CAPITULO 30

JUNO

El gran pasillo de espera del Hospital, está casi lleno.

De enfermeras yendo y viniendo con carritos o carpetas en manos.

Pasantes de medicina, caminando por él y hablando entre ellos.

Doctores con personas, tal vez de familiares internados.

Y nosotros.

Sentada en una de las tantas sillas de plástico en color rojas que en fila y una al lado de otra contra la pared.

Me envuelvo más con la campera negra que llevaba puesta tío Pulgacito y me dio por la forma en que empecé a temblar, mezcla de nervios y el frío de la noche.

Callada.

Así estoy con mis manos que, como puños agarran y tiritan a los lados del abrigo sobre mis hombros, mientras observo todo con Amely y Fresita sentados a mi lado, también en silencio a la espera como yo, que un digno médico salga e informe algo de la situación de Caldeo, después de casi una hora de espera y llevarlo puertas adentro.

Mis ojos van a tía Lorna en las sillas de en frente, que bajito y con sus ojos cerrados con su mano en el pecho, reza alguna plegaría a Dios.

En tío Pulgarcito que camina de forma pausada por el amplio y extenso pasillo con ese corpulento y monumental cuerpo temible para muchos y pasando cada tanto de forma nerviosa, su gran mano con joyería en oro por su calva cabeza.

Y por último, en Constantine.

Un casi Caldeo, que de pie y ahora con un hombro apoyado en una pared, no deja de hablar por teléfono dando directivas y escuchar.

Para luego, seguir dando órdenes.

Aunque lo hace en otro idioma, denota en todo Constantine mandamiento, poder y voluntad imperiosa con su voz grave, pero tranquila.

Segundos después, uno de los ascensores se abre y saliendo del interior mis padres con mis hermanas.

Mamá corre a mi tía para abrazarla y sentarse a su lado, sin antes mirarme con cariño.

Papá en cambio se queda a mitad de camino, donde está tío Pulgarcito que habla con él y en ese rincón, mientras mis hermanas vienen hacia mí.

Las lágrimas que contenía, estallan al sentir sus abrazos y apoyo incondicional, derrumbándome sobre los cuerpos de ambas inclinadas.

Hope acomoda mejor su hombro para que descanse mi mejilla, mientras Tatúm acaricia mi espalda de forma tranquilizadora.

De golpe, veo blanco ante mis ojos.

Un blanco marfil.

Por un delicado pañuelo en seda marrueca frente a mí.

- La tabak, malikat alqlyl min...(No llores, princesa de mi hermano). - Constantine frente mío pronuncia con una mano extendida sosteniendo el pañuelo de forma suave.

¿Eh?

Su mirada clara, fría y gris como el hielo e iguales a Caldeo, casi tapada en su totalidad por mechones de su pelo negro que bajan de su frente y bajo su gorra, es cálida dentro de su seriedad.

No entendí nada lo que dijo, pero intento sonreír entre mis lágrimas en agradecimiento y recibiendo su pañuelo.

Hace solo una reverencia como respuesta, para volver a su rincón del otro lado del pasillo en silencio otra vez.

Y su celular interrumpe de vuelta desde el bolsillo trasero de sus pantalones, volviendo a hablar en árabe y enfrascarse en la comunicación telefónica.

Las agujas de un gran reloj de pared con la imagen de una enfermera pidiendo silencio con su índice en alto, marca para mi gusto lentamente sus minutos.

Y suspiro apoyada en el hombro de Fresita sentado a mi lado, que acaricia mi mano como respuesta.

Media hora después por una puerta de doble acceso, sale un médico y nos mira a todos volteando una hoja, mientras acomoda sus lentes para leer lo que dice la planilla entre sus manos.

- ¿Familiares de Nápole Caldeo? - Pronuncia mirando y mis tíos se acercan a él como todos.

- ¿Padres? - Formula mirando y estos, asienten.

Acomoda nuevamente sus lentes y mira a todos.

- El muchacho, ya recobró el conocimiento... - Dice y un gran suspiro de alivio sale de todos.

- ¿Mi hijo está bien? - Susurra mi tía, abrazada de mamá.

El doctor ojeando las hojas de la planilla, demora unos segundos antes de contestar.

- Según el historial clínico del paciente, sufre de LMC.

Leucemia Mieloide Crónica.

Mis tíos vuelven asentir, seguido de las miradas de sorpresa de mis hermanas, Fresita y Amely, ya que ellos no estaban al tanto ni enterado de ello.

- Su enfermedad linfocitica en estas características que frecuentan los pacientes de temprana edad cuando se les detecta y con incidencias años posteriores después y pese a un tratamiento exitoso a la Leucemia nuevamente. - Comenta. - Fue afectando de forma lenta por la producción en gran cantidad de glóbulos blancos y estos, se acumularon en su médula e inundaron su flujo sanguíneo, cosa que impide proteger el cuerpo del muchacho... - Se interrumpe para leer otras hojas.

Parecen análisis.

- ...los resultados confirman una fuerte anemia, ya que el cáncer que padece interfiere en su producción de otras células sanguíneas como los glóbulos rojo y plaquetas. - Prosigue y levanta su vista de los papeles para mirarnos de forma general a todos otra vez. - Causante de la hemorragia excesiva del paciente, ante el impacto en el partido. Al tener bajo el recuento de los glóbulos rojos que son los transportadores del oxígeno a todo nuestro cuerpo y por la falta de ello, su cerebro colapsó y sufrió el desmayo...

Y un bufido aburrido, detrás de nosotros.

Papá.

El doctor lo mira extrañado y papá, le arquea su ceja.

Para ser precisa, la que le atraviesa una cicatriz por una pelea en el ring de hace muchos años.

- Viejo... - Gruñe, cruzando sus poderosos brazos. - ...esa mierda, ya la sabemos. - Chasquea sus dedos en señal de apuro por información. - ...data actual, hombre ¿El pequeño Caldeo, está bien ahora? - Exclama serio.

El médico carraspea su garganta ante mi impaciente papá.

- En este momento, el paciente está estable...

Y otro gran suspiro de alivio y todos nosotros, lo interrumpe.

Mis hermanas me abrazan felices y puedo ver que Constantine, se sonríe con mi tía.

- ...bajo un examen físico. Parte de él, dio que su hígado y vaso, no sufrieron agrandamiento de tamaño lo que es buena señal. - Continúa el médico. - Pero con el resultado de su análisis de sangre y sus recuentos bajos, permanecerá internado hasta que se cumpla una biopsia de médula espinal, ganglios linfáticos y una punción lumbar...

Mi padre frunce su ceño.

- ¿Punción?

El doctor, afirma objetivo.

- Su Leucemia está presente, señor Mon. Necesitamos muestras de su líquido raquídeo, para saber si la enfermedad no ha alcanzado el sistema nervioso...

Mamá se lleva ambas manos a su boca y papá la abraza.

Y mi tío hace lo mismo, al sentir el llanto bajo de mi tía.

Miro a mis hermanas.

No entiendo nada.

¿No acaba de decir que Caldeo, estaba estable de su enfermedad?

- Sería buen momento, que hablen con su hijo... - Prosigue, mirando a mis tíos. - ...por la decisión de una quimioterapia Intratecal, para reducir la posibilidades de un ataque al sistema nervioso, con medicación estricta en ciclos y evitar el crecimiento de las células cancerígenas y lograr la remisión de Leucemia...

- Nuestro hijo se ha negado a ello, doctor... - Murmura triste mi tía.

- ¡Dhlk! (¡Qué!) - La voz alta de Constantine, suena entre nosotros.

Y todos nos volteamos a él, sorprendidos por su exclamación.

- ¡Al'ahmaq sakhif. Wasawf yastamie! (¡Pendejo de mierda, me va a escuchar!)- Exclama enfadado, frotando su frente con una mano y caminando sobre su lugar de forma impaciente.

Mi padre lo mira.

Mucho.

Tose, para aclarar su garganta.

Y lo mira más fijo y acomodando sus lentes.

- ¿Wamin'ant? (¿Y tú, quién eres?) - Dice como si nada.

Con mis hermanas nos miramos.

¿Papá, habla árabe?

Y nuestros ojos van a mamá, que con una sonrisa se encoje de hombros a nuestro lado.

- No tenía idea, bebitas... - Susurra bajito y su mirada lo recorre de arriba abajo. - ...pero, que sexy lo hace... - Dice divertida y mordiendo su labio inferior.

Y con mis hermanas le rodamos los ojos al mismo tiempo que su risita.

Constantine hace unos pasos hacia papá y con una reverencia se presenta.

- Aismi Constantine Kosamé. Caldeo al'akh al'asghar w shaykh baladi. (Mi nombre es Constantine Kosamé. Hermano de Caldeo y Sahyj en mi país).

Otro silencio por parte de papá.

- Mumattae...(Interesante) - Responde al fin frotándose la barbilla serio, para luego hacer también una reverencia de respeto al casi Caldeo de jeans, zapatillas y gorra de beisbol.

Constantine se gira al doctor.

- ¿Puedo entrar a ver a mi hermano? - Dice con seriedad y en nuestro idioma de forma perfecta, pero con ese extraño acento de cultura milenaria.

El médico lo mira raro todavía, sin entender toda la ceremonia que presenció de mi padre y él como parte de la sala y pasillo de espera por otras personas ajenas a nosotros e incluyendo mis hermanas con Amely y Demian.

Recobra su compostura y asiente.

- Solo parientes. - Responde. - Y breve, ya que el paciente debe descansar... - Finaliza, haciendo seña con una mano en alto a una enfermera que pasa por ahí para que acompañe.

- La jefa de enfermera. - La presenta cuando se asoma.

Una mujer de edad avanzada y muy bajita.

Su rojizo y ondulado pelo entrecano propio de la edad, está recogido bajo la gorrita de enfermera.

Acomoda sus pequeños lentes rectangulares de sus ojos, sostenidos de una cadenita para sonreírnos con dulzura, mientras el médico se despide de nosotros para seguir con sus rondas.

Pero su sonrisa cae, al presentarse y recorrernos con la mirada, cuando la deposita en papá.

Y este.

Como si hubiera recibido una descarga eléctrica en su gigante cuerpo, salta sobre su lugar y le estrecha los ojos.

- ¡Tú! - Le dice de forma agria. - Miss Simpatía... - Gruñe.

¿Eh?

Y todos miramos curiosos como papá y la enfermera, se taladran con la mirada de forma rabiosa.

La dulce nurse no se inmuta ante mi padre y como si nada, saca sus lentes del puente de su nariz para limpiarlos con un lado de su casaca de enfermera de color celeste.

- ¿Viene por una inyección, señor Mon? - Dice, para luego elevar su mirada a él, enarcando su ceja.

Creo, entre divertida y desafiante.

Y papá, hace un paso.

Para ser exacta, detrás de mamá.

¿Busca protección?

¿El rey de acero y señor oscuro?

Y mamá, suelta otra risita.

Le estrecha más los ojos.

- En tus sueños, Cruella... - Le dice, desde la espalda de mamá.

Todos sin entender y con nuestros ojos yendo y viniendo de uno al otro, solo observamos la escena en silencio.

Hasta que la risa de mamá interrumpe, acercándose a ella para saludarla.

¿Acaso, se conocen?

Y la sonrisa dulce de la enfermera, vuelve y lo hace más, cuando mamá nos presenta a las tres con orgullo.

La enfermera acaricia la mejilla de cada una de nosotras con cariño, mientras nos cuenta que ella estuvo en nuestro nacimiento y cuidó de papá como nuestra madre, cuando por accidentes estuvieron internados.

- Que linda coincidencia... - Susurra Tatúm de forma romántica con sus manos entrelazadas sobre su pecho.

- Puta coincidencia. - Responde y sin un gramo de romanticismo papá, mientras miramos como la agradable enfermera acompaña a mis tíos a ver a Caldeo.

Me vuelvo sobre mis pasos y caigo sobre la primer silla a mi paso a la espera de la salida de mis tíos.

Y cierro mis ojos, dejando descansar todo el peso de mi espalda como cabeza de forma agotada, contra su respaldo y la pared.

- Caldeo... - Susurro para mis adentros.

Minutos después o tal vez horas, porque es así como siento al tiempo ahora.

Lento.

Muy lento.

Pero una mano toca mi hombro con cuidado.

Abro mis ojos con lentitud y elevando mi rostro, me encuentro a Constantine frente mío y su gran altura.

Su mirada profunda y gris como la de Caldeo, pero tristes y con seña de cansancio, me miran entre sus cabellos disparados y sobre él.

- ¿Quieres entrar primero? - Murmura con esa gravedad suave y exótico acento.

Giro mi rostro para ver a mis tíos regresar y se detienen a hablar con mis padres.

Aprieto el gran abrigo de mi tío contra mí, y me acomodo sobre mi silla de forma descontenta, al ver a la enfermera por la espera del siguiente.

- No soy familiar directo. - Le susurro y niego. - No creo, que me dejen...

Constantine sigue mi mirada que está aún, en la nurse.

Me hace una reverencia dentro de su semblante serio y sin esperar mi reacción, camina en dirección a ella.

Inclino mi cabeza curiosa al verlo conversar con ella.

No puedo escuchar que le dice o lo que, ella le responde.

Pero segundo después, una risita sale de la anciana mujer y con una de sus manos a su mejilla, ruborizada asiente.

Y Constantine eleva las comisura de sus labios.

Creo que es una media sonrisa y haciendo otra reverencia hacia ella a modo saludo con sus manos juntas frente a él, se despide.

Fresita sentado a mi lado se inclina de lado a mí.

- Juro que si hace esa cosa otra vez lo del saludo tipo reverencia, tendré una puta eyaculación... - Susurra mientras vemos a Constantine volver a mi dirección.

Mis hermanas y Amely, ríen y yo suelto una risita por abajo de mi abrigo para ocultarlo.

- Puedes pasar, al'amirat 'akhi... (princesa de mi hermano). - Me dice.

Se sonríe.

Y yo, sonrío más.

Miro feliz a todos poniéndome de pie y no me aguanto, chillo de felicidad sobre mi lugar con saltitos y con el festejo de los chicos y mis hermanas.

- ¡Gracias, Constantine! - Exclamo feliz y lo abrazo de forma rápida, para correr al encuentro de la enfermera a la espera mía.

No dice nada, pero tampoco me abraza.

Solo sonríe más, dejando que lo haga.

Sigo a la enfermera por el extenso pasillo que continúa sobre una pequeña curva hasta tres puertas después y abriendo con cuidado la cuarta.

La habitación de Caldeo.

- Cinco minutos, cariño... - Me susurra y asiento con mi cabeza, entrando a ella.

Porque, no quiero perder tiempo.

Está toda iluminada.

Es blanca y estéril en mobiliario, paredes como sábanas y con dos camas a sus lados.

Pero, solo una ocupada.

Por el jodido y lindo Caldeo con una intravenosa de una muñeca y con un tipo de suero colgado de un pie de hierro lo acompaña.

Está semi recostado y con su torso desnudo tapizado con sus tatuajes, cubierto solo por una sábana.

Sus ojos están en un punto fijo en la pared, pero gira su rostro al sentir abrir la puerta.

Y su mirada cristalina, se encuentra con la mía y sonrío, porque mi corazón golpea de amor.

Caldeo...





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