CAPITULO 20

JUNO

El sonido de carpetas y libros cayendo de golpe por Hope y sobre la mesa al aire libre del campus en el que estoy, levantan mi vista de mi hoja de dibujo de un proyecto de clases al igual que mi hermana Tatúm, sentada a mi lado.

Por fin, coincidimos las tres en un horario de almuerzo temprano.

Miro a Tatúm interrogante y ella a mí, acomodando sus lindos lentes de armazón negros en el puente de su nariz, para luego a nuestra hermana.

Le arqueo una ceja a Hope y dejo de morder mi lápiz, para señalarlo con él.

- ¿Qué onda, tu ropa?

Tatúm apoya de forma casual la barbilla en su mano relajada en la mesa, inclina levemente su cabeza curiosa.

- ¿Llevas puesto la remera de Juno de One Direction y mis jeans prelavados con parches de todos los días. – Y mira por abajo de la mesa a sus pies. - Y zapatillas de deporte. - Suelta una risita. - ¿Te abducieron anoche? - Toma mi regla de 40cm de la mesa y tipo espada, la empuña hacía ella. - ¡Extraterrestre! ¡Devuelve a nuestra elegante y hermana gemela, de tacón y trajes!

Río a carcajadas, mientras Hope golpea en el hombro con la misma regla a Tatúm, también riendo y tomando asiento a su lado.

- Idiota... - Le gruñe entre risas, abriendo su sándwich como almuerzo, pero no dice más nada.

Y ambas la miramos, aún sorprendida.

Hope es la sofisticada de las tres.

Siempre vestida pulcra como de forma elegante y con sus mejores amigas, su colección de zapatos de suela roja de Christian Louboutin.

Aunque, debo reconocer que mi hermana se ve hermosa, tan simple y sin sus rigurosos peinados tensos y con solo su pelo suelto, sostenido por una hebilla a un lado en forma de.

¿Corazoncito?

- ¿Jódeme, que vamos a almorzar con ellos? - Exclama Hope, casi escupiendo su comida.

- ¿Qué? - Solo digo, girando mi cabeza de unos lindos dibujos de una carpeta, que me enseña Tatúm hecho por los niños del Hospital Infantil de papá.

- No... - Digo yo.

- Puede... - Dice Tatúm.

- Ser... - Finaliza Hope, seguido de una maldición muy poco propia de una dama.

Sip.

Caminando por el campus.

Me corrijo.

Caminando por el sendero del campus a nuestra dirección y con bandejas en manos llevando sus almuerzos y hasta juraría, que hasta tipo en cámara lenta lo hacen de lo lindos que se ven, iluminados bajo el sol y con sus ropas, moviéndose al compás de la brisa.

Porque, hay chicos que cuando caminan solos o en este caso en grupo, son difíciles e imposibles de ignorar.

Dios querido...

Un festín para los cinco sentidos de toda chica, verlos caminar juntos.

Y cada uno, con su belleza única.

Los 4 jinetes del Apocalipsis.

Ok.

Los 4 jinetes del Apocalipsis, en una erótica versión juvenil y sexy.

Muy sexy.

En realidad 3, porque el dulce, lindo y gótico Demian es el ángel Gabriel entre ellos.

Y arrugo mi nariz sospechosamente.

¿O cupido?

A su lado camina a la par, Caldeo con su vestimenta siempre oscuras de jeans gastados con cinturón a medio cruzar, botas desacordonadas y con la camiseta de su banda en letras blancas y chaqueta negra y cubriendo su capucha, casi la totalidad de su rostro como siempre con pelos desprolijos.

A Cristiano, vestido con su uniforme de seguridad, ya que después de la U va al Hospital de papá a cumplir su horario de trabajo.

Es el más fornido de todos por su alto entrenamiento en la fuerza policial y donde apenas las mangas de su camisa, pueden contener tanta masa muscular con cada movimiento que hace al caminar.

Su pelo de un rubio oscuro, ahora está corto por el trabajo y sus ojos tan verdes, que me recuerdan al bosque de casa con sus árboles de tupidas hojas.

Al lado de él y tapo mi boca con una mano para no reír a carcajadas.

El lindo, despreocupado pero sexy latin lover y primo nuestro, Caleb.

¿De traje y corbata?

Creo que la boca de Hope se desencaja, porque la tiene tan abierta mirándolo, que tengo miedo de llevarla al Hospital por sufrir, algún tipo de desplazamiento de hueso facial.

Porque Caleb, está...hermoso.

Sip.

Hermoso y ejecutivamente sexy y caliente con ese traje de tres piezas en gris, camisa blanca y corbata a tono, que dice a gritos arránquenme con los dientes.

Su raro pelo de corte semi largo, está sostenido por una media coleta y dejando al descubierto, su atractivo rostro anguloso, labios carnosos, hoyuelos y mirada de chocolate.

Que sin poder evitarlo, con su sonrisa registrada y con ayuda de un dedo, se inclina y le cierra la boca a Hope con un movimiento hacia arriba, cuando llega hasta ella y antes de tomar asiento a su lado, ganándose un manotazo de su parte.

Todos reímos.

- Te ves lindo, primo... - Exclama Tatúm sonriente a Caleb, para luego sin sonrisa a Cristiano, que tomó asiento frente suyo.

Se fulminan con la mirada.

Caleb se sonríe abriendo su lata de gaseosa, seguido de morder su porción de pizza con ayuda de un cuchillo y tenedor.

- Lo sé... - Le guiña un ojo a Hope. - Muchas chicas, me lo han dicho. - Mastica divertido.

- Cerdo... - Gruñe Hope, abriendo su servilleta sobre su regazo de forma elegante.

Y Caleb, tose hacia ella y mi hermana lo mira, para luego mirar su servilleta sobre sus piernas.

Con otro gruñido lo hace un bollo delante de sus ojos y toma su comida con las manos de forma despreocupada a mancharse sus dedos.

Eso fue raro y con Tatúm, nos miramos sin entender.

¿Hope, comiendo con las manos?

Y Caleb ríe a carcajadas, limpiándose con la suya, la boca como un caballero inglés lleno de satisfacción.

No entiendo nada.

¿Caleb?

¿La versión adolescente de tío Rodo?

Que mastica, engulle todo y su filosofía de vida es comer las patas de pollo con las manos, porque dice que le da mejor sabor.

Mis ojos van a Caldeo aún de pie, porque ya no hay lugar vacío para sentarse.

Se encoje de hombros restándole importancia a mi mirada, pero sus ojos grises brillan de complicidad por su amigo.

Y le entrecierro los míos.

Sonríe para luego tomarme de la cintura, levantarme con sus brazos y tomar asiento él, estirando su brazo para sujetarme y ponerme encima de sus piernas.

¿Eh?

Y besa mi hombro, abriendo su almuerzo de lo más natural.

¿Dos veces, eh?

Corre su pelo negro azabache a un lado y me eleva sus cejas de forma divertida, con una sonrisa completa sobre mí y con ese piercing en los labios.

Maldición, casi me noquea con ella.

Muerdo mi manzana, mirando a Fresita.

Este ríe, sentado frente mío y comiendo una cucharada de su comida.

- Me los crucé en la fila del comedor por comida y los invité a almorzar con nosotras... - Nos mira a las tres. - ...quería un almuerzo interesante y en 3D. - Nos guiña un ojo.

- ¿Interesante? - Dice Tatúm, mirando sin disimulo.

Para ser precisa, con ira a Cristiano frente suyo apuñalando con su tenedor descartable, el pobre tomate de su ensalada.

- Es como una versión de la última cena, pero en vez del dulce Jesús... - Señala a Cristiano. - ...el Grinch...

Cristiano lleva su mano a su fuerte pecho, triste y de forma teatral por su dicho.

Y sonrío, porque mi hermana babea por ello, pero lo disimula muy bien.

- El Grinch, no ofrece su pañuelo para secar lágrimas con un abrazo como consuelo, en el Hospital a una niñita caprichosa...

Y Tatúm, lo mira con odio.

- ¡No soy caprichosa! ¡Me superó una triste situación de ese bebé!

Estamos todos en silencio y mirando como ambos, están a punto de saltarse en el cuello del otro.

- ¡Entonces señorita Yo.Puedo.Con.Todo.Sola. y no necesita de mí, devuélvemelo! - Grita él.

- ¿Qué te de devuelva, qué cosa?

- Mi pañuelo, nena. - Responde Cristiano con una sonrisa, abriendo su caja de leche.

Se sonríe más.

- ...lo tienes hace una semana...

Tatúm cruza sus brazos y mira para otro lado.

- Lo traje para lavarlo, idiota... - Murmura, para luego hacer con un ademán al aire sin importancia. - ...debe estar por ahí, mezclado en el canasto de la ropa sucia...

- Mentira. - Cristiano bebe su leche y deja descansar su mejilla en una mano de forma tranquila.

Le arquea una ceja.

- Lo debes llevar a todos lados, para llevarme contigo... - Murmura suave del otro lado de la mesa. - ...dormir con ella bajo tu almohada y olerla para sentir mi perfume cuando te tocas, porque me extrañas en las noches... - Niega divertido. - ...y créeme eso no es sano, Tate... - Acota.

Y las mejillas de mi hermana se suben dos tonos de rojo.

- ¡Imbécil! Ya, quisieras... - Dice Tatúm recogiendo sus cosas, seguido a mirarlo con desprecio, para poner una manos en su cadera. - Y nop... - Dice luego de pensar por un segundo, para morder su labio inferior de forma sugerente. - ...sí, me toqué... -Tatúm de pie, recorre con su mano su silueta lentamente, provocando que Cristiano la siga con los ojos y trague duro saliva. - ...en las noches... - Prosigue, cerrando sus ojos como recordando, para luego abrirlos hacia él de forma odiosa. - ...pero, jamás por ti! - Ahora sonríe ella. - Pero sí, por el lindo y guapo enfermero Ben...

Y me entró la risa, seguida por todos.

Fresita se hace aire con un cuaderno.

- Guau, esto fue intenso...

Y todos reímos más.

Y sin más, Tatúm se despide por su turno próximo al Hospital.

Cristiano la mira irse por el sendero, poniendo ambas manos detrás de su cabeza.

- No puede ser más hermosa y la odio por lo jodida... - Al fin exclama.

Se sonríe, pero con cierta tristeza guardada.

- Todavía no me perdona que le gané siempre a las escondidas y que me comiera sus galletas rellenas de chicos...

Y se pone de pie, también.

- ¿Y tú, a dónde vas? - Dice Caleb, leyendo y contestando mensajes que no dejan de sonar en su celular.

- A trabajar.

- Ohh.. - Dice Caleb con su sonrisa que es pérfida y dejando su celular a un lado para mirarlo. - ¿Tu turno en el Hospital, no es más tarde?

Y se gana un golpe de puño en su pecho por de Cristiano.

- Horas extras, cabrón... - Dice como despedida y caminando, casualmente en dirección por donde se fue Tatúm con su bolso en hombro.

- Romántico... - Suspira Fresita, con sus dedos apoyados en los labios.

Hoy, sus uñas pintadas de violeta.

- Hola, damitas...chicos...

Parpadeo por el sol frente a un chico que aparece en nuestra mesa de pie y que nos saluda.

Su pelo de un azul fuerte y con corte mohicano, que brilla en pleno día.

Y su figura me es familiar al tomar asiento en uno de los lugares desocupados, mientras saluda con un golpe de puños a los chicos, para luego mirarnos con Hope.

Me remuevo en mi lugar algo incomoda por su mirada profunda que viaja de mi hermana a mi otra vez.

- Muy bonitas y muy gotas de agua. - Murmura, para focalizar en mi persona. - Pero tú, eres sin duda... - Me señala en el regazo todavía, de Caldeo. - Junot Mon.

Parpadeo confundida.

¿Cómo sabe mi nombre?

No quise ser grosera y asentí levemente.

- Genial. - Dice.

- ¿Y tú, quién eres? - Pregunta lo que yo no me animé, Hope.

- Soy Francisco, pero me dicen Cisco, lindura... - Señala a Caldeo.

- Ahh...entiendo. - Y la sonrisa de mi hermana, aparece. - Amigo del rarito...- Y Caleb ríe a carcajadas con Demian.

Caldeo la mira con odio, para luego ponerse los auriculares y subir el volumen de su Ipod, ignorándola definitivamente.

Y Hope, sacude su larga caballera castaña muy complacida.

- Bruja... - Susurra muy bajo Caldeo, abrazándome más contra él y cerrar sus ojos para concentrarse en la música.

- Come mierda... - Respondió ella.

Cisco se sonríe entredientes por sus ataques.

- ¿Escuchando, lo que te pasé ayer? - Pregunta a Caldeo y él asiente en silencio.

- Lo grabamos con Bruno ¿Y bien? ¿Te agrada para la letra de tu nueva canción?

Y mis ojos se abren por comprender.

Cisco es parte de la banda de Caldeo "Way to Heaven" y no puedo evitar mirarlo más.

Definitivamente, es atractivo.

Alto, delgado y de presencia fuerte.

Es el chico de la guitarra que acompaña a Caldeo en el escenario.

Estaba muy oscuro, pero su pelo azul y los piercing en su rostro, llegan a mi memoria de ese viernes en el bar.

Viste unos ceñidos pantalones en negro con una camiseta mangas largas en gris que ahora no permiten ver todos los tatuajes que lo tapizan como a Caldeo en su cuerpo a excepción de sus dedos.

Pero todo él, luce como debería lucir una estrella de Rock.

Caldeo se saca los auriculares, volviendo a colgarlo en su cuello satisfecho y sonríe.

- ¿Practicas esta tarde con la banda en tu garaje, entonces? - Dice Cisco y Caldeo asiente, mirando la hora de su reloj.

El termino de horario de almuerzo llega a su fin para nuevas clases.

Me pongo de pie para guardar mis cosas en mi mochila, ante mi última clase y Cisco saluda a todos y a la espera de Caldeo.

Por lo que cuenta, estudia música con él y son compañeros de clases desde el primer año.

Caldeo toma mi rostro antes de irse.

- Ven a casa, cachorra... - Me murmura, bajo.

Miro a todos y luego a él sorprendida.

- ¿A verte tocar?

Asiente con una suave sonrisa, corriendo su pelo detrás de su oreja.

Me encojo de hombros.

- Ok...

Hope se despide de todos y con un beso sobreprotector en mí, mira a su némesis.

- La cuidas y le cantas bonito, porque te dejaré de a cuadritos si la haces llorar otra vez... – Lo amenaza y Caldeo le arquea una ceja como si nada ante su amenaza, mientras mi hermana se va.

Cuando se pierde entre los árboles su figura, Caleb hace una señal de agradecimiento al cielo y afloja su corbata con un resoplido.

- ¡Cristo Redentor! ¡Al fin se fue! - Jala esta y la mete en el bolsillo de su saco, aflojando los primeros botones de su camisa. - Como aguantan estas mierdas, papá y el tío... - Masculla caminando y hablando solo en dirección a los baños.

Los cuatro lo miramos irse y diciendo cosas, como "mujer dura," "jodidos jeans que le quedaban gloriosos," "Dormiré con la corbata, si es necesario" y algo así como "unos días más y gano la jodida apuesta..."

Y Caldeo se sonríe, negando.



                                           CONSTANTINE


https://youtu.be/vrwRYNGO41M

COSTAS DEL ÍNDICO...

El viento por el galope de hasani al'aswad, hace volar mi capa negra bordada en oro a mis espaldas.

El sendero es largo y con el ancho para dos autos.

Son kilómetros, hasta la entrada principal de la propiedad.

Resguardadas en sus lados, por filas de altas arboledas de tupidas hojas que permiten apenas, el ingreso de los rayos del sol.

El insipiente estrepitar de sus cascos golpeando la calle de tierra y el jadeo constante de mi alazán sobre la arena dura, es lo único que siente por la carrera.

Mi mano aprieta fuerte sus correas para frenarlo a la entrada, provocando que eleve sus patas delanteras al aire y a la espera de que mis guardias terminen de abrir las dos grandes puertas en madera y hierro ante mi llegada, con una reverencia respetuosa con sus Tobhes largas y anchas que llegan hasta sus tobillos y de algodón en blanco.

Me dan paso y la bienvenida a mi hogar.

Una media sonrisa con cierta melancolía se dibuja en mis labios.

Mi hogar...

Su trote se hace suave ingresando al interior, pese al bioma y calor Africano.

Todo es vergel dentro con los altos muros, palmeras y la belleza en el follaje de las exóticas flores del país.

Como las Goxinias azules que contrastan el verde de las suculentas Cyanotis con sus espinas y con el rojo sangre de los pétalos de otras.

Nuestra filosofía de vida, dice que las plantas son sinónimo de vivir, crecimiento y abundancia.

Todo el jardín interior es detalle, lujo y ostentosidad en sus blancos con dorados en diseño arquitectónico.

Más servidumbre corre a mí, ante mi llegada y por ende, más reverencias para atender de forma pronta a mi corcel, cuando bajo y llevarlo a los establos donde descansa mi caballeriza personal de puras sangres.

Con mi Kafiyyeh aún en la cabeza que cubre mi rostro y solo dejando a la vista mis ojos, en negro y oro como mi capa, la hago a un lado para despejar mi rostro, pasando mi mano por la mandíbula con barba de tres días, pensativo mientras bebo el vaso de agua helada que me ofrece Cabul, cuando entro a la gran mansión.

La melodía suave y delicada con unos acordes de Racks el Assaya inundan el interior de los grandes y espaciosos ambientes, casi sin paredes y diferenciado los amplios ambientes ricos en mi cultura, con texturas y color en telas, mobiliarios y decoración, solo por desniveles.

Camino en dirección a mi oficina despojándome en el trayecto de mi capa y Kafiyeeh para pasar con ambas manos por mi rostro con aire cansado y mi pelo negro algo desprolijo, tirándolo para atrás y fuera de mis ojos.

Me lo recibe una linda muchacha con sus túnicas en género en azul y naranjas con bordados en los bordes de excelente calidad que es parte de la servidumbre.

No me mira a los ojos, pero toda ella demuestra su devoción hacia mí, con su inclinación de respeto.

Y quiero rodar mis ojos, pero no lo hago, aunque me gustaría que me vean como alguien normal.

Un par de consejeros y mandatarios, me reciben poniéndose de pie de sus sillas frente a mi enorme escritorio y junto a la gran ventana con vista al océano, cuando entro.

Y los saludo con una reverencia, al igual que ellos a mí.

Rodeo mi escritorio para empezar la dichosa reunión que es de suma importancia y que vengo postergando por semanas.

Ya no tengo excusas que inventar.

- Sharmota...(Mierda) - Murmuro de mala gana, bajo la mirada atónita de los excelentísimos por mi vocabulario y a mi espera.

Sentado en mi sillón en gamuza mora y plata frente a ellos, entrecruzo mis manos sobre mis labios para empezar.

Pero mis ojos de esa forma helada y glacial que miran siempre, se tornan cálidos al reposar en la foto que está ubicada en un lado de mi gran escritorio.

En un niño.

Casi un bebé.

Tal vez dos años y con el color de su piel como la mía.

Fruto de la unión de dos razas.

Un dorado oscuro.

Y los ojos de un frío cristalino.

Un gris hielo.

Al igual que los míos.

Y sonrío levemente...

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