito Collins se casó con nuestra abuelita, siendo nosotras muy niñas y se retiró del cargo.

Mi otra hermana Hope, es otro tema.

Impulsiva y jodida como ella sola con su carácter fuerte.

Pero, hermosa por donde la mires y como una versión femenina de papá, según las palabras de mamá.

Papá de más joven, era como algo rarito y difícil de congeniar y ponerse de acuerdo con él con ciertos caprichos, porque regía bajo unas cuatro reglas su vida.

Que nunca nos dijo, cuáles eran.

Y por ende.

Era como tener una conversación con el agujero negro, siempre se burla mamá, bajo la mirada de odio de papá cuando lo comenta.

Para luego no aguantar la risa, abrazarla y llamarla su "nena" o"rayo," ya que es raro que se dirija a ella por su nombre.

¿Lo único que altera a mi hermana Hope?

Salir de ese control que se rige de forma meticulosa su vida programada.

Una en distribuir, marcar y agendar en tiempo y hora.

Lo que utiliza bajo un plan sincronizado sus horas de estudio, salidas, el Holding y estar rigurosa y por demás, vestida como maquillada para cada ocasión.

O sea, detesta.

La vida despareja, cual el reloj sincronizado no existe y la palabra rutina no se sabe que es y dónde las fiestas como el descontrol gobiernan.

Para simplificarlo.

El desequilibrio de su eje perfecto de Hope, es nuestro primo por un año menor Caleb.

Hijo de nuestros tíos queridos y mega asombrosos a toda onda, Rodo y Mel.

Parrandero y mujeriego.

Dónde los siete días de la semana para él, es fiesta, música y mujeres.

¿Mi personalidad?

Es pasar desapercibida.

Porque soy la más tranquila.

Raramente alguien se fija en mi persona y cuando algún chico lo hizo, de una forma extraña siempre se retractaba horas después con dicha cita de forma nerviosa y mirando para sus lados.

En un momento, pensé que era obra de mi padre.

Ya que es algo sobreprotector con nosotras y con respecto a hombres merodeando a nuestro alrededor.

Le empieza faltar el aire y comienza con la mano en el pecho a desabotonar su camisa.

Pero mamá tiene el don siempre de calmarlo y a eso, súmenle su mirada asesina hacia él.

No me importa ser de las tres, la que nunca tuvo una cita.

Me gusta mi soledad.

Creo que voy a ser la tía solterona que adora a todos sus sobrinos.

Exhalo con bronca y muerdo mi manzana con frustración.

Y me giro a mi amigo con tristeza.

- Fui la única, que no dibujó "ahí..."

- Pene. - Me corrige Fresita, lanzando con una mano su ya caja de jugo de naranja vacía al cesto de la basura a unos metros frente a nosotros y acierta distancia desde nuestro lugar.

Jesús.

Ni la palabra puedo decir frente a alguien.

Subo las manos al aire, masticando mi fruta.

- ¡Soy una artista! Se supone que los artistas no tienen pudor o vergüenza. - Gimo. - Y no pude... - Suspiro. - dibujar su...su...

- Gran pene... - Vuelve a decir por mí.

Respiro hondo y cerrando mis ojos.

- ...por qué, no pude? no pude...dibujar su...su aparato reproductor masculino...

Vuelve a reír con ganas y envuelve su brazo sobre mi hombro con un abrazo cariñoso, mientras me atrae a él.

Despeina mi pelo.

- Eres grandiosa. - Ríe más. - Dilo. - Me ordena.

Niego.

Porque no puedo.

- Hazlo mi pequeña mojigata. - Me alienta. - P-E-N-E... - Me deletrea.

Y golpeo su hombro con el mío también de cariño, riendo y elevando mi rostro al sol para que me de a pleno cerrando mis ojos.

Pero los chillidos de Constanza Goti desde el otro extremo del campus, me hacen abrirlos.

Ya que grita el nombre de Caldeo.

¿Caldeo?

Me alarmo.

¿Dónde?

A la hora del almuerzo fui precavida de no ir al comedor de la universidad, porque sabía que estaba ahí.

Arrimada a una de las ventanas lo vi almorzando con Cristiano, su banda de amigos, las grupies y una linda morocha en su regazo que de forma obscena, lo estaba tocando y él muy satisfecho con dichas caricias, la besaba dando un espectáculo frente a todos sin el menor atisbo y vergüenza por parte de ambos.

¿Mi opción más inteligente y bajo el sol radiante?

Hacerlo al aire libre en el campus y en compañía de Fresita.

Mis ojos vagan por el gran predio, lleno de estudiantes hasta que ahogo un grito.

Junto a un gran árbol, Caldeo y en sus sombras apoyado a mucha distancia con las manos en los bolsillos de sus jeans, me observa de forma profunda con mi amigo.

¿Y a nuestro abrazo?

Constanza se acerca a él, llamando su nombre por segunda vez, emocionada y vestida con su uniforme de porrista.

Caldeo retira su vista de mis ojos.

Ella le sonríe alegre y tomando uno de sus fuertes brazos con los suyos, lo jala y empuja hacia un coche gris donde el resto de su banda, se introduce y otros suben a la parte trasera una vieja camioneta restaurada y hermosa en color negro.

La suya.

No conozco a ningún integrante de sus amigos, salvo a Cristiano.

Como tampoco a nadie de los miembros de su banda.

Porque asombrosamente y bajo el silencio de Caldeo en la sociedad, dicen que posee una de las voces más lindas del mundo cuando canta arriba del escenario en el bar WaySky que frecuenta toda universidad en las noches y en los fines de semana se colma de fan.

Una voz intensa, apasionada y fuerte como su personalidad.

Que seduce e impone con ella y con cada letra de las canciones que él mismo compone, arriba del escenario.

Dicen...

Ya que, nunca fui.

Me abrazo a mí, misma y bajo aún el de Demian, cuando noto a Caldeo mirar hacia mi dirección con mi amigo antes de abrir la puerta del conductor y bajar más la capucha de su campera universitaria con un movimiento fuerte y brusco para cubrir más su rostro.

Seguido de subir a su camioneta negra y marcharse.

- No me decido a eso que fue tan intenso... - Murmura Demian viendo como yo, alejarse la camioneta al igual que el otro auto y sobre la música de AC/DC a toda potencia.

Lo miro curiosa.

Se gira a mí.

- ¿De sentirme alagado por su mirada penetrante como sexy a mi persona y feliz? ¿O preocuparme y sentir miedo?

¿Qué?



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