CAPITULO 36
HERÓNIMO
- ¡Marcia! ¡Que nadie, me moleste hasta nuevo aviso! - Digo con mi mejor cara de mierda, pasando por la recepción de mi piso 30 y caminando en dirección a mi oficina.
Sip.
Las estoy escuchando.
Mi carácter jodido, no aflojó con los años.
Creo que solo, más sensible me he puesto.
Creo, dije.
No se emocionen.
¿Soy el chico rudo, lo recuerdan, no?
Bien.
Y culpo a mi rayo por ese gramo de sensibilidad.
¿Cómo, no?
¿Si me dio mis tres bebitas y una familia?
Porque llora, cuando ve un perro abandonado en la calle, haciéndome estacionar para recogerlo y llevarlo a una protectora canina.
Se conmueve con los abuelitos que cuida Marleane y Collins al escuchar sus historias, después de visitar Terra Nostra.
Y no hablemos de su emoción y esa postura mezcla de tía jodidamente casamentera y estilo cupido que tomó ahora, irradiando corazoncitos de todos los colores sobre ella, ante sus objetivos.
Nuestro par de tríos.
Mi Hope y el pequeño Caleb, con mi Tatúm y el pequeño Cristiano.
Y el, ya consumado.
Mi Junot con el pequeño Caldeo.
¿Consumado, Mon?
Paso mi mano por mi rostro de forma pesada.
Oh Dios...
Aflojo mi corbata.
No vayas por ese lado, Mon.
Antes de abrir mi puerta miro como siempre que todo esté en el puto orden que me gusta.
¿Activos, trabajando?
Bien.
¿Potenciales clientes atendidos como se debe y a la espera con café en mano?
Bien.
¿Cara de espanto y boca caída queriendo decir algo, pero solo balbuceos de Marcia detrás de la mesa de recepción hacia mí?
Mal.
¿Eh?
¿Pero qué, mierda?
Y la miro interrogante por palabras.
Titubea con miedo.
- ¿Está mi nena, dentro? - Pregunto y mordiendo mi labio superior para atajar la risa.
Ese rostro temeroso, solo puede ser cortesía de Vangelis.
Sip.
Todavía le teme a rayo de sol cuando la ve, después de mucho tiempo y por esa vieja amenaza de arrancar sus extensiones rubias y arañar su cara.
Niega, acercándose a mí.
Pero, que decepción.
Pensé que mi nena vino hacerme una visita.
Me vuelvo a ella de forma aburrida.
Y chasqueo mi dedos.
Lo que sea chica, rápido, que no tengo tiempo para estas mierdas de jugar a las mímicas.
Solo vine por unos putos papeles y volver a la campiña que alquilamos.
La boda de mi bebita número dos, es mañana.
- Lo esperan, señor Mon... - Susurra bajo y señalando mi oficina.
Frunzo mi ceño.
- Dije que estos días, no citas Mar...
Me interrumpe bajando su cabeza.
- Lo sé, señor Mon, pero Grands lo aprobó y está dentro con ellos. Dicen que es importante...
Mierda.
CALDEO
Sentado en una de las reposeras del balcón de mi habitación del segundo piso de la cabaña, miro el extenso paisaje verde que me regala la vista de la campiña, mientras cuelgo la llamada con mi médico de cabecera del tratamiento contra mi Leucemia.
Quiere una respuesta.
Sonrío triste.
Ni yo, la sé.
Dejo a un lado mi celular, flexionando y ejercitando los dedos de mi mano por ese hormigueo constante, que siento a causa de los daños a mis nervios por mi enfermedad.
No me quejo.
Es más soportable que las náuseas y vómitos que padezco.
Me envuelvo más en la cobija liviana y que cachorra me dio para enfrentar el fresco de la tarde, antes de irse con mamá, hermanas y tía Vangelis a la prueba final de su vestido de novia.
Sonrío, pensando verla mañana a la tarde puesta con él.
Pero un suspiro roba mi alegría al recordar el papel que llevo entre mis manos, ya arrugado de tanto releerlo y esconderlo por días.
Cierro mis ojos, echando mi cabeza a atrás y contra el respaldo de mi silla.
La quimioterapia está dando su efecto favorecedor en el tratamiento.
Solo con un trasplante alogénico a través de un donante compatible de médula y en una intervención quirúrgica para la recolección de células madres de esta, sería suficiente para un resultado positivo contra mi Leucemia. Y bajo muchos ciclos de este alternando periodos de descanso, debido a los efectos secundarios que me producen.
Y otro suspiro agotador, sale de mi pecho.
Por como últimamente, digo.
Es una de cal y otra de arena.
Ya que, la quimio a su vez con los fármacos que la componen con sus toxinas invasivas, pueden producir mucho daños colaterales.
Incluyendo lo que me detalla el parte médico último, que llegó a mis manos hace tres días y nadie lo sabe.
Ni siquiera mis padres o mi bebita.
La falencia de mi hígado.
Función vital en mi cuerpo y la más importante en filtrar las sustancias tóxicas de mi sangre.
Pero el exceso de ellas por la quimioterapia, provocó daños graves.
Y no existe tratamiento contra eso.
Solo en retirar las sustancias que han producido ese daño y trabajar para controlar los síntomas con ayuda de prescripciones de diuréticos.
Y suspender la medicación que lo afecta.
En una palabra.
La quimio.
Retirar la quimio.
Lo que me está salvando a su vez, me está matando por otro lado.
Irónico.
Otra solución más adversa, sería un trasplante de ese órgano.
La última frase de mi médico.
¿Entrar en la lista de espera?
Tal vez meses o años a la espera de uno.
Un tiempo que no tengo...
Abro mis ojos y vagan directo a la pequeña mesa a mi lado, donde descansa mi taza de té con un par de galletas dulces, ya fría porque no la bebí como tampoco comí.
Mi pérdida de apetito, continúa.
HERÓNIMO
Elevo mi ceja, apretando de forma fuerte mis manos contra el apoyabrazos de mi sillón y ya, en el escritorio de mi oficina.
Y hasta que creo que me palpita un ojo por escuchar lo que me dicen estos extraños hombres de negro a juego con sus lentes puestos oscuros, pero versión árabe por los Kafhiyye que llevan sobre su cabezas.
Elevo un dedo.
- ¿Qué el pequeño Caldeo, está en peligro? - Repito, después de darme sus argumentos.
- El Sayyid. - Son tres.
Pero me corrige, el Will Smith versión Pakistaní.
Le ruedo los ojos.
- La mierda que sea, viejo. - Digo entrelazando mis dedos sobre mi barbilla y cambiando mi postura.
Piensa Mon, piensa.
Pertenecen al equipo de seguridad y protección de la realeza, del pueblo de Caldeo y Constantine.
Y bajo sus órdenes viniendo este último en camino de África, para detener a un supuesto asesino.
Y digo supuesto, ya que no sabe a ciencia cierta su paradero.
Tantos días a favor y a posteriori después de la fuga del padre de los chicos, le dio tiempo suficiente con documentación falsa, como para partir hacia acá desde cualquier parte del continente Africano como Asiático.
Carajo.
¿Cancelar la boda?
¿Encerrar a todos dentro de un bunker, hasta que se encuentre el dichoso sicario?
Froto mi sien preocupado con mis manos y mirando a Grands de pie a mi lado, interrogante por la solución correcta.
Sería asustar a los niños y a rayo, con toda la familia como Caldeo con su enfermedad.
Y saber de esto, no sería bueno en lo emocional por sus ya muy defensas bajas.
Infundiría, solo más pánico.
El segundo hombre de negro, me confirma la llegada de Constantine por la mañana desde su avión privado.
Mierda.
¿Qué hago?
- Los señores han estado vigilando desde las sombras, el bienestar del Sayyid, Herónimo... - Responde a mis dudas, Grands. - ...puedo aumentar la seguridad con el equipo nuestro de forma reservada y civil, por los alrededores de la campiña hasta el final de la estadía en la campiña. Que no pasaría del día siguiente después de las boda, ya que el pequeño Caldeo debe continuar con su tratamiento...
Cierto.
No hay luna de miel para mis muchachitos hasta una cierta mejora de él y durante su ciclo de descanso para que lo disfruten.
Vivirían con nosotros aumentando la seguridad en la casona, mientras el equipo nuestro y el de Constantine a la par, localizan a este demente.
Solo serían avisados, Ángel y Lorna.
Otro problema viene a mi cabeza y tapo mi rostro con ambas manos.
Jadeo.
Oh jodida mierda.
No sé, si reír o llorar.
¿Cómo carajo hago, para que rayo se quede quieta con todo esto, cuando se entere?
Tiene hormigas en el trasero mi mujer, cuando la acción llama.
A la mierda.
Elevo mi vista a mi primero al mando.
- Vangelis, no debe saber nada Grands. - Digo serio y acomodando mis lentes.
Lo decidí.
Punto.
Y asiente con una sonrisa.
Él mejor que nadie sabe que mi nena es pésima tomando decisiones y lo muy mala que resulta ser como heroína, la cabezona en situaciones como estas.
CONSTANTINE
Devuelvo el teléfono inalámbrico a la aeromoza personal de mi avión privado, en pleno vuelo después de terminar mi conversación con el médico personal de Caldeo.
Agradeciendo la molestia, por siempre mantenerme al tanto, bajo mi pedido.
El equipo de seguridad que quedó en América para la protección de mi hermano, ya me confirmó el estado de alerta y custodia del lugar en conjunto con la del señor Mon, ante la imprevista presencia de Jael.
Y un suspiro de alivio sale de mí, acomodándome más sobre mi butaca y mirando a través de la ventanilla el vuelo nocturno.
Un par de horas más y ya pisaré suelo Americano, para estar de regreso junto a mi hermano.
Las voces del cuerpo médico que viaja conmigo y traje de África, sentados lugares más adelante, siento que agradecen la cena que otra aeromoza les ofrece.
Para ser preciso, prestigiosos cirujanos y doctores Oncológicos que se hicieron cargo de la enfermedad de Caldeo, ese año que vivió en nuestro país y que ahora, nuevamente los necesito.
Esto, no fue un imprevisto de planes a última hora y con mi regreso.
Ya lo tenía confirmado con la internación repentina de Caldeo, luego del partido de básquet.
Y con ayuda de Cabul di vuelta mi país con llamados desde el Hospital esa madrugada, dando la orden de la ubicación de todos, para un viaje a este continente y que en equipo con los otros médicos, resolver la situación de mi hermano.
Mis ojos van a Cabul, que esta vez viaja conmigo.
Mi fiel amigo.
Mi maestro.
Y lo más cercano a un padre que tuve.
Sonrío.
Porque, lo va ser para Caldeo también en su momento.
Y eso, va ser pronto...
Con León, bajo el exilio de una mazmorra del penal de máxima seguridad para indeseables en el penal de una isla desierta del Golfo dónde fue llevado.
Encadenado y a la espera de la fecha de su sentencia de muerte declarada por los excelentísimos, solo dos preocupaciones taladran mi mente.
La ubicación de Jael.
Y el duplicado del último parte médico que llevo entre mis manos, que me llegó vía fax de Caldeo desde su Hospital.
- Ghabi...(Pendejo). - Gruño por lo bajo, negando la bandeja con cena que me ofrece también la aeromoza, con un ademán de mano.
¿Caldeo creía que no me iba a enterar?
Si tengo que amenazar o comprar a medio Hospital para estar un paso adelante de ti hermano para poder protegerte, lo voy hacer.
Y mi vista desciende a los últimos renglones de la hoja oficio.
Quimioterapia con resultados positivo superando el primer ciclo del tratamiento contra la Leucemia.
Y subrayo la parte final de la oración con mi pluma de bolsillo.
Posible trasplante de hígado a conformidad y consentimiento del paciente.
El exceso de toxinas invasivas por la quimio están haciendo estragos a ese órgano de Caldeo.
Dos situaciones que son salvación, lo condenan a la muerte.
Alqaraf...(mierda).
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